sábado, 28 de febrero de 2015

San Atanasio, parte 1

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             He titulado el siguiente post como San Atanasio por ser este santo uno de los grandes adalides de la ortodoxia católica frente a la herejía arriana.  El punto de partida de su defensa es la credibilidad en Cristo y en la Iglesia fundada por Él. No puede haber defensa alguna de la Verdad si uno se aparta de Cristo y de su Iglesia. Hemos depositado nuestra confianza en Cristo y aceptado que Él es el Mesías esperado desde muchos siglos atrás.
             Creemos que todas las promesas de Cristo son verdaderas, aceptamos sus leyes y profecías a sabiendas que quien las dice no se engaña y ni nos engaña. La  unidad e inmutabilidad de la Verdad provienen directamente del ser divino, del Dios uno y trino, pues al afirmar que Cristo es la fuente de la verdad afirmamos directamente con ello que toda la Trinidad se encuentra en ese Dios hecho hombre.
            Nuestro Cristo no nos dejó por escrito su santa doctrina, pudo perfectamente haberlo hecho, pero no lo hizo por un misterio que sólo Él en su ser divino conoce y dispone para nuestro bien espiritual. Sin embargo, fundó la Iglesia para que administrara el depósito de aquella Verdad que Él reveló oralmente y que la Iglesia debe guardar como tesoro hasta el final de los tiempos.
            La piedra sobre la cual Cristo fundó su Iglesia es Pedro, pero todos sabemos que Pedro murió mártir sin que por ello desapareciera la Iglesia ni menos que la promesa divina sobre La Iglesia de Pedro no se haya cumplido. La misma Iglesia por medio de su Colegio Apostólico juzgó que la promesa sobre la persona de Pedro correspondía sobre él y sobre todos aquellos que lo sucedieran hasta el fin de los tiempos. Ese suceder temporal de sucesores de Pedro se le llama vulgarmente papado o sede de Pedro.
          En el papado operan dos elementos esenciales que hacen que dicha institución sea signo de contradicción en algunos aspectos en los distintos tiempos de la Iglesia.  Por un lado, el papado como institución es el lugar propio de la cabeza que debe gobernar la Iglesia, es el trono por antonomasia que corresponde al que ejerce el poder temporal y espiritual dentro de la misma. La Iglesia por mandato divino es jerárquica y de estructura piramidal, se asienta sobre la base del trono de Pedro.
        Pero como todo trono debe ser ocupado por un hombre, el trono de Pedro es ocupado por un hombre elegido por la propia Iglesia por medio del Colegio Elector que designa  que ocupe dicho trono.  El Trono de Pedro por ser impersonal y por corresponder más bien a una institución permanente designada por el propio Dios no está sujeto al error ni al defecto, ya que es el orden propio que Dios designó para que se rija la Iglesia. El Trono de Pedro es por consiguiente, a mi juicio indefectible ya que en él no cabe error ni defecto por corresponder al orden que  dispuso Dios para su Iglesia.
       " Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" así entendido Pedro como un orden de carácter institucional y permanente de la Iglesia, sin lugar a dudas, las puertas del infierno no han prevalecido ni menos prevalecerán sobre la Iglesia.
        Por otro lado, podemos observar que el Trono de Pedro debe ser ocupado por un hombre que ejerce dicho poder sobre el trono. No es el Trono de Pedro algo etéreo allende a la criatura racional como es el hombre. De hecho, podemos comprobar que a lo largo de más de dos mil años de Iglesia han ocupado dicho trono una cadena ininterrumpidas de hombres que superan las dos centenas y medias.  Los hombres cambian pero el Trono de Pedro permanece para ser ocupado al que la Iglesia designe para dicha ocupación.
     Quienes hayan podido leer la Historia de la Iglesia Católica reconocida por la misma, habrán podido observar que los que han ocupado el Trono de Pedro obedecen a una gran variedad de personalidades y caracteres con virtudes y defectos propios de la especie humana. De hecho, muchos de ellos han destacado por sus virtudes sobrenaturales y han alcanzado el grado de la santidad propio de los servidores que han sido fieles a Dios. Sin embargo, muchos otros hombres que han ocupado dicho trono han actuado como Judas y no han vivido y seguido lo que el Divino Maestro pide y exige para ellos. ¿Por qué se ha producido tal diferencia de modos de actuar sobre el Trono de Pedro?Evidentemente, la razón es obvia, cada ser humano es distinto y cada ser humano responde a Dios de un modo distinto.
     Al operar la naturaleza humana sobre el Trono de Pedro, surge en el mismo trono una especie de signo de contradicción para el creyente y por qué no decirlo, para la misma Iglesia en su ser temporal. El trono de Pedro está expuesto a ser ocupado por un mal gobernante tal como la misma Historia de la Iglesia lo avala. No es una osadía decir o poder pensar que puedan ocupar la institución permanente del papado malos hombres. De hecho, Dios mismo castiga a los hombres permitiendo que éstos sean gobernados por malos gobernantes. La Iglesia en su ser temporal no está exenta de los castigos divinos.
      Muchos Santos Padres partiendo por San Victorino han interpretado el Apocalipsis de San Juan en lo que se refiere a las cartas a las siete iglesias, como los distintos períodos que deberá vivir la Iglesia hasta el fin de los tiempos cuando llegue el Juicio Final. En esos períodos, cada iglesia es su parte del gobierno temporal de la misma, es felicitada por Dios por ciertas cosas y reprendida por otras. Si esta interpretación del Apocalipsis de San Juan por los Santos Padres es la correcta- y no debiera por qué no serlo porque nunca la Iglesia condenó dichas interpretaciones que por lo demás el propio Apocalipsis fue escrito para ser interpretado- no es temerario pensar que pueden o existen malos gobernantes de la Iglesia.
     ¿Cómo podemos reconocer si la Iglesia es gobernada por buenos o malos gobernantes? Aquí ya entramos en el centro de la cuestión doctrinal, ¿ Cómo juzgar bien sin ser teólogos? No todos los católicos deben ser teólogos, pero todos los católicos deben de saber de teología al conocer el pensamiento de los teólogos que la misma Iglesia ha reconocido como tales. No nos olvidemos que nos salvamos por la fe. Fe que subentiende obras concretas según el orden divino.

viernes, 27 de febrero de 2015

Gorbachov acusa a EE.UU. de "haber arrastrado a Rusia a una nueva guerra fría".

Gorbachov acusa a EE.UU. de "haber arrastrado a Rusia a una nueva guerra fría"

"Lamentablemente, ya no puedo decir con certeza que la guerra fría no desembocará en una 'caliente'. Temo que ellos (los estadounidenses) puedan arriesgarse", dijo el último presidente soviético.



Gorbachov acusa a EE.UU. de 'haber arrastrado a Rusia a una nueva guerra fría'
Foto: AFP
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MOSCÚ.- El ex presidente soviético Mijail Gorbachov acusó a Estados Unidos de haber arrastrado a Rusia a una nueva guerra fría y no descartó la posibilidad de que Washington se arriesgue a dar pasos hacia una confrontación bélica.

"Estados Unidos se ha extraviado en la jungla y allí nos lleva", dijo Gorbachov en declaraciones a la agencia Interfax.

El último líder de la desaparecida Unión Soviética agregó: "Si se llaman las cosas por su nombre, (EE. UU.) nos ha arrastrado a un nueva guerra fría".

"Ya estamos en una guerra fría franca. ¿Qué pasará más adelante? Lamentablemente, ya no puedo decir con certeza que la guerra fría no desembocará en una 'caliente'. Temo que ellos (los estadounidenses) puedan arriesgarse", dijo.

Gorbachov lamentó de que la única preocupación de Estado Unidos y la Unión Europea (UE) sea imponer sanciones a Rusia por la crisis en Ucrania y se preguntó: "¿No habrán perdido totalmente la chaveta?".

Al mismo tiempo, Gorbachov indicó que EE.UU. y los 28 integrantes de la UE están en una situación compleja, que se debe, en su opinión, a que "algunos países de Europa viven bien y otros bastante mal" y que "su dependencia de Estados Unidos es desmedida, incluida la de Alemania".

"Es una situación grave, que no hay que simplificar. La división entre los políticos es muy grande y, a mi pesar, no disminuye, sino que se amplía cada vez más", resumió.
EFE
Jueves, 29 de Enero de 2015, 05:17
 
 
 

martes, 24 de febrero de 2015

Mis condolencias a Radio Cristiandad.

   Estimados Amigos:
    No conocí personalmente a Fabián Vásquez ni concuerdo en parte de sus postulados. Sin embargo, considero que fue una persona que actuó aparentemente de buena fe y se la jugó por sus convicciones religiosas.
    En estos momentos de dolor para su familia y la de todos sus amigos cercanos los acompaño con mis modestas oraciones y le pido al Señor que les de consuelo en que algún día se podrán reencontrar en la eternidad gracias a la Misericordia Divina.
    La muerte no es otra cosa que el llamado de Dios al alma para comparecer ante su santo tribunal. Todos tarde o temprano tendremos que comparecer ante el Señor. De allí que nuestra vida sea una verdadera preparación para enfrentar el Juicio de Dios.
    Ninguno de nosotros ni menos nuestros familiares estamos preparados para la muerte. Pero sin lugar a dudas, un hombre como Fabián que conocía más a fondo la doctrina católica, estaba preparado para enfrentar la muerte.
   Un gran abrazo.
    Fray Agrícola.
    

 


LA RADIO ESTÁ DE LUTO

Lamentamos informar que en el día de hoy, aproximadamente a las 6,30 de la mañana, nuestro Director General, Mario Fabián Vázquez, sufrió un accidente vial en la localidad de General Pinto (Provincia de Buenos Aires) como resultado del cual perdió la vida.






Todos aquellos que sacamos tanto provecho de su apostolado, no podemos menos que agradecer a la Divina Providencia que puso en nuestro camino a una personalidad señalada.

Rogamos a todos nuestros lectores y a los oyentes de Radio Cristiandad, que eleven preces y ofrezcan misas por su alma. A su señora, Viviana y a su hijo, Ignacio, todas nuestras condolencias y el deseo de que Nuestra Madre del Cielo les procure una santa resignación.


Luis Ricardo Manzano
Director Ejecutivo


lunes, 23 de febrero de 2015

São Paulo cortará el agua cinco días a la semana si persiste la sequía

São Paulo cortará el agua cinco días a la semana si persiste la sequía

La falta del líquido alarma a la población y la industria brasileña teme grandes pérdidas

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El embalse de Cantareira, en el Estado de São Paulo, este miércoles pasado. / roosevelt cassio (REUTERS)
Tras dos temporadas de lluvia muy por debajo de la media histórica, São Paulo sufre la peor sequía del último siglo. Si no llueve como para que se recupere la presa que abastece las tuberías de más de la mitad de los 12 millones de habitantes de la ciudad, la compañía que provee a São Paulo ha anunciado ya medidas “drásticas”: cinco días por semana sin agua a partir de abril. Según los meteorólogos, no va a llover lo suficiente, y la falta de agua se va convirtiendo en una obsesión para los paulistas, que ya comienzan a almacenar botellas y a improvisar cisternas que garanticen reservas en sus casas.
Los ciudadanos ya se enfrentan a bajadas de presión que duran hasta 18 horas al día, según los barrios, lo que se traduce en la práctica, y también dependiendo de las zonas, en cortes de agua. La sequía no sólo alcanza a la ciudad, sino que afecta a buena parte del Estado de São Paulo, casi tan poblado como España. De ahí que las restricciones no afecten sólo a las viviendas particulares, sino a industrias, que temen pérdidas millonarias y a los agricultores, que tienen que reducir el riego. Es más: toda la economía del país, ya de por sí debilitada, se resentirá. Los especialistas prevén un aumento de los precios, desde los alimentos a la energía, que repercutirá en la inflación.
Hasta ahora, el único plan de emergencia consiste en cerrar los grifos. Ni industrias, ni hospitales, ni escuelas, ni los ayuntamientos, ni el propio Estado de São Paulo tiene un plan B que pueda ponerse en práctica en caso de que las presas, ya en situación crítica, se agoten por completo. Las alternativas utilizadas en São Paulo hasta ahora son los pozos que captan agua en el subsuelo y los camiones cisterna. Ambas opciones son también recursos limitados y a las que no todo el mundo tiene acceso.
La sequía no sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país
Los alcaldes de 30 municipios del Estado se reunieron el miércoles para exigir al gobernador, Geraldo Alckmin, un comité de crisis que elabore y divulgue un plan de emergencia. El propio alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, reconoció su preocupación por la salud pública y por la seguridad ante cortes de agua tan prolongados. Sin agua en los grifos, Haddad teme saqueos y disturbios, como ya ocurrió el año pasado en Itú, una pequeña ciudad del interior donde decenas de familias pasaron semanas duchándose con jarras.
La sequía no sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país que concentra a más de 80 millones de personas, el 40% de la población. El gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel, ya ha anunciado un “racionamiento severo” en los próximos tres meses si no se reduce el consumo y continúa sin llover. El de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, mantiene que su Estado se preparó para la crisis con una serie de obras y descarta el racionamiento, a pesar de que el volumen de la presa de Paraibuna, su principal reserva de agua, llegó al 0% la semana pasada. Pezão también descarta multar a los que más gastan, como ya hace São Paulo, mientras la industria fluminense planea medidas alternativas para captar agua.
La sequía es una crisis de doble filo que afectará al suministro eléctrico. El modelo brasileño de obtención de electricidad se sustenta en centrales hidroeléctricas dependientes de reservas que ya están muy cerca de su límite. Para tratar de evitar los apagones, que hace unos días dejaron a oscuras a 11 Estados, el Gobierno ha recurrido a las centrales termoeléctricas, que son mucho más contaminantes y caras.

sábado, 21 de febrero de 2015

El problema del agua comienza por el egoísmo.

La era de la hidrodiplomacia

La cooperación puede frenar el aumento de los conflictos por la escasez de agua.
Estamos presenciando un auge de las crisis relacionadas con el agua. La

La era de la hidrodiplomacia

La cooperación puede frenar el aumento de los conflictos por la escasez de agua.
Estamos presenciando un auge de las crisis relacionadas con el agua. La cuenca oriental del mar de Aral se secó por completo en agosto por primera vez en 600 años. California sufre una sequía sin precedentes: va ya para tres años. Los cambios demográficos y unas actividades económicas no sostenibles están afectando a la cantidad y la calidad del agua disponible. La rápida urbanización crea una enorme presión sobre el consumo hídrico, con graves consecuencias para la salud humana y el medio. El agua se está convirtiendo en un recurso cada vez más escaso y caro, sobre todo para los pobres, los marginados y los vulnerables.
Se prevé que la demanda de agua habrá crecido más de un 40 por ciento para 2050. Y se calcula que, en 2025, 1800 millones de personas vivirán en países o regiones donde escasea el agua y dos tercios de la población mundial tendrán que pechar con un aporte de agua limpia insuficiente.
Si bien la movilización global suscitada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha logrado que 2000 millones de personas dispongan de un suministro de agua mejor, 750 millones de personas siguen sin agua potable segura. Alrededor del 80 por ciento de las aguas residuales se arrojan sin depurar al mar, ríos y lagos. Casi 2 millones de niños de menos de cinco años mueren todos los años por falta de agua limpia y saneamientos decentes; 1000 millones de personas de 22 países siguen defecando al aire libre, y 2500 millones carecen de medios adecuados para la eliminación de las aguas residuales.
Por todo ello, en 2013 efectué, en nombre del Secretario General de las Naciones Unidas, un llamamiento para que se actuara sobre el saneamiento ambiental. Ha llegado la hora de romper el silencio y los tabúes que rodean a los retretes y la defecación al aire libre.
l se secó por completo en agosto por primera vez en 600 años. California sufre una sequía sin precedentes: va ya para tres años. Los cambios demográficos y unas actividades económicas no sostenibles están afectando a la cantidad y la calidad del agua disponible. La rápida urbanización crea una enorme presión sobre el consumo hídrico, con graves consecuencias para la salud humana y el medio. El agua se está convirtiendo en un recurso cada vez más escaso y caro, sobre todo para los pobres, los marginados y los vulnerables.
Se prevé que la demanda de agua habrá crecido más de un 40 por ciento para 2050. Y se calcula que, en 2025, 1800 millones de personas vivirán en países o regiones donde escasea el agua y dos tercios de la población mundial tendrán que pechar con un aporte de agua limpia insuficiente.
Si bien la movilización global suscitada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha logrado que 2000 millones de personas dispongan de un suministro de agua mejor, 750 millones de personas siguen sin agua potable segura. Alrededor del 80 por ciento de las aguas residuales se arrojan sin depurar al mar, ríos y lagos. Casi 2 millones de niños de menos de cinco años mueren todos los años por falta de agua limpia y saneamientos decentes; 1000 millones de personas de 22 países siguen defecando al aire libre, y 2500 millones carecen de medios adecuados para la eliminación de las aguas residuales.
Por todo ello, en 2013 efectué, en nombre del Secretario General de las Naciones Unidas, un llamamiento para que se actuara sobre el saneamiento ambiental. Ha llegado la hora de romper el silencio y los tabúes que rodean a los retretes y la defecación al aire libre.

sábado, 14 de febrero de 2015

Desalinización del agua por Grafeno.

Un grupo de investigadores del MIT, principalmente el profesor Jeffrey Grossman y su alumno graduado David Cohen-Tanugi, han logrado una película de óxido de grafeno, con poros de 1,8 nm, o capilares, que permitirán la desalación del agua marina a un costo muy inferior a la desalación por osmosis inversa (OI). El 14 de febrero 2014 Science presentó un amplio resumen de dicha investigación. Grosman y Cohen-Tanugi reconocen que en el laboratorio todavía no ha funcionado esa membrana-milagro. El óxido de grafeno ha funcionado en una simulación por ordenador.
Nosotros tenemos presente que hay un límite termodinámico para separar el agua salada de la potable. La presión necesaria debe superar los 300 psi o 20 atmósferas en cualquier proceso de membrana, y a eso le llamamos osmosis inversa (OI). Es la presión usada para invertir el gradiente de presión, causado por la ósmosis del agua desde una baja concentración de iones hacia una alta concentración, para lograr el equilibrio.
No hace falta ponderar la importancia de dicha investigación, si tiene éxito. Esperemos. Las aplicaciones son de enormes dimensiones, pero todavía no tenemos esa película de grafeno con poros de 1,8 nm, producida a gran escala.
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Figura 1. Grafeno exfoliado depositado sobre una placa de dióxido de silicio. La anchura de la foto corresponde a 20 micras.
Recordemos que el grafeno es una capa de carbono de un espesor monoatómico, los átomos dispuestos en un patrón exagonal, similar al grafito. Es transparente a todo tipo de luz. Un alótropo del carbono, con un teselado exagonal de panel de abeja. Es un hidrocarburo aromático policlínico, infinitamente alternante de anillos de solo 6 átomos de carbono. Excelente para separar gases. Nuestra experiencia en láminas delgadas nos indica que cuanto menor es el espesor de un material, éste es más inhomogéneo y frágil. El grafeno es una excepción: la razón es que el carbono forma enlaces muy fuertes con otros átomos de carbono. En mecánica su resistencia es 200 veces mayor que la del acero, y reacciona químicamente con muchas moléculas.
En el aspecto electrónico tiene una movilidad 100 veces mayor que la del silicio. Los electrones del grafeno tendrán una velocidad muy superior a la de cualquier semiconductor, pero tienen una velocidad 100 veces menor que la de la luz. Son 70 veces más rápidos que los electrones del silicio, pero el grafeno no substituirá al silicio. El grafito, la mina de un lápiz, es un apilamiento de capas de grafeno, unidas entre ellas por los enlaces Van der Waals, de baja intensidad. En el grafeno los electrones y huecos se desplazan como si tuvieran masa cero, como cuasipartículas. Son llamados fermiones de Dirac, que se mueven a una velocidad constante, independientemente de su energía, como ocurre con los fotones, a 1.000 km/s.
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Figura 2. Red exagonal de grafeno con ondulaciones de 0,5 nm de elevación y 5 nm de longitud, que aseguran la estabilidad de la estructura cristalina.
¿Cómo obtener grafeno? “Si despegas y pegas múltiples veces un trozo de celo adherido a un fragmento de grafito, acabas obteniendo grafeno, una capa única de átomos de carbono (exfoliación mecánica)”, explica el doctor Tomás Palacios. Otro método es la deposición química de vapor, que no es un invento de hoy. Un tercer método: en marzo 2012, R. Kaner, de la Universidad de Los Ángeles, California, logró un grafeno de gran calidad usando un haz de láser sobre un disco DVD, recubierto de una capa de óxido de grafito. El láser graba a base de quemar el DVD, un método rápido y económico de producir grafeno, con una conductividad de 1.738 siemens/metro y una superficie de 1.520 m2/ gramo. Un cuarto método es el sistema epitaxial: hacer crecer un cristal sobre la superficie de otro, la capa de grafeno se adhiere al sustrato débilmente, gracias a las fuerzas Van der Waals. Retiene su estructura electrónica bidimensional.
Tiene una característica respecto del agua que nos sorprende: es hidrofóbico, repele el agua, pero los bordes del poro, por lo visto, interactúan químicamente, atraen el agua, con sus microcapilares, aspiran agua, que atraviesa la película de grafeno. También leemos que las propiedades del grafeno se hallan entre el semiconductor y el metal. Como el grafeno se calienta menos que el silicio (efecto Joule) al conducir los electrones, debido a su alta movilidad, consume menos energía para una misma tarea que el silicio. Hidrofóbico, pero atrae el agua: no lo entendemos, porque es una propiedad de los materiales de solo dos dimensiones y de la escala nano, esperemos, las prácticas de laboratorio lo aclararán.
Producción de los poros de 1,8 nm: la hoja de grafeno está suspendida e irradiada con un haz de electrones. Con un TEM (microscopio de transmisión electrónica) se irradia el óxido de grafeno con un haz electrónico enfocado, con un diámetro inferior a 2 nm, y se producen nanoporos formando un dibujo a voluntad. El arranque de carbono no causa distorsiones en la lámina de grafeno, hay estabilidad.
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Figura 3 Izquierda: exfoliación de capas de grafeno a partir del grafito, para construir chips de grafeno. Derecha: monocapa de grafeno.
Para separar gases el nanoporo tendrá un diámetro algo mayor que el de la molécula gaseosa, es una membrana muy selectiva. Es un método mejor, consume menos energía, que el sistema tradicional de membrana, de un espesor de 50 nm, con destilación criogénica y una presión de 100 kPa.
La capa de moléculas de agua tiene el mismo espesor que la membrana de óxido de grafeno. Esta membrana perforada es impermeable a todas las moléculas, incluido el gas helio, excepto el agua, y el agua con etanol. Esto último nos recuerda que se podrá destilar alcohol con estas membranas: en el laboratorio se ha conseguido una mayor concentración de alcohol en el vodka, por encima del 30%, sin aplicar calor o vacío. Lograr alcohol absoluto no tiene sentido, porque es insípido. Nuestra admiración por el grafeno.
La investigación del MIT pretende arrinconar la OI, tan usada en desalación, ávida de energía y de un coste elevado, unos 0,4 euros/m3, un precio 5 veces mayor, que extraer y procesar el agua de un rio, o pozo. La OI usa una membrana gruesa, de un espesor mil veces superior al de la lámina de grafeno. La OI filtra el agua de mar, sometiéndola a gran presión, muy elevada, para que solo el agua potable atraviese la membrana, y la salmuera queda atrás. A la izquierda de la membrana vertical tenemos el agua salada, y a la derecha el agua filtrada, potable. La demanda de agua mundial sigue en aumento año tras año, en 2030 será un 30% superior a la demanda actual.
Para desalación se ha propuesto una membrana a base de nanotubos de carbono, que es grafeno arrollado, pero no hay resultados, no es posible orientar a los nanotubos.
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Figura 4. Nanotubos de carbono arrollados, no filtran como la monocapa de grafeno.
Además, nos aseguran que la rapidez de filtración del grafeno nanoporoso es muy superior a la de OI, como un filtro de hacer café. Los grupos hidroxílicos presentes en el poro logran que la permeabilidad del agua supere, según nos dicen los informes, en varios órdenes de magnitud a la permeabilidad de la membrana convencional de OI. Los grupos hidroxílicos repelen los iones Cl-.
Los poros del grafeno de Grosman y Cohen-Tanugi tienen un diámetro de 1,8 nm. Si fueran mayores pasarían la membrana las ClNa, y otros átomos del agua salada, y si reducimos el diámetro a solo 0,7 nm, las moléculas de H2O no podrían pasar. La presión necesaria para repeler las ClNa, en teoría, es pequeña. Si el grafeno tiene poros mayores servirá para otras aplicaciones, por ej.: Separar de un líquido el ADN, o ciertos gases. Practicar poros parece que será económico, si apilamos varias películas de óxido de grafeno.
El grafeno es el material más duro que se conoce (dureza Mohs 10), sintetizado en 2004 por A.Geim y K.Novoselov, de la Universidad de Manchester. La gran rigidez se debe a los enlaces sp2. Perforarlo tiene su mérito: lo han logrado con bombardeo de iones de gas helio, el grabado químico. El carbono tiene 2 electrones en el nivel 1 y 4 electrones en el nivel 2. La rigidez de la monocapa indica que la membrana de grafeno durará mucho más que las de OI. La pureza del grafeno no crea problemas, podemos tolerar algunos defectos, con tal que no se abran los poros.
Determinar el diámetro óptimo del poro lo han conseguido con simulación molecular dinámica de ordenador.El MIT dispone de un Centro de Cálculo muy potente, y han contado además con National Energy Research Scientific Computing Center. Durante el verano 2014 experimentarán con prototipos, y podremos comprobar si la práctica coincide con la teoría.
La siguiente etapa es la fabricación a gran escala, que también dará sorpresas: cómo lograr los poros de 1,8 nm en la industria. La fabricación de chips actual admite fáciles tolerancias, no se puede comparar con el grafeno. El agua crea el mayor problema mundial, y vale la pena hacer un gran esfuerzo para superarlo. Se trata de lograr agua potable a un precio de sólo 0,02 euros/m3. Ahora nos cuesta unos 0,4 euros/m3. La presión necesaria en la desaladora la conoceremos, cuando la membrana funcione en el laboratorio.
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Figura 5. Andre Geim y K. Novoselov, de la Universidad de Manchester, descubridores del grafeno, recibieron en 2010 el Premio Nobel.

jueves, 12 de febrero de 2015

El abandono en la Divina Providencia.




Claudio de la Colombière S.J.
n. 2 de febrero de 1641 en Ródano, Francia;
† 15 de febrero de 1682 en Paray-le-Monial, Francia



Nacido cerca de Lyon en 1641, Claudio de la Colombière entró en la Compañía de Jesús. Después de algunos años consagrados a la enseñanza, fue nombrado, a la edad de 33 años, superior en Paray-le-Monial. Encontró allí a Santa Margarita María de Alacoque, a la que estaba destinado por Dios para asistir en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón y para dirigirla en las angustias espirituales que por entonces atravesaba. Margarita María se encuentra en extrema aflicción, mientras el Señor le dice: "Vive tranquila. Yo te enviaré a mi siervo fiel y perfecto amigo que te enseñará a conocerme y a abandonarte a Mí". Tal fue la misión del P. de La Colombière. Desde el primer contacto en el locutorio del monasterio, la santa sabe que tiene delante a quien Dios le envía para dirigirla con seguridad y acierto en los planes providenciales que el Divino Corazón le había confiado.
Enseguida, fue enviado a Londres como predicador de la duquesa de York, que era católica. Fue puesto en prisión por los protestantes y condenado a muerte. Pena ésta que le fue conmutada por la de destierro. Murió en 1682 y fue beatificado por Pío XI el 16 de junio 1929.



EL ABANDONO CONFIADO A LA 
DIVINA PROVIDENCIA





Capítulos Breves

I. Verdades consoladoras.
a) Confiemos en la sabiduría de Dios.
b) Cuando Dios nos prueba.
c) Arrojarse en los brazos de Dios.
d) Práctica del abandono confiado.

II. Las adversidades son útiles a los justos, necesarias a los pecadores
a) Hay que confiar en la Providencia.
b) Ventajas inesperadas de las pruebas.
c) Ocasiones de méritos y de la salvación.

III. Recurso a la oración
a) Para obtener bienes.
b) Para apartar los males.
c) No se pide bastante.
d) Perseverancia en la oración.
e) Una confianza obstinada.

IV. Ejercicio particular de conformidad con la Divina Providencia.
a) Actos de fe, de esperanza y de caridad.
b) Acto de filial abandono a la Providencia.
c)  Utilidad de este ejercicio.


I. Verdades consoladoras.

Una de las verdades mejor establecidas y de las más consoladoras que se nos han revelado es que nada nos sucede en la tierra, excepto el pecado, que no sea porque Dios lo quiere; Él es quien envía las riquezas y la pobreza; si estáis enfermos, Dios es la causa de vuestro mal; si habéis recobrado la salud, es Dios quien os la ha devuelto; si vivís, es solamente a Él a quien debéis un bien tan grande; y cuando venga la muerte a concluir vuestra vida, será de su mano de quien recibiréis el golpe mortal.
Pero, cuando nos persiguen los malvados, ¿debemos atribuirlo a Dios? Sí, también le podéis acusar a Él del mal que sufrís. Pero no es la causa del pecado que comete vuestro enemigo al maltrataros, y sí es la causa del mal que os hace este enemigo mientras peca.
No es Dios quien ha inspirado a vuestro enemigo la perversa voluntad que tiene de haceros mal, pero es Él quien le ha dado el poder. No dudéis, si recibís alguna llaga, es Dios mismo quien os ha herido. Aunque todas las criaturas se aliaran contra vosotros, si el Creador no lo quiere, si Él no se une a ellas, si Él no les da la fuerza y los medios para ejecutar sus malos designios, nunca llegarán a hacer nada: No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo Alto, decía el Salvador del mundo a Pilatos. Lo mismo podemos decir a los demonios y a los hombres, incluso a las criaturas privadas de razón y de sentimiento. No, no me afligiríais, ni me incomodaríais como hacéis si Dios no lo hubiera ordenado así; es Él quien os envía, Él es quien os da el poder de tentarme y afligirme: No tendríais ningún poder sobre mí si no os fuera dado de lo Alto.
Si meditáramos seriamente, de vez en cuando, este artículo de nuestra fe, no se necesitaría más para ahogar todas nuestras murmuraciones en las pérdidas, en todas las desgracias que nos suceden. Es el Señor quien me había dado los bienes, es Él mismo quien me los ha quitado; no es ni esta partida, ni este juez, ni este ladrón quien me ha arruinado; no es tampoco esta mujer que me ha envenenado con sus medicamentos; si este hijo ha muerto... todo esto pertenecía a Dios y no ha querido dejármelo disfrutar más largo tiempo.



 CONFIEMOS EN LA SABIDURÍA DE DIOS

Es una verdad de fe que Dios dirige todos los acontecimientos de que se lamenta el mundo; y aún más, no podemos dudar de que todos los males que Dios nos envía nos sean muy útiles: no podemos dudar sin suponer que al mismo Dios le falta la luz para discernir lo que nos conviene.
Si, muchas veces, en las cosas que nos atañen, otro ve mejor que nosotros lo que nos es útil, ¿no será una locura pensar que nosotros vemos las cosas mejor que Dios mismo, que Dios que está exento de las pasiones que nos ciegan, que penetra en el porvenir, que prevé los acontecimientos y el efecto que cada causa debe producir? Vosotros sabéis que a veces los accidentes más importunos tienen consecuencias dichosas, y que por el contrario los éxitos más favorables pueden acabar finalmente de manera funesta. También es una regla que Dios observa a menudo, de ir a sus fines por caminos totalmente opuestos a los que la prudencia humana acostumbra escoger.
En la ignorancia en que estamos de lo que debe acaecernos posteriormente, ¿cómo osaremos murmurar de lo que sufrimos por la permisión de Dios? ¿No tememos que nuestras quejas conduzcan a error, y que nos quejamos cuando tenemos el mayor motivo para felicitamos de su Providencia? José es vendido, se le lleva como esclavo, y se le encarcela; si se afligiera de sus desgracias, se afligiría de su felicidad, pues son otros tantos escalones que elevan insensiblemente hasta el trono de Egipto. Saúl ha perdido las asnas de su padre; es necesario irlas a buscar muy lejos e inútilmente; mucha preocupación y tiempo perdido, es cierto; pero si esta pena le disgusta, no hubiera habido disgusto tan irracional, visto que todo esto estaba permitido para conducirle al profeta que debe ungirle de parte del Señor, para que sea el rey de su pueblo.
¡Cuánta será nuestra confusión cuando comparezcamos delante de Dios, y veamos las razones que habrá tenido de enviarnos estas cruces que hemos recibido tan a pesar nuestro! He lamentado la muerte del hijo único en la flor de la edad: ¡Ay!, pero si hubiera vivido algunos meses o algunos años más, hubiera perecido a manos de un enemigo, y habría muerto en pecado mortal. No he podido consolarme de la ruptura de este matrimonio: Si Dios hubiera permitido que se hubiera realizado, habría pasado mis días en el duelo y la miseria. Debo treinta o cuarenta años de vida a esta enfermedad que he sufrido con tanta impaciencia. Debo mi salvación eterna a esta confusión que me ha costado tantas lágrimas. Mi alma se hubiera perdido de no perder este dinero. ¿De qué nos molestamos?... ¡Dios carga con nuestra conducta, y nos preocupamos! Nos abandonamos a la buena fe de un médico, porque lo suponemos entendido en su profesión; él manda que se os hagan las operaciones más violentas, alguna vez que os abran el cráneo con el hierro; que se os horade, que os corten un miembro para detener la gangrena, que podría llegar hasta el corazón. Se sufre todo esto, se queda agradecido y se le recompensa liberalmente, porque se juzga que no lo haría si el remedio no fuera necesario, porque se piensa que hay que fiar en su arte; ¡y no le concederemos el mismo honor a Dios! Se diría que no nos fiamos de su sabiduría y que tenemos miedo de que nos descaminara. ¡Cómo!, ¿entregáis vuestro cuerpo a un hombre que puede equivocarse y cuyos menores errores pueden quitaros la vida, y no podéis someteros a la dirección del Señor?
Si viéramos todo lo que Él ve, querríamos infaliblemente todo lo que Él quiere; se nos vería pedirle con lágrimas las mismas aficiones que procuramos apartar por nuestros votos y nuestras oraciones. A todos nos dice lo que dijo a los hijos del Zebedeo: Nescítis quid petatis; hombres ciegos, tengo piedad de vuestra ignorancia, no sabéis lo que pedís; dejadme dirigir vuestros intereses, conducir vuestra fortuna, conozco mejor que vosotros lo que necesitáis; si hasta ahora hubiera tenido consideración a vuestros sentimientos y a vuestros gustos, estaríais ya perdidos y sin recurso.

CUANDO DIOS NOS PRUEBA

¿Pero queréis estar persuadidos que en todo lo que Dios permite, en todo lo que os sucede, sólo se persigue vuestro verdadero interés, vuestra verdadera dicha eterna? Reflexionad un poco en todo lo que ha hecho por vosotros. Ahora estáis en la aflicción; pensad que el autor de ella, es el mismo que ha querido pasar toda su vida en dolores para ahorraros los eternos; que es el mismo que tiene su ángel a vuestro lado, velando bajo su mandato en todos vuestros caminos y aplicándose a apartar todo lo que podría herir vuestro cuerpo o mancillar vuestra alma; pensad que el que os ata a esta pena es el mismo que en nuestros altares no cesa de rogar y de sacrificarse mil veces al día para expiar vuestros crímenes y para apaciguar la cólera de su Padre a medida que le irritáis; que es el que viene a vosotros con tanta bondad en el sacramento de la Eucaristía, el que no tiene mayor placer, que el de conversar con vosotros y el de unirse a vosotros. Tras estas pruebas de amor, ¡qué ingratitud más grande desconfiar de Él, dudar sobre si nos visita para hacernos bien o para perjudicarnos! &emdash;¡Pero me hiere cruelmente, hace pesar su mano sobre mí! &emdash;¿Qué habéis de temer de una mano que ha sido perforada, que se ha dejado clavar a la cruz por vosotros? &emdash;¡Me hace caminar por un camino espinoso! &emdash;¿Si no hay otro para ir al cielo, desgraciados seréis, si preferís perecer para siempre antes que sufrir por un tiempo! ¿No es éste el mismo camino que ha seguido antes que vosotros y por amor vuestro? ¿Habéis encontrado alguna espina que no haya señalado, que no haya teñido con su sangre? ¡Me presenta un cáliz lleno de amargura! Sí, pero pensad que es vuestro divino Redentor quien os lo presenta; amándoos tanto corno lo hace, ¿podría trataros con rigor si no tuviera una extraordinaria utilidad o una urgente necesidad? Tal vez habéis oído hablar del príncipe que prefirió exponerse a ser envenenado antes que rechazar el brebaje que su médico le había ordenado beber, porque había reconocido siempre en este médico mucha fidelidad y mucha afección a su persona. Y nosotros, cristianos, ¡rechazaremos el cáliz que nos ha preparado nuestro divino Maestro, osaremos ultrajarle hasta ese punto! Os suplico que no olvidéis esta reflexión; si no me equivoco, basta para hacernos amar las disposiciones de la voluntad divina por molestas que nos parezcan. Además, éste es el medio de asegurar infaliblemente nuestra dicha incluso desde esta vida.

ARROJARSE EN LOS BRAZOS DE DIOS

Supongo, por ejemplo, que un cristiano se ha liberado de todas las ilusiones del mundo por sus reflexiones y por las luces que ha recibido de Dios, que reconoce que todo es vanidad, que nada puede llenar su corazón, que lo que ha deseado con las mayores ansias es a menudo fuente de los pesares más mortales; que apenas si se puede distinguir lo que nos es útil de lo que nos es nocivo, porque el bien y el mal están mezclados casi por todas partes, y lo que ayer era lo más ventajoso es hoy lo peor; que sus deseos no hacen más que atormentarle, que los cuidados que toma para triunfar le consumen y algunas veces le perjudican, incluso en sus planes, en lugar de hacerlos avanzar; que, al fin y al cabo, es una necesidad el que se cumpla la voluntad de Dios, que no se hace nada fuera de su mandato y que no ordena nada a nuestro respecto que no nos sea ventajoso.
Después de percibir todo esto, supongo también que se arroja a los brazos de Dios como un ciego, que se entrega a Él, por decirlo así, sin condiciones ni reservas, resuelto enteramente a fiarse a Él en todo y de no desear nada, no temer nada, en una palabra, de no querer nada más que lo que Él quiera, y de querer igualmente todo lo que Él quiera; afirmo que desde este momento esta dichosa criatura adquiere una libertad perfecta, que no puede ser contrariada ni obligada, que no hay ninguna autoridad sobre la tierra, ninguna potencia que sea capaz de hacerle violencia o de darle un momento de inquietud.
Pero, ¿no es una quimera que a un hombre le impresionen tanto los males como los bienes? No, no es ninguna quimera; conozco personas que están tan contentas en la enfermedad como en la salud, en la riqueza como en la indigencia; incluso conozco quienes prefieren la indigencia y la enfermedad a las riquezas y a la salud.
Además no hay nada más cierto que lo que os voy a decir: Cuanto más nos sometamos a la voluntad de Dios, más condescendencia tiene Dios con nuestra voluntad. Parece que desde que uno se compromete únicamente a obedecerle, Él sólo cuida de satisfacernos: y no sólo escucha nuestras oraciones, sino que las previene, y busca hasta el fondo de nuestro corazón estos mismos deseos que intentamos ahogar para agradarle y los supera a todos.
En fin, el gozo del que tiene su voluntad sumisa a la voluntad de Dios es un gozo constante, inalterable, eterno. Ningún temor turba su felicidad, porque ningún accidente puede destruirla. Me lo represento como un hombre sentado sobre una roca en medio del océano; ve venir hacia él las olas más furiosas sin espantarse, le agrada verlas y contarlas a medida que llegan a romperse a sus pies; que el mar esté calmo o agitado, que el viento impulse las olas de un lado o del otro, sigue inalterable porque el lugar donde se encuentra es firme e inquebrantable.
De ahí nace esa paz, esta calma, ese rostro siempre sereno, ese humor siempre igual que advertimos en los verdaderos servidores de Dios.

PRÁCTICA DEL ABANDONO CONFIADO

Nos queda por ver cómo podemos alcanzar esta feliz sumisión. Un camino seguro para conducirnos es el ejercicio frecuente de esta virtud. Pero como las grandes ocasiones de practicarla son bastante raras, es necesario aprovechar las pequeñas que son diarias y cuyo buen uso nos prepara en seguida para soportar los mayores reveses, sin conmovernos. No hay nadie a quien no sucedan cien cosillas contrarias a sus deseos e inclinaciones, sea por nuestra imprudencia o distracción, sea por la inconsideración o malicia de otro, ya sean el fruto de un puro efecto del azar o del concurso imprevisto de ciertas causas necesarias. Toda nuestra vida está sembrada de esta clase de espinas que sin cesar nacen bajo nuestras pisadas, que producen en nuestro corazón mil frutos amargos, mil movimientos involuntarios de aversión, de envidia, de temor, de impaciencia, mil enfados pasajeros, mil ligeras inquietudes, mil turbaciones que alteran la paz de nuestra alma al menos por un momento. Se nos escapa por ejemplo una palabra que no quisiéremos haber dicho o nos han dicho otra que nos ofende; un criado sirve mal o con demasiada lentitud, un niño os molesta, un importuno os detiene, un atolondrado tropieza con vosotros, un caballo os cubre de lodo, hace un tiempo que os desagrada, vuestro trabajo no va como desearíais, se rompe un mueble, se mancha un traje o se rompe. Sé que en todo esto no hay que ejercitar una virtud heroica, pero os digo que bastaría para adquirirla infaliblemente si quisiéramos; pues si alguien tuviera cuidado para ofrecer a Dios tolas estas contrariedades y aceptarlas como dadas por su Providencia, y si además se dispusiera insensiblemente a una unión muy íntima con Dios, será capaz en poco tiempo de soportar los más tristes y funestos accidentes de la vida.
A este ejercicio que es tan fácil, y sin embargo tan útil para nosotros y tan agradable a Dios que ni puedo decíroslo, hemos de añadir también otro. Pensad todos los días, por las mañanas, en todo lo que pueda sucederos de molesto a lo largo del día. Podría suceder que en este día os trajeran la nueva de un naufragio, de una bancarrota, de un incendio; quizá antes de la noche recibiréis alguna gran afrenta, alguna confusión sangrante; tal vez sea la muerte la que os arrebatará la persona más querida de vosotros; tampoco sabéis si vais a morir vosotros mismos de una manera trágica y súbitamente. Aceptad todos estos males en caso de que quiera Dios permitirlos; obligad vuestra voluntad a consentir en este sacrificio y no os deis ningún reposo hasta que no la sintáis dispuesta a querer o a no querer todo lo que Dios quiera o no quiera.
En fin, cuando una de estas desgracias se deje en efecto sentir, en lugar de perder el tiempo quejándose de los hombres o de la fortuna, id a arrojaros a los pies de vuestro divino Maestro, para pedirle la gracia de soportar este infortunio con constancia. Un hombre que ha recibido una llaga mortal, si es prudente no correrá detrás del que le ha herido, sino ante todo irá al médico que puede curarle. Pero si en semejantes encuentros, buscarais la causa de vuestros males, también entonces deberíais ir a Dios pues no puede ser otro el causante de vuestro mal.
Id pues a Dios, pero id pronto, inmediatamente, que sea éste el primero de todos vuestros cuidados; id a contarle, por así decirlo, el trato que os ha dado, el azote de que se ha servido para probaros. Besad mil veces las manos de vuestro Maestro crucificado, esas manos que os han herido, que han hecho todo el mal que os aflige. Repetid a menudo aquellas palabras que también Él decía a su Padre, en lo más agudo de su dolor: Señor, que se haga vuestra voluntad y no la mía; Fiat voluntas tua. Sí mi Dios, en todo lo que queráis de mí hoy y siempre, en el cielo y en la tierra, que se haga esta voluntad, pero que se haga en la tierra como se cumple en el cielo.





II. Las adversidades son útiles a los justos, necesarias a los pecadores

Ved a esta madre amante que con mil caricias mira de apaciguar los gritos de su hijo, que le humedece con sus lágrimas mientras le aplican el hierro y el fuego; desde el momento en que esta dolorosa operación se hace ante sus ojos y por su mandato, ¿quién va a dudar de que este remedio violento debe ser muy útil a este hijo que después encontrará una perfecta curación o al menos el alivio de un dolor más vivo y duradero?
Hago el mismo razonamiento cuando os veo en la adversidad. Os quejáis de que se os maltrate, os ultrajen, os denigren con calumnias, que os despojen injustamente de vuestros bienes: Vuestro Redentor; este nombre es aún más tierno que el de padre o madre, vuestro Redentor es testigo de todo lo que sufrís, Él os lleva en su seno, y ha declarado que cualquiera que os toque, le toca a Él mismo en la niña del ojo; sin embargo. Él mismo permite que seáis atravesado, aunque pudiera fácilmente impedirlo, ¡y dudáis que esta prueba pasajera no os procure las más sólidas ventajas! Aunque el Espíritu Santo no hubiera llamado bienaventurados a los que sufren aquí abajo, aunque todas las páginas de la Escritura no hablaran en favor de las adversidades, y no viéramos que son el pago más corriente de los amigos de Dios, no dejaría de creer que nos son infinitamente ventajosas. Para persuadirme, basta saber que Dios ha preferido sufrir todo lo que la rabia de los hombres ha podido inventar en las torturas más horribles, antes de yerme condenado a los menores suplicios de la otra vida; basta, dije, que sepa que es Dios mismo quien me prepara, quien me presenta el cáliz de amargura que debo beber en este mundo. Un Dios que ha sufrido tanto para impedirme sufrir, no se dará el cruel e inútil placer de hacerme sufrir ahora.

HAY QUE CONFIAR EN LA PROVIDENCIA

Para mí, cuando veo a un cristiano abandonarse al dolor en las penas que Dios le envía, digo en primer lugar: «He aquí un hombre que se aflige de su dicha; ruega a Dios que le libre de la indigencia en que se encuentra y debería darle gracias de haberle reducido a ella. Estoy seguro que nada mejor podría acaecerle que lo que hace el motivo de su desolación; para creerlo tengo mil razones sin réplica. Pero si viera todo lo que Dios ve, si pudiera leer en el porvenir las consecuencias felices con las que coronará estas tristes aventuras, ¿cuánto más no me aseguraría en mi pensamiento?
En efecto, si pudiéramos descubrir cuáles son los designios de la Providencia, es seguro que desearíamos con ardor los males que sufrimos con tanta repugnancia.
¡Dios mío!, si tuviéramos un poco más de fe, si supiéramos cuánto nos amáis, cómo tenéis en cuenta nuestros intereses, ¿cómo miraríamos las adversidades? Iríamos en busca de ellas ansiosamente, bendeciríamos mil veces la mano que nos hiere.
«¿Qué bien puede proporcionarme esta enfermedad que me obliga a interrumpir todos mis ejercicios de piedad?», dirá tal vez alguien. «¿Qué ventaja puedo obtener de la pérdida de todos mis bienes que me sitúa en el desespero, de esta confusión que abate mi valor y que lleva la turbación a mi espíritu?» Es cierto que estos golpes imprevistos, en el momento en que hieren acaban algunas veces con aquellos sobre quienes caen y les sitúan fuera del estado de aprovecharse inmediatamente de su desgracia: Pero esperad un momento y veréis que es por allí por donde Dios os prepara para recibir sus favores más insignes. Sin este accidente, es posible que no hubierais llegado a ser peor, pero no hubierais sido tan santo. ¿No es cierto que desde que os habéis dado a Dios, no os habíais resuelto a despreciar cierta gloria fundada en alguna gracia del cuerpo o en algún talento del espíritu, que os atraía la estima de los hombres? ¿No es cierto que teníais aún cierto amor al juego, a la vanidad, al lujo? ¿No es cierto que no os había abandonado el deseo de adquirir riquezas, de educar a vuestros hijos con los honores del mundo? Quizá incluso cierto afecto, alguna amistad poco espiritual disputaba aún vuestro corazón a Dios. Sólo os faltaba este paso para entrar en una libertad perfecta; era poco, pero, en fin, no hubierais podido hacer aún este último sacrificio; sin embargo, ¿ de cuántas gracias no os privaba este obstáculo? Era poco, pero no hay nada que cueste tanto al alma cristiana como el romper este último lazo que le liga al mundo o a ella misma; sólo en esta situación siente una parte de su enfermedad; pero le espanta el pensamiento de su remedio, porque el mal está tan cerca del corazón que sin el socorro de una operación violenta y dolorosa, no se le puede curar; por esto ha sido necesario sorprenderos, que cuando menos pensabais en ello, una mano hábil haya llevado el hierro adelante en la carne viva, para horadar esta úlcera oculta en el fondo de vuestras entrañas; sin este golpe, duraría aún vuestra languidez. Esta enfermedad que se detiene, esta bancarrota que os arruina, esta afrenta que os cubre de vergüenza, la muerte de esta persona que lloráis, todas estas desgracias harán en un instante lo que no hubieran hecho todas vuestras meditaciones, lo que todos vuestros directores hubieran intentado inútilmente.


VENTAJAS INESPERADAS DE LAS PRUEBAS

Y si la aflicción en que estáis por voluntad de Dios, os hastía de todas las criaturas, si os compromete a daros enteramente a vuestro Creador, estoy seguro que le estaréis más agradecidos por lo que os ha afligido, que por lo que le hubierais ofrecido en vuestros votos si os evitaba la aflicción; los demás favores que habéis recibido de Él, comparados con esta desgracia, no serán a vuestros ojos más que pequeños favores. Siempre habéis mirado las bendiciones temporales que ha derramado hasta ahora sobre vuestra familia como los efectos de su bondad hacia vosotros; pero entonces veréis claramente que nunca os amó tanto como cuando trastornó todo lo que había hecho para vuestra prosperidad, y que si había sido liberal al daros las riquezas, el honor, los hijos y la salud, ha sido pródigo al quitaros todos estos bienes.
No hablo de los méritos que se adquieren por la paciencia; por lo general, es cierto que se gana más para el cielo en un día de adversidad que durante varios años pasados en la alegría, por santo que sea el uso que se haga de ella.
Todo el mundo conoce que la prosperidad nos debilita; y es mucho cuando un hombre dichoso, según el mundo, se toma la pena de pensar en el Señor una o dos veces por día; las ideas de los bienes sensibles que le rodean ocupan tan agradablemente su espíritu que olvida con mucho lodo lo demás. Por el contrario la adversidad nos lleva de un modo natural a elevar los ojos al cielo, para, mediante esta visión, suavizar la amarga impresión de nuestros males. Sé que se puede glorificar a Dios en toda clase de estados y que no deja de honrarle la vida de un cristiano que le sirve en una alegre fortuna; pero ¡quién asegura que este cristiano le honra tanto como el hombre que le bendice en los sufrimientos! Se puede decir que el primero es semejante a un cortesano asiduo y regular, que no abandona nunca a su príncipe, que le sigue al consejo, que todo lo hace a gusto, que hace honor a sus fiestas; pero que el segundo es como un valiente capitán, que toma las ciudades para su rey, que le gana las batallas, a través de mil peligros y a precio de su sangre, que lleva lejos la gloria de las armas de su señor y los límites de su imperio.
Del mismo modo, un hombre que disfruta de una salud robusta, que posee grandes riquezas, que vive en honor, que tiene la estima del mundo, si este hombre usa como debe de todas estas ventajas, si las recibe con agradecimiento, si las refiere a Dios como a su divino Maestro por una conducta tan cristiana; pero si la Providencia le despoja de todos estos bienes, si le consume de dolores y de miserias y si en medio de tantos males, persevera en los mismos sentimientos, en las mismas acciones de gracias, si sigue al Señor con la misma prontitud y la misma docilidad, por un camino tan difícil, tan opuesto a sus inclinaciones, entonces es cuando publica las grandezas de Dios y la eficacia de su gracia, del modo más generoso y brillante.

OCASIONES DE MÉRITOS Y DE SALVACIÓN

Juzgad de ahí la gloria que deben esperar de Jesucristo las personas que le habrán glorificado en un camino tan espinoso. Entonces será cuando nosotros reconoceremos cuánto nos habrá amado Dios, dándonos las ocasiones de merecer una recompensa tan abundante; entonces nos reprocharemos a nosotros mismos el habernos quejado de lo que debería aumentar nuestra felicidad; de haber gemido, de haber suspirado, cuando deberíamos habernos alegrado; de haber dudado de la bondad de Dios, cuando nos daba las señales más seguras. Si un día han de ser así nuestros sentimientos, ¿por qué no entrar desde hoy en una disposición tan feliz? ¿Por qué no bendecir a Dios en medio de los males de esta vida, si estoy seguro que en el cielo le daré gracias eternas?
Todo esto nos hace ver que sea cuál sea el modo como vivamos deberíamos recibir siempre toda adversidad con alegría. Si somos buenos, la adversidad nos purifica y nos vuelve mejores, nos llena de virtudes y de méritos; si somos viciosos, nos corrige y nos obliga a ser virtuosos.





III. Recurso a la oración

Es extraño que habiéndose comprometido Jesucristo tan a menudo y tan solemnemente a atender todos nuestros votos, la mayor parte de los cristianos se quejan todos los días de no ser escuchados. Pues, no se puede atribuir la esterilidad de nuestras oraciones a la naturaleza de los bienes que pedimos, ya que no ha exceptuado nada en sus promesas: Omnia quaecumque Orantes petitis credite quia accipietis (creed que obtendréis cuanto pidiereis por la oración). Tampoco se puede atribuir esta esterilidad a la indignidad de los que piden, pues lo ha prometido a toda clase de personas sin excepción: Omnis qui petit accipit (quien pide, recibe). ¿De dónde puede venir que tantas oraciones nuestras sean rechazadas? ¿Quizás no se deba a que como la mayor parte de los hombres son igualmente insaciables e impacientes en sus deseos, hacen demandas tan excesivas o con tanta urgencia que cansan, que desagradan al Señor o por su indiscreción o por su importunidad? No, no; la única razón por la que obtenemos tan poco de Dios es porque le pedimos demasiado poco y con poca insistencia.
Es cierto que Jesucristo nos ha prometido de parte de su Padre, concedernos todo, incluso las cosas mas pequeñas; pero nos ha prescrito observar un orden en todo lo que pedimos y, sin la observancia de esta regla, en vano esperaremos obtener nada. En San Mateo se nos ha dicho: Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura: Quaerite primum regnum Dei, et haec omnia adicientur vobis.

PARA OBTENER BIENES

  No se os prohíbe desear las riquezas, y todo lo que es necesario para vivir, incluso para vivir bien; pero hay que desear estos bienes en su rango, y si queréis que todos vuestros deseos a este respecto se cumplan infaliblemente, pedid primero las cosas más importantes, a fin de que se añadan las pequeñas al daros las mayores.
He aquí exactamente lo que le sucedió a Salomón. Dios le había dado la libertad de pedir todo lo que quisiera, él le suplicó de concederle la sabiduría, que necesitaba para cumplir santamente con sus deberes de la realeza. No hizo ninguna mención ni de los tesoros ni de la gloria del mundo; creyó que haciéndole Dios una oferta tan ventajosa tendría la ocasión de obtener bienes considerables. Su prudencia le mereció en seguida lo que pedía e incluso lo que no pedía. Quia postulasti verbum hoc, et non petisti tibi dies multos, nec divitias..., ecce feci tibi secundum sermones tuos: Te concedo de gusto esta sabiduría porque me la has pedido, pero no dejaré de colmarte de años, de honores y de riquezas, porque no me has pedido nada de todo esto: Sed et haec quae non postulasti, divitias scilicet et gloriam.
Si este es el orden que Dios observa en la distribución de sus gracias, no nos debemos extrañar que hasta ahora hayamos orado sin éxito. Os confieso que a menudo estoy lleno de compasión cuando veo la diligencia de ciertas personas, que distribuyen limosnas, que hacen promesa de peregrinaciones y ayunos, que interesan hasta a los ministros del altar para el éxito de sus empresas temporales. ¡Hombres ciegos, temo que roguéis y que hagáis rogar en vano! Hay que hacer estas ofrendas, estas promesas de ayunos y peregrinaciones, para obtener de Dios una entera reforma de vuestras costumbres, para obtener la paciencia cristiana, el desprecio del mundo, el desapego de las criaturas; tras estos primeros pasos de un celo regulado, hubierais podido hacer oraciones por el restablecimiento de vuestra salud y por el progreso de vuestros negocios; Dios hubiera escuchado estas oraciones, o mejor, las hubiera prevenido y se hubiera contentado de conocer vuestros deseos para cumplirlos.
Sin estas gracias primeras, todo lo demás podría ser perjudicial y de ordinario así es; he aquí por qué somos rechazados. Murmuramos, acusamos al Cielo de dureza, de poca fidelidad en sus promesas. Pero nuestro Dios es un Padre lleno de bondad, que prefiere sufrir nuestras quejas y nuestras murmuraciones, antes que apaciguarías con presentes que nos serían funestos.

PARA APARTAR LOS MALES

Lo que he dicho de los bienes, lo digo también de los males de que deseamos vernos libres. Alguien dirá que él no suspira por una gran fortuna, que se contentaría con salir de esta extrema indigencia en la que sus desgracias lo han reducido; deja la gloria y la alta reputación para los que la ansían, desearía tan sólo evitar el oprobio en que le sumergen las calumnias de sus enemigos; en fin, puede pasarse de los placeres, pero sufre dolores que no puede soportar; desde hace tiempo está rogando, pide al Señor con insistencia a ver si quiere suavizarlos; pero le encuentra inexorable. No me sorprende; tenéis males secretos mucho mayores que los males de que os quejáis, sin embargo son males de los que no pedís ser librados; si para conseguirlo hubierais hecho la mitad de las oraciones que habéis hecho para ser curados de los males exteriores, haría ya mucho tiempo que hubierais sido librados de los unos y de los otros. La pobreza os sirve para mantener en humildad a vuestro espíritu, orgulloso por naturaleza; el apego extremo que tenéis por el mundo os hace necesarias estas medicinas que os afligen; en vosotros las enfermedades son como un dique contra la inclinación que tenéis por el placer, contra esta pendiente que os arrastraría a mil desgracias. El descargaros de estas cruces, no sería amaros, sino odiaros cruelmente, a no ser que os concedan las virtudes que no tenéis. Si el Señor os viera con cierto deseo de estas virtudes, os las concedería sin dilación y no sería necesario pedir el resto.

NO SE PIDE BASTANTE

Ved cómo por no pedir bastante, no recibimos nada, porque Dios no podría limitar su liberalidad a pequeños objetos, sin perjudicarnos a nosotros mismos. Os ruego observéis que no digo que no se puedan pedir prosperidades temporales sin ofenderle, y pedir ser liberados de las cruces bajo las que gemimos; sé que para rectificar las oraciones por las que se solicita este tipo de gracias basta con pedirlas con la condición de que no sean contrarias ni a la gloria de Dios, ni a nuestra propia salvación; pero como es difícil que sea glorioso a Dios el escucharos o útil para vosotros, si no aspiráis a mayores dones, os digo que en tanto os contentéis con poco, corréis el riesgo de no obtener nada.
¿Queréis que os dé un buen método para pedir la felicidad incluso temporal, método capaz de forzar a Dios para que os escuche? Decidle de todo corazón: Dios mío, dadme tantas riquezas que mi corazón sea satisfecho o inspiradme un desprecio tan grande que no las desee más; libradme de la pobreza o hacédmela tan amable que la prefiera a todos los tesoros de la tierra; que cesen estos dolores, o lo que será aún más glorioso para Vos, haced que cambien en delicias para mí y que lejos de afligirme y de turbar la paz de mi alma lleguen a ser, a su vez, la fuente más dulce de alegría. Podéis descargarme de la cruz; podéis dejármela, sin que sienta el peso. Podéis extinguir el fuego que me quema; podéis hacer, que en lugar de apagarlo para que no me queme, me sirva de refrigerio, como lo fue para los jóvenes hebreos en el horno de Babilonia. Os pido lo uno o lo otro. ¿Qué importa el modo como yo sea feliz? Si lo soy por la posesión de los bienes terrestres, os daré eternas acciones de gracias; si lo soy por la privación de estos mismos bienes, será un prodigio más gloria a vuestro nombre quedará estaré aún más reconocido.
He aquí una oración digna de ser ofrecida a Dios por un verdadero cristiano. Cuando roguéis de este modo, ¿sabéis cuál es el efecto de vuestros votos? En primer lugar estaréis contento suceda lo que suceda; ¿acaso desean otra cosa los que están deseosos de bienes temporales que estar contentos? En segundo lugar, no solamente no obtendréis infaliblemente una de las dos cosas que habéis perdido, sino que ordinariamente obtendréis las dos. Dios os concederá el disfrute de las riquezas; y para que las poseáis sin apego y sin peligro, os inspirará a la vez un desprecio saludable. Pondrá fin a vuestros dolores, y además os dejará una sed ardiente que os dará el mérito de la paciencia, sin que sufráis. En una palabra, os hará felices en esta vida y temiendo que vuestra dicha no os corrompa, os hará conocer y sentir la vanidad. ¿Se puede desear algo más ventajoso? Nada, sin duda. Pero como una ventaja tan preciosa es digna de ser pedida, acordaos también que merece ser pedida con insistencia. Pues la razón por la que se obtiene tan poco, no es solamente porque se pide poco, es también porque, se pida poco o mucho, no se pide bastante.

PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN

¿Queréis que todas vuestras oraciones sean eficaces infaliblemente? ¿Queréis forzar a Dios a satisfacer todos vuestros deseos? En primer lugar digo que no hay que cansarse de orar. Los que se cansan después de haber rogado durante un tiempo, carecen de humildad o de confianza; y de este modo no merecen ser escuchados. Parece como si pretendierais que se os obedezca al momento vuestra oración como si fuera un mandato; ¿no sabéis que Dios resiste a los soberbios y que se complace en los humildes? ¿Qué? ¿Acaso vuestro orgullo no os permite sufrir que os hagan volver más de una vez para la misma cosa? Es tener muy poca confianza en la bondad de Dios el desesperar tan pronto, el tomar las menores dilaciones por rechazos absolutos.
Cuando se concibe verdaderamente hasta dónde llega la bondad de Dios, jamás se cree uno rechazado, jamás se podría creer que desee quitarnos toda esperanza. Pienso, lo confieso, que cuando veo que más me hace insistir Dios en pedir una misma gracia, más siento crecer en mí la esperanza de obtenerla; nunca creo que mi oración haya sido rechazada, hasta que me doy cuenta de que he dejado de orar; cuando tras un año de solicitaciones, me encuentro en tanto fervor como tenía al principio, no dudo del cumplimiento de mis deseos; y lejos de perder valor después de tan larga espera, creo tener motivo para regocijarme, porque estoy persuadido que seré tanto más satisfecho cuanto más largo tiempo se me haya dejado rogar. Si mis primeras instancias hubieran sido totalmente inútiles, jamás hubiera reiterado los mismos votos, mi esperanza no se hubiera sostenido; ya que mi asiduidad no ha cesado, es una razón para mi el creer que seré pagado liberalmente.
En efecto, la. conversión de san Agustín no fue concedida a santa Mónica hasta después de diez y seis años de lágrimas; pero también fue una conversión incomparablemente más perfecta que la que había pedido. Todos sus deseos se limitaban a ver reducida la incontinencia de este joven en los límites del matrimonio, y tuvo el placer de verle abrazar los más elevados consejos de castidad evangélica. Había deseado solamente que se bautizara, que fuera cristiano, y ella le vio elevado al sacerdocio, a la dignidad episcopal.
En fin, ella sólo pedía a Dios verle salir de la herejía y Dios hizo de él la columna de la Iglesia y el azote de los herejes de su tiempo. Si después de un año o dos de oraciones, esta piadosa madre se hubiera desanimado, si después de diez o doce años, viendo que el mal crecía cada día, que este hijo desgraciado se comprometía cada día en nuevos errores, en nuevos excesos, que a la impureza había añadido la avaricia y la ambición; silo hubiera abandonado todo entonces por desesperación, ¡cuál hubiera sido su ilusión! ¿Qué agravio no hubiera hecho a su hijo? ¡De qué consolación no se hubiera privado ella misma! ¡De qué tesoro no hubiera frustrado a su siglo y a todos los siglos venideros!

UNA CONFIANZA OBSTINADA

Para terminar, me dirijo a aquellas personas que veo inclinadas a los pies del altar, para obtener estas preciosas gracias que Dios tiene tanta complacencia en vernos pedir. Almas dichosas, a quienes Dios da a conocer la vanidad de las cosas mundanas, almas que gemís bajo el yugo de vuestras pasiones y que rogáis para ser librados de ellas, almas fervientes que estáis inflamadas del deseo de amar a Dios y de servirle como los santos le han servido y usted que solicita la conversión de este marido, de esta persona querida, no os canséis de rogar, sed constantes, sed infatigables en vuestras peticiones; si se os rechaza hoy, mañana lo obtendréis todo; si no obtenéis nada este año, el año próximo os será más favorable; sin embargo, no penséis que vuestros afanes sean inútiles: Se lleva la cuenta de todos vuestros suspiros, recibiréis en proporción al tiempo que hayáis empleado en rogar; se os está amasando un tesoro que os colmará de una sola vez, que excederá a todos vuestros deseos.
Es necesario descubriros hasta el fin los resortes secretos de la Providencia: La negativa que recibís ahora no es más que un fingimiento del que Dios se sirve para inflamar más vuestro fervor. Ved cómo obra respecto a la Cananea, cómo rehúsa verla y oírla, cómo la trata de extranjera y más duramente aún. ¿No diréis que la importunidad de esta mujer le irrita más y más? Sin embargo, dentro de Él, la admira y está encantado de su confianza y de su humildad; y por esto la rechaza. ¡Oh clemencia disfrazada, que toma la máscara de la crueldad con qué ternura rechazas a los que más quieres escuchar! Guardaos de dejaros sorprender; al contrario, urgid tanto más cuanto más os parezca que sois rechazados.
Haced como la Cananea, servios contra Dios mismo de las razones que pueda tener para rechazaros. Es cierto debéis decir, que favorecerme sería dar a los perros el pan de los hijos, no merezco la gracia que pido, pero tampoco pretendo que se me conceda por mis méritos, es por los méritos de mi amable Redentor. Si, Señor, debéis temer que haya más consideración a mi indignidad que a vuestra promesa, y que queriendo hacerme justicia os engañéis a vos mismo. Si fuera más digno de vuestros beneficios, os seria menos glorioso el hacerme partícipe de ellos. No es justo hacer favores a un ingrato; ¡oh, Señor!, no es vuestra justicia lo que yo imploro, sino vuestra misericordia. ¡Mantén tu ánimo! dichoso de ti que has comenzado a luchar tan bien contra Dios; no le dejes tranquilo; le agrada la violencia que le hacéis, quiere ser vencida. Haceos notar por vuestra importunidad, haced ver en vosotros un milagro de constancia; forzad a Dios a dejar el disfraz y a deciros con admiración:
Magna est fides tua, fiat tibi sicut vis: Grande es tu fe; confieso que no puedo resistirte más; vete, tendrás lo que deseas, tanto en esta vida como en la otra.









IV. Ejercicio particular de conformidad con la Divina Providencia.

La práctica de este piadoso ejercicio es de suma importancia, a causa de las preciosas ventajas que extraen siempre las personas que lo realizan bien.

1. Actos de fe, de esperanza y de caridad

I. En primer lugar se hace un acto de fe en la Providencia divina. Se intenta penetrarse bien de esta verdad de que Dios toma un cuidado continuo y muy atento, no solamente de todas las cosas en general, sino también de cada una en particular, de nosotros sobre todo, de nuestra alma, de nuestro cuerpo, de todo lo que nos interesa; que su solicitud, a la que nada escapa, se extiende a nuestra reputación, a nuestros trabajos, a nuestras necesidades de toda clase, a nuestra salud como a nuestras enfermedades, a nuestra vida como a nuestra muerte y hasta al menor de nuestros cabellos que no puede caer sin su permiso.
II. Luego del acto de fe, se hace un acto de esperanza. Entonces, se excita uno a una firme confianza en que esta Providencia divina proveerá a todo lo que nos concierne, que nos dirigirá, nos defenderá con una vigilancia y una afección más que paternal y nos gobernará de tal modo que suceda lo que suceda, si nos sometemos a su dirección, todo nos será favorable y volverá en bien nuestro, incluso las cosas que parezcan más contrarias.
III. A estos dos actos hay que añadir el de la caridad. Se testimonia a la divina Providencia el más vivo afecto, el amor más tierno, como un niño lo testimonia a su buena madre refugiándose en sus brazos; se hacen protestas de un amor absoluto por todos sus designios, por impenetrables que sean, sabiendo que son el fruto de una sabiduría infinita que no puede equivocarse y de una bondad soberana que no puede querer más que la perfección de sus criaturas; se hace de tal modo que este aprecio sea bastante práctico para disponemos a hablar de buena gana de la Providencia e incluso a tomar su defensa altamente contra los que se permitan negarla o criticaría.

2. Acto de filial abandono a la Providencia

Después de haber renovado muchas veces estos actos y de haberse penetrado bien de ellos, el alma se abandona a la divina Providencia, reposa y duerme dulcemente en sus brazos, como un niño en los brazos de su madre. Hace suyas entonces aquellas palabras de David: En paz me duermo luego que me acuesto porque tú, Señor, me das seguridad (Sal. 4, 9-10). O bien dirá con el mismo profeta: El Señor es mi Pastor; nada me falta. Me pone en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma y me guía por las rectas sendas, por amor de su nombre y por mi perfección. ¡Oh mi Señor! guiado por vuestra mano y cubierto por vuestra protección, aunque haya de pasar por un valle tenebroso, en medio de mis enemigos, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado son mi consuelo. Tú pones ante mi una mesa, enfrente de mis enemigos. Sólo bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida, y estaré en la casa del Señor por muy largos años (Sal. 22).
Llena de la alegría que le inspira también suaves palabras el alma recibe con respeto a esta dichosa disposición, todos los acontecimientos presentes de manos de la divina Providencia y espera todos los venideros con una dulce tranquilidad de espíritu, con una paz deliciosa. Vive como un niño, al abrigo de toda inquietud. Pero esto no quiere decir que ella permanezca en una espera ociosa de las cosas teniendo necesidad de ellas o que descuide el aplicarse a los asuntos que se presenten. Al contrario, hace por su parte, todo lo que depende de su mano, para llevarlos bien, emplea en ellos todas sus facultades; pero sólo se da a tales cuidados bajo la dirección de Dios, no mira su propia previsión más que como sometida enteramente a la de Dios y le abandona la libre disposición de todo, no esperando otro éxito que el que está en los designios de la voluntad divina.

3. Utilidad de este ejercicio

¡Oh! ¡Cuánta gloria y honor da a Dios el alma dispuesta de este modo!
Verdaderamente es una gran gloria para Él el tener una criatura tan apegada a su Providencia, tan dependiente de su conducta, llena de una esperanza tan firme y disfrutando de un reposo de espíritu tan profundo en espera de lo que tenga a bien enviarle. Y también, ¡cuánto cuidado no tomará Dios de tal alma! Él vela sobre las menores cosas que le interesan: Inspira a los hombres establecidos para gobernarla todo lo que es necesario para dirigirla bien; y si por el motivo que sea, esos hombres quisieran obrar en relación con ella de un modo que le fuera perjudicial, Él haría surgir obstáculos a sus designios por caminos secretos e inesperados y les forzaría a adoptar lo que sería más ventajoso para esta alma querida.
El Señor guarda a cuantos le aman (Sal. 144,20). Si la Escritura da ojos a este Dios de bondad, es para velar por ellos; si le atribuye orejas es para escucharlos; si manos, es para defenderlos. Y quien les toque, toca al Señor en la niña de los ojos. Los niños serán llevados a la cadera, dice el Señor por boca del profeta Isaías, y serán acariciados sobre las rodillas. Como consuela una madre a su hijo, así os consolaré yo a vosotros (Is. 66, 12-13). En Oseas: Yo enseñé a andar a Efraín, le llevé en brazos (Os. 11,3). Mucho tiempo antes Moisés había dicho: En el desierto has visto como te ha llevado el Señor, tu Dios, como lleva un hombre a su hijo, por todo el camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar (Deut. 1, 31). También dice Dios en Isaías: Mamarás a los pechos de los reyes, recibirás un alimento delicioso y divino, y sabrás, mediante una dulce experiencia, con qué solicitud Yo, el Señor, soy tu Salvador (Is. 60, 16). ¡ Oh! ¡ dichosa situación para un alma!
En la persona de Noé se encuentra una imagen sensible de la felicidad que gusta el que se abandona completamente a Dios. Noé estaba en reposo y en paz en el arca con los leones, los tigres, los osos porque Dios le conducía mientras que las espantosas lluvias caían del cielo y en medio del trastorno general de los elementos y de toda la naturaleza. Por el contrario, los demás estaban en la más extraña confusión de cuerpo y de espíritu, perdían sus bienes, sus mujeres, sus hijos y hasta ellos mismos se perdían, tragados despiadadamente por las olas. Del mismo modo el alma que se abandona a la Providencia, que le deja el timón de su barca, boga con tranquilidad en el océano de esta vida, en medio de las tempestades del cielo y de la tierra, mientras que los que quieren gobernarse ellos mismos el Sabio los llama almas en tinieblas, excluidas de tu eterna Providencia (Sab. 17, 1-2) están en continua agitación y, no teniendo por piloto más que su voluntad inconstante y ciega, acaban en un funesto naufragio después de haber sido el juguete de los vientos y de la tempestad.
Abandonémonos completamente a la divina Providencia, dejémosle todo el poder de disponer de nosotros; comportémonos como sus verdaderos hijos, sigámosla con verdadero amor como a nuestra madre; confiémonos a ella en todas nuestras necesidades, esperemos sin inquietud que aporte los remedios de su caridad. En fin, dejémosla obrar y ella nos proveerá de todo en el tiempo, en el lugar y del modo más conveniente; ella nos conducirá por caminos admirables al reposo del espíritu y a la dicha a que estamos llamados a gozar incluso desde esta vida, como un anticipo de la eterna felicidad que nos ha sido prometida.