lunes, 30 de abril de 2012

Relatos de una Conversión



     Sin lugar a dudas, la Divina Providencia jugó un rol clave en la persona de San Agustín. La elevada inteligencia y el vivaz espíritu, hicieron que Agustín  fuera transformando de una vida de pecado a otra de gracia. ¿ Por qué Dios eligió a Agustín como un instrumento de su gracia?. Más de alguna vez escuché decir que un hombre tan inteligente como lo era el joven Agustín no se podía perder en el infierno. Pero luego recordé cuantas personas inteligentes existen en el mundo que se pierden en ateísmos brutales; cuantos seres inteligentes se pierden en las drogas, en las ciencias profanas y sin embargo, Dios  los elije como instrumentos suyos.
   El argumento de la salvación por la gran inteligencia del Hiponense queda totalmente derribado. Agustín era más que una inteligencia elevada, era un alma que buscaba la verdad, verdad que deseaba alcanzar para encontrar  felicidad. En esta alma especial persistía un deseo implícito de goce y frución en algo que nadie le pudiera arrebatar. Su vida, incluso en los momentos en donde más abundó el pecado, fueron momentos de una búsqueda constante de la felicidad.
        Ese deseo de la búsqueda de la felicidad era en mi opinión, el motor que establecía la Providencia para que Agustín llegara al conocimiento del verdadero Dios. Existen otros hombres en el mundo que han experimentado este mismo deseo acerca de la felicidad. Pero lamentablemente se han perdido, buscándola en los placeres efímeros de este mundo ya que han optado por el camino más fácil y con resultados más inmediatos y empíricamente vereficables. Agustín eligió el camino más largo y tortuoso, pero a su vez el más sublime y eterno, ya que su felicidad será para siempre. ¡Cuántos de nosotros hacemos oídos sordos a estos llamados de la Providencia que quiere que nos adentremos en las perfecciones del alma, despreciando los bienes de este mundo! En vez de seguir ese llamado, nos sumergimos más en el barro de los placeres de nuestros apetitos sensibles. Claro, a nadie le gusta sufrir, a nadie le gusta pasar hambre y frío, a nadie le gusta abandonar el yo de los apetitos por el tú de la caridad de Dios en el prójimo.
    ¿Cuántos de nosotros utilizamos la inteligencia sólo para ganar dinero? Lo mejor de nosotros lo dejamos para este mundo, y nuestras las sobras  se las dejamos a Dios. Esto me hace recordar las palabras que le dijo un obispo a un viejo postulante a novicio de una orden religiosa, que vivió largamente amancebado con una mujer. El obispo le dijo así al postulante a novicio: "Usted le entregó la carne al diablo, y ahora le viene a dejar los huesos a Dios".  En muchos de nosotros se cumplen estas mismas palabras: trabajamos con todas nuestras fuerzas para obtener los bienes de este mundo, y a Dios le dejamos solamente nuestras buenas intenciones. Trabajamos a la inversa como lo deben hacer los verdaderos cristianos, debemos procurad los bienes eternos, que el resto se nos dará por añadidura.
     " Magnus es, Domine, et laudabilis valde; magna virtus tua et sapientae tuae non est numerus. Et laudare te vult homo, aliqua portio creaturae tuae? et homo circumferens mortalitatem suam, circumferens testimonium peccati sui et testimonium, quia superbis resistis?" Conf. Capt I." Grande eres Señor, y muy alabable, y tu sabiduría no tiene número ....". Con que delicadeza de espíritu Agustín trata a Nuestro Señor, con cuanto amor y con cuanto deseo de unión al creador se expresa. Et quomodo invocabo Deum meum, Y¿ de qué manera te invocaré? Señor, su llamdo le toma todo su ser, no queda parte alguna en esta criatura tan privelegiada que no desee a Dios, en sus poros está impregnado el deseo ardiente de alabanza. Ilumina Agustín, a las almas pecaminosas de este siglo concupiscente para elevarlas  hacia la contemplación de Dios.
    Tu figura sigue tan vigente como antes, hombre de Hipona, tus destinatarios serán todos aquellos hombres de buena voluntad. Acuérdate de nosotros en tus oraciones, reza por los pecadores más grandes de este mundo, para que opere en ellos la gracia, y así se cumplan en ellos las palabras del Apóstol: "Dios eligió lo peor del mundo, para confundir al mundo" Que confundan al mundo abandonando las concupiscencias, por la vida de piedad y de amor. Que la luz de Cristo ilumine la oscuridad de las almas, que la sana doctrina aumente las gracias por medio de los sacramentos, y que la verdadera caridad opere en cada cristiano acogiendo al prójimo como un alter Christus, otro Cristo.
   Que jamás se apague la luz de la fe, Señor, en aquellos que te siguen, que no sean fugaces nuestros deseos ardientes de alabanza. Agita el alma, para que cierre sus oídos al odio, a la mentira, a la muerte. Abre nuestros ojos para la vida eterna, que truene el cielo y se abran los senderos de la verdad, que no queden errrantes nuestras sombras de maldad, que sea el confesionario el agua pura que lave nuestras manchas.
    Cuando tu alma pase por la noche oscura, recurre a Agustín, en su vida y en su doctrina podrás reencontrar la luz perdida de la fe. Tuyo es el día y tuya es la noche Señor, nos dirá Aurelio, no hay oscuridad que no sea permitida por Dios. ¿Perdí la fe Señor? Así dirá el alma desesperada; y Nuestro Señor dirá, me oculté bajo las sombras de tu alma, pero que sólo yo brille en ti. Mientras más alejado de mi te sentías, más cerca de ti Yo estaba. Te hice bendita alma para la eternidad, acude a mi, y no te desfraudaré.

domingo, 29 de abril de 2012

El Poder de la Educación



     El rol esencial de la familia es educar a los hijos. Son los padres a quienes les corresponde de manera ineludible enseñar a sus hijos en la verdad y el bien. Nadie puede usurpar la autoridad que deben ejercer los padres de familia. Los padres deben ejercer su autoridad marcando los límites a los niños acerca de lo que se debe y no debe hacer.
   Existe una escala jerárquica de roles en todos los procesos educativos; dicha escala comienza por la familia por mandato divino y termina finalmente en los demás agentes educativos, tales como colegios, centro de formación técnica, universidades y otros tipos de instituciones afines a la educación. En ningún caso, debe ser el estado quien se atribuya funciones privativas de las instituciones antes señaladas. Al estado sólo le compete establecer el rol orientador de la la nación. En otras palabras, cuando una nación establece una serie de fines que quiere alcanzar por el bien común del país, podrá orientar a las instituciones educativas, llámese familia, colegio, universidades , para que apunten una parte de su educación en las áreas trazadas por la nación.
   Un aspecto digno de señalar dentro de los procesos educativos, es la señalización de la dimensión espiritual del hombre, por ello la educación debe basarse en un concepto integral de conocimientos, que abarque desde lo más rudimentario a lo más elevado. La sabiduría de un pueblo siempre reside en la educación que se entrega a sus ciudadanos, por ello la educación debe partir a través de una escala jerárquica de princios, partiendo de lo más elevado a lo menos. El viejo esquema educativo, Dios, Patria y familia, deberá ser la base de todos nuestros proyectos de enseñanza familiares y estatales.
   Cuando se quiere destruir una nación, se comienza por destruirla por la educación. Si eliminamos a Dios como una parte esencial de nuestra educación, eliminamos inmediatamente, la familia y el afecto a la patria. Lenin, sabía muy bien esto. Él quería reemplazar la patria por la supremacía de un único partido, el comunista. El jerarca soviético comenzó eliminando a Dios, y terminó eliminando el rol facultativo de las familias de educar a sus hijos, para reemplazarlo por el estado. Todos los hijos, le pertenecen al estado, y el estado, está representado por un partido único, ese partido no quiere a Dios, ni menos quiere la autoridad de los padres.
   Las consecuencias son realmente desastrozas, cuando la familia es reemplazada por el estado en la educación de los jóvenes. Si un padre quiere realmente a sus hijos, tiene el deber moral bajo pena de condenación eterna, de educar a sus hijos. No se puede aceptar por ningún motivo, que alguien reemplace a los padres en dichos roles.
  Pero, ¿qué sucede con los padres en esta sociedad moderna? Lamentablemente, ellos han abandonado su rol  de educadores dejándole la responsabilidad al estado. Es por eso que llegan muchos jóvenes a los colegios y universidades totalmente desorientados acerca de lo que es la vida y la responsabilidad que tienen ellos como parte importante de la sociedad. Y es en esa esfera donde los jóvenes pueden ser víctima de educadores inescrupulosos que los desvíen a ideologías y sectas que resulten ser alienantes para ellos.
    Los docentes católicos, por defecto de los padres, deberán asumir imperiosamente una parte de los procesos educativos de la juventud, a fin de tratar de evitar que estos jóvenes caigan en deformadores de conciencias, como lo son los profesores marxistas y ateos que se encuentran en gran número en las universidades y colegios de muchos países por el mundo. El rol educativo de los docentes católicos, por las razones antes expuestas, pasa a constituirse en una labor de apostolado. Su enseñanza deberá ser tanto académica como de doctrina católica. Por algo San Pío X decía que los malos gobiernan, por la omisión de los buenos. Por la prevaricación de padres y profesores, nos encontramos presos de una juventud nihilista y anarquista, que odia el orden establecido en la sociedad, expresando frustraciones propias de vacíos educativos del individuo.
   El que maneje la educación, tiene el poder. Evitemos ser víctima de poderes inescrupolosos de origen totalitario. Para ello deberemos volcar toda nuestra vida a la educación de nuestros hijos. Padres, por favor les pido, no abandonen lo más preciado para vosotros como son vuestros hijos, aquí no hay excusa ni por las horas de trabajo, como del cansancio natural del día, su deber es sí o sí. San Pablo nos habla que los hijos de los últimos tiempos serán rebeldes, desobedientes a sus padres, y por algo lo dice el apóstol, porque una señal de la decadencia va estar expresada en la ausencia de educación de los hijos.
   El tiempo apremia, la sociedad avanza a pasos agigantados hacia un gran desastre humanitario y no hay nadie que le ponga el freno a este desastre. Si educaramos como Dios manda, el avance vertiginoso del mal se detendría e incluso hasta se podría revertir en parte.

sábado, 28 de abril de 2012

El Club Bilderberg

        Hace unos meses atrás mes prestaron este libro para que lo analizara y leyera. Me preguntaron si yo creía en una conspiración mundial para apoderarse del mundo. Más de alguno que lea esto se acordará de unos dibujos animados llamado Pinky y Cerebro. Cerebro el pequeño ratoncito lo único que quería era apoderarse del mundo, deseaba ser adorado por el mundo, esa era su leiv motiv.
     Más allá de las anécdotas al respecto, el tema parece ser muy serio. Quien haya tenido la oportunidad de leer Los Protocolos de los Sabios de Sión, podrá entender mejor el problema. Refresquemos nuestra memoria. En los Protocolos se nos dice que existe una pretención por siglos del pueblo judío para apoderarse del mundo, a fin que las promesas mesiánicas se den por cumplidas en ellos. No nos olvidemos que la fundación de la Gran Masonería de Inglaterra 1717 fue constituída con este fin.
     No nos olvidemos que la Revolución Francesa en 1789 llevó a la práctica todas las propuestas de la masonería. Después vino la Revolución Rusa, La Primera Mundial,  La creación de la Sociedad de Naciones, La Segunda Guerra Mundial, el nacimiento del estado de Israel por orden de la ONU, etcétera, etcétera.¡ Qué duda cabe! Si se unen los puntos históricos del plan judeomasónico, nos daremos cuenta que todo calza a la perfección.
     Si alguien tiene alguna duda de que esto no es así, comprúebelo hablando en contra del "Holocausto" y verá cómo los poderes fácticos de la Conspiración mundial operan. Le pasó en Argentina al Monseñor Willliamson (FSSPX). Fue expulsado de un país donde nadie es expulsado- (para los que no lo sepan, Argentina tiene la colonia judía más grande de Sudamérica, y tal vez, una de las más grandes del mundo) Usted puede hablar de todo, contra Dios, contra La Iglesia católica, contra todo lo que se le pueda ocurrir, pero menos podrá hacerlo contra los judíos, si no cree vea lo que le pasa al pobre Mel Gibson.
     Pero vayamos al libro en cuestión. Daniel Estulin, un periodísta Ruso pero nacionalizado canadiense, por motivos muy especiales que son relatados en el libro, tuvo acceso a unos documentos que daban cuenta que existía una conspiración mundial que se estaba gestando en  un club denomindo " Club Bilderberguer". Al principio Estulin fue bastante excéptico acerca de lo que se le decía, pero empezó a investigar por la innata curiosidad que tienen los periodistas. Concurrió a cubrir una de las reuniones del Club, y se encontró con la gran sorpresa que a ella concurrían los personajes más influyentes del mundo, en especial, ex mandatarios, ministros, dueños de diarios, revistas, medios de comunicación masivos en general, directores de agencias de inteligencia, ricos de todo el orbe. Pero lo que más le llamó la atención, que pese a la importacia de la reunión, que era por varios días, la prensa blindaba estas reuniones no dándole mayor cobertura,
     Más aún, la cantidad de guardias impedía cualquier acercamiento de curiosos. Después de esto, por antiguos contáctos con agentes de la KGB de su país de origen, recopiló muchos antecedentes que daban cuenta de las reuniones del Club, de las órdenes de éste, y de un sin número de agentes de espionaje y contraespionaje que se encontraban por el mundo para canalizar los planes del Club. Con toda esta información, su vida empezó a correr peligro, empezó a diambular de un país a otro para despistar a los espías que lo seguían.
    Lo que más me ha impactodo de todo lo que les cuento es que la historia parte por hechos fortuitos que le ocurren a un periodista, que no conocía en nada que algo así se estuviera gestando a nivel mundial, y eso es lo más escalofriante de la cuestión. Somos ratones de laboratorio de un grupo de inescrupulosos que trabajan para que que el anticristo gobierne al mundo. Su reinado será breve, de tres años y medio, como nos dice el Apocalípsis, el que tenga oídos, que escuche y vea las señales de los tiempos.
     Felicitaciones Daniel Estulin, por tu valentía y coraje de enfrentar a los poderes fácticos de este mundo. Tu libro servirá de alerta para muchos que todavía creen que las profecías acerca del fin de los tiempos, son cuentos de viejas de Lacunza, Castellani o de todos los antiguos católicos que existen en el mundo en un número muy reducidos. Si alguno tiene la oportunidad de conocer a alguno, más vale que lo escuche.
   

jueves, 26 de abril de 2012

"Nosotros los filósofos somos los que debiéramos gobernar el mundo"

  Siempre recuerdo de mi primer año de filosofía, cuando unos compañeros me invitaron a estudiar con ellos en medio de una laguna y muchos jardínes que se encuentran adyacentes a mi universidad.
    No pude llegar a la cita tal como acordamos, otros menesteres me retrasaron, pero ese hecho, marcó algo que jamás se me va a olvidar. Cuando llegué finalmente a la cita, estaban todos leyendo La República de Platón. Al llegar  me quedaron mirando con un silencio sepulcral." Discúlpenme - les dije- por llegar tan tarde, pero el hecho es que llegué" A continuación uno de ellos me mira, toma una especie de cigarro, con un olor extraño-después supe que era marihuana- me mira y me hace la siguiente afirmación: ""Oye loco, cierto que los filósofos somos los que debíeramos gobernar al mundo". En el momento se me pasaron miles de ideas por la cabeza, no sabía como responderle, pensaba una y otra vez cúales eran las cualidades de los filósofos y su don para gobernar. Lo único que atiné a decirle es que si las cosas así sucedieran, el mundo sería más loco de lo que es. Luego de esto, preferí retirarme no por los díalogos que allí se sostenían, sino por las drogas que se estaban consumiendo.
    La pregunta quedó siempre abierta en mi cabeza. Me preguntaba si los filósofos tenían cualidades de gobernantes, pensaba qué filósofo me hubiera gustado que me gobernara. Pero no lograba encontrar una respuesta contundente para mi pregunta. Ingenuamente, creía que Platón cumplía ciertas cualidades, ya que tenía cierta noción del bien natural, pero una cosa es la teoría y otra muy distinta es la práctica. La política está orientada a la acción, y la filosofía más a la contemplación. Después pensé en San Agustín, pero ocurría exactamente lo mismo, no era un hombre que versara sobre las cosas que atañen al ordenamiento práctico de la polis, él era un filósofo dedicado exclusivamente a la contemplación de la verdad, su saber era más teórico, que práctico.
    Pasé por varios filósofos hasta llegar a la conclusión que un filósofo no puede ser un buen gobernante, ya que su objeto de estudio es un saber abstracto, a diferencia de lo político, que es práctico. Pero no me quedé con esta sóla respuesta, ya que me hice otra pregunta, ¿Cómo puede la política gobernar sin una noción del bien? Ya que el gobierno de la polis tiene un fin, y ese fin debe ser siempre el bien común de aquellos que se gobierna.
     Así como un filósofo no sirve para gobernar, así también, un político sin un fin trascendente de su gobierno tampoco sirve para gobernar. La condición sine qua non para gobernar va ser siempre el bien común, y quien se aleje del fin para lo cual es concebida la política se va a transformar en un tirano para los demás. Pero entonces, dadas como están las cosas actualmente, ¿quiénes nos gobiernan? La respuesta es obvia, los tiranos. Nos gobiernan con su tiranía de caprichos, corrupciones, contubernios, nepotismos, y cuanto a ustedes se les pueda ocurrir. Lo que menos hay, es la participación en el gobierno de los ciudadanos, estos son sólo objeto de validación del sistema con sus votos.
    Después de la Parusía podrán gobernar los justos, pero cuando esto ocurra, habrá pasado mucha agua bajo el río.
    

       

miércoles, 25 de abril de 2012

Ver el Aura


        Hace unos meses atrás tuve la oportunidad de conversar con una maestra de música que me dijo que ella tenía la capacidad de ver el Aura.  Inmediatamente, debido a mi ignorancia, le pregunté, ¿ Qué es el Aura?- disculpen todos mi ignorancia, pero no sabía nada de esto-. El Aura me dijo ella, es aquella irradiación de colores que todos emitimos según sean nuestras personalidades, estados de ánimo y en terminos formales, muestra qué clase de personas somos.
       Este pobre fraile no supo que decir ante tales afirmaciones, por lo que tomé la decisión de guardar silencio y remitirme sólo a preguntar detalles al respecto. Amiga mia, le dije, ¿qué más me puedes contar del Aura?. El Aura es casi todo para mi- sostuvo la maestra-  mi hija y yo  jugamos tardes enteras con el Aura. Yo juego a tratar de tocarle su Aura y ella, que heredó mis capacidades, hace lo mismo con la mía. Nos reímos por horas, nos deleitamos al ver como la intensidad de colores que irradiamos cada una se va deformando por la acción de nuestras manos.
      Después de esta conversación bastante "interesante", me puse a pensar cómo puede haber gente tan feliz en esta tierra, por el sólo hecho de jugar con los aparentes colores que irradian los demás. La simplicidad de cerebro de mis amigas es realmente abismante, son alegres con muy poco. Terminada la conversación, llegué a mi casa tratando de verle el Aura a mi familia, pero la verdad es que me fue muy mal, no logré ver nada.
     Siendo más exigente me pregunté ¿ Puede alguien conocer la personalidad de otros por los "colores que irradia"?  La respuesta no se hizo esperar: no. ¿ Cómo podemos saber de cierto modo cómo son los otros? Únicamente por nuestra experiencia sensible con ellos, observando sus actos y hábitos que a diario realizan, sólo así podremos formarnos una idea que se ajuste más o menos a la realidad. No existe otro modo de conocernos, el conocimiento virtual que ahora es tan común, no da cuenta del modo de ser de las personas, ya que carece de lo más esencial, la experiencia física y sensorial tan necesaria para el conocimiento.
    La amistad virtual, no existe, ni menos el amor virtual. De hecho muchos de los que se han conocido y luego enamorado a través de internet, se han llevado una desagradable sorpresa cuando han llegado al extremo de consumar su amor virtual en un matrimonio real. Para conocernos, para apreciarnos, necesitamos del contacto físico con las otras personas, al igual que para estudiar. Se ofrecen carreras universitarias a través de la red, pero adolecen de lo mismo, del aspecto físico y presencial.
   La paternidad virtual tampoco es un medio adecuado de ejercer el amor con los hijos, el contacto con el otro que nos permite la interacción social, va a ser siempre el medio más sano y prudente de poder establecer un verdadero díalogo y conocimiento con los demás.
   La realidad es la piedra de tope del conocimiento. Por algo Santo Tomás afirmaba que la verdad es la adecuación entre la inteligencia y la cosa, ya que ambas no pueden estar disociadas. Nuestra inteligencia llega al conocimiento mediante la abstracción del ente real, y sin el ente, ¿cómo podemos conocer? Nuestro conocimiento se da por partes, y se inicia indudablemente por los sentidos. Que haya alguien que tenga ojos de lince y pueda ver hipotéticamente los colores que irradian los demás, es algo bastante improbable, por no decir imposible.
    Suplir la realidad, partiendo de los egologismos de la razón, como lo hacen las ideologías modernas, nos llevará simpre a caer en el error y en la mentira. El realismo filosófico de Aristóteles y de Santo Tomás, van a ser siempre el modelo a seguir cuando se quiere llegar al conocimiento de la verdad.  Kant, Hegel y todos sus sucesores siempre se van a topar con el mismo problema.

lunes, 23 de abril de 2012

Don Pedro Urdemales o Rimales




              Recuerdo con mucho cariño las historias que me contaba mi ñiñera sobre don Pedro Urdemales. Ese hombre de campo muy ladino era para mi mucho motivo de risas. Una de las anécdotas que más me impresionó de don Pedro fue la de las colas de chanco, o cerdo, como quieran llamarlo. Por lo que recuerdo, el caso sucedió así: A don pedro el dueño del campo lo había dejado cuidando un total de 60 chanchos, pero justo por el lugar donde estaban los puercos pasó un caballero que se interesó por ellos. Ofertó a don Pedro una suma interesante de dinero por los animalitos, y éste decidió venderlos con una sola condición, a saber, a los chanchitos se les debía cortar la cola y él se quedaría con ellas.
          Una vez que se cortaron las colas, don Pedro concurrió a un barranco que estaba lleno de lodo y bajó al lugar semi enterrando las colas, de tal manera que pareciera que los chanchos se habían caído allí, y sólo las colas quedaron afuera del barro. Luego don Pedro, trajo a su patrón para mostrarle que se habían ahogado los puercos  abajo del barranco lleno de lodo y sólo las colas eran lo único visible que quedaba de ellos. Ingenuamente el dueño del campo le creyó, y don Pedro se fue feliz de la vida porque había engañado a aquel cándido hombre.
       Pero la historia que a mi me pasó, no fue con chanchos, sino con conejos; y el hombre en cuestión no se llamaba Pedro, sino Juan, y debo decir, que lo menos  hice fue reirme con lo que me pasó. Les relato mi historia: Tenía para sólo contemplar un número importante de conejos en una gran jaula. Don Juan, mi capataz de confianza me los cuidaba, hasta que un día me llamó para decirme que los conejos se estaban muriendo por un extraño virus. Concurrí inmediatamente a la jaula de los conejos, y efectivamente vi allí uno tendido en el suelo que estaba muerto. Don Juan me preguntó así , ¿ Don Fraile, puedo descuerar al conejo muerto y poner a secar los cueros sobre la casucha del perro?- Claro -le dije- si le gustan los cueros, no tengo problema que lo haga. 
       Pasaron alrededor de dos semanas, y me vuelvo a entrevistar con don Juan, esta vez el hombre muy asustado y con el corazón muy acelerado me vuelve a decir: Don Fraile, ya no sólo ha muerto un conejo, sino ahora son varios. Muy sorprendido concurrí a ver que pasaba en la jaula, y vi que casi no me quedaban conejos, al voltear miré encima de la casucha del perro encontrándome con una enorme cantidad de pieles de conejo sobre ésta. Don Juan le pregunté, ¿será el pasto que le damos lo que les causa la muerte? A lo mejor tiene herbicida, y eso hace que los conejos mueran.
    Pasó el tiempo, y por motivos que prefiero no relatar en este post, don Juan se fue del campo, y no supe casi nada más de él. Segundo, otro de mis trabajadores se encontraba limpiando unas frutillas, por lo que tomé la decisión de ponerme a conversar un rato con él para que aprovechara de descansar. Don Fraile, me dice Segundo, ¿se acuerda usted de los conejos que se murieron en la época que trabajaba don Juan con nosotros? Sí le dije, los recuerdo muy bien y con mucha pena, se murieron por un extraño virus. Pero Segundo me replica: ese virus tenía dos pies y un nombre. ¿cómo se llamaba el virus?- le pregunté. Pero don Fraile, si era su regalón, su hombre de confianza, él se los comió. Cuando me dijo esto, se me vino el mundo abajo, y le pedí que continuara explicándome el caso.
      Los hechos ocurrieron así: vi un día a don Juan con su hijo ( que también trabajaba en mi campo) en muy extrañas circunstancias cerca de la jaula de los conejos, por lo que decidí ocultarme para ver qué sucedía. En sus manos el hijo de don Juan tenía un machete, y con este, por la parte del mango, aturdía los conejos por la nuca, y luego don Juan les sacaba el cuero. Junto a ellos tenían una olla, la carne del conejo iba a parar adentro de ésta. Todos los días se llevaban los conejos  a la casa, luego, venían devuelta muy bien aliñados para la hora del almuerzo del otro día.
      No podía dormir por el asunto de los conejos, y me dije a mi mismo, ¿cómo pude ser tan h.......? Prefiero no ocupar coprolalias, pero me sentí plenamente burlado. El hecho me quitó el sueño por varias noches, hasta que un día me acordé de los cuentos de don Pedro Urdemales. Me acordé de mis risas sobre un hecho tan deshonesto, y me di cuenta que, nunca es bueno, reirse de la desgracia ajena.

sábado, 21 de abril de 2012

El infierno lo hicimos nosotros


 

El Infierno lo hicimos nosotros

       El siguiente post trata acerca de una lectura del libro del Padre Gabriel Amorth " Habla un exorcista". En este libro me llamó profundamente la atención la siguiente afirmación de un demonio bajo el rito de un exorcismo:" Ustedes creen, dice el demonio interrogado, que el infierno lo hizo Dios, pues no, se equivocan, fuimos nosotros".
      Esta afirmación del demonio interrogado me llamó profundamente la atención.  Una de dos, el demonio decía la verdad, o como es habitual en él, hablaba una más de sus mentiras para engañar al exorcista que lo interrogaba. Pensé, no creo que el demonio sea tan tonto para decir la verdad, pero sin embargo, el padre Amorth le creyó, porque después hizo un comentario a favor de dicha afirmación.
     Tomé la decisión de analizar dicha afirmación del demonio, y llegué a la conclusión que estaba diciendo una herejía, ya que sólo Dios es causa eficiente y formal de toda la creación. Él es el principio y el fin de todo, es ÉL el artífice de todo cuanto existe, incluído el infierno. Afirmar que nosotros somos la causa era para mi decir que somos los coautores de la creación, me olía a gnosticismo, dos principios que se entremezclan. Decidí enviarle mi opinión del problema a un antiguo profesor muy identificado con el tomismo, y esto me respondió: Los demonios tienen razón en cuanto que la causa de nuestra condenación, tanto la de los demonios y la nuestra, se debe únicamente al mal uso de nuestra libertad. Y en ese sentido, somos los causantes del infierno. Nuevamente al recibir esta respuesta mi pobre cabeza me dió vueltas y vueltas, hasta que me dije a mi mismo: Por la justicia divina Dios crea un lugar para aquellos que lo rechazan y que no desean aceptar su misericordia. Pero por nuestra ceguera nos acercamos a ese lugar. En términos simples, Dios crea el lugar, y nosotros por sí mismos nos metemos adentro.
    Pero entonces ¿cuál es la respuesta definitiva?, yo me inclino por mi respuesta, Dios creó el infierno, como lugar de justicia para los que lo rechazan, y si bien, el hombre es en parte la causa de su propia condenación, no por ello puede ser considerado como causa eficiente de ese lugar de tormentos. Dejo para el debate la diversidad de opiniones.

viernes, 20 de abril de 2012



                    Intus Legere

                    Vengo llegando de la ciudad al campo. La vida en la ciudad sigue tan monótona como siempre. Veo a la gente pasar, cada uno con sus proyectos, cada uno con sus preocupaciones, y cada uno con sus dolores y alegrías. Todo esto me hizo acordarme de un personaje de mi ciudad que conocí cuando era muy joven.
               Lo conocí con un un apodo que ahora no recuerdo. Lo llamaré por darle un nombre El místico de la plaza. Cada vez que me lo topaba, lo encontraba en la plaza de mi ciudad, sentado, mirando a la gente y con una libreta pequeña que sacaba de un abrigo bastante desgastado. A mis catorce años, me entretenía ir a conversar con él, me hablaba de todo, del clima, de la vida, de la música, ¿qué curioso?, una especie de mendigo hablando de la música. Un día le pregunté directamente, por qué llevaba una libreta guardada en su abrigo, y él guardando silencio por unos segundos dirigió su mirada directamente hacia mis ojos, debo decir que me marcó con la profundidad de su mirada. Expectante a qué me iba a decir, por un instinto natural bajé la vista, a la espera de su respuesta, hasta que finalmente dijo algo que para él era muy personal. Hermanito, me dijo el místico de la plaza, por qué te llamó la atención la libreta que llevo guardada en mi abrigo, mi respuesta no tardó, simplemente le dije que me gobernó la curiosidad. Al parecer mi respuesta fue plenamente satisfactoria, ya que a partir de ese momento no paró de hablar.     
             Hermanito, me respondió, fíjate que cada vez que yo veo esa viejita pasar por aquí, me pregunto por qué lo hace, qué la motiva, quién la espera en su casa, y por qué realiza todos los días la misma rutina. Luego continuó, y no sólo observo a ella, sino a todos los que por aquí pasan, los miro desde el silencio de la banca de la plaza, y trato de entender que  les está pasando por la cabeza.
         Después de la respuesta del místico, me retiré raudo a mi casa. A penas pude le conté a un amigo y a mi papá las locuras del hombre de la plaza, me causaba jocosidad y extrañeza a la vez, saber que una persona perdía su tiempo en estas rarezas. La inmadurez de mis cortos años no me permitieron ver la persona que allí,tras un abrigo roto y sucio,existía. Tuve después la ocasión, de llevarlo a mi casa para probar a través de un piano familiar, todos los conocimientos de música que decía tener. Empezó a tocar el piano de oído, no paró, por lo menos en una hora, cualquier canción que fuera conocida por las radios, el simplemente la tocaba. Le pregunté si sabía leer la música, y me dijo que no, solo de oído.
        Finalmente, nunca más supe de  la vida del místico de la plaza, aquél loco que lo anotaba todo, para luego preguntarse todo, pero la gran lección que aprendí de él, es que en cierto modo yo me he vuelto él, trato una y otra vez de entender la vida, de entender las personas, no anoto nada en una libreta, pero almacenos datos en mi cerebro que no logro del todo procesar y entender.
    Místico de la Plaza, tu sabías leer debajo de las apariencias.

miércoles, 18 de abril de 2012



                                             Sub Anima

                    Quisiera comenzar hablando en este primer post acerca de lo que sucede en el alma. Más de alguno me dirá que tema más complejo se me ocurrió elegir. Efectivamente, no es fácil conocer aquello más esencial de lo cual está compuesto el ser humano. El alma humana es la parte superior del hombre, ella es la que presenta como función primordial la inteligencia. La inteligencia, por consiguiente, es un atributo esencial del alma, sin ella, el alma simplemente no existiría.
                   El alma tiene por un lado la inteligencia, y por otro, la voluntad. Inteligencia y voluntad subsisten en una unión intrínseca, sin la cual, la una no se explica sin la otra. Los seres humanos, somos iguales, o mejor dicho, somos semejantes por nuestro cuerpo animal, que en el fondo es una unidad bilógica, con procesos fisioquímicos. Desde el punto de vista de las funciones biológicas, en nada nos diferenciamos, nacemos, nos nutrimos, crecemos y reproducimos. Por consiguiente, tenemos una naturalezas instintiva común, de allí la confusión que se produce en nuestro intelecto de ver como nos asemejamos físicamente, y cómo a su vez nos diferenciamos en nuestro obrar.
            La diferencia específica que marca nuestra individualidad, que es sin duda irrepetible, es el alma intetectiva y volutiva. Cada uno de nosotros agota su especie desde el punto de vista de su principo espiritual que lo anima, somos sólo nosotros frente al mundo que nos rodea. Pertenecemos a una Grey, pero pertenecemos desde nuestra propia individualidad, tenemos un sello indeleble entre nosotros y el creador. De allí tanta confusión que se produce en el mundo, de allí tantas disputas entre los hombres, tantas diferencias, tantas animadversiones que se producen entre unos y otros, hasta llegar al punto que el otro se transforma en un verdadero fastidio. ¿Cuántas traiciones se producen? Muchísimas y todos los días, cuántas mentiras se dicen a diario en la sociedad, incluso entre los grupos más cercanos, parientes, amigos y colegas. Alguno más suspicaz me dirá, que el inicio del problema del ser social del hombre se produjo desde el momento en que Caín mató a Abel.
       Si los primeros hermanos hicieron eso, entonces, ¿qué se puede esperar de nosotros?. Heredamos entonces la Ira, el Rencor, la Codicia, la Lujuria, la Soberbia, en resumen, el mal en general. El Pecado Original, es la respuesta final a tanto mal en el mundo, todo nace a partir de la desobediencia del primer hombre Adán y la primera mujer Eva, ellos abiertamente desobedecieron la primera ley que Dios dictó al hombre. De la desobediencia vendría entonces, la animadversión entre los hombres, y siguiendo un proceso inverso, la paz verdadera sólo podría venir a través de la obediencia a las leyes que Dios nos da. Si obedecieramos cada uno de nosotros la Ley de Dios, la guerra desaparecería de la faz de la tierra. Existe tras este razonamiento una lógica, pero no seamos ingenuos, ni falsos pacifistas, cúando el hombre, mejor dicho, cúando la humanidad podrá ponerse deacuerdo para obedecer al unísono las leyes que Dios nos manda. Como humanamente esto no es posible, si queremos hacer el bien, tendremos que seguir soportando a los otros, por muy fastidiosos que a veces estos sean.
     Hacer el bien, y evitar el mal, esa deberá ser la máxima de nuestra vida.