miércoles, 20 de marzo de 2013

¿En la elección de un Pontífice obra el Espíritu Santo?

        
           Si es verdad lo que se dice, no me consta que sea así, que en la elección de un Pontífice Obra el Espíritu Santo, entonces, debiéramos concluir blasfemamente que obra mal. ¿ Cuántos malos Papas ha tenido la Iglesia Católica a lo largo de su historia? La respuesta es varios y entonces ¿ Qué pasó con el Espíritu Santo?.
         Dios prometió su asistencia  a su Iglesia hasta el final de los tiempos. Pero la promesa de Dios está condicionada primero a la fidelidad de la Iglesia respecto a Dios. Dios mantendrá a la Iglesia o lo que quede de ella mientras tanto esa Iglesia le sea fiel. Así como Nuestro Señor Jesucristo le dijo a Pedro " apártate de mí Satanás" cuando éste pretendió apartarlo de su misión redentora. Así, del mismo modo, Cristo aparta a su jerarquía cuando ésta no hace lo que Él les manda lo que hagan.
        La asistencia está, pero está condicionada a la buena voluntad. Dios nos hizo libres, libres para elegir, así que también un soberano Pontífice puede no elegir los caminos de Dios. Siempre Dios envió a grandes santos para combatir las herejías, así Dios mantuvo su promesa de asistir  a su Iglesia. Ahora no aparecen los santos, pero sí nos quedan los mensajes de la Virgen informándonos todo el desastre que iba ocurrir dentro de la Iglesia. Por consiguiente, en reemplazo de los santos, Dios nos envía a su propia Madre para que asista a su verdadera Iglesia, es decir, aquella que no se arrodilla ante la bestia y no acepta el error como algo natural y digno de ser seguido.
     El Espíritu Santo nos sigue asistiendo dándonos a conocer la verdad, mostrándonos que no estamos errados en resistir los errores que la Jerarquía de la Iglesia nos quieren inculcar. Si bien toda autoridad proviene de Dios, Él le da un orden a la sociedad civil y eclesiástica, sin embargo, no toda autoridad actúa conforme a lo que Dios manda. El error está en pensar que la misma autoridad per se, posee un carácter divino, tal era el caso de los emperadores en el pasado.
         La asistencia del Espíritu Santo está en la medida que esa autoridad cumpla con su función y se someta al orden. Es ilógico pensar que porque alguien es elegido Papa está asistido por el Espíritu Santo en cada uno de sus actos y de sus dichos. Si eso fuera así, sería infalible en  todas sus decisiones, estaría libre del error y anulado en su libertad al estar sujeto de esa manera al poder de Dios.
       Si seguimos insistiendo que en la elección Papal es el Espíritu Santo el que opera, vamos a llevar a muchas almas al infierno o simplemente al ateísmo. Hay que aprender a hacer las debidas distinciones. Hay que decir que e Espíritu Santo opera, en cuanto asiste a la Iglesia en tener una autoridad suprema; la asiste mostrándole a esa autoridad que debe obrar conforme a la verdad anteriormente revelada en su Iglesia, esa verdad el mismo Cristo la reveló. A esa verdad de Cristo se le llama Tradición, y esa tradición nos lleva al cielo. Por consiguiente, la autoridad electa está condicionada, tal cual nos relata el Concilio Vaticano I a transmitir la verdad de siempre, a actuar como suprema autoridad por el bien de las almas y no a introducir novedades a la fe.
     Finalmente, el Espíritu Santo actúa siempre en la verdad y en la fidelidad a Dios. El Espíritu Santo no nos puede mostrar algo contrario al orden divino. El nos ilumina y guía a Dios, siempre y cuando nosotros queramos ir verdaderamente a Dios. Siempre existe la posibilidad del desvío, esa posibilidad está en todo ser humano, tanto del Papa hasta el último cristiano. No decir esto, es calumniar a la Iglesia, es calumniar a Nuestro Señor.
       

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