jueves, 21 de junio de 2012

Los Siete Dolores de María Santísima



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NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
2. CORONA DE LOS 7 DOLORES
[1]



Páginas: 1. Oraciones | 2. Corona de los 7 dolores | 3. Novena




"El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre. "
Cardenal J. H. Newman. Sermón para el Dom. III de Cuaresma. Ntra. Sra. en el Evangelio

[Estampa de los siete dolores de la Virgen]
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Rezar despacio, meditando estos dolores:

1º Dolor [Ir al principio de esta página]

La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…

2º Dolor [Ir al principio de esta página]

La huida a Egipto con Jesús y José.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…

3º Dolor [Ir al principio de esta página]

La pérdida de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…

4º Dolor [Ir al principio de esta página]

El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…

5º Dolor [Ir al principio de esta página]

La crucifixión y la agonía de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…

6º Dolor [Ir al principio de esta página]

La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María,…

7º Dolor [Ir al principio de esta página]

El entierro de Jesús y la soledad de María.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria,…
Gloria al Padre .



1. La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
  • Pondré paz en sus familias.
  • Serán iluminados en los Divinos Misterios.
  • Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
  • Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
  • Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
  • Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
  • He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría. [Volver]

2 comentarios:

  1. Madre Santa, confío en ti, entregándote cada día mi familia, mi quehacer profesional, mis temores, mis flaquezas.
    Tú eres nuestra intercesora ante nuestro Señor Jesucristo, sin quien nada podemos hacer.
    Sé nuestro seguro refugio,nuestro consuelo en momentos de dolor, nuestro modelo de vida para nunca desviarnos al seguir las pisadas de tu Hijo.
    Enséñanos a amar (y a tratar) a los otros con total generosidad y humildad ante nuestra débil naturaleza, aleja de nuestra boca las descalificaciones, de nuestra mente los juicios ante aquellas acciones que consideramos impropias en nuestros hermanos, transforma nuestra vanidad en palabras amables para quienes no conocen a Nuestro Señor, y por tanto pierden el rumbo, la esperanza, y la batalla ante la tentación del consumismo, la soberbia, la autocomplacencia.
    No sueltas nuestra mano, Madre, enséñanos a ser agradecidos por cuanto tenemos, a amar al prójimo, y a confiar plenamente en la mejor y la más santa de las Madres.
    Amén

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  2. VALE LA PENA (STABAT MATER DE JOSE MARIA PEMAN):

    "Stabat mater dolorosa,
    juxta crucem lacrimosa"

    Estaba la Dolorosa,
    junto al leño de la Cruz.
    ¡Qué alta palabra de luz!
    ¡Qué manera tan graciosa
    de enseñarnos la preciosa
    lección del callar doliente!
    Tronaba el cielo rugiente.
    La tierra se estremecía.
    Bramaba el agua... María
    estaba, sencillamente.

    Palidecidas las rosas
    de tus labios angustiados;
    mustios los lirios morados
    de tus mejillas llorosas;
    recordando las gozosas
    horas idas de Belén,
    sin consuelo ya y sin bien
    que tus soledades llene...
    ¡Miradla por donde viene,
    hijas de Jerusalén!

    Virgen de la Soledad:
    rendido de gozos vanos,
    en las rosas de tus manos
    se ha muerto mi voluntad.
    Cruzadas con humildad
    en tu pecho sin aliento,
    la mañana del portento,
    tus manos fueron, Señora,
    la primera cruz redentora:
    la cruz del sometimiento.
    Como tú te sometiste,
    someterme yo querría:
    para ir haciendo mi vía
    con claro sol o noche triste.
    Ejemplo santo nos diste
    cuando, en la tarde deicida,
    tu soledad dolorida
    por los senderos mostrabas:
    tocas de luto llevabas,
    ojos de paloma herida.
    La fruta de nuestro Bien
    fue de tu llanto regada:
    refugio fueron y almohada
    tus rodillas, de su sien.
    Otra vez, como en Belén,
    tu falda cuna le hacía,
    y sobre El tu amor volvía
    a las angustias primeras...
    Señora: si tú quisieras
    contigo lo lloraría.

    Por tu dolor sin testigos,
    por tu llanto sin piedades,
    Maestra de soledades,
    enséñame a estar contigo.
    Que al quedarte tú conmigo
    partido ya de tu vera
    el Hijo que en la madera
    de la Santa Cruz dejaste,
    yo sé que en ti lo encontraste
    de una segunda manera.
    Yo en mi alma, Madre, lavada
    de las bajas suciedades,
    a fuerza de soledades,
    le estoy haciendo morada.
    Prendida tengo y colgada
    ya mi cámara de flores.
    Y a husmear por los alcores
    por si llega el peregrino
    he soltado en mi camino
    mis cinco perros mejores.

    Quiero yo que el alma mía,
    tenga, de sí vaciada,
    su soledad preparada
    para la gran compañía.
    Con una nueva paz y alegría
    quiero, por amor, tener
    la vida muerta al placer
    y muerta al mundo, de suerte
    que cuando venga la muerte
    le quede poco que hacer.

    Pero en tanto que El asoma,
    Señora, por las calladas,
    -¡por tus tocas enlutadas
    y tus ojos de paloma!-
    recibe mi angustia y toma
    en tus manos mi ansiedad.
    Y séame, por piedad,
    Señora del mayor duelo,
    tu soledad sin consuelo
    consuelo en mi soledad
    UN ABRAZO. G.CHESTER

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