lunes, 26 de noviembre de 2012

Nuestra Señora de las Tormentas

 
                     
A lo largo de los siglos católicos, según ha crecido la veneración hacia Nuestra Señora, se han incorporado muchos títulos a las devociones y letanías marianas. El huracán que arrasó con la costa este de los EE.UU., a fines de octubre recién pasado, nos ha dado un nuevo título: Nuestra Señora de las Tormentas.
Los medios de comunicaciones cubrieron todos los aspectos imaginables del huracán Sandy, mostrándonos casas arrancadas de sus cimientos, montañas rusas tragadas por el océano, paseos costeros destrozados como palitos de fósforos, vecindarios enteros reducidos a escombros. Las peores imágenes provinieron de Breezy Point, un barrio de Queens, donde más de 100 casas ardieron hasta sus cimientos.
Los bomberos, imposibilitados de llegar al sitio del suceso, debido a las aguas que lo inundaban todo, debieron contemplar impotentes cómo el viento agitaba las llamas en un incendio infernal. Cuando todo terminó, el área no conservaba nada más que el suelo carbonizado, excepto por una cosa.
En la esquina de Oceanside Avenue y Gotham Walk, en medio de la devastación, permaneció en pie, intacta, una imagen de Nuestra Señora. Soportó todo: el viento, el agua, las llamas y la lluvia de escombros. Se destacaba como el único objeto reconocible, en medio de un campo de total destrucción.
Un fotógrafo de Associated Press, no católico y, en ningún caso un hombre religioso, según propia confesión, se detuvo junto a la imagen, luego del desastre. Quedó fascinado con la imagen y obtuvo la fotografía, que se ha convertido en la foto más recordada y vista de la tormenta. Al momento de escribirse estas líneas, más de 432.000 informes y comentarios han aparecido en internet, de la que se ha dado en llamar la Madonna de Breezy Point.
La imagen fue instalada en el jardín de la casa de los McNulty, hace ya muchos años. Se ha convertido en símbolo de la fe y la esperanza – un recordatorio de que, sin importar lo que podamos sufrir en este mundo, Nuestra Señora no nos abandonará. La imagen ha atraído a mucha gente, algunos ofrecen una oración, otros dejan velas, flores, peticiones escritas o notas de agradecimiento.
El pastor local de la Iglesia de Santo Tomás Moro, Monseñor Michael J. Curran, visitó el lugar y señaló allí: “Será un símbolo del sufrimiento, pero también de nuestro resurgir de las cenizas. Será un símbolo de lo que nos ha sucedido, pero también de nuestra resurrección. Será un recordatorio de que por todos los bienes que hemos perdido, Dios nunca nos abandonó.”
Sólo podemos rezar para que los líderes de nuestra Iglesia demuestren a Nuestra Señora, tanta fidelidad como la que Ella nos ha demostrado, mientras esperamos la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón, como nos pidió Nuestra Señora de Fátima.
LA ÚLTIMA OFENSA A NUESTRA SEÑORA DEMANDA UNA REPARACIÓN
Mientras la Madonna de Breezy Point alentaba y daba esperanzas a tantos, Simon and Schuster(una casa editorial) elegía el mes de noviembre para publicar un blasfemo ataque a la cristiandad, titulado “The Testament of Mary”. Esta novela, escrita por un irlandés ex católico, Colm Tolbin, es un relato de ficción acerca del desprecio que imaginariamente experimenta la Madre de Cristo, hacia los auto proclamados seguidores de Jesús.
Brent Bozell ofrece un inspirado comentario crítico sobre este ultraje en The Malicious Mangling of the Virgin Mary. Sin embargo, el New York Times formula un comentario aprobatorio. El centro del ataque de Tolbin a la fe es que los apóstoles se apropiaron de la Crucifixión e inventaron los Evangelios, para su propio engrandecimiento personal.
Nos preguntamos si The New York Times hubiese rendido tan sentidas alabanzas a un libro que atacara al islam y retratara a los seguidores de Mahoma como unos locos y sinvergüenzas. Pero, como de costumbre, está abierta la temporada de caza del catolicismo y, lamentablemente, de Nuestra Señora, a Quien los enemigos de la Iglesia quieren deshonrar. Es el momento de hacer una reparación por estos insultos a Nuestra Señora, especialmente cumpliendo con la devoción de los Primeros Sábados de mes.
(Traducido de Fatima Online)


lunes, 19 de noviembre de 2012

La compra de la República

                            
       " Este mes he comprado una República. Capricho costoso y que no tendrá imitadores. Era un deseo que tenía desde hace mucho tiempo y he querido librarme de él. Me imaginaba que ser el dueño de un país daba más gusto.
       La ocasión era buena y el asunto quedó arreglado en pocos días. El Presidente tenía el agua hasta el cuello; su ministerio, compuesto de clientes suyos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; crear nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbamiento de todo el clan que se hayaba en el poder, tal vez de una revolución. Había un general que armaba bandas de irregulares y prometía cargos y empleos al primero que llegaba.
    Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República, además asigné al Presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía-sin que el pueblo lo sepa- las aduanas y los monopolios. Además, el Presidente y los ministros han firmado un convenant secreto que me concede prácticamente el control sobre la vida de la República. Aunque yo parezca cuando voy allí, un simple huésped de paso, soy, en realidad, el dueño casi absoluto del país. En estos días he tenido que dar una subvención, bastante crecida, para la renovación del material del ejército, y me he asegurado, en cambio, nuevos privilegios.
      El espectáculo, para mí, es bastante divertido. Las Cámaras continúan legislando, en apariencia libremente: los ciudadanos continúan imaginándose que la República es autónoma e independiente y que su voluntad depende el curso de las cosas. No saben que todo cuanto se imaginan poseer-vida, bienes, derechos civiles- dependen en última instancia de un extranjero desconocido para ellos, es decir, de mí.
    Mañana puedo ordenar la clausura del Parlamento, una reforma de la Constitución, el aumento de las tarifas de aduanas, la expulsión de los inmigrados. Podría, si me pluguiese, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante y derribar así el Gobierno, desde el Presidente hasta el último secretario.  Y no me sería imposible obligar al país que tengo bajo mi mano a declarar la guerra a unas de las repúblicas colindantes.
   Esta potencia oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir todos los fastidios y la servidumbre de la comedia política es una fatiga bestial;  pero ser el titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento, es una voluptusidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento y mil confirmaciones.
    Yo no soy más que  el rey incógnito de una pequeña República en desorden, pero la facilidad con que he conseguido dominarla y el evidente interés de todos los iniciados en conservar el secreto, me hace pensar que otras naciones, y tal vez más vastas e importantes que mi República, viven, sin darse cuenta, bajo una dependencia análoga de soberanos extranjeros. Siendo necesario más dinero para su adquisición, se tratará, en vez de un solo dueño, como en mi caso, de un trust, de un sindicato de negocios, de un grupo restringido de capitalistas o de banqueros.
    Pero tengo fundadas sospechas de que otros países son gobernados por pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan recitando con naturalidad el papel de jefes legítimos" 
 Giovanni Papini, Gog.
    
    Comentario del Fraile:   Menos mal para Papini, que  hace bastante tiempo permanece fuera de este mundo. O si no hubiera sido juzgado por un tribunal internacional por antisemita. O tal vez, por hablar en contra del holocausto, tal como le ocurrió al obispo Willianson, que fue expulsado de Argentina por hablar demás.  
         Piensen que a pesar de todos los avances tecnológicos y económicos que se ven en los países sudámericanos, tanto en medicina, industria, armas y construcción, todo eso viene de afuera. En estricto rigor, si no fuera por lo foráneo aún seguiríamos viviendo en rucas y tendríamos plumas en la cabeza.
      Dependemos, lamentablemente, de agentes foráneos. En consecuencia, nos tienen de una oreja y de todo lo demás. Para que hablar del sistema bancario y a los tribunales internacionales a los que están sometidos todos nuestros países. En estricto rigor, somos marionetas de los poderes fácticos que gobiernan el mundo. Incluso todas nuestras agitaciones políticas, son organizadas desde el extranjero.
    Pero lo curioso de todo esto, es que también los ciudadanos comunes como nosotros, en los países desarrollados son víctimas de lo mismo. Aquellos que los gobiernan, se ríen de nuestras peleas y de nuestros conflictos. Se ríen de nuestros afanes de alcanzar riquezas que nunca podremos alcanzar ya que ellos las manejan. Basta que determinen bajar las acciones de tal o cual compañía para que esta quiebre, y haga quebrar a los que pensaban que controlaban esa compañía. Un simple acuerdo de los que controlan las finanzas puede llevar al mundo a una crísis financiera de insospechadas consecuencias políticas y sociales.
   Para qué hablar de las guerras que se fabrican artificialmente, si eso ya es conocido por muchísimas personas. Hay que fabricar guerras para vender armas. Eso es un negocio muy lucrativo. Otro negocio con enormes proyecciones es la compra de las reservas de agua en el mundo, apoderarse de ellas hace al que las posee el dueño del mundo. De los alimentos transgénicos ni hablar, con el cobro de patentes a las semillas se mantiene a los pobres agricultores en una situación de dependencia nunca antes vista en la historia de la humanidad. Siempre hubo en los miles de años que ha permanecido la agricultura, la libertad del pequeño propietario de plantar lo que podía y quería, sin depender de otro para adquirir sus semillas.
      Con todo lo anterior, me dirán ustedes, dan ganas de cortarse las venas. Pero la idea no es esa, sino de adquirir conciencia de lo frágil que somos en un mundo complejo, a fin de no construir torres de Babel que en cualquier momento pueden ser destruídas. Solamente nos queda tratar de sobrevivir lo mejor que podamos en este mundito hipócrita, teniendo presente que el mayor tesoro que poseemos en nuestra alma. ¿ Pero cómo hacer eso si somos burgueses? A lo menos debemos de tratar de serlo menos, aunque esto nos cueste toda nuestra vida terrena.
     Un buen refugio para nuestro espíritu debieran ser los buenos libros. En ellos podremos encontrar la sabiduría que no encontramos en la realidad que nos toca vivir. La buena lectura nos dará las luces necesarias para poder tener nuestros pies bien puestos sobre la tierra. De hecho, en la mayoría de los hombres masas, pueden haber libros de economía, libros sensacionalistas, libros de caguines del cine, pero jamás podrán encontrar libros de literatura clásica, de filosofía escolástica, de música barroca ni menos de doctores de la Iglesia Católica. No habrá nada de ciencias humanistas, no habrá nada que haga al hombre reflexionar sobre sí mismo para elevar su espíritu hacia lo sublime y trascendente.
     Francamente, no se me ocurre otro consejo para escapar de la tiranía del mundo moderno. Sé que muchos no esperan que los aconseje, pero como el fin del blog es transmitir el bien y evitar el mal, aconsejar es parte del oficio. Otros me dirán, aconsejate a ti mismo, y de verdad lo hago, de verdad trato de orientar mi vida sobre la base de una sociedad cristiana que algún día existió y volverá a hacerlo en un futuro que sólo Dios conoce.
    Las palabras se las lleva el viento, pero la gracia de los libros es que podemos recurrir a ellos cada vez que los necesitemos. Allí nos esperan, en medio de las estanterías, llenos de polvo esperando que los tomemos y gocemos de sus enseñanzas. ¡Pero si es nada más papel que nos habla!, en realidad son más que eso: son sabiduría y enseñanzas de almas del pasado que se hacen presente cada vez que las leamos. Cada vez que abrimos un libro, el autor aunque ya esté muerto, vuelve a vivir. Muchas veces, el autor abre su alma cuando escribe, expresa sentimientos, emosiones, alegrías y frustraciones que no es capaz de expresar o transmitir con otros en una conversación coloquial. Pero a su vez, el lector, cuando que se va comprementando con la lectura del autor, también va abriendo su alma en un díalogo extrapersonal, pero en comunión espiritual que es muy difícil describir. En este " díalogo autor y lector" subyace un misterio, permanece un velo, de cierto modo, que imita en parte al velo que existe entre el confesor, Dios y el alma penitente. No quiero ser irreverente en la comparación, no se trata de eso, es sólo que quiero mostrar en esa comunicación de espíritus lo trascendente que existe en ella.
     Lo mejor que puede hacer un hombre, si es que se presa de tal, es escribir sus pensamientos a otros. Lo mejor que puede hacer un hombre es comunicar parte de su ser al ser de otros. Escribir para el bien de los otros, es un acto de amor caritativo. Escribir es por un instante de nuestras vidas tratar de imitar a Dios que escribe todos los días  a través de su maravillosa obra creadora. Dios escribe en cada una de nuestras almas, una historia única e irrepetible. Nuestra historia tendrá un final, como tendrán un final los libros escritos por los hombres. Pero mientras estuvieron sujetos al tiempo de los hombres, lograron gozar de una cierta trascendencia que superó la existencia de sus propios autores. Y es esa la gracia, si se puede expresar de ese modo sin que se mal interprete.
    Generaciones enteras podrán gozar de una lectura edificante y enjundiosa. Yo pondría el siguiente epitafio en la tumba de los buenos escritores: " Aquí yace el cuerpo de un alma que todavía vive en los corazones de sus lectores, requiescant in pace scritores".  Sin embargo, no toda lectura es edificante, así como muchos autores expresan lo mejor de sí, otros, y  hoy en día deambulan en casi todas nuestras librerías del mundo moderno, se expresan a través de coprolalia sus inmundicias y basuras. de estos solo podré decir, pobre de ellos, que malgastaron su tiempo en porquerías que lamentablemente para ellos tendrá una consecuencia eterna. En vez de expresar bellezas para el espíritu, por intereses mercenarios lanzaron basuras. Sepultaron sus talentos por un simple papel que en sí no es nada, por mucho que pueda representar bienes materiales, pero no es nada.                            Por último, quien escribe sobre el cielo, está rezando a través de sus manos. Ya que las manos expresan por obediencia lo que le manda el alma a través de su voluntad.
   

domingo, 18 de noviembre de 2012

Cristo en el pecador, Mgr. Robert Hugh Benson


      ( Robert Hugh Benson con su uniforme del colegio Eton)
Hoy 18 de Noviembre se cumplen 141 años del nacimiento de Monseñor Robert Hugh Benson. Para recordarlo publico para ustedes  un capítulo del libro “La amistad de Cristo” . Si tienen la oportunidad de conseguir este  libro y leerlo les garantizo que se sentirán reconfortados con las sabias palabras de este converso inglés.  Beatrice Atherton. 

                                          Cristo en el pecador
                                                      Este recibe a los pecadores y come con ellos.
                                                                                                                      (Lucas 15, 2)

        Hemos visto a Cristo acercándose a nosotros, ofreciéndonos su amistad por distintos caminos y de diferentes formas e, incluso, poniendo a nuestro alcance virtudes y gracias que no podíamos obtener de otro modo. Por ejemplo, transmitiendo su propio sacerdocio al sacerdote y su santidad al santo.

        Estos dos aspectos concretos son fácilmente perceptibles. Sólo unos prejuicios exacerbados o una ceguera extraordinaria impiden reconocer la voz del Buen Pastor en las palabras que pronuncia su ministro, o la santidad de Dios cuando se manifiesta en la vida de sus íntimos. Pero no es fácil reconocerlo en el pecador: el de pecador no parece ser un aspecto que Él asumiría. Hasta sus discípulos más queridos sintieron la tentación de abandonarle cuando en la cruz o en Getsemaní, “el que no conocía pecado se hizo pecado por nosotros”.

         Como relatan los Evangelios, una de las características más sobresalientes de Jesús fue la amistad que mantuvo con los pecadores, su extraordinaria comprensión y la facilidad con que aceptaba su compañía. De hecho, este comportamiento por parte de Aquel que afirmaba – y lo hacía – enseñar una doctrina de perfección, le granjeó las críticas de sus enemigos. Pero si lo pensamos detenidamente, esta característica es una de las credenciales de su divinidad: nadie, sino el más excelso, podría condescender con el más bajo; nadie, sino Dios, podría mostrarse tan humano. Por una parte “este hombre recibe a los pecadores”, no se limita a enseñarles, sino que come con ellos. Y por otra, no manifiesta ni la más mínima condescendencia con el pecado: “Vete y no peques más”.

        Es tan patente su amistad con los pecadores que podríamos llegar a pensar que se desinteresa de los santos: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Ante unos oyentes que se inclinaban naturalmente por la idea opuesta ( ya sabemos que el mayor peligro para un alma religiosa radica en el fariseísmo) expone su criterio subrayándolo con tres parábolas tremendas: considera a la dracma perdida como más preciosa que las otras noventa y nueve monedas de plata; a la oveja desaparecida en el desierto como más valiosa que las noventa y nueve que permanecen en el redil; al hijo rebelde perdido en el mundo como más querido que el heredero y mayor, a salvo en el hogar.

         No manifiesta hacia los pecadores una vaga benevolencia en abstracto, sino un cariño especial y concreto. Y parece elegir tres tipos de pecadores con los que se relaciona de un modo determinado. Promete el Paraíso a un bandido temerario, peligroso y osado; absuelve y elogia el amor de la Magdalena, e incluso, en el momento culminante de la traición, recibe con el más dulce apelativo de todos al taimado, al endurecido Judas que ha vendido a su Maestro por treinta monedas de plata: “Amigo, dice Jesús, ¿a qué has venido?”.

         Del relato del Evangelio se deduce una nueva lección: no conocemos a Cristo si no somos capaces de encontrarlo en el pecador.

                     (Monseñor Benson con su sotana de carmalengo, capellán papal de San Pío X)

          ¿Qué sentido tiene todo esto? El mundo se rebela de nuevo. Reconocemos a nuestro Sacerdote cuando su ministro celebra en el altar; a nuestro Rey de los santos, cuando se transfigura; lo podemos descubrir cuando atiende a los pecadores – ya que nos atiende a nosotros - , pero ¿qué sentido tiene decir que se identifica con ellos de modo que lo buscamos en ellos y no entre ellos?

         Sin embargo, el ejemplo de los santos es claro e indiscutible. Las almas plenamente unidas a Cristo sólo buscan a Cristo y nada más que a Cristo. Y hay un hecho patente: estas almas, tanto si se retiran del mundo para dedicarse a la oración y a la penitencia como si ejercen su actividad en él, buscan lo que está alejado de Cristo no sólo para ofrecérselo, sino para reconciliarlo con Él.

         En realidad, es muy sencillo. Ya que Cristo es “la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”, sólo la presencia de Cristo, y únicamente esa presencia, confiere su máximo valor a la vida humana. Por una parte, cuando pecamos, perdemos a Cristo, que ya no está presente en nosotros por la gracia; pero por otra, asombrosamente real y trágica, Cristo sigue amándonos. Sigue interesado en nuestra salvación. Según la estremecedora frase de San Pablo, el alma pecadora continúa “crucificándole” y “burlándose de Él”: todavía está en periodo de prueba y, por tanto, todavía mantiene los lazos que la unen a su Salvador. En esta situación, la amortiguada voz de su conciencia es la voz de Jesucristo que suplica a través de sus labios heridos de nuevo. Ahí yace la luz del mundo reducida a un tenue fulgor por el peso de las cenizas, la Verdad absoluta silenciada por la mentira, la Vida del mundo empujada hacia el borde de la muerte por una vida de este mundo y todavía en este mundo.

         Desde un alma así, nuestro amante clama con amargo patetismo: “¡Tened compasión de mí, oh amigos míos! Puedo llevar a cabo actos de piedad y de gracia por medio de las palabras de mis sacerdotes, vivir una vida santa en la tierra a través de mis santos. Soy tolerado, cuando no bien recibido, por las almas en gracia. Pero en el alma de los pecadores estoy indefenso. Hablo, pero no me oyen; lucho y me vencen…Mirad y ved si hay dolor como mi dolor…Ved, tengo sed…”.

        Bajo la apariencia del mismo que le rechaza, está Cristo.

       El descubrimiento de Cristo  en el pecador es esencial para nuestra decisión de ayudarle. Debemos creer en sus posibilidades, y su única “posibilidad” es Cristo. Debemos comprender que, tras la aparente carencia de fe, brilla – de algún modo – una chispa de esperanza; tras su desesperación, un resquicio de caridad. En la medida que podamos, hemos de hacer algo de lo que Cristo hizo en su amor omnipotente: identificarnos con el pecador, penetrar – a través de la oscuridad y la falta de amor – en la luz y en el amor de Cristo que no le ha abandonado. En resumen, tenemos que querer lo mejor para él y no lo peor (como hace el Señor con nosotros cuando nos perdona los pecados) para perdonar sus ofensas como esperamos que Dios perdone las nuestras. Descubrir a Cristo en el pecador no sólo significa un servicio a Cristo, sino también al pecador.

         Es doloroso ver que muchos cristianos no acaban de comprender todo lo anterior o que, de todos modos, no obran en consecuencia. Es bastante fácil convencer a los hombres para que tomen parte, digamos, en una función litúrgica donde se honra abiertamente a Cristo; para que le adoren en el Santísimo Sacramento, para que le respeten en sus sacerdotes, para que celebren las fiestas de los santos…Pero es terriblemente difícil convencerles de la necesidad de hacer apostolado. Somos demasiado proclives a aferrarnos a nuestras prácticas religiosas y a desinteresarnos de los demás, a correr las cortinas o a hacer algunos comentarios cínicos, olvidando que no atender la llamada del que está alejado de Cristo es no descubrir, bajo el aspecto en el que con mayor urgencia reclama nuestra amistad, al Señor al que afirmamos servir.

          Toda la devoción del mundo para nuestro blanco anfitrión en la custodia, toda la adoración del mundo para el niño inmaculado en brazos de su madre inmaculada no alcanzarán su fin a menos que vayan acompañados de una pasión por las almas que le ofenden. Pues bajo la inmundicia y la corrupción del pecado de esas almas vive también el que vive en el Santísimo Sacramento y en el pesebre y clama pidiéndonos ayuda.

         Por último, es necesario recordar que al compadecernos de Cristo en el pecador, nos estamos compadeciendo de Cristo en nosotros mismos.
                                                                                                                      Robert Hugh Benson, 1912.
















                                                              

sábado, 17 de noviembre de 2012

Los payasos

  Desde muy niño tuve la oportunidad de asistir al circo acompañado con la señora que me cuidaba. En esa época lo que más me impresionaba del circo era el espectáculo con animales y las piruetas de los trapecistas.
  Nunca o casi nunca pude reirme del show de los payasos. Encontraba sus rutinas  fomes y repetitivas. Siempre era lo mismo. No sé si esa actitud de mi infancia era normal para niños de mi edad. De hecho, los demás niños a mi alrededor se reían a carcajadas por un largo tiempo. Mi cabeza que no es nada pequeña se volteaba hacia los lados tratando de entender por qué mis pares gozaban tanto algo que yo no podía gozar.
   ¿ Será normal no reírse de los payasos? ¿ cuántos payasos habré conocido en mi vida que no se visten como tales?¿ De cuántas payasadas habré sido víctima?¿ Quizás seré yo un payaso y por eso no me puedo reír de ellos?.
   La verdad es que en mi vida me he reído de las cosas más fomes que ustedes se puedan imaginar. Siempre recuerdo un patito que tuve en mi casa que lo bauticé con el nombre de "el trompo".  Se preguntarán porqué lo llamé así. Pues bien, para que ustedes lo sepan, el " trompo" nació con un problema al parecer al oído medio. Este pobre patito no podía avanzar hacia ningún lado, lo único que hacía era comenzar a girar sobre sí mismo aumentando su velocidad cada vez más hasta caerse al suelo. Una vez que se caía, yo lo miraba a los ojos, y veía como éstos se ponían blancos y como medios turnios. Giraban sus ojos de un extremo al otro, como un péndulo. Al ver este espectáculo de la naturaleza no podía parar de reír. Mi risa no era de maldad al ver al pobre animal sufrir, sino que había algo en mí que hacía que no pudiera parar de reírme.
    A tanto llegó mi asombro jocoso del patito, que traje a un amigo de mi infancia a ver lo mismo que yo veía. Cuando mi amigo vio lo mismo que yo venía viendo por unas semanas, se quedó callado. Pero su silencio no le duró mucho, ya que me puse a reír delante de él cuando el pato empezó a girar nuevamente y a caerse blanqueando sus ojos. Sus palabras hacia mí fueron duras, me dijo: "Soy malo desgraciado", y luego continuó "no te da pena el pobre pato, mira como sufre al no poder avanzar hacia su madre".
   Luego del comentario tan fuerte de mi amigo hacia mi persona me puse muy serio y reflexivo. No se me había ni siquiera pasado por la mente cuánto podría sufrir ese pobre animal. Lo único que había visto en él era la figura de un hecho que me causaba risa sin dar a esa risa la menor capacidad de reflexión.
    Después de un tiempo pensé lo raro que era la gente:  se ríen de lo que yo no me río, y yo me río, valga la redundancia, de lo que ellos no se ríen. Siguieron pasando los años y no entendía el humor de mis pares. Un día viernes, cuando tenía ya cerca de 20 años, unos amigos me invitan a su casa a ver una serie que se llamaba " Los Simpson". Esos unos dibujos animados horrorosos, medios irreverentes, que no logré entender, ni menos encontrar graciosos. Pero el hecho es que mis amigos se rieron todo el rato de ellos hasta que terminó la serie. Esa noche me fui a mi casa muy preocupado y a la vez muy anonadado por lo que había ocurrido. Me pregunté ¿ Cómo es que estos giles se puedan reír de esos monos estúpidos? No logro entender que hay en sus cabezas.
     Pasaron los años, y mi vida fue dando un giro brusco hacia algo que había visto más de lejos que de cerca, me refiero a la política. Un grupo de conocidos se acercó a mi para pedirme que fuera candidato a alcalde por su partido en la comuna donde yo vivo. En una reunión que me tocó asistir, poco antes de ser oficialmente candidato, tuve la oportunidad de conversar con un senador de unos de los partidos del mismo sector, que me aconsejó lo siguiente: " En una campaña política, tú tienes que hacer un discurso corto y repetitivo. No tienes que ir más allá hablándole a la gente más de lo que ellos logran retener. Piensa, que esa gente, tiene un nivel atencional de un niño de trece años pese a que son adultos". Hasta allí las palabras del senador. Me pregunté ¿ Cómo puede este hombre mirar con tanto desprecio a la gente? Los ve como si fueran unos oligofrénicos. Y sin embargo, cada vez que los ve, los saluda con grandes besos y abrazos.
    Apenas comenzó mi campaña, concurrí a un centro de madres a explicarles mis proyectos si era electo alcalde. No pasaron ni cinco minutos, y las señoras empezaron a pedirme cosas para comer y a reírse la una de la otra, no interesándose en nada lo que yo decía. Me preguntaban cuándo iba a ser el asado, o que cosas había para entretenerse. A nadie le interesaba escuchar proyectos para su comuna. Las risas iban y venían, los chistes y lo peor de todo, era que nuevamente yo no me reía, más aún, salí de aquella reunión verdaderamente indignado. Después en mi casa recordé las palabras de aquel senador zorro de la política, que me había advertido del nivel atencional de las masas. Pero pensé que se quedó corto, el nivel atencional era inferior al de un niño de trece años.
    Mi incursión en la política terminó en un desastre, no logré salir electo, ni menos me dieron ganas de hacer una campaña política al nivel de las exigencias para poder lograr un cupo que me permitiera lograr el triunfo. Lo único que saqué en claro de toda mi experiencia de candidato es que los políticos se ríen de sus propios electores. Y los electores se ríen de los chistes de los políticos. Y nuevamente yo, no me logro reír ni de lo unos ni de lo otros. Como me voy a reír de los políticos, si ellos nos estrujan hasta la médula de los huesos con leyes que favorecen la subida de los impuestos para pagar sus propias dietas parlamentarias. Y cómo me voy a reír de las masas, si ellas ni siquiera pueden entender de qué se ríen.
      Al final de toda esta historia, me di cuenta que nunca tuve verdaderamente  buen humor. Además, nunca supe quiénes eran los payasos y quiénes no. Y la gran moraleja que aprendí fue que es más cruel reírse de la ignorancia de la gente, que reírse de un patito girador.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Abandonados, cansados, decepcionados…y seguimos resistiendo



             “Preparémonos para el sufrimiento y la desilusión que nos caben como pecadores que somos y que resultan necesarios para alcanzar la santidad. No retrocedamos ante las pruebas que Dios nos pone por delante ni seamos cobardes en el combate por la fe. “Velad, estad firmes en la fe, comportaos varonilmente” (I Cor. 16,13), así es la exhortación de San Pablo.  Cuando los alcance la tribulación, recuerden aceptarlo como medio de mejorar vuestros corazones y recen a Dios por su gracia para que así sea”.
                                                                               John Henry cardinal Newman

          Otro día amanece y me levanto lo más rápido posible para prepararles el desayuno a mis hijos. Otro día más…estoy cansada, tengo una sensación de apestamiento terrible, pero el mor del deber y el amor a mis niños me impiden quedarme dándome vueltas en la cama pensando en que ya no puedo más.  Estoy cansada del día a día y tengo dentro la misma sensación que tenía cuando trotaba – ya no lo hago - : querer detenerme, parar de una vez porque la sensación de cansancio era abrumadora. Pues bien, ese mismo cansancio lo tengo en mi mente: por favor quiero parar, ya estoy harta.
          ¿Por qué estoy harta? ¿Será que me quejo de llena? Tengo un marido querendón y fiel que es mi mejor amigo;  hijos sanos e inteligentes; una situación económica estable y buena; tengo relativa salud, si no fuera por los achaques del desgaste propio de quien trabaja en los quehaceres de casa. ¿Por qué me siento tan cansada? El cansancio no es físico, es del espíritu. Es mi espíritu el que se siente abatido, abandonado, decepcionado y desilusionado.
          ¿Decepcionada? ¿De qué? De la gente…vaya novedad. No se pueden poner las esperanzas ni las alegrías, ni la confianza en las personas. Eso lo sabemos. El punto – y sigo con los por qué – es qué me ha llevado a decepcionarme de las personas. Esta es en resumidas cuentas parte de la historia que quiero contarles:
          Todo comienza con la ingenua y cándida concepción que tenía acerca de lo que son los católicos tradicionales, esos que van a la misa tradicional, que participan en Ecclesia Dei, de los que van a misa la FSSPX. Cuando recién comencé a ir a la misa tradicional pensaba que la gente con la que me iba a encontrar podía ser distinta al resto de los católicos neocones, progres, liberales, etc. Pensaba: como van a la misa de siempre tendrán más gracias del Cielo. Pero no y no es porque las Gracias de la Misa tradicional fallen. Ocurre que si no se prepara el  corazón para recibirlas adecuadamente y no hay una buena disposición ellas no pueden actuar. Si el vaso está roto, el agua se derrama. Los actos de piedad externos no siempre son reflejo de una fe verdadera y de lo que debiera ser una vida testimonial de aquello que recibimos yendo a la misa de siempre. Ya no me engaño con sus gestos, ni con sus caras durante la misa porque eso no dice nada. Lo que sí dice es lo que hacen en su vida cotidiana. Hay mucha mugre en el mundo tradi, mucha hipocresía, mucha falta de caridad y han caído en lo mismo que los grupos neocones: cada grupito tradi se siente más santo que el otro. En este mundo de la tradición  me he encontrado con afeminados, mitómanos, ladrones de objetos litúrgicos, mal hablados y terriblemente chismosos como viejas beatas. Nunca imaginé la cantidad de cahuines que se corren entre ellos.  Se me acusará de que no soy nadie para juzgarlos, y es cierto. Yo no estoy haciendo un juicio de su fuero interno,  eso sólo lo sabe Dios. Lo que hago es atenerme a lo que veo de sus actos externos los que me llevan a formarme una muy desagradable impresión No estoy diciendo que todos lo que van a misa tradi sean así. Bueno y malos hay en todas partes. Lo que digo es que no hay que engañarse con sus poses ni con sus gestos de piedad. Muchos paladines de la tradición lo hacen sentados cómodamente desde un computador condenando a medio mundo, pero cuando se los conoce personalmente y se habla con ellos uno se da cuenta de que dejan mucho que desear.   Siempre he sostenido que la mejor prédica es el ejemplo más que llenarse de palabras, y el ejemplo tiene que ser de corazón, de alma, de verdad, y no con el afán de lucirse o de parecer “buenito”.    Y sin embargo a pesar de los tradi y de los curas tradi, yo sigo asistiendo a la Misa de siempre, aquella que fue canonizada por toda la eternidad porque en ella encuentro lo que mi alma necesita y lo único grato y digno que se le puede ofrecer a Dios: su propio Hijo, a fin de que nos perdone por nuestras ingratitudes y demás pecados. Si los sacerdotes son como pequeños burgueses, bastante cómodos; creyéndose que son casi dioses porque nos dicen la misa y nadie más puede hacerlo;  si prefieren quedarse callados a sabiendas que se está haciendo algo incorrecto para asegurarse estar dentro de la congregación para no perder su seguridad y su futura jubilación, a mí resulta indiferente a la hora de la Misa. Yo voy no por ellos, voy por Dios. Es cierto que los necesitamos para que nos den los sacramentos y nos digan la misa, pero si no los hay o son negligentes y pérfidos, Dios tendrá que otorgarnos las Gracias necesarias para la salvación de otra manera. No va a abandonar a los que luchan día tras día por serle fiel. No por los malos pastores voy a perder la fe. Lo que no encuentro en los vivos, lo encuentro en los muertos. En sacerdotes santos y pastores que lo fueron de verdad dejándonos fuentes de agua en sus escritos, que nos fortalecen y nos dan esperanzas.
          Al contemplar este desolador panorama me he convencido de que el catolicismo como se conoció por ejemplo durante el reinado de San Pio X ( sí, ya sé que venía a la baja)  o el de la Edad Media ya no existe. La sociedad se descristianizó hace mucho y el liberalismo se lo ha tragado todo. ¿La Ciudad Cristiana ha quedado reducida a la Iglesia doméstica? Creo que sí, cada día se me hace más claro. Y esto obviamente duele por el abandono en que nos encontramos los que queremos vivir según nos manda Dios y su Iglesia. Estamos como a la deriva, sin pastores, con sacerdotes pusilánimes que callan cuando tienen que levantar la voz. Me duele la Iglesia y eso me agota. No debiera importarme. No soy el papa, no soy obispo, ni cura, ni nada, soy una madre de familia…por esto mismo es que me agobia: ¿qué será de la vida espiritual de mis hijos en unos años más? El mundo los seduce constantemente; sus círculos de amigos son nulos porque sus pares están completamente paganizados y las Gracias que vienen con los sacramentos son cada día más difíciles de obtener ya sea porque no hay buenos curas o porque simplemente no las comunican al fallar la intención, tema que lógicamente es complejo y que no viene a fin. ¿Cómo van a resistir entonces el combate? Me consuela saber que Dios no nos puede pedir aquello que no se nos da y El deberá darles a mis hijitos los medios para salvarse. 
      Estos pensamientos cansan…cansa estar contra este monstruo que es el mundo. Vivir contra el mundo a veces me tira al suelo…y pesar de ésto contra todo hay que permanecer de pie. El padre Petit de Murat decía que hay que vivir según lo que nos conviene para la salvación y no según la moda o lo que se usa. Para eso hay que tener fortaleza, templanza y valentía. Poner la inteligencia por sobre el apetito que nos tira a preferir lo que no nos conviene porque es más fácil. Valentía para saber decir que no, especialmente a los gustos y modas horrendas de ahora. Lo más  cómodo sería para mi decirles a mis hijos que vivan según las modas, que escuchen  y bailen música (o antimúsica) erótica, que vean películas y libros completamente anticristianos, que celebren fiestas paganas, etc, etc. Así quedarían bien con sus compañeros, y serían “de lo más normal”. Pero no…hay que ser valientes y saber decir que todo eso no agrada a Dios, le ofende y  que finalmente nos destruye el alma.
       La vida nunca ha sido fácil. Todas las generaciones han pasado por momentos duros y desoladores. Hay cosas terribles que le suceden a la gente a diario, y por tanto yo debiera mirar con más optimismo mi vida y dejar de preocuparme por estas cosas, a sabiendas de que  - como lo dije arriba – estoy quejándome de llena. Pues bien, me complico la vida porque me preocupa precisamente lo único que vale la pena preocuparse: de la vida eterna, de la mía y la de mis seres queridos. La vida se vive una vez y de lo que haga con ella se me va juzgar para toda la eternidad. ¿Acaso no es esto lo más importante? Si no me preocupa la Iglesia y de lo que Ella está obligada a darme por mandato divino, entonces realmente no la amo y paso a ser mi propia iglesia imponiéndome mis propias reglas y dejando la pesada carga que se me impone a un lado. Pero Nuestro Señor la fundó para salvarnos y en ella solamente está el arca de salvación. Quizo nuestro Señor que los sacramentos pasaran por hombres y no por ángeles. Si esos hombres no cumplen su deber, obvio que debo preocuparme y exigir que lo hagan porque no se puede jugar con la salvación eterna de las personas.
           Estoy cansada…cada día estos pensamientos que atormentan. Veo divisiones, criterios dispares dentro de la misma Iglesia y pareciera que la mayoría está en la herejía sin saber que lo está. Escucho comentarios como que lo que antes la Iglesia creía ya no lo cree; que los dogmas evolucionan; que da lo mismo cualquier religión…dicho por catequistas y diáconos permanentes. ¿Qué le queda al resto? Ignorancia plena, indiferentismo religioso: la Iglesia ya no existe, es un invento humano que ha sido superado.
     No se nos pide ganar la batalla, sino que resistir, decía me parece Castellani, ( no lo recuerdo bien) y es lo que hago día a día. A pesar de todo este panorama desolador me sostiene la repetición diaria y continua de jaculatorias al Sagrado Corazón, a Nuestra Señora. Me regocija leer a los viejos maestros y la lectura de la profecías porque esta decadencia, este abandono que sufrimos está profetizado y ya llegará a su fin. Nada más le pido a Dios que me tenga paciencia porque soy como una niña mimada llena de debilidad y de pecados; le pido que me ayude a permanecer vigilante, y sobretodo a no perder la fe.
Beatrice Atherton

martes, 13 de noviembre de 2012

Acerca del cierre del blog Devoción Católica


      ¿ Por qué cerró Devoción Católica? La respuesta la tienen ellos, los de la imagen de al lado. Tanto los llamados "sacerdotes tradicionalistas" como  los "sacerdote progre-liberales". Ambos se caracterizan por tener una indiferencia hacia sus fieles y las pobres almas de éstos. Les importa un carajo, y perdónenme la expresión y tal vez el exabrupto, pero eso es lo que es.
     No puedo revelar detalles, pero si fuera por estos señores hace bastante tiempo hubiera perdido la fe. Gracias a Dios, por un milagro que aún no puedo entender, Dios me sostiene en un mundo enemigo de Su revelación y lleno de traidores de la fe. Esa imagen del sacerdote que sostiene a las almas con sus exhortaciones y reprehensiones queda sólo en los libros de los grandes santos del pasado. Y son esos hombres de Iglesia quienes me alimentan el espíritu y me ayudan a seguir adelante. Son mis grandes amigos, mis consejores y porque no decirlo, mi gran compañía en este valle de lágrimas.
    Mucha gente a mi alrededor- y lo veo prácticamente todos los días- ha dejado de creer en Dios y en la Iglesia. Ellos se preguntan, ¿ Cómo puede ser ésta la Iglesia de Dios si está llena de sacerdotes pusilánimes y prevaricadores? ¿ cómo puede haber tanta imperfección en los hombres de Dios, que, por el contrario, debieran ser un ejemplo para los demás?. ¿ De qué les sirven los sacramentos a ellos, si predican con su mal ejemplo y falta de celo por la salvación eterna de las almas?.
     ¿ Y ahora, quién salva las almas? Porque ellos no van a mover ni un solo dedo por buscar las ovejas perdidas. De verdad me dan mucha pena. Más de alguno me dirá: amigo Fraile, guarde silencio, cállese, no diga eso, ya que eso causa más daño aún. Mi respuesta será, aunque yo me calle,  que son sus obras las que los delatan. El árbol se conoce por sus frutos, y ¿ Cuáles son los frutos de estas personas? Cada día menos gente se confiesa, cada día menos gente asiste a misa, y cada día hay menos vocaciones sacerdotales, y la pregunta es ¿ por qué?. Por que ya nadie predica- sólo basta con la misa- si alguien quiere venir a ella, nosotros no se lo impedimos. El que quiere por generación espóntanea acercarse que lo haga, y punto.
      La culpa la tiene el mundo... pero amigos míos, si el mundo siempre ha sido igual: enemigo de Dios; en cambio, la Iglesia Católica por siglos actuó combatiendo los principios del mundo y al príncipe de éste, Satanás. ¿ Quién ha cambiado la Iglesia o el mundo? Evidentemente la Iglesia, que ya no es más enemiga del mundo. La Iglesia de la tradición sigue siéndola, pero silenciada en las estanterías de grandes bibliotecas ya que sus exhortaciones y condenaciones fueron archivadas como libros del pasado remoto que al parecer ya no volverá.
    Humanamente, al parecer, todo está perdido. Pero Dios jamás va abandonar a su Iglesia, a pesar de la felonía de los hombres, y sostendrá a los que quieren ser fieles a Él hasta el final. Dios nunca abandona a los suyos. De allí, que nuestra confianza debe permanecer adosada a la Divina Providencia, y no a hombre alguno. El juicio siempre es de Dios, y ya le pedirá cuenta Él a sus sacerdotes por haber abandonado a tantas almas que requerían su auxilio y consuelo. Ellos se olvidan que salvando almas se salvan.
    Siempre he pensado en la imagen del naufragio de un buque donde los únicos que tienen los salvavidas para salvar a la gente son los sacerdotes con sus sacramentos. Cuando los sacerdotes asisten espiritualmente sólo a los de sus círculos más cercanos, es como si les lanzaran los salvavidas a los que estan a su lado ahogándose- salvándose ellos y el de al ladito- , pero como en un naufragio quedan muchos a la deriva, muchos gritan a la distancia pidiendo desde lejos ayuda, pero ésta nunca llega porque quienes tienen los salvavidas, prefieren dárselos a los que más les acomodan aunque numericamente éstos sean pocos. El resultado final, de toda esta catástrofe, es que quedaron muchísimos salvavidas sin ser ocupados perdiéndose una gran cantidad de gente.
     Extrapolando lo anterior cuando los sacerdotes guardan los sacramentos sólo para sí y el grupito cercano, dejan de asistir espiritualmente a muchísimas almas que necesitaban su ayuda y auxilio. Y no hemos de extrañarnos, que una vez cuando mueran estos pobres hombres, golpeen las puertas del cielo pidiendo ser admitidos en la morada del Padre, pero Este les dirá: no os conozco.  Ellos dirán a su favor: pero Señor, si cumplimos la ley; y Él les dirá: " ¿ Acaso auxiliaste a mis ovejas cuando éstas os clamaban desde los cuatro puntos cardinales de la tierra? ¿ Por qué guardáisteis para vosotros, lo que estaba destinado para los más frágiles y pecadores? ¿ Acaso Yo no morí en la Cruz especialmente por los que más me necesitaban como lo eran ellos?. Lamentablemente por vuestra pereza y negligencia una gran mayoría se perdió en el infierno, y ahora tendréis que acompañarlos en su congoja, escuchando sus quejidos por toda la eternidad.
     ¿ Cuánto vale un alma? Un alma vale toda una eternidad. ¡Qué derecho tienen aquellos que han sido escogidos por Dios para salvar las almas guardando los tesoros de la Iglesia para sí!. Hago un llamado, para todos aquellos sacerdotes que leen este blog, que busquen las ovejas perdidas, cueste lo que les cueste, porque sólo así podrán salvar sus propias almas.
     Finalmente hago un llamado a mi buen amigo de Devoción Católica para que devuelva el blog  a sus muchos seguidores, ellos se lo agradecerán desde la eternidad. Y no te olvides, amigo que aunque exista sólo un alma que clame la verdad de Dios en el mundo, allí estará la Iglesia Católica, la única Iglesia que fue fundada por Dios para salvar las almas y llevárselas al cielo. No vale la pena perder el alma por la negligencia de los hombres.

 
    
        

Nuestro enemigo, el mundo. J.H. Newman

 
"Por tanto, el mundo es el enemigo de nuestras almas. Primero, porque por inocentes que sean sus placeres y dignos de alabanza sus afanes, a menos que estemos en guardia, problablemente nos hipnoticen. En segundo lugar, porque en sus mejores placeres y más elevados afanes, las semillas del pecado han sido sembradas: un enemigo ha hecho esto. De tal suerte que resulta sumamente difícil disfrutar del bien, sin tomar de la iniquidad también. Como un sistema ordenado de diversos estamentos, con multitud de afanes y diferentes recompensas, en verdad no debe ser considerado considerado como pecaminoso, sino peligroso para nosotros. Por otra parte, considerado con referencia a sus principios y prácticas actuales, es realmente un mundo pecador. Por tanto, cuando en las Escrituras se nos exhorta a huir del mundo, se quiere significar que debemos ser cautelosos, no sea que por exceso de amor por aquello que es bueno y que está en él nos veamos inducidos a amar lo malo" (...)

" No contempléis al mundo como una enorme y gigantesca iniquidad lejos de vosotros: sus tentaciones están muy cerca vuestro, tentaciones aptas y siempre listas, ofreciéndose repentina y sutilmente en sus sugerencias. Traten de bajar las palabras de la Escritura a la vida ordinaria y a reconocer la iniquidad allí donde se encuentra, en vuestros propios corazones.
Cuando venga nuestro Salvador destruirá al mundo, incluso su propia obra, y mucho más las concupiscencias del mundo, que son del Maligno. Entonces, a la larga, tendremos que perder el mundo, por mucho que ahora no podamos separarnos de él. Y si se nos halla con sus concupiscencias, pereceremos con él."
"El mundo, con su concupiscencia, pasa, mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Jn .2, 17)
 
Estos párrafos corresponden a una selección de sermones de Beato Cardenal Newman que forman parte del libro "El mundo Invisible", traducido impecablemente por Jack Tollers y editado el 2011 en Argentina por Editorial Vórtice. Para quienes les interese conocer el catálogo y hacer pedidos pueden visitar su blog: vorticelibros.blogspot.com.
                                                                                                            Beatrice Atherton