lunes, 19 de enero de 2015

Schola Veritatis busca vocaciones.

Inauguración del Monasterio Mater Veritatis

en la Patagonia de Chile

Schola Veritatis

 


El día viernes 31 de Mayo, fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen a su prima Santa Isabel, la comunidad Schola Veritatis ha inaugurado el Monasterio Mater Veritatis en la península de Levicán, comuna Río Ibañez, Región de Aysén, Chile. El Obispo Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti de la Mora, vino a presidir la Santa Misa en la Capilla de San Patricio donde se dio inicio oficial a este primer monasterio contemplativo de la Patagonia. En el transcurso de la Misa, la hermana Gertrudis de María Mancilla pronunció sus votos perpetuos, en presencia de más de 40 personas que se reunieron en este día de acción de gracias. Después de la Misa, se procedió a la bendición del nuevo monasterio, de su capilla y campanario, teniendo luego todos los presentes un tiempo de convivencia fraterna en la alegría de esta «buena noticia».
Los miembros de Schola Veritatis agradecen a Dios, a la Santísima Virgen, al Obispo don Luis Infanti y a todos aquellos que, de tantas maneras, han contribuido a la implantación de este monasterio.
A continuación adjuntamos el discurso pronunciado por el P. Pedro Pablo Silva, SV al finalizar la Santa Misa.
Muy querido don Luis, queridos Padres, queridas Hermanas, queridos amigos e hijos de Schola Veritatis,
1.- Quiero agradecer vivamente vuestra presencia en este día junto a nosotros. En primer lugar queremos agradecer, una vez más, a don Luis el habernos acogido en este Vicariato. Rezamos y rezaremos siempre por Ud., don Luis, por la fecundidad de su ministerio y para que cuente siempre con la gracia que su encargo episcopal requiere. Nuestro agradecimiento también abarca a quienes desde la lejana y cercana Europa nos han dado a luz en la Iglesia, y que hasta hoy continúan junto a nosotros con su oración, su apoyo y su amistad. Agradecemos también a nuestros benefactores, los cuales son partes de nuestra familia, que hacen posible nuestra vida con su ayuda espiritual y material, a la vez que reciben el auxilio de nuestra intercesión por su vida presente y sobre todo por la eterna. Por último cómo no agradecer a las personas de Coyhaique, Ibañez y Levicán que con tanto cariño nos han acogido: a todos Uds., un «gracias» muy sentido de parte de todos los miembros de Schola Veritatis.
2.- Al llegar acá, hemos notado que la vida monástica contemplativa es una realidad desconocida para la gente de esta región. Santos enormes como San Benito, San Bruno, Santo Tomás, nuestros patronos, son completamente ajenos a su horizonte mental. Sin embargo, la vida que nosotros llevamos, consagrada sobre todo a la alabanza al Dios uno y trino, a la meditación de la Sagrada Escritura (la Lectio divina), al trabajo humilde y silencioso, no es un «invento nuevo» en la Iglesia, sino que se inserta en un pasado muy rico y milenario.
San Pablo mismo nos habla de la Iglesia como un cuerpo, cuya cabeza es Cristo. La perfección del cuerpo exige que cada una de sus partes cumpla bien la función que le es propia. El lugar de la vida contemplativa en la Iglesia es el del corazón. El corazón nadie lo ve, y sin embargo de él depende toda la vida del cuerpo humano. Nosotros, en Schola Veritatis, al abrazar la vida oculta, no abandonamos a la familia humana, sino que, consagrándonos exclusivamente a Dios, cumplimos una misión en la Iglesia. Si realmente estamos unidos a Dios, no nos encerramos en nosotros mismos, sino que, por el contrario, nuestra mente se abre y nuestro corazón se dilata, de tal forma que pueda abarcar al universo entero en el misterio salvador de Cristo.
El corazón de la Iglesia universal y particular es, entonces, el lugar que Schola Veritatis ha venido a ocupar en el Vicariato apostólico de Aysén. Y la profesión perpetua de nuestra Hermana Gertrudis es la humilde oblación que ella y nosotros mismos queremos ofrecer por esta esta Iglesia particular de Aysén, en este territorio cuya grandiosidad canta la gloria del Creador.
3.- Llegar a este lugar ha significado para nosotros, para nuestra comunidad y para la familia Pinzón Merchán que vienen recién llegando de Colombia, una larga espera y un esfuerzo enorme desde todo punto de vista. En España gozábamos de una situación «sólida y segura», con posibilidades muy concretas de hacernos con un monasterio grande, con una Iglesia maravillosa. Tomar la decisión de venirnos a la Patagonia, donde tendríamos que re-comenzar de cero, sin certezas humanas, con medios económicos y humanos muy limitados, ha sido para nuestra comunidad una verdadera y arriesgada «aventura» que no tiene otra explicación sino en el abandono confiado a la Providencia amorosa de Dios, y el deseo de ocupar un lugar que estaba vacío en este Vicariato. Hemos llegado en agosto del año pasado, sin saber donde nos instalaríamos. Hemos buscado, visitado, consultado, hasta que Dios nos ha regalado este lugar que es provisorio, por 7 años. Aquí hemos empleado, en los últimos 5 meses, todos nuestros pocos recursos y todas nuestras energías, trabajando incansablemente, de domingo a domingo, por habilitar los mínimos espacios necesarios para llevar adelante nuestra forma de vida. Pero nos queda aún mucho por delante. Basta que en el Monasterio de las monjas ingrese 1 nueva vocación para que ya no quede espacio. Necesitamos disponer un pequeño monasterio para la rama masculina de Schola Veritatis, donde poder acoger a las vocaciones que ya están llamando a nuestra puerta. Necesitaremos, probablemente, ampliar la capilla y quizás habilitar un lugar donde, quien lo desee, pueda pasar unos días de retiro con nosotros. Pero más importante que todo eso, necesitamos encontrar un lugar donde realizar nuestra implantación definitiva, un terreno de soledad y silencio donde construir un monasterio separado de monjes y otro de monjas, en el cual, con el favor de Dios, se llevará para siempre una vida de oración, de alabanza divina, de soledad y de silencio, una vida pobre y sencilla al servicio de este Vicariato y de la Iglesia universal.
Por eso pedimos a Dios que mueva la voluntad de todos aquellos que puedan ayudarnos, con poco o mucho, para que podamos realizar ese deseo que el Espíritu Santo ha puesto en nuestros corazones, y al cual queremos consagrar nuestra vida entera. Los monasterios siempre se han construido, y no pocas veces mantenido, por la caridad de quienes, poniendo su mirada en el cielo y en la vida eterna, han querido desprenderse de una parte de sus bienes terrenos, consagrándolos al servicio de Dios y de la Iglesia. Nosotros realizamos pues esta invitación a este «admirable intercambio». Cualquier ayuda -y no solamente económica, también el apoyo, la amistad, la cercanía que tanto se agradecen- será recompensada en gracias y bienes eternos, y de nuestra parte, retribuidos con la promesa fiel de nuestras oraciones por las necesidades de nuestros benefactores que pasan a ser parte de nuestra familia.
Termino agradeciendo nuevamente vuestra presencia. Dios les pague todo lo que hacen por nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Solo se publicarán comentarios constructivos y que no contengan groserías y sean mal intencionados.