jueves, 4 de junio de 2015

Títeres o esclavos. Mejor ninguno de los anteriores.

              Si alguien desea ser político, lo más probable es que termine siendo títere de quienes le financiaron su campaña y lo apoyan con todos sus recursos. Si alguien, valga la redundancia, desea ser un hombre libre, entonces debe estar dispuesto a renunciar a todas sus comodidades y apetitos a los cuales lo lanza la sociedad moderna.
               El hombre libre no acepta sobornos, no ejerce la medicina para esterilizar a las mujeres, no vende pastillas anticonceptivas ni preservativos, no estimula la homosexualidad, no favorece la impunidad de la ley, no vive de la mentira para ganar un juicio, no utiliza el marketing para engañar a las personas con campañas publicitarias ambiguas. El hombre libre jamás busca amigos por conveniencia, no traiciona a nadie, busca siempre la verdad y se aleja con todas sus fuerzas del error.
             El hombre libre no devuelve mal por mal, no se detiene en chismes, trabaja para comer, pero no vive para trabajar. El hombre libre lee buenos libros, no justifica lo injustificable, no acepta opiniones equivocadas por caer bien, alza su voz cuando debe hacerlo ante los demás. El hombre libre no visita casinos de juegos, no va a cantinas con amigos, actúa por convicción y aborrece al asalariado que actúa como si fuera un mercenario.
            El hombre libre sabe decir sí, y sabe decir no, cuando corresponde. El hombre libre no está amarrado a las modas, ni a la estética, ni a los computadores ni otras cosas que lo alejen de su vocación de libertad. El hombre libre no confunde libertad con libertinaje, no busca el mal, por el contrario, lo resiste. El hombre libre finalmente dobla su rodilla ante Dios, pues sólo en Él reconoce la fuente de su verdadera libertad.
            Por último un hombre libre nunca abandona al amigo cuando está en peligro e incluso arriesga su vida si es necesario por el prójimo. El hombre libre vive el día, ya que el mañana se lo deja a Dios. El hombre libre no acapara objetos ni riquezas por tenerlos, no es avaro, más bien, es dadivoso , en especial, con aquellos que más necesitan de su ayuda.