domingo, 21 de septiembre de 2014

ANTHONY DANIELS

Por ANTHONY DANIELS  |  The Miami Herald

¿Por qué es Pinochet, lejos, el más odiado (al menos por los
intelectuales) de todos los dictadores de la segunda mitad del siglo
XX?

¿Por qué él solo ha sufrido la humillante suerte de ser arrestado y
detenido en un país extranjero a pedido de otro país extranjero?

Después de todo, en el bestiario del siglo pasado fue una criatura
menor e insignificante, incluso si (lo que es poco probable) él fuera
responsable de cada crueldad cometida en Chile mientras fue
presidente. Cuando Sudáfrica, recientemente, se rehusó a extraditar al
ex gobernante etíope Mengistu (Haile Mariam) a su país natal, no hubo
ni asomos de protesta, aunque todos los crímenes de Pinochet habrían
cabido en una tarde del reinado de Mengistu, y las torturas
presuntamente practicadas en Chile fueron meros procedimientos
terapéuticos en comparación con lo que se hizo en Etiopía.

Incluso, entre los dictadores militares latinoamericanos conservadores
Pinochet no fue el peor. De cada intelectual liberal al que le sale
espuma de la boca con sólo mencionar su nombre, ¿cuántos son los que
han oído hablar de Lucas García de Guatemala, por ejemplo? Y los
generales de la junta argentina, cuyo récord ciertamente fue
infinitamente más oscuro que el de Pinochet, no son odiados -excepto
en Argentina- con el mismo rencor. ¿Por qué no?

Existe una explicación obvia: Pinochet fue el único de los dictadores
que fue increíblemente exitoso.

Se encontró con un país económicamente desastroso y lo dejó como un
faro cuya luz brilló mucho más allá de América Latina. Atrajo a
quienes querían aprender del éxito de todas partes del mundo. Chile
fue más próspero de lo que había sido en toda su existencia previa.

Lo que es aún peor es que Pinochet efectuó este cambio siguiendo
políticas contrarias a las que los intelectuales liberales habían
apoyado durante décadas, y por las que se arrogaban a sí mismos roles
de importancia primordial.

Él demostró, con el éxito de su país, la falacia de que el
imperialismo impedía el desarrollo de los países del Tercer Mundo: que
sus esposas eran en gran medida auto forjadas y que lo mejor que
podían hacer los gobiernos de esos países por su bienestar económico
era no estorbar.

Un general de Ejército -del tipo al que habitualmente se describe como
un gorila (muy distinto de la muy admirada guerrilla)- había logrado
en unos pocos años lo que una gran cantidad de intelectuales liberales
no habían sido capaces de conseguir en ninguna parte del mundo en
períodos mucho más largos.

Esta fue una herida terrible para la autoestima de los intelectuales
liberales. Si ya no eran necesarios para comités de solidaridad del
Tercer Mundo ¿para qué servían?

Eso es algo que la izquierda internacional nunca le perdonó. No los
presuntos crímenes: el éxito.

Ciertamente, el régimen de Pinochet no sólo había demostrado que ese
tipo de intelectual no tenía ningún papel providencial en la salvación
de los países del Tercer Mundo -como esperaron serlo mientras Salvador
Allende gobernó desastrosamente Chile-, sino que representaban un
obstáculo que debía ser superado en el camino hacia el desarrollo
económico.

De modo que Pinochet significaba un reproche existencial para ellos.

Si su régimen se hubiera limitado a torturar y a "hacer desaparecer" a
sus opositores mientras el país caía de una crisis económica en otra,
Pinochet habría sido objeto de un suave reproche teórico, pero no del
ataque estridente y emocional que termina con demostraciones frente a
embajadas.

Fueron sus logros, y no sus fallas, los que fueron tan odiados.

Nada de esto se aplica, naturalmente, a los chilenos que odian a
Pinochet porque un pariente, amigo o conocido fue torturado o
desapareció durante su gobierno.

Ciertamente, no se necesita mucha imaginación para darse cuenta por
qué ellos lo odian.

Pero si uno lee literatura izquierdista sobre Chile (ningún placer
desde el punto de vista literario), jamás verá una admisión de que la
izquierda haya tenido culpa alguna en la llegada al poder de Pinochet.

Nunca se admite que Allende llamó abiertamente a sus partidarios, por
cadena nacional de televisión, a ganar la inminente guerra civil
asesinando a todos sus detractores, y siguió una ideología que para
ese entonces no sólo había suprimido la libertad y la prosperidad para
una tercera parte de la superficie del globo, sino que había matado a
millones de personas, o cuyas tácticas (empleando medios
constitucionales para lograr fines inconstitucionales) se semejaban
peligrosamente a las de Adolf Hitler.

Compatriotas y Amigos

Tenemos amigos y camaradas presos por salvar a CHILE. Contribuye a
difundir esta verdad e impedir su tergiversacion de mala fe. Que no
sintamos verguenza el día de mañana de haber callado la VERDAD a
nuestros hijos.

El comunismo criollo trabajó en información militar en favor de Perú
en el tiempo de Velasco Alvarado favoreciendo una aventura militar en
contra de Chile con traída de tropas cubanas de Angola a Perú y
asesoría militar variada de paises de la órbita comunista. Así como
mas tarde, trabajaron para Argentina y URSS. tratando de sacar la
hegemonía de  USA y Reino Unido del Atlántico SUR. Y de paso
entregaban gran parte de Chile a los países vecinos.

¿Que habría sido de Chile en toda esta situación sin el Gobierno
Militar ?

Chile es lo que es gracias al Gobierno Militar y su progreso y
prestigio económico y camino constitucional a  miembros de La Junta
Militar de Gobierno, los civiles que colaboraron entre otros muchos
don Jorge Alessandri Rodriguez, don Julio Philippi, don Enrique
Ortúzar Escobar, don Pedro Ibañez Ojeda, don Hugo Rosende, etc.

No se entregaron mas sitios marcados con cal por límite y sifón de
agua con suerte cada tres cuadras. Se empezó a entregar casas de
verdad, con piso y techo firme no de fonolas.

Todo lo que se progresó, no fué un milagro, fue un  esfuerzo
gigantesco y requeriría mucho tiempo explayarse sobre parte
importante, que poco sabe la juventud de todo éso, y como insiste la
izquierda con sus mentiras y tanto silencio nuestro.

Ya es hora que sin odio y buscando el buen sentido de la gente buena
de este país se vaya diciendo LA VERDAD con la serenidad del que tiene
la razón.

Un abrazo y que Dios nos ayude.

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