viernes, 19 de septiembre de 2014

Sobre los católicos divorciados vueltos a casar

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Carta de San Jerónimo a San Amando de Burdeos
Sobre los católicos divorciados vueltos a casar

Carta de San Jerónimo, en la que el Doctor de la Iglesia explicaba la cuestión de los católicos divorciados vueltos a casar a un sacerdote francés que le preguntaba por un caso real:

“Encuentro adjunto a tu carta de preguntas un breve escrito que contiene las siguientes palabras: ‘pregúntale si una mujer que ha dejado a su marido por ser un adúltero y un sodomita y se ha visto obligada a tomar otro marido mientras el primero todavía vive está o no en comunión con la Iglesia sin hacer penitencia por su pecado’. […]

A la hermana […] que pregunta esto sobre su estado no le des mi sentencia, sino la del Apóstol: ‘¿O es que ignoráis, hermanos, - hablo a quienes entienden de leyes - que la ley no domina sobre el hombre sino mientras vive? Así, la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras éste vive; mas, una vez muerto el marido, se ve libre de la ley del marido. Por eso, mientras vive el marido, será llamada adultera si se une a otro hombre; pero si muere el marido, queda libre de la ley, de forma que no es adultera si se casa con otro’ (Rm 7,1-3). Y en otro lugar: ‘La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor’ (1Co 7,39).

Así el Apóstol ha zanjado cualquier alegación y ha declarado que, si una mujer se vuelve a casar mientras su marido está vivo, es una adúltera. No hace falta que me cuentes historias sobre violencia, la insistencia de una madre, la severidad de un padre, la multitud de parientes, los trucos y la insolencia de los criados o las pérdidas de bienes. Mientras su marido esté vivo, aunque sea adúltero y sodomita, esté manchado por todos los crímenes y se haya divorciado de su esposa movido por sus propias maldades, sigue siendo su marido y no puede casarse con otro. No es el Apóstol quien decide esto por su propia autoridad, sino Cristo que habla a través de él. Pablo simplemente recuerda las palabras de Cristo, que nos dice en el Evangelio:

 ‘Yo os digo: Quienquiera repudie a su mujer, si no es por causa de fornicación (1), se hace causa de que se cometa adulterio con ella; y el que toma a una mujer repudiada, comete adulterio’ (Mt. 5,32).

Fíjate en que dice: ‘el que toma a una mujer repudiada, comete adulterio’. Ya sea ella la que ha dejado a su marido o su marido el que la ha dejado a ella, quien la toma comete adulterio. Eso explica por qué los Apóstoles, al contemplar la dura carga del matrimonio, exclaman: ‘Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse’ (Mt 5,10).Nuestro Señor les responde: ‘El que pueda entender, que entienda’ (cf. Mt 19,10.12) y mediante el ejemplo de los tres eunucos, inmediatamente muestra la bienaventuranza de la virginidad, que no está encerrada en ningún vínculo de la carne […]

Así pues, si esta hermana […] desea recibir el Cuerpo de Cristo y no ser considerada una adúltera, debe hacer penitencia. Al menos desde el momento en que emprenda una nueva vida, todas las relaciones conyugales con su segundo marido deben cesar. Sería más correcto llamarlo adúltero que marido. Si encuentra que esto es difícil y que es incapaz de dejar a un hombre al que ha entregado su amor, si pone los placeres sensuales por encima de nuestro Señor, que tenga en cuenta la afirmación del Apóstol: ‘No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios’ (1 Co 10,21). Y también dice: ‘¿Qué unión hay entre la luz y las tinieblas? ¿Qué armonía entre Cristo y Belial?’ (cf. 2Co 6,14-15).

Por lo tanto, te ruego que la confortes y la animes a buscar la salvación. La carne que está enferma debe ser cortada y cauterizada. No hay que culpar al tratamiento sino a la herida si el cirujano muestra una severidad misericordiosa que resguarda no resguardando de la verdad y sólo es cruel para hacer el bien”.

Carta de San Jerónimo a San Amando de Burdeos (en torno al año 394).


Nota

1 No quiere decir que en el caso de adulterio de la mujer el marido tenga el derecho de casarse con otra, sino solamente apartar a la adúltera. El vínculo del matrimonio subsiste hasta la muerte de uno de los contrayentes. (Comentario Mons. Dr. Juan Straubinger).


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