domingo, 3 de marzo de 2013

El último grito

                                           

          He titulado este nuevo post con el nombre del último grito. Ustedes se preguntarán ¿de qué?, y yo les responderé: de una amalgama de cosas, unas más importantes que otras, unas más alegres y otras más tristes, algunas sin importancia y otras con importancia.
         No nos olvidemos que dentro de cada ser humano existe una historia, la historia de una vida, aunque insignificante para los demás, vitalmente significante para el individuo que la vive. Apenas tenemos uso de razón, alrededor de los tres años y medio, desde el punto de vista de los recuerdos vivenciales ( más de alguno me discutirá esto), percibimos un mundo totalmente ajeno a nosotros. A esa edad no sabemos prácticamente nada, somos un receptáculo abierto a recibir pura información.
    A tan corta edad no aparecen los nacionalismos ni las discusiones religiosas, ni nada que involucre conocimientos y reflexiones vivenciales. Desde una perspectiva social alcanzamos a ser el eslabón primario de una sociedad organizada y altamente segmentada según creencias, razas, política, territorio, color de piel, educación, clase social, idioma, religión, modos de ser, y un sin fin de peculiaridades que nos siguen dividiendo por un lado, y por otro nos agrupan en ciertos segmentos y realidades de comunidades con distinto tipo de organización.
    En esa edad osmótica no cuestionamos nada, todo lo creemos, al menos, lo que nuestros padres nos los presentan como verdadero. Rechazamos como falso, aquello que nuestros progenitores nos lo señalan como tal. De allí que en esos primeros años, empiezan a aparecer pequeños mozuelos con pensamientos de viejos. Aparecen las semillas de los futuros liberales, los futuros comunistas, los futuros racistas, los futuros ateos, los futuros católicos tradicionalistas, los futuros nacionalistas a ultranza, los futuros afeminados y amachotadas, etcétera, etcétera.
   Cuando nos llega la adolescencia y nos adentramos en ella, llega la etapa de las rebeldías, la personalidad del joven empieza a crear conciencia de su propio individualismo. Allí nace el primer choque de conflictos entre la enseñanza de los padres y la propia capacidad deliberativa de los adolescente. El joven investiga si eso que aprendió como verdadero en casa es tal, o más bien obedece a un pensamiento particular de los padres.
     Esta etapa de mayor libertad, de mayor conciencia, de más autonomía física y intelectual, es la que a la postre determinará en parte la personalidad que a futuro tengan los individuos. O se ratifica lo aprendido con los padres, o se lo rechaza como algo que debe ser superado por el propio pensamiento de la persona. Aquí muchas veces se habla de crisis de juventud, crisis de adolescencia, crisis de personalidad. Sin duda, algo ocurre en el interior del alma que hace que queden selladas muchísimas decisiones que a futuro se tomarán. Por eso muchos dicen, al acordarse de amigos pasados o parientes que no ven desde esa edad, que las personas no cambian, al encontrarse con la sorpresa que sus recuerdos de adolescencia permanecen vivos en la personalidad de tal o cuales personas al repetir conductas de antaño.
    Ya una vez superada esa etapa, el ser humano empieza a operar de una manera más automática y menos crítica. El que quedó comunista quedó, y el que quedó liberal también, así de modo similar le ocurre al libre pensador, al clasista, al elitista, al nacionalista, al judío ultra, y a cuanto espectro podamos pensar al respecto.
    Son muy pocos, los que continúan con una capacidad crítica de la realidad. Los demás actúan como rebaño enceguecidos por su segmento social y los grupúsculos que los envuelven y piensan por ellos. Aquél que actúe como el adolescente que autocritica las enseñanzas comparándolas con sus propios criterios, queda castigado por esta sociedad de autómatas como loco y estrafalario. Un ser atípico al común, como si la vida fuera resuelta en un sólo instante a una sola edad. Se olvidan estos asesinos del intelecto, que mientras el hombre sea hombre, deberá utilizar siempre su capacidad de reflexión anhelando buscar lo mejor conforme a la verdad, verdad que siempre estará objetivamente orientada hacia el bien común.
    Nuestra vida nunca queda resuelta en un sólo instante, la vida es un proceso continuo de vivencias que requieren ser analizadas y vividas resolviendo problemas que nos envuelven desde el momento que nacemos. Hasta el último halo de nuestra existencia tendremos que hacer uso de nuestra libertad. No es posible que tomemos la decisión de anularnos como hombres y a consecuencia de esto dejar de pensar. Eso sería castrar nuestra inteligencia deliberativa y volitiva.
    Entiendo que es en apariencia, para muchos millones de seres humanos, más fácil actuar como masa vociferante que sigue a falsos líderes, a falsos profetas, que los arrastran hacia la miseria y a la infelicidad. Jamás podrán encontrar la paz del alma aquellos que permiten que otros los dirijan de una manera tal, que no exista ningún tipo de oposición acerca de cómo toman las decisiones  los líderes de su sociedad.
     El último grito, quedó en la época de la adolescencia, a partir de allí quedaron mudos, y lo peor de su mudez es que los convirtió en seres acéfalos, sin voz y sin cabeza. En ese mundo de mudos acéfalos es donde nos toca vivir, nos toca educarnos, nos toca alimentarnos. Por esto, no ha de extrañar que surjan los nuevos anacoretas urbanos, viven en la ciudad, pero están solos con sus pensamientos.  A ser islas humanas en un mar de necios están destinados los que desafíen el nuevo sistema de autómatas. Los que sigan pensando y criticando la sociedad conforme al bien y la verdad, serán encarcelados si no se callan como anacrónicos a los nuevos tiempos, rebeldes al nuevo sistema. En esta sociedad del futuro podrás hacer de todo, pero tendrás prohibido pensar. Ya no se requiere gente pensante, a ese tipo de personas "intolerantes" a la sociedad les corresponde el castigo, ya que si se les permitiera actuar," corromperían" a la juventud, sublevándola contra los viejos tal como lo hizo Sócrates muchos siglos atrás antes de Cristo.  
    No puedo dejar de mencionar en este post un libro sobre economía que estoy leyendo que se llama "Camino de Servidumbre" de Friedrich Hayek, premio novel de economía. Hayek visualiza desde un punto de vista económico, que la nueva sociedad que se forma intenta manipular al hombre manejándolo desde el centralismo del estado. Tanto el liberalismo como el comunismo, utilizan los mismos métodos para tener un control sobre los individuos. Y esto les resulta fácil, a los que intentan operar de esa manera, precisamente porque el hombre ha dejado como sociedad que esto ocurra porque ha anulado su capacidad de autocrítica.
    Lo que ocurre en la economía está trasvasijado hacia todos los espectros de la sociedad. El objetivo del hombre dominador de masas es transversal, abarca a todas y cada una de las aristas de la sociedad donde el hombre se desarrolla y desenvuelve. Por eso en Chile, se tomó la decisión de eliminar las clases de filosofía de todos los colegios públicos. La idea es gobernar fácilmente a los idiotas diciéndoles que son inteligentes al ser parte de un sistema "democrático" dónde "todos" son capaces de elegir a sus " autoridades".
    Las palabras verdad y libertad, son reemplazadas con eufemismos tales  como evolución social y tolerancia, dónde la evolución reemplaza a la verdad haciéndola desaparecer del léxico, y la libertad queda subyugada por la ley que representa a las denominadas minorías. Restablecer el megáfono de la inteligencia, va a ser una tarea titánica que va a producir muchos mártires. Serán pocos los que estén dispuestos a ello, pero serán, ya que nadie puede pretender borrar de un plumazo lo más íntimo del hombre, su anhelo de búsqueda por la felicidad.
   

2 comentarios:

  1. Tanto el liberalismo como el comunismo, utilizan los mismos métodos .... por supuesto el sionismo está detrás de esos dos extremos, quién a estas alturas lo puede dudar.
    El sionismo es como un pulpo y dos de sus brazos son el liberalismo y el comunismo.

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    1. Estimado Amigo:
      Tiene toda la razón, el problema es que las masas no ven nada y actúan más bien por instinto.
      Un abrazo.

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