Nuestra actual sociedad ha reemplazado al homo sapiens por el homo faber. El reemplazo del hombre contemplativo por el hombre práctico ha hecho que se produzca un verdadero giro copernicano en nuestras costumbres y hábitos. El homo faber busca saciar muy rápidamente su espíritu materialista, no importando si lo que se quiere conseguir es bueno o malo para él. Lo inmanente hace que se cree una necesidad angustiosa de la vida.
Del trabajo a la casa, de la casa al computador, del computador al televisor, y del televisor al cajero automático para comprar lo que los slogans publicitarios me ordenan tener. Ya no importa si lo que quiero lo necesito verdaderamente o si no lo necesito. Mi actual conducta obedece más a un instinto teledirigido que una reflexión profunda de lo que necesita mi existencia. De hecho, existen en el mercado grandes empresas publicitarias encargadas de manipular a las masas impensantes de tal manera que estas pobres gentes no perciban que son animalitos gobernados por verdaderos cerebros de la imagen y de los slogans.
En países ricos y desarrollados como Estados Unidos, la gente llega a tal exceso su locura por comprar cosas que llegan al extremo de comprar tanques, armas de grueso calibre y cuanta locura más. En países tercer mundistas como el mío, muchas personas no tienen que comer, pero tienen en su poder celulares de última tecnología, con inmensas pantallas de plasma y computadores portátiles. Como si se pudieran comer los teclados de un computador o de un plasma. La percepción de la realidad de la cual uno vive queda subordinada a una hipnósis en masa como es la que ocurre a través de la televisión y los diarios. En resumen, uno termina comprando lo mismo que los demás compran, sin darnos cuentas que coincidimos en nuestras compras por la audacia de los grandes cerebros que manejan la publicidad.
Otro ejemplo de manipulación al homo faber es la política. Las famosas campañas políticas que son muy repetitivas en sus estrategias, sin embargo hacen que las personas siempre terminen votando por los mismos candidatos. Ni pensar en renovar a los políticos tradicionales, nadie puede reemplazarlos a raíz de la maquinaria política y publicitaria que poseen. Al final, son siempre los mismos los que gobiernan. Camuflan estos individuos su tiranía bajo el ala de la "democracia participativa del pueblo" o profitan de un pueblo idiotizado por su voracidad de consumo.
El deporte de masas como el fútbol o uno equivalente hace que la ciudadanía permanezca adormecida desde lo más profundo de su ser. De hecho, para estas masas impensantes el fútbol pasó a ser un sinónimo de patria y soberanía. Nuestro territorio y sus costumbres ancentrales han sido reemplazados por un deporte que consiste en correr detrás de una simple pelotita. Son millones de dólares los que están en juego por un simple deporte. El padre de familia llega de su trabajo pensando en ir al estadio el día sábado o domingo, y su decisión es a ultranza acerca de lo cual pueda pensar su señora o que quieran hacer los hijos.
El homo faber es un individuo trabajólico, ya que aprovecha de huir de los vacíos que la existencia le produce. Para no pensar, más vale trabajar y olvidarse de los problemas y de la familia. La gran herida de este tipo de hombre es la familia tradicional. Para llevar a una familia en medio de un ambiente altamente competitivo y mercantíl es mejor olviarse que hay señora e hijos, y dedicarse a ser la vida de uno como si la familia no existiera. Al romper el cascaron del matrimonio para toda la vida, el individuo queda expuesto a múltiples situaciones de enredos amorosos y mal gasto de dinero.
El hombre práctico expele un olor de libertad por cada uno de los poros de su piel, el tapujo del pasado ha quedado en el olvido. En cualquier momento se puede" rehacer la vida junto a otra pareja", no importa a cuantos crios deje atrás. Nadie puede privarnos de ese derecho, ni menos Dios, si es que existe. Lamentablemente, este tipo de idiotas es lo que más abunda y los hay en ambos sexos femenino y masculino.
La religión es el otro bastión que cae con este modelo de sociedad. La religión es reemplazada por el horóscopo o por la política o por cualquier estructura que me prometa un cierto bienestar feliz aquí en la tierra.
La soledad, el hombre moderno es un hombre solitario, con muchos conocidos y pocos amigos. Las reuniones familiares y de camadería han sido reemplazadas por estructuras más simples de sociedad, por máquinas tecnológicas como los celulares y los computadores personales. Ya a nadie le interesa hablar de temas profundos y trascendentes. Las mentes huecas están pensando en el auto último modelo o en la última moda para vestirse este verano como es el caso de las mujeres.
El culto al cuerpo, otro signo de la sociedad idiota del homo faber. De lo que se trata es de lucir una excelente figura, no importa qué sacrificio se pueda hacer, pero debemos lograr llegar a tener un cuerpo esbelto y saludable. Para este tipo de persona todo sacrificio es válido, menos el que se debe hacer por una esposa, hijos, padres o hermanos. Me sacrifico por mí pero no por ti.
La imagen de la mujer hermosa y exitosa hace que las mujeres que son madres se arranquen de sus casas para trabajar todo el día fuera del hogar. Da lo mismo si sus hijos están con personas que los pueden influenciar con malas costumbres. Total esas mujeres desean tener su dinero para comprar lo que ellas quieran, sin que un marido las pueda restringir. Esa es la típica mujer como jefa de hogar, la " profesional exitosa" que tiene éxito en todo, pero menos en su rol de madre y esposa.
La perversión, el hombre actual sacia con el cuerpo los vacíos que el espíritu le deja. Total no hay nada después de la vida, lo que importa es pasarlo bien y buscar mi deleite. Este hombre conscupiscible está tan pero tan estúpido que se olvida que todo pasa en esta vida, y que lo que no sembró, no lo va a poder cosechar para el futuro. El fin inmediato de la vida es el placer y sus derivados. Lo demás da exactamente lo mismo. En fin, es muy fácil ser un idiota cuando la mayoría lo es. No hace falta nada, sólo desear y obter aquello que se desea.
Por último, debo decir que no veo luz al final de este camino deicida como es el que se quiere construir. Si hubiera al menos en este mundo estulto algún Homo Sapiens, eso me alegraría el alma.
El artículo tiene sus razones, pero si el autor(a) ya identificó algunos problemas de este tiempo, podría plantear alternativas que susciten interés colectivo. Creo que es tiempo de forjar al nuevo Homo Illustratur.
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