domingo, 9 de noviembre de 2014

Abejas robot polinizarán los campos de cultivo de Monsanto

Abejas robot polinizarán los campos de cultivo de Monsanto

En una tendencia más de la artificialidad que comúnmente asociamos a Monsanto, además del daño que provoca con sus acciones, existe un proyecto para sustituir la fauna asociada con la agricultura, exterminada por los pesticidas utilizados, con máquinas robóticas que polinicen sus campos de cultivo.
abeja robot monsanto
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En cierta forma es inevitable asociar el nombre de Monsanto con la artificialidad: las semillas modificadas genéticamente, los fertilizantes, los pesticidas. Todo, en cierta forma, como parte de un gran montaje en el que, a pesar de tener cierta relación con el mundo natural, en última instancia se trata de un gran mecanismo en el que todas sus partes son en última instancia todo lo opuesto a lo natural.
Como parte de esta tendencia, recientemente se anunció que el gigante de los trangénicos tiene planeado implementar un sistema de abejas robóticas para polinizar sus campos, un proyecto en el cual ha invertido desde hace ya varios años, en 2009, cuando el Laboratorio de Microrobótica de Harvard comenzó a desarrollar Vehículos de Micro Aire (Micro Air Vehicles).
En buena medida este plan de Monsanto obedece a la marcada toxicidad de los pesticidas utilizados en sus campos de cultivo, casi todos salidos de las fábricas de Shell y Bayer y los cuales, desde mediados de los 90, han provocado una disminución general tanto del bienestar como de la población de la biodiversidad asociada con la agricultura, con especial impacto en las abejas.
En la versión robotizada de Monsanto, esta fauna especialmente necesaria en el desarrollo de una planta será sustituida por pequeños vehículos de titanio y plástico, capaces de volar entre flor y flor y distribuir el polen de estas. Asimismo, en una versión todavía más sofisticada, existirán colmenas enteras cuidadosamente programadas para, a través del algoritmo correcto, polinizar campos específicos.
Por último, se dice que estas robo-abejas también podrían ser utilizados con fines militares y de vigilancia y aun con fines bélicos, como posibles esparcidores de neurotoxinas.

lunes, 3 de noviembre de 2014

San Leonardo de Porto Mauricio: El Tesoro Escondido de la Santa Misa

San Leonardo de Porto Mauricio: El Tesoro Escondido de la Santa Misa


La primera y más dura batalla que los fieles católicos debemos dar para que se produzca una verdadera renovación de la vida de la Iglesia, es la recuperación de una liturgia digna y sacra.
San Leonardo de Porto Maurizio (1676-1751) Franciscano genovés, nacido en Porto Maurizio (hoy Imperia), gran misionero popular, propagador del Via Crucis y predicador incansable de Jesús Crucificado.
Celebraba siempre la Santa Misa con cilicio y en memoria de los siete dolores de la Santísima Virgen llevó por toda la vida una cruz con siete puntas sobre el pecho.
Su apostolado fueron las misiones populares, a las que llamaba "campañas contra el infierno": en 44 años de misionero recorrió con los pies descalzos, sin sandalias, todos los caminos de la Italia del Norte y Central, predicando 339 misiones y erigiendo 576 viacrucis o "baterías contra el infierno".
Este "gran cazador del paraíso" -”como le llamaba su amigo el papa Benedicto XIV-”murió al clausurar una misión, como anhelaba en uno de sus propósitos: "Deseo morir en misión con la espada en la mano contra el infierno".
Beatificado en 1796 por Pío VI y canonizado en 1867 por Pío IX, Pío XI lo nombró en 1923 patrono de los sacerdotes dedicados a las misiones populares.
Festividad: 26 de noviembre.
Presentamos este librito, agotado actualmente en formato impreso, en una versión digital, para ser descargado libremente. Puede leerse en pantalla o imprimirse.
Como adelanto de su contenido, reproducimos el parágrafo segundo, que sintetiza la naturaleza del santo sacrificio y las funciones del sacerdote celebrante y de los fieles que asisten a él.
§ 2. El santo sacrificio de la Misa tiene por principal sacerdote al mismo Jesucristo. Funciones del celebrante y de los asistentes
4. Imposible parece poderse hallar una prerrogativa más excelente del sacrificio de la Misa, que el poderse decir de él que es, no sólo la copia, sino también el verdadero y exacto original del sacrificio de la cruz… y, sin embargo, lo que lo realza más todavía, es que tiene por sacerdote un Dios hecho hombre. Es indudable que en un sacrificio hay tres cosas que considerar: el sacerdote que lo ofrece, la Víctima que ofrece, y la majestad de Aquél a quien se ofrece. He aquí, pues, el maravilloso conjunto que nos presenta el santo sacrificio de la Misa bajo estos tres puntos de vista. El sacerdote que lo ofrece es un Hombre-Dios, Jesucristo… la víctima ofre ­cida es la vida de un Dios, y aquél a quien se ofrece no es otro que Dios. Aviva, pues, tu fe, y reconoce en el sacerdote celebrante la adorable persona de Nuestro Señor Jesucris ­to. Él es el primer sacrificador, no solamen ­te por haber instituido este sacrificio y porque le comunica toda su eficacia en virtud de sus méritos infinitos, sino también porque, en cada Misa, Él mismo se digna conver ­tir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre preciosísima. Ve, pues, cómo el privilegio más augusto de la Santa Misa es el tener por sacer ­dote a un Dios hecho hombre. Cuando consi ­deres al sacerdote en el altar, ten presente que su dignidad principal consiste en ser el ministro de este Sacerdote invisible y eterno, nuestro Redentor. De aquí resulta que el sa ­crificio de la Misa no deja de ser agradable a Dios, cualquiera que sea la indignidad del sacerdote que celebra, puesto que el principal sacrificador es Jesucristo Nuestro Señor, y el sacerdote visible no es más que su humilde ministro. Así como el que da limosna por mano de uno de sus servidores es considerado justamente como el donante principal… y aun cuando el servidor sea un pérfido y un malvado, siendo el señor un hombre justo, su limosna no deja de ser meritoria y santa.
¡Bendita sea eternamente la misericordia de nuestro Dios por habernos dado un sacer ­dote santo, santísimo, que ofrece al Eterno Padre este Divino Sacrificio en todos los paí ­ses, puesto que la luz de la fe ilumina hoy al mundo entero! Sí, en todo tiempo, todos los días y a todas horas… porque el sol no se oculta a nuestra vista sino para alumbrar a otros puntos del globo… a todas horas, por consiguiente, este Sacerdote santo ofrece a su Eterno Padre su Cuerpo, su Sangre, su Alma, a sí mismo, todo por nosotros, y tantas veces como Misas se celebren en todo el uni ­verso. ¡Oh, qué inmenso y precioso tesoro! ¡Qué mina de riquezas inestimables poseemos en la Iglesia de Dios! ¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos asistir a todas esas Misas! ¡Qué capital de méritos adquiriríamos! ¡Qué co ­secha de gracias recogeríamos durante nues ­tra vida, y qué inmensidad de gloria para la eternidad, asistiendo con fervor a tantos y tan Santos Sacrificios!
5. Pero ¿qué digo, asistiendo? Los que oyen la Santa Misa, no solamente desempe ­ñan el oficio de asistentes, sino también el de oferentes… así que con razón se les puede llamar sacerdotes: Fecisti nos Deo nostro regnum, et sacerdotes[1]. El celebrante es, en cierto modo, el ministro público de la Iglesia, pues obra en nombre de todos: es el media ­dor de los fieles, y particularmente de los que asisten a la Santa Misa, para con el Sacer ­dote invisible, que es Jesucristo Nuestro Señor… y juntamente con Él, ofrece al Padre Eterno, en nombre de todos y en el suyo, el precio infinito de la redención del género humano. Sin embargo, no está solo en el ejercicio de este augusto misterio… con él concurren a ofrecer el sacrificio todos los que asisten a la Santa Misa. Por eso el celebrante al dirigirse a los asistentes, les dice: Orate, fratres: "Orad, hermanos, para que mi sacri ­ficio, que también es el vuestro, sea agradable a Dios Padre todopoderoso". Por estas palabras nos da a entender que, aun cuando él desempeña en el altar el principal papel de ministro visible, no obstante todos los presentes hacen con él la ofrenda de la Víctima Santa.
Así, pues, cuando asistes a la Misa, desem ­peñas en cierto sentido las funciones de sacer ­dote. ¿Qué dices ahora? ¿Te atreverás todavía de aquí en adelante a oír la Santa Misa sentado desde el principio hasta el fin, char ­lando, mirando a todas partes, o quizás medio dormido, satisfecho con pronunciar bien o mal algunas oraciones vocales, sin fijar la atención en que desempeñas el tremendo mi ­nisterio de sacerdote? ¡Ah! Yo no puedo menos de exclamar: ¡Oh, mundo ignorante, que nada comprendes de misterios tan subli ­mes! ¡Cómo es posible estar al pie de los altares con el espíritu distraído y el corazón disipado, cuando los Ángeles están allí tem ­blando de respeto y poseídos de un santo temor a vista de los efectos de una obra tan asombrosa!
Agradecemos a ]]>www.statveritas.com.ar]]> la cesión del material digitalizado

domingo, 2 de noviembre de 2014

Padre Guillermo Jünemann Beckschafer S.J.. Gran escritor chileno alemán.

Jünemann, eximio escritor olvidado

De estudiante del San Javier se convirtió en el autor más sabio y prolífico de su época, no sólo en la región, sino en el país.
Por Sergio Millar Soto
Sublime escritor, Guillermo Jünemann Beckschafer S.J., permanece ignorado para la actual generación.
El golfo de Reloncaví
"Panorama único se extiende a mi vista, desde las alturas de Puerto Montt en las cuales vivimos. Panorama único. Ni Río de Janeiro, ni el Bósforo, ni ciclorama alguno puede comparársele...el golfo de Reloncaví reune a la belleza una grandiosidad que en vano se buscaría allá. Al frente, hacia el sur y perdiéndose en lontananza, una serie de islas bajas finamente perfiladas y delineadas, ceñidas con las ondas como con cerdales luminosos de filigranas. Más acá un golfo extenso, limpidísimo, apacible, que no conoce el fragor de las olas y que cambia el paisaje en el más suave e idílico de los mares, en un remanso como hecho para el retozar de delfines y nereidas, si al oriente no surgiese perpendicular, del fondo del océano, altísima, inmensa, la cordillera de los Andes cubierta y coronada de eternas fulgentísimas nieves y si, cual rematando la majestad del conjunto, no se alzara dominándolo todo a modo de aralaya, un tanto pavoroso la inmensurable mole del volcán Calbuco, que nunca pude mirar sin estremecerme con el instintivo estremecimiento causado por la sublimidad".(Guillermo Jünemann).
Guillermo Jünemann Beckschafer, estudió en el colegio San Javier, en el San Ignacio de Santiago y en el Seminario de Concepción y se ordenó sacerdote jesuita en 1880.
De extraordinaria cultura humanístca, fue un gran literato, filólogo y políglota, que dominaba varias lenguas. Dio a conocer el Nombre de Chile en América y Europa a través de múltiples y célebres obras, acogidas con aplausos por la crítica mundial.

Creación prolífica

Su "Literatura Universal" -que llegó a tener ocho ediciones- sirvió de texto en España y Venezuela y en algunos seminarios chilenos. Otros de sus libros como "Historia y Antología", "Antología Universal", "Estética Literaria", su versión de la "Ilíada" de Homero, las traducciones de Brentano, Schiller, Platón y Cicerón fueron famosas: también escribió "Elegíacas", "Devoción al Sagrado Corazón de Jesús", "Vida de Nuestro Señor Jesucristo", "Paulina Mallinckrodt", "El Católico Práctico", "Reminiscencias de mi madre", "Azucena"; dos novelas: "Clío" y "Susana"; y "Mi Camino", su autobiografía.
Culminó su obra literaria con la versión completa de la Biblia, traducida de los códices griegos, hebreos y arameos: obra monumental, que le llevó siete años de ardua labor.

Puertomontino de corazón

Parte de su biografía "Mi Camino" fue publicada en la edición del 12 de febrero de 1953 en El Llanquihue, conmemorativa del Centenario de Puerto Montt, bajo el título de "Hermosas y emotivas páginas escribió historiador y hombre de letras don Guillermo Jünemann sobre esta bella tierra".
Las obras del padre Jünemann fueron publicadas por la editorial alemana Harder, con excepción de la traducción de la Biblia que permaneció inédita hasta el 18 de diciembre de 1992, fecha en que fue presentada al público, editada gracias al esfuerzo de los ex alumnos del Seminario de Concepción.
El padre Jünemann falleció en Tomé en noviembre de 1938, a los 83 años de edad. Nunca su fecunda y valiosa labor ha sido difundida o conocida en su Puerto Montt que tanto amó y admiró, lo que es un oprobio para nuestra identidad cultural.