lunes, 29 de octubre de 2012

En memoria del padre Norman Weslin, (r.i.p)

 
En Honor y Memoria, Padre NORMAN WESLIN † Arrestado en EE.UU. por defender la Vida.
 
 

        Este es el comienzo de la persecución final contra los católicos. Lo más "anecdótico" es que se hace en nombre de la libertad y de los derechos del hombre.

viernes, 26 de octubre de 2012

Desafíos biológicos contemporáneos, Prof. Dr. Juan Carlos Ossandón V.




1.  MIRADA RETROSPECTIVA
A partir del concilio de Florencia, y, sobre todo del de Trento, el tomismo se impone en las escuelas católicas y en la cultura europea. En el siglo XVIII ha desaparecido casi por completo. ¿A qué se debe tan triste fenómeno? Una de las razones estuvo en la ignorancia científica de los tomistas[1]. Veamos un ejemplo.
El Cursus Philosophicus Thomisticus, de Juan de Santo Tomás, es considerado uno de los textos que mejor expresa el estado del tomismo a mediados del s. XVII. El tomo segundo contiene su Naturalis Philosophiae que nos ilustra sobre el tema que nos interesa. Una primera comprobación: el único científico ajeno a la escolástica citado es Copérnico. No se cita a Leonardo da Vinci, Paracelso, Kepler, Galileo, Harvey, por dar sólo algunos nombres ligados a la ciencia renacentista y que tuvieron importancia en el desarrollo de ésta. Sobre Copérnico se limita a decir que su doctrina sobre el movimiento natural de la tierra ha sido condenada por Paulo V y por Gregorio XV y se opone a las SS.EE. que sostienen su inmovilidad[2].

Todo lo cual no inhibe al autor para indagar en cues­tiones de ciencia experimental como comentarios a los libros de Aristóteles, ¡como si nada nuevo se hubiese aprendido en 20 siglos! De este modo nos enteramos que el trueno es producido por una exhalación seca y cálida que proviene de una nube densa que se destroza. Al aumentar el calor interior de la nube, apretada por otras frías, éste busca más espacio y provoca la catástrofe sonora[3]. Todo esto apoyado en Aristóteles y en la autoridad de santo Tomás sin el más mínimo intento de acercarse a la experien­cia y a la observación de los fenómenos.
Tal actitud, en el, por tantos motivos, benemérito tomista, es tanto más sorprendente cuanto que se da en la universidad de Alcalá de Henares. Porque es de saber que la Inquisición española rechazó la condenación de la teoría de Copérnico e, incluso, la de Galileo. De hecho había aceptado que se estudiara la astronomía de Copérnico en las universidades de Osuna, en Andalucía, y de Salamanca, nada menos. Es más, consideraban que las condenaciones romanas eran tan sólo la opinión de algunos cardenales que se habían alejado de la función de la Inquisición: la lucha contra la herejía protestante. Es necesario recordar que, en 1626, había advertido que ciertos avisos e instrucciones podían llevar a “un injusto deshonor de autores católicos”[4] 

2.  PRIMER DESAFIO 

Hace algunos años recordaba al gran enemigo de nuestra fe: la hipótesis evolucionista. Gracias a Gilson comprendemos cuán incoherente es, pero es bueno agregar, en esta ocasión, al menos un detalle: su absoluta falta de prueba. Para no cansarlos voy a limitarme al argumento más usado: el basado en la paleontología.

Pierre P. Grassé considera que realmente lo único capaz de demostrar el hecho evolutivo, del que no hay experiencia alguna, es el registro fósil[5]. Testimonio tanto más decidor cuanto su autor, aparte de la fama internacional que posee, es un eficaz enemigo del neo-darwinismo. Pero, tenemos derecho a preguntarnos, ¿qué fuerza demostrativa posee tal argumento?

El hombre es ciertamente el animal más investigado y del que se han hallado mayor cantidad de antepasados fósiles. A pesar de lo cual, R. Lewin no teme en señalar que el inventario es "penosamente escaso"[6]. Con sorpresa nos enteramos de que, en los años 50, los paleon­tólogos distinguían 29 géneros y 100 especies de homínidos que, en estos últimos años, se han reducido a 1 género y media docena de especies[7]. Parece que la seriedad y la cautela no prevalecen en esta disciplina. En seguida nos señala una serie bastante larga de casos en los cuales el juicio de los especia­lis­tas ha cambiado por completo en pocos años. Aparte de los casos más conocidos, citemos al "niño de Tang" - declarado eslabón entre el simio y el hombre por Dart - y que hoy es reconocido como un australopithecus africanus[8]. El ramapithe­cus pasó de pre-homínido en 1961 a pre-orangután en 1982[9]. Limi­témo­nos a la conclusión del autor: "los expertos ven en los fósiles exactamen­te lo que quieren ver"[10]. Sarich ha hecho una pregunta que ha quedado sin responder: ¿cómo saber si un fósil ha tenido descen­dencia?[11] Por desgracia no hay manera de saberlo. Por ello Pil­beam ha reconocido que, en su ciencia, "la teoría se impone a los datos"[12].

Para colmo de males la discusión no se limita a los hallazgos, sino que descubrimos con sorpresa que nadie sabe a ciencia cierta a qué se llama "género homo"; lo cual hace muy difícil llegar a acuerdo alguno[13]. Por eso vemos con cuánta fre­cuencia el mismo fósil es clasificado de distintas maneras. Conviene aquí reconocer que todas estas afirmaciones científicas no son más que hipótesis, por desgracia se disimula dicho carác­ter para no perder el mito de lo que debe ser la ciencia actual. Pero, según Cartmill, hay algo aún peor:

"las exigencias del propio método científico (se refie­re a la peleontología) nos obliga a perseguir el obje­tivo esencialmente extracientífico de narrar historias que expliquen  nuestra situación privilegiada dentro del universo"[14].

Todo lo cual no se limita al caso del hombre. El conocido paleontólogo George G. Simpson entra en polémica con sus colegas por la interpretación de ciertos fenómenos. Ante los argumentos que se le oponen, da un juicio realmente lapidario del valor de las pruebas en su ciencia:

"Se puede establecer a voluntad cualquier "regla" si se parte de ella y se interpretan las evidencias de acuer­do con la misma"[15].

Este curioso fenómeno se debe a la escasez del registro fósil. Si esto es así, referido a un caso puntual, me imagino que debe ser igualmente aplicable a la regla fundamental: la evolución. 

3.  SEGUNDO DESAFIO. 
Georges Salet, que bajo el seudónimo de Michel Martin defiende la tradición católica desde las páginas de "De Rome et D'Ailleurs", nos presenta el segundo desafío: ¿Es posible conci­liar la tesis tomista de la unidad de la forma substancial con la ciencia actual?[16]

Según Avicena, la forma de los elementos se conserva en acto en los mixtos, opinión refutada por el Angélico[17]. Mas la ciencia moderna parece darle la razón al árabe al descubrir que los núcleos atómicos de los elementos se mantienen inalterados hasta en los seres vivos. Estos núcleos son estructurados, tienen masa e inercia, son estables y tienen una duración limitada; es decir, son cosas[18]. No olvidemos que lo que el sol nos envía son protones, el elemento activo de los núcleos, responsable de las propiedades químicas de los elementos, según parece. Mas como lo que nos interesa es el hombre, veamos qué ocurre con el alma humana.

Sabemos que la herencia determina cómo es el nuevo cuerpo. Esta depende de los cromosomas de los padres. Parece, pues, que el alma no se une con la materia prima sino con materia segunda, provista ya de forma. Es más, si uno de los padres aporta dos cromosomas 21, el hijo será mongólico. ¿Por qué el alma es incapaz de solucionar tal problema si se une directamente a la materia primera como pensamos los tomistas? Si tomamos un huevo de ave, en etapa de blástula, y lo dividimos en tres o cuatro, obtenemos otras tantas aves idénticas. Finalmente, el ADN posee el programa de cómo ha de ser el cuerpo, antes de ser informado por el alma del nuevo ser.

Salet, pues, pide una revisión de la tesis tomista que dé cabida a la de Duns Scot y admitamos la presencia de varias formas en el cuerpo. Eso sí, reserva al alma humana la vivifica­ción del todo. Porque ninguna de ellas podría explicar el todo y éste es más que las partes, la finalidad del todo se les impone y las hace ser partes de un hombre. Esa sería la función del alma. Claro está que, en esta hipótesis habría que reconocer que un automóvil posee forma substancial[19] 

4.  CONCLUSION. 

Comenzamos recordando las tristes consecuencias del abandono de la ciencia hace ya más de tres siglos. Salet nos recuerda que

"el descrédito actual de la filosofía escolástica, en la mayoría de los medios científicos, se debe precisa­mente a esta separación y falta de información de los filósofos, cuya incompetencia en materias científicas es muy a menudo del mismo orden que la de los científi­cos en filosofía"[20].

Pero con ello no se ha dicho todo. Porque si los tomistas se aferraron a la ciencia antigua fue porque santo Tomás la aceptó con demasiada benevolencia, por no decir ingenuidad. Si su filosofía y teología no hubiesen estado tan unidas a la ciencia aristotélica, el fenómeno no se habría producido.

Por otra parte, no hemos de seguir las hipótesis que inventan los científicos sino los hechos. Por desgracia, no nos suelen advertir cuando se pasan de unos a otros y nos hablan con la misma seguridad en ambos casos. Después nos hallamos ante la sorpresa de que lo que habíamos estudiado era del todo falso. A mí me enseñaron que la evolución era un hecho científicamente comprobado y ahora Gilson nos ha demostrado que es un híbrido de ciencia y filosofía ininteligible[21]. ¿Está demostrada la estruc­tura interior del átomo y su estabilidad al interior del compues­to? Hasta la fecha lo que se sabe del ADN tiene una buena dosis conjetural. Y así podríamos seguir haciendo infinidad de pregun­tas.

Con todo quisiera concluir reconociendo que nos falta información científica y que, por ningún motivo, podemos volver a caer en la actitud de nuestros antepasados renacentistas. 

             JUAN CARLOS OSSANDON VALDES 



[1]  Es el juicio de J. Daujat: "Los pretendidos tomistas que se han sucedido desde el siglo XV al XVII ha sido infieles a santo Tomás cuando se han contentado con repetir y comentar lo que había escrito el maestro, cerrándose a todo lo que surgía en nuevos descubrimientos de filosofía, y sobre todo a los descubri­mientos prodigiosos de las ciencias en todos los campos". Varios Autores. "Actualité de Saint Thomas" pág 14 citado por G. Salet "Azar y certeza" Trad. J. Garrido. Alhambra. Madrid. 1975 pág. 463-464.
 
[2] Phil. Nat. I pars, q. XXIII, a.II, Pág. 474b, 19-32. Marietti. Torino. 1950.
[3] O.c., III pars, c. II, pa´g. 854b,25 y ss.
[4] J. Dumont: “La violence au service de la foi: l’exemple de l’Inquisition”. En « Repentance : Pourquoi nous ne demandons pas perdon ». Ed. Renaissance Catholique. Paris. 2003.
[5] “Evolución de lo viviente”. Trad. Fernández y Plazaola. H. Blume. Madrid. 2\ ed. 1984. Pág. 20.
[6] "La interpretación de los fósiles" Trad. M. Bofill. Planeta. Barcelona. 1987 pág. 21.
 
[7] O.C. pág. 25.
[8] Ibíd. pág. 44.
[9] Ibíd. pág. 79.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd. Pág. 115.
[12] Ibíd. Pág. 117.
[13] Ibíd. Pág. 149.
[14] Ibíd. Pág. 283.
[15] “El sentido de la evolución”. Trad. J.M. Calvelo y M. Wilff. Eudeba. Buenos Aires. 6ª ed. 1984. Pág. 48.
[16] “Azar y certeza”. Trad. J. Garrido. Alambra. Madrid. 1975. Págs. 466-492. Cfr. Págs. 459-485.
[17] S. Th. I, q. 76, a. 4, ad 4.
[18] Salet, o.c. Pág. 479.
[19] O.c. pág. 490 en nota.
[20] Oc. Pág. 459-460. P.P. Grassé se expresa d emodo similar: “Todo iría mejor y si los filósofos supiesen biología y lkos biólogos no despreciaran la filosofía”. “El hombre, ese dios en miniatura”. Trad. I. Villena. Hyspamérica. 1986. pág. 12.
[21] “De Aristóteles a Darwin (y vuelta)”. Trad. A. Clñevería. Eunsa. Pamplona. 2ª es. 1980. pág. 162.

martes, 23 de octubre de 2012

El rebelde absoluto, parte 2


      En el discurso del post anterior, que es sin duda teatral, es lógico si se aceptan las premisas impuestas por la rebeldía absoluta; o sea, que es maldita toda criatura y absurdo el amor. Quien juzgue así el Universo estimará justo destruirlo todo, y a esa labor debe estar dedicado el príncipe de los rebeldes y sus seguidores angélicos, pues lo que un ángel juzga justo implacablemente lo realiza. El no tiene uncorazón que se conmueva. Un cuerpo que se cance o sentidos que lo tienten. El es sólo un espíritu dirigido por un juicio recto o desviado.
      Me ocuparé ahora de la segunda de las preguntas de este trabajo. ¿ Posee la forma ya descrita de pensar y actuar el Satanás de los Evangelios Canónicos?. Para responder se debe contemplar la vida de Cristo desde la perspectiva de un rebelde absoluto y su doctrina, y examinar si desde ella resultan comprensibles los hechos y palabras de Satanás y sus ángeles tal cual los narra el Evangelio; pero antes se debe analizar qué significa la encarnación desde este amargo punto de vista.
      ¿ Qué ha provocado en Satanás la noticia de la encarnación?. Creo que almenos algunas preguntas.El se debe haber dicho: " ¿ Podré insistir en la indignidad de ser una criatura si el Verbo de Dios elije ser una de ellas, hecha de carne obediente? ¿ Podré acusar de crueldad al Altísimo si en lugar de ser impasible expectador del dolor del universo, se sumerge en ese padecer? ¿ Podré en general sostener mi doctrina si la encarnación se verifica?"
       Satanás se apercibirá que ella quedará sin fundamento; pues si Dios elije ser una criatura esa condición resulta digna de Él, o sea de un ser libre y perfecto. Por lo tanto el ser de la criatura, el ser limitado, no es en sí mismo maldito. Si la maldición llega a él, sólo es porque a sí mismo se maldice al juzgar inaceptable el ser dado por Dios y quebrantar sus límites.
      Pero la encarnación sólo será por entero real, pensará Satanás, si el Verbo acepta necesitar como un hombre y ser frágil como él. O sea es necesario que el Hijo de Dios sea aceptado en el vientre de una mujer por ella misma y de ella tome carne. Porque de esa manera vienen al mundo los hombres. Ellos son aceptados por una mujer que puede destruirlos dentro de su propio ser si tal es su deseo. Además le será necesario nacer y respirar, comer y defecar, ignorar y aprender, someterse a los mayores, a las leyes ciudadanas, a las religiosas, a las costumbres del pueblo; o sea para ser un verdadero hombre le será necesario necesitar como un hombre y vivir como uno de ellos.
     Satanás, como todo adorador de su independencia, debe haber juzgado esto imposible, por ello debe haber cambiado su temor en carcajadas, o sea en esa especie de alegría de destruir de la que parecen ser capaces los demonios. Luego él se ha dicho: " esta es una trampa de Dios". Y yo la demostraré. El  que mora en el vientre de la virgen jamás será un verdadero hombre. No renunciará a sus divinos poderes. No conocerá el dolor y el fracaso. Vivirá servido por los ángeles. Y si quiere los aplausos de los hombres, les llenará el vientre con panes que podrá sacar hasta las piedras. Y si alguien le niega adoración, trastornará el orden del mundo para fulminarlo".
       " Así el lleno de gloria sólo será un Dios con más cara de carne, ajeno a los límites y al dolor de las criaturas. Por ello la encarnación llegará a ser mi gran victoria, porque yo denunciaré la mascarada; y todos en la tierra, en el cielo y en el infierno, verán su impostura, sabrán que Él no puede soportar el yugo con que unce a sus criaturas".
       " Cada vez que le vea usar el poder de Dios, para librarse de las necesidades de los hombres, le gritaré: Hijo del Altísimo, falsa criatura, tu injusticia ha quedado manifiesta; tú obligas a otros a llevar la carga que no puedes soportar. Si quieres puedes encerrarme en muros de fuego inextingible, pero no me callaré, porque yo soy la voz de la creación que proclama tu iniquidad. Tuyo es el poder, pero mía es la justicia".
         Estas reflexiones puestas en boca de Satanás, sirven para apreciar cuál es el desafío y la oportunidad que presenta a un rebelde absoluto la encarnación del Verbo. Se deduce de ellas que un ser entregado a la rebeldía intentará mostrar que el Verbo encarnado es incapaz de soportar los límites que le impone la carne, para lo cual lo inducirá al abandono de la condición de criatura.
       Esta, creo, es la estrategia que seguirá Satanás en su lucha contra Cristo según los relatos evangélicos.
      Lo comprobaremos al recordar esas narraciones. Cristo nace, y para frustración de Satanás, empieza a vivir como cualquier niño. Luego se convierte en un trabajador manual, semejante a muchos otros, anónimo y silencioso, sin ángeles auxiliares, ni milagros para aligerar su carga de hombre. Pero llega la hora en que Cristo, empujado por el espíritu, va al desierto y, después de un ayuno de cuarenta días, acontece el primer encuentro atestiguadonentre El y Satanás.
    La escena asombra. En medio del desierto Dios que quiere ser criatura, se enfrenta a una criatura que quiere ser Dios.
     Satanás hablará así: " Si eres el hijo de Dios dí que estas piedras se conviertan en pan"( Mt. 4, v.3). Al ser rechazado, el ángel lleva a Cristo al alero del templo y le dice: " Si eres el hijo de Dios, arrójate aquí abajo, porque está escrito, ordenará a los ángeles cuidar de tí y sobre sus palmas te tomarán para que no tropiecen tus pies con las piedras"(Mt.4,v6). Por cierto también es rechazado.
   ¿ Pero qué habría ocurrido si Cristo hubiera transformado las piedras en pan? Satanás, creo , le habría mostrado a los que mueren de hambre en el mundo entero y le habría gritado: " Así mueren los que no son Dios". ¿ Y qué habría ocurrido si CRisto hubiera saltado del alero del templo y hubiera sido sostenido por los ángeles? Imagino que Satanás habría exclamado:"¡ Falsa criatura, mira los que caen!" Y le habría mostrado los que se precipitan en todos los abismos; pues aquí la palabra caer se debe entender en general, como se usa en el Padre Nuestro, al decir " no nos dejes caer en la tentación". O sea ante Cristo habrían aparecido as caídas físicas, morales y sobrenaturales y entre ellas las del propio Satanás y sus ángeles al hundirse en el infierno. Luego al tentador habría preguntado. " ¿ Y quién sostiene a éstos? ¡nadie! porque nos has creado para caer, nos has hecho para el dolor. Pero ahora te has hundido tú. Porque has mostrado tu iniquidad".
    La tercera tentación no se asemeja a las anteriores. Aquí Satán no dice" Si eres el Hijo de Dios" ni le pide un milagro, solo propone una acción que todos podemos hacer, pues invita a Cristo a que le rinda adoración. ¿ Y quién no puede adorar a Satanás? Le muestra la tierra y le dice: " Todas estas cosas te daré si prosternándote me adoras"(Mt.4,v.9)
      Esta no es una tentación para Dios. Tal vez al no realizar Cristo milagro alguno, Satanás lo creyó sólo un hombre.
     ( He seguido aquí el relato de las tentaciones hecho por San Mateo. El texto de San Lucas es en lo fundamental lo mismo, pues sólo cambia el orden de las tentaciones, lo que no importa para lo que se intenta probar aquí. San Marcos menciona las tentaciones pero no las relata. San Juan no las menciona).
    Creo heber demostrado que el proceder de Satán en esta escena de la vida de Cristo es precisamente el que debe tener un rebelde absoluto, un enemigo de la condición de criatura , ya que al menos las dos primeras tentaciones están destinadas a que el Hijo de Dios renuncie a esa condición de criatura.
   Narra el Evangelio encuentros posteriores a éste entre Cristo y los ángeles de las tinieblas. Entre ellos, los demonios, no sabemos si Satanás u otros, reconocen en Cristo al Hijo de Dios, y así lo proclaman. Es natural, los demonios comprenden el lenguaje el lenguaje de la fuerza, y Cristo les ha hecho sentir la suya propia al expulsarlos de las criaturas que ellos poseen.
    Asombra que ellos llamen a gritos a Cristo Hijo del Altísimo, o sea que en apariencia lo honren. Pero creo que estos reconocimientos que imagino burlones, estaban destinados a desconocerlo como hombre; así ellos lo proclamarán Hijo del Altísimo, pero nunca Hijo de María. O sea jamás lo reconocerán como criatura. Cristo les mandará callar. No desea estos falsos homenajes; y El se llamará a si mismo  el Hijo del Hombre; o sea subrayará su naturaleza humana. He aquí un versículo donde aparece esta situación:
     " Y los espíritus inmundos, cuando le veían se prosternaban ante El y clamaban: Tú eres el Hijo de Dios. Pero El les conminaba severamente que no le descubriesen"(Mc.3,v.7-12)
      otros versículos en que aparece igual situación están en Lucas, capítulo 4, versículos 34 y 41, y en Marcos, capítulo 1, versículos 23 al 25.
      Pero Satanás se servirá de la palabra de sus seguidores humanos para empujar a Cristo a salir de los límites propiosde la criatura.
      Dirán los fariseos: " Maestro, queremos ver una señal tuya" (Mt.12,v.25).
      ¿ Qué señal pedían estos hombres?
      Sólo si cristo hubiese evidenciado su divinidad ellos habrían quedado satisfechos, ya que para ellos ni la resurrección de un muerto fue prueba suficiente. Pero evidenciar la naturaleza divina llena de poder y gloria, equivale al abandono de la humana, mortal y frágil; pues nada vulnerable puede aparecer en un ser identificado en forma total con el poseedor de todo poder.
     Por eso, para ver a Dios en carne vulnerable siempre será necesario fe. Dios encarnado es Dios escondido. Si Dios se hace evidente, la criatura frágil termina; pues nada frágil puede haber en Él.Así Cristo, sólo después de morir como hombre, manifiesta su invencible poder divino a quienes El elije.
     Sin embargo, Cristo antes de su muerte dará señales de su divinidad a través de sus milagros. Estos actos por sí solos, además de amor por los hombres, manifiestan un poder extraordinario, aunque no con evidencia divina; pues no eliminan la naturaleza humana, necesitada, vulnerable, mortal de su autor; ya que a El se le ve a veces dormido, a veces cansado, a veces sediento; siempre un mortal.
     Algunos comprenderán los signos del Señor, otros no. Por eso habrá quieens sólo lo creerán un gran profeta, y otros llegarán al extremo de juzgar satánico el poder que manifiesta. Esos dirán: " En nombre del príncipe de los demonios lanza los demonios"(Mc.3,v.22).
      Pero ni sus más próximos seguidores conprenderán del todo sus señales; lo abandonarán en la prueba final. ¿ Y quién abandona a Dios manifiesto?
       El combate entre Cristo y Satanás termina en la cruz. Cristo señalará a ese ángel como instigador del suplicio. Así lo dice en la última cena." Ya no me queda mucho de estar con vosotros. Pues ya llega el príncipe de este mundo"(J.14,v.30).
       La tentativa más feroz de Satanás para que Cristo evidencie su divinidad y renuncie a su naturaleza humana y vulnerable comienza, creo, en el momento que El es aprisionado. Luego,conducido ante el sumo sacerdote,éste le pregunta "¿ eres el Mesías Hijo del Bendito?. Entonces Jesús respondió: Yo soy y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la majestad, y venir en las nubes del cielo"(Mc.14,v.15).
      Después de estas palabras Cristo no dió prueba alguna de la calidad que decía poseer. Se convierte así en un ser ridículo. Lo escupen, lo golpean sin oposición de parte de El.
      Esta escena, creo, resultó una gran sorpresa para Satanás.
      Cuando Jesús dijo " Yo soy", el ángel se debe haber dicho: " En un instante más Cristo manifestará su poder y fulminará a quienes no le adoren, así quedará para siempre derrotado pues yo gritaré: Te has refugiado en tu poder, te has mostrado lleno de gloria, falsa criatura. ¿ Y quién protege a los verdaderos hombres, cuando cae sobre ellos la injusticia y la infamia? Ellos mueren abandonados de ti y de los hombres, sin poder demostrar la verdad, pero tú no soportas la carga que a otros haces llevar. En verdad, eres un Dios inicuo".
     Pero él no tuvo la ocasión de decir esto, porque Cristo convertido en un ser ridículo se dejó escupir y luego encadenar. ¿ Habría imaginado Satanás a Dios encadenado por los hombres?
     Después del ataque satánico se hará más directo. En la casa de Caifás le pedirán expresamente un pequeño milagro: " comenzaron algunos a escupirles, y tras cubrirle con un velo el rostro, le daban de puñaladas y le decían: Adivina. También la servidumbre lo abofeteaba"( Mc.14,v.65).
      Luego Cristo es llevado ante Herodes, y éste también le exigirá milagros(Lc.23,v.8).
      Los azotes, la coronación de espinas y en general todos los episodios anteriores a la crucifixión pueden interpretarse como incitaciones para que Cristo no soporte sus límites de cristura y actúe como Dios. Pero El no renunciará a su naturaleza vulnerable, y Pilatos al exhibirlo destrozado ante el pueblo reconocerá su condición humana y dará testimonio de la victoria del Hijo del Dios encarnado al decir" he aquí el hombre"(J.19,v.15)
     Al final la provocación es ya desesperada. En la cruz, con los pies y brazos clavados y el pecho en posición que poco a poco imposibilita respirar, Cristo se convierte en la más impotente, humillada y dolorosa de las criaturas, lo opuesto de la condición divina, colmada de poder, gloria y goce. En ese momento un coro burlón le grita: " baja de la cruz"(Mt,27,v,40). " De la misma manera le zaherían los sumos sacerdotes con los escribas diciendo: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. El Mesías, el Rey de Israel, que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos"( Mc.15,v.31-32).
     También uno de los ladrones crucificados con El le gritó: " Sálvate a tí mismo y a nosotros"(Lc.23,v.39).
     De todas partes surgen las voces pidiendo milagros. Resulta fácil imaginar quién dirige ese coro inmisericorde; pero lo que a nosotros nos parece una burla, en Satanás debe haber sido casi una súplica. El debe haber murmurado invisible cerca del patíbulo: " Haz un milagro. Defiéndete, lo necesito. Muestra que no eres capaz de soportar el destino de una criatura. Si mueres como un hombre con todos los dolores que puede tener un hombre, mi doctrina se hunde. ¿ Cómo explicaré que no vale la pena ser otra cosa que Dios, si Dios elije ser hombre y paga este precio de dolor para ser de verdad uno de ellos?".
    " Si tu llegas hasta el fin no solo reinarás, sino que te habrás mostrado digno de reinar porque serás el príncipe de los pacientes.".
    De ese modo, en Satanás el placer de contemplar a su enemigo impotente, debe haberse mezclado con el horror de sentir cada vez más próximo el momento de la manifestación total de su mentira.
      A la hora nona Cristo gritará" Dios mío, Dios mío, ¿ Por qué me has abandonado?"(Mt.27,v.46).
       Esta pregunta testimonia el abandono que El padece como hombre, pero significa desesperanza, ya que ninguna auténtica pregunta puede significarla; pues quien de verdad pregunta siempre espera algo.espera una respuesta. Por el contrario, quien ha desesperado no pregunta. Maldice.
    Finalmente Cristo dice: " Todo está perfecto", y luego expira.(J.19,v.30)
    En ese instante Cristo demostraba que vivir la vida de un hombre hasta morir en cruz, era algo digno de Dios.
  ¿ Qué profeta, qué ángel, en general qué criatura podía manifestar esto con igual evidencia?.
   Sólo Dios podía demostrar que morir era digno de Dios. Y también sólo Dios podía probar que ser criatura era digno de Dios y para ello era necesario que El se hiciera criatura.
      Sufrir la cruz, la traición, el hambre, la soledad, el fracaso, fue precio de poseer esa condición. El lo aceptó con libertad y conocimiento. Por lo tanto, la cruz dice a cada criatura: " Alégrate, yo soy parte de lo que Dios pagó para ser lo que tú eres". Y lo dice no sólo a los hombres, sino a cada ser creado, a cada ángel, a cada árbol, a cada estrella, a cada grano de arena. Ella ha sido la respuesta del Verbo de Dios a Satán y a todo el que protesta por no ser Dios.
   Ser criatura, ser limitado y sujeto a la ley, no es en sí mismo un mal. El mal está en no aceptar esa condición.
Carlos Rafael Aravena
Tomado de Revista Philosophica nº 4, 1981.
     

Monseñor Williamson, expulsado.

Hemos tomado la noticia del siguiente blog http://rorate-caeli.blogspot.com/2012/10/sspx-williamson-removed.html , entre muchos que ya  lo están notificando, Fray Agrícola.

SSPX: Williamson removed

Rorate has learned and can confirm that Bishop Richard Williamson, one of the four bishops consecrated by Archbishop Marcel Lefebvre and co-consecrated by Bishop Antonio de Castro Mayer on June 30, 1988, in Écône, Switzerland, for the Society of Saint Pius X (FSSPX / SSPX) has been removed from membership in said society by its Superior General, and can now be considered a former member. The removal comes at the end of an internal procedure that included repeated entreaties by the higher authorities of the Society regarding Williamson's decisions and actions that apparently went unheeded.

lunes, 22 de octubre de 2012

Conocimientos de esencias, Prof. Dr. Juan Carlos Ossandón V.

Una vez el más Fray Agrícola agradece el aporte filosófico de don Juan Carlos Ossandón al blog 

CONOCIMIENTO DE ESENCIAS

Status quaestionis:


El relativismo es fruto del escepticismo. Quien no crea que el hombre es capaz de conocer las esencias, caerá, tarde o temprano, en el relativismo que hoy nos desconcierta. Por lo que hemos de cuidar la defensa de nuestra capacidad intelectual para no facilitar el triunfo de los relativistas. Sin embargo, una mala defensa de la verdad conduce inexorablemente a su total desprestigio.
La cuestión, pues, radica en responder a la pregunta fundamental: ¿Puede el hombre conocer las esencias de los entes que le rodean?
Recordando a nuestro inspirador, tratemos la cuestión como él lo hacía.

Videtur quod sic

Muchos de los manuales escolásticos usados entre nosotros en el pasado siglo responden de modo afirmativo e, incluso, sostienen que el objeto formal propio de la inteligencia humana, en cuanto tal, es “la esencia abstracta de las cosas sensibles”[1], a la que se llega mediante la abstracción.

La clave del problema radica en esta operación. Se suele decir que el intelecto agente “ilumina” al fantasma, extrae de él la esencia y la entrega al intelecto paciente que la asimila; de este modo el hombre conoce intelectualmente[2]. Esta operación ha sido comparada a la de los rayos “x”, el entendimiento paciente sería la placa donde se graba. Mejor aún sería compararla con el radar, ya que es el mismo intelecto el que envía su rayo que regresa con la noticia de la presencia del objeto[3].  En vez de la palabra esencia, algunos autores usan la voz “naturaleza”[4], que viene a ser lo mismo. Nuestro amigo, el Dr. Casaubon, en su muy buen libro: “Palabras, Ideas, Cosas”, explica que, según Aristóteles, “el entendimiento tiene por objeto lo que es, la quididad o forma inteligible o esencia de las cosas”[5]; y, al explicar el realismo moderado, nos asegura que: “Existen en nuestra mente conceptos verdaderamente universales, a los que corresponde en las cosas una naturaleza o esencia expresada en ellos…”[6].
Y si nos vamos más atrás, a Juan de Santo Tomás, por ejemplo, hallamos la misma doctrina: “La especie producida por el intelecto agente presenta la naturaleza sin su singularidad”[7].
Esta sentencia parece estar plenamente de acuerdo con lo que expone santo Tomás en muchos lugares de su extensa obra al tratar de la abstracción, de la labor del intelecto agente, etc. Estos textos son tan conocidos que me abstengo de citarlos.

Sed contra


Ya Maritain, en su pequeña obra de lógica formal: “El orden de los conceptos”, se opone a una falsa interpretación de la doctrina tradicional en la Escuela. Cuando se afirma que el objeto formal de la simple aprehensión es la esencia, naturaleza o quididad, nos dice, algunos creen que los escolásticos piensan que nuestro intelecto “percibe, de primera intención, hasta su fondo, la constitución íntima de las cosas”. Nada más falso que esta interpretación, porque, “en un gran número de casos … debemos contentarnos con un conocimiento imperfecto y por signos exteriores”[8].

A lo que suele responderse que algunos escolásticos modernos intentan salvar a santo Tomás de caer en la ingenuidad de creer que conocemos las esencias de las cosas, a pesar de la cantidad de textos del monje que lo enseñan, para así no sucumbir a las certezas de la ciencia moderna que niega absolutamente tal conocimiento.

Es necesario, pues, recoger algunas citas del Angélico en las que se observa que tenía las ideas claras al respecto.

He aquí algunas afirmaciones suyas:

“Rerum essentiae sunt nobis ignotae”[9].

“Differentiae essentiales sunt nobis ignotae”[10].

“Principia essentialia rerum sunt nobis ignotae”[11].

Dado que no conocemos las esencia de los seres naturales que pueblan nuestro planeta, ¿cómo se las agencia nuestra inteligencia dado que ése es su objeto formal propio? La respuesta del Santo es clara:

“Dicendum quod quia substantiales differentiae non sunt nobis notae, vel etiam nominatae non sunt, oportet interdum uti differentiis accidentalibus loco substantialium”[12].

“Dicendum quod secundum Philosophus, quia substantiales differentiae sunt nobis ignotae, loco earum interdum deficientes accidentalibus utuntur”[13].

 “Dantur enim et quaedam definitiones per aliqua accidentia, vel per aliquas proprietates, vel etiam per aliquas causas extrinsecas, quae non significant substantiam rei”[14].

De modo que hemos de contentarnos con meras propiedades, peor aún, con simples accidentes; pero, lo que es ya el colmo, con ciertas causas extrínsecas, como sostiene el último texto citado. A pesar de lo dicho, la situación no está del todo perdida, porque:

“Formae substantiales per seipsas sunt nobis ignotae; sed innotescunt nobis per accidentia propria”[15].

En otras palabras, podemos aspirar a un conocimiento indirecto, en tanto en cuanto las esencias se revelan (innotescunt) por sus propiedades. En todo caso, su convencimiento de la imposibilidad de un conocimiento propio y directo de las esencias es tan grande que, cuando destaca la necesidad de la fe y sus muchas ventajas cognoscitivas, se plantea una objeción, dado que la fe versa sobre “lo que no se ve”:

“Pero alguien sostiene: es tonto creer en lo que no se ve, no debe creerse en lo que no se ve. Respondo. Debe afirmarse, en primer lugar, que esta duda suprime la imperfección de nuestro intelecto: porque, si el hombre pudiera conocer propia y perfectamente todas las cosas visibles e invisibles, sería una tontería creer lo que no vemos; pero nuestro conocimiento es tan débil que ningún filósofo pudo jamás investigar perfectamente la naturaleza de una sola mosca; por eso se lee que un filósofo estuvo treinta años en el desierto para conocer la naturaleza de la abeja. Si, pues, nuestro intelecto es tan débil, ¿Acaso no es una tontería no creer a Dios, sino tan solo aquello que el hombre puede propiamente conocer?”[16].

Ignoro dónde pudo leer santo Tomás tal anécdota. Porque si se trata de conocer la naturaleza de las abejas, el desierto es el peor lugar para ello. Pero queda bien claro lo que ahora nos ocupa: la debilidad de nuestra inteligencia que no es capaz de conocer ni siquiera la esencia de uno de los insectos más abundantes y más molestos, como son las moscas, especialmente en esa época.

Tal parece, pues, que Santo Tomás se contradice a sí mismo. ¿Será que su pensamiento fue cambiando con el tiempo? No creo que podamos acudir a tal ardid, ya que hemos revisado textos de distintos años y hemos hallado las dos afirmaciones: la abstracción nos da a conocer las formas de las cosas; las formas de las cosas son desconocidas para nosotros.

Responsum


Acudamos, pues, a E. Gilson que se plantea el mismo problema y lo resuelve acudiendo a los escritos del Santo.

En su excelente “Réalisme Thomiste et Critique de la Connaissance”[17], que, por desgracia no ha sido traducido, se plantea nuestra misma duda a partir de la comprobación que hizo G. Rabeau[18] de la aparente contradicción que se halla en el ilustre monje medieval; contradicción a la que aludíamos al comenzar nuestra exposición.

Como hicimos más arriba, también Gilson nos llama la atención de aquel “innotescunt per accidentia propria”. En otras palabras, no tenemos intuición, conocimiento directo y propio de las esencias, como tampoco lo tenemos del acto de existir; pero tanto aquéllas como éste se nos presentan en la humilde sensación. Para santo Tomás, ésta porta un mensaje que ningún sentido puede leer: aquí hay un ente existiendo según una determinada esencia[19]. Recordemos que la esencia no es más que la limitación del acto de existir, limitación que lo hace inteligible ante nuestra pobre inteligencia.

Por otra parte, el filósofo francés nos recuerda que el Angélico usa mucho la palabra “quidditas” al explicar estas materias. Obviamente, la quididad de un cuerpo natural es la esencia, la que, como principio de operación, es la naturaleza. Conocer una implica conocer las otras. Sin embargo hemos de detenernos un instante en este cambio de términos. Bien sabemos que en filosofía no existen los sinónimos, tan abundantes en literatura. Si el Angélico ha cambiado el término, por algo lo ha hecho. Es decir, simplemente quiere señalar otra cosa, subrayar un matiz que el término anterior no mostraba. Todos recordamos que naturaleza, que proviene de “nascor”, implica la idea de nacimiento, lo que agrega al concepto de esencia su aspecto activo, el hecho de ser ella el principio de donde se origina toda nuestra actividad. ¿Qué agrega “quidditas” a esencia? Ante cualquier fenómeno o apariencia, nos preguntamos “quid sit?” La quididad, por tanto, es la esencia en cuanto responde a nuestra pregunta; es decir, es lo que conocemos de la esencia. Y ya sabemos por las citas que adujimos más arriba, que, a menudo, nos conformamos con una propiedad, un accidente, o, incluso, con algo perfectamente exterior a la cosa, dada nuestra ignorancia de la verdadera esencia. Eso será su quididad, porque los accidentes revelan algo de ella ya que son su perfeccionamiento. De ahí que la investigación científica no se detiene en ellos, pues aspira a llegar a un conocimiento superior..
Gilson nos explica:

“Esta definición o quididad es la esencia aprehendida por el intelecto en el dato sensible; ésta es la razón por la que los filósofos sustituyen al término “esencia” el término “quididad”. Así, en el conocimiento que tenemos del mundo exterior, el intelecto aprehende inmediatamente la esencia de su objeto en cuanto se le manifiesta por los efectos sensibles que causa”[20].

A este respecto conviene acudir a otra enseñanza del Angélico, aunque parezca no incidir en lo que estamos tratando de comprender.

En la primera parte de la Summa, el Santo se pregunta si nuestro intelecto puede, en acto, conocer gracias a las especies que posee, sin “convertirse” al fantasma[21]. Su respuesta es negativa, como todos sabemos. Me interesa destacar tan sólo una reflexión que expone a fin de aclarar la tesis que asegura que el objeto de nuestro intelecto encarnado es una naturaleza existente en un cuerpo:

 “Por eso, la naturaleza de la piedra o de cualquier cosa material, (el intelecto humano) no puede conocerla completamente y de verdad, si no la conoce como presente en un particular. Mas aprehendemos al particular mediante los sentidos y la imaginación. Por ello es necesario, para que el intelecto conozca en acto su objeto propio, que se convierta a los fantasmas, para que observe la naturaleza universal que se presenta en el particular”[22].

Démosle todo su valor a ese “necesse est” que el Santo ocupa tan solo cuando se trata de algo que no admite, de ninguna manera, otra posibilidad. De modo que el objeto propio de la inteligencia es “visto” por ella en el particular que la cogitativa le presenta, como atinadamente explica el P. Fabro[23]. Esta naturaleza universal, ya lo sabemos, es, más bien, la quididad universal; o si se quiere, es la naturaleza en cuanto implicada en los accidentes que los sentidos nos muestran; los que, en definitiva, son efecto de ella. Esta necesidad proviene de la “encarnación” de nuestro espíritu, de la complejidad de nuestra esencia que es tanto material como espiritual, por lo que tiene por objeto entes que están a su mismo nivel; es decir, compuestos de materia y forma. Por supuesto que esta “lectura” de la esencia en el singular, admite diversos grados; desde el mero accidente que el niño hace funcionar como si fuese la esencia de algo, hasta su conocimiento cabal que espera hallar algún día la investigación científica.

Regresemos a Gilson. El capítulo que hemos consultado, se refería a la aprehensión de la existencia. Nos recuerda que Santo Tomás no puede ser más formal: “Nam primo in intellectu cadit ens, ut Avicenna dicit”[24], tesis que se repite, de diversas maneras en muchos lugares. Desgraciadamente, en francés “ente” significa “injerto”, por lo que no tiene uso en metafísica. Pero sí en castellano; por lo que nos resulta más fácil comprender la doctrina. El ente es lo que está existiendo, de alguna manera. Me expreso así para conservar el participio presente de “ens”.Por lo tanto, en sentido propio, es el supuesto. No es, pues, el existir ni la esencia, sino el ente, el objeto formal propio de la inteligencia humana en cuanto humana. En él hallamos el acto de existir y la esencia que, al limitarlo lo hace inteligible[25]. Al ente, pues, lo aprehende la inteligencia inmediatamente al entrar en contacto con los datos que entregan los sentidos. Más tarde, esa misma inteligencia, cuando se dedique a construir una metafísica, advertirá que el ente es un compuesto de esencia y acto de existir y que éste, en su propia pureza, no puede ser comprendido por ella; porque, a fin de cuentas, el existir puro es Dios[26]. Nos limitamos, entonces, a ese existir limitado por un modo de ser que llamamos esencia. Mas, así como no captamos el acto de existir en toda su plenitud, tampoco accedemos a la esencia propiamente dicha en la primera abstracción. Sin embargo, todo lo que comprendemos, lo comprendemos como la esencia de un ente.

Insistamos en que no es lo mismo quididad que esencia. Y no pensemos que es Gilson quien está inventando la diferencia. Juan de Santo Tomás nos explica:

“Bajo el nombre “quididad” entendemos no solamente la sustancia predicamental, sino todo lo que pueda ser concebido al modo de naturaleza y esencia de algo, incluso los accidentes y los modos, hasta la misma singularidad puede ser tomada  como la esencia de algo”[27].

Conviene aquí distinguir la abstracción total de la formal que tanta fortuna ha tenido en la Escuela. En la formal, la forma es separada de la materia, el acto de la potencia, lo esencial y propio de la extraño y ajeno; en la total se separa lo común de lo particular que se convierte en un todo que contiene virtualmente a sus inferiores[28]. La primera la realiza el intelecto posible y es clara y bien determinada. Con ella funciona la ciencia. La segunda la realiza el intelecto agente y es vaga y confusa. Es propia del conocimiento vulgar. Pero es ésta la que, confusamente como ya notamos, nos entrega la esencia completa del ente material, porque incluye tanto la materia como la forma. Es el fruto de la abstracción total. Pero logramos mayor nitidez al separar, mediante la formal, los aspectos que estaban confusos en aquélla.

Podemos ya concluir.

Los manuales a los que aludíamos al comienzo no están equivocados. Pero, como se limitan a ser una introducción, no profundizan ni matizan suficientemente sus afirmaciones[29]. Queda claro que conocemos las esencias en tanto en cuanto están implicadas en sus accidentes sensibles. Es un conocimiento insuficiente que reclama aclaración y profundización, pero es ya un saber de esencias que, con mayor propiedad, llamamos quididades.

¿Nos olvidamos del relativismo, fruto del escepticismo moderno, que convoca a esta asamblea? De ninguna manera. No olvidemos que lo mejor es enemigo de lo bueno.

Una lección que es posible extraer de la historia de la filosofía del siglo XIV es ésa. Abrumados por la condenación de 1277, los teólogos buscaron asegurarse de no incidir en error alguno y rechazaron toda afirmación que fuese posible objetar. Tanto insistieron en ello que fueron cayendo en un escepticismo del que sólo los salvaba la fe. Por ello, ésta se fue convirtiendo en un fideísmo, se fue refugiando en el sentimiento y abandonó su armonización con la razón. Podemos decir que, históricamente, la edad media terminó en el fracaso de su aspiración más honda: la armonización de la razón natural con la fe sobrenatural.

Al menos los tomistas no tenemos derecho a tropezar en semejante piedra si matizamos el conocimiento de esencias que nos es posible alcanzar en la abstracción total, el que se irá perfeccionando gracias a la formal, pero que, desde el principio, es ya conocimiento de esencias. 

JUAN CARLOS OSSANDÓN VALDÉS

 



[1] Royce: “¿Qué soy Yo? Pág. 109. Cfr. A. Milán Puelles: “Fundamentos de filosofía” pág. 360 y 366.
[2] Fabro: “Introducción al problema del hombre” pág. 88 y ss.
[3] Royce, o.c. pág. 104.
[4] Brennan: “Psicología Tomista”. Pág. 203.
[5] Pág. 91
[6] Pág. 194.
[7] “Ars Logica”. Species producta ab intellecto agente repraesentat naturam sine singularitatem”. II, P.IV, Art. I. pág. 344a.
[8] Pág. 32-33. En su “Distinguer pour unir ou Les degrés du savoir” dedica todo un apartado a profundizar la cuestión: “Comment atteignons-nous les essences? » 
[9] De Ver. q. X, a. 1c.
[10] De Ver. q. IV, a. 1 ad 8um.
[11] In De Anima, L. 1, l. 1, nº 15
[12] S.Th. I, q. 29, a. 1, ad 3. Cfr. Sent. II, dist. III, 1,6.
[13] De Ver., q. 10, a 1, ad 6. “In rebus enim sensibilibus etiam ipsae differentiae essentiales nobis sunt ignotae, unde per differentias accidentals, quae ex essentialibus oriuntur, sicut causa identificatur per suum effectum” De Ente et Éssentia, 6, B; Cfr. S. Th. I, q. 77, a. 1, ad 7m.; I-II. Q. 49, a. 2, ad 3m.
[14] In Metaph. VII, 12, nº 1542; De Spirit. Creat. A. XI, ad 3m; S. Th. I, q. 29, a. 1 ad 3m; In de An. Nº 15.
[15] De Spir. Creat., q. un., a. 11, ad 3. Cfr. S. Th. I, q. 77, a. 1, ad 7; De Pot., q. 9, a 2, ad 5; In Post. Anal. L. 1, l. 4, nº 16.  In De Gen. et Corr. L.1,lc 8, nº 5.
[16]  Sed dicit aliquis: stultum est credere quod non videtur, nec sunt credenda quae non videntur. Respondeo. Dicendum, quod hoc dubium primo tollit imperfectio intellectus nostri: nam si homo posset perfecte per se cognoscere omnia visibilia et invisibilia, stultum esset credere quae non videmus; sed cognitio nostra est adeo debilis quod nullus philosophus potuit unquam perfecte investigare naturam unius muscae: unde legitur, quod unus philosophus fuit triginta annis in solitudine, ut cognosceret naturam apis. Si ergo intellectus noster est ita debilis, nonne stultum est nolle credere de Deo, nisi illa tantum quae homo potest cognoscere per se? ... Tertio responderi potest, quia si homo nollet credere nisi ea quae cognosceret, certe non posset vivere in hoc mundo. Quomodo enim aliquis vivere posset nisi crederet alicui? Quomodo etiam crederet quod talis esset pater suus? Et ideo est necesse quod homo credat alicui de iis quae perfecte non potest scire per se”. Exp. in Symb. Ap. Proemio.
[17] J. Vrin. Paris. 1947.
[18] « Species, Verbum. L’Activité intellectuelle élémentaire selon  S. Thomas  d’Aquin ». J. Vrin. Paris. 1938.
[19] « Ce que le sens perçoit existe et l’existence est incluse dans ce que le sens en perçoit, mais lui-même est porteur d’un message qu’il est incapable de lire et c’est l’intellect seul qui le déchiffrera ». P. 218.
[20] Ibíd.
[21] Q.84, a. 7c.
[22] “Unde natura lapidis, vel cuiuscumque materiales rei, cognosci non potest complete et vere, nisi secundum quod cognoscitur ut in particulare existens. Et ideo necesse est ad hoc quod intellectus actu intelligat suum obiectum proprium, quod convertat se ad phantasmata, ut speculetur naturam universales in particulari existentem”. 
[23] En su libro “Percepción y pensamiento” detalla ampliamente la función principalísima de esta facultad humana. Trad. J.F. Lisón. Eunsa. Pamplona. 1978. pág.s 219 y ss.
[24] In Metaph. Lec. 2, nº 46.
[25] O.c. págs. 214 y ss.
[26] Ibíd. pág. 220.
[27] “Nomine quidditatis no solam substantiam praedicamentalem intelligimus, sed quidquid per modum naturae alicuis et essentiae concipi potest, etiam accidentia et modi, immo singularitas ipsa ad instar essentiae alicuis accipi potest”. (Juan de Santo Tomás . Phil. Nat. IV, q. X, a. 2. Pág.318b).
[28] Juan de S. Tomás. Lógica II, q.V, a.2 pág. 358b.
[29] Me permito presentar una excepción: El profesor Verneaux, en su “Filosofía del Hombre” , matiza suficientemente: El objeto propio de la inteligencia es “la quidditas de las cosas materiales representada por la imaginación como abstracta y universal” (pág. 99). “La quidditas no significa la esencia en sentido estricto…es la naturaleza tomada en un sentido amplio…tan confusa y pobre como se quiera” (Pag. 102). Herder 1967.