domingo, 22 de julio de 2012

C. S. Lewis: La abolición del hombre 2


         " San Agustín define la virtud como ordo amoris, la ordenada condición de los afectos en que se le otorga a cada objeto el tipo y grado de amor que le corresponde. Aristóteles dice que el fin de la educación es conseguir que el alumno tenga predilecciones y aversiones por lo que corresponde. Cuando llega la edad del pensamiento reflexivo, el alumno que se ha ejercitado de esta forma en " afectos ordenados" o " sentimientos justos" descubrirá con facilidad los primeros principios de la ética; pero el hombre corrupto nunca los podrá ver y no podrá progresar en esta ciencia. Platón ya había dicho lo mismo. En un principio el pequeño animal humano no tendrá las respuestas exactas. Se le debe ejercitar para sentir placer, predilección, aversión y odio por las cosas que realmente son placenteras, agradables, desagradables y odiosas. En la República, el joven bien educado es el " que vería con mayor claridad cualquier error en trabajos mal hechos de un hombre o en obras mal terminadas de la naturaleza; con justa aversión culparía y odiaría lo feo incluso desde sus primeros años, y haría entusiastas alabanzas a lo bello, recibiéndolo en el alma y alimentándose con ello, para convertirse en un hombre de buen corazón. Todo esto antes de encontrarse en edad de razonar, de modo que cuando finalmente llegue a él la razón, entonces, educado de esta forma, estrechará sus manos para darle la bienvenida y reconocerla, ya que percibe su afinidad con ella" C.S Lewis, La abolición del hombre, Ed. Andrés Bello, pág 24-25
           Lewis, como buen hijo Oxford tiene sobre sus espaldas a tres gigantes autores como son: Platón, Aristóteles y San Agustín. Siempre para llegar a la raíz de un problema, se debe llegar a la definición más próxima sobre lo que se quiere indagar. En este caso, Lewis enlaza la definición de virtud y su relación con la educación. La educación busca conducir al alumno al conocimiento de la verdad. Por ello, para enseñar siempre se debe distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso, entre lo que es erroneo y lo que se ajusta a la verdad.
   Como el hombre se define por su razón, por su inteligencia , es menester formarlo en sus habilidades cognitivas siempre subordinadas hacia el bien sobre el cual le compete cumplir en la sociedad. Toda educación debe estar anclada necesariamente sobre la ética. Una educación sin ética, no es educación, es sólo formación especializada sobre una habilidad técnica del hombre, y no sobre el fin o el rol que el hombre debe cumplir en una determinada sociedad.
   Amordazar la inteligencia al sentimiento instintivo del ser humano es conducir al hombre hacia el estado prehistórico de las cavernas. Un hombre que basa su razón de ser en sus destrezas para pelear y agredir a sus semejantes es similar a las bestias. De hecho, debería ser tratado como uno de sus pares. Cualquier animal puede ser bueno para la pelea, pero ningún animal puede reflexionar, ningún animal piensa filosóficamente, ningun animal tiene una historia que aprender, ningún animal tiene una música que tocar, ya que ese lugar esta ocupado sólo por el hombre.
    Educar al hombre es en estricto rigor volverlo más hombre. Ejercitar la inteligencia para instruirla en el amor a la verdad y al bien es la base de cualquier sistema educativo que quiera alcanzar madurez y desarrollo en el largo plazo. Alejarse de esta estructura es renunciar a ser formador de hombres. No nos olvidemos que Lewis era profesor de literatura, él amaba las letras, su espíritu se robustecía con el saber humanista.  Siempre que se desee educar de verdad se debe tener en cuenta que la educación obedece a una vocación por parte del educador. Sobre esta base permanece el amor.
     No se puede educar sin amor. Amor a la verdad, amor al prójimo, amor de dar todo nuestro ser para comunicarle a otros lo mejor de nosotros. De hecho no cualquiera puede ser profesor. Para ser profesor no hay que ser un mercenario que lo único que piense es en lucrarse de los beneficios de sus alumnos.
    Aristóteles decía que un buen maestro es aquel logra hacer que su discípulo sea semejante a él.  Amar es dar. Dar parte de lo mejor de nosotros para comunicárselo a otros que no han corrido nuestra misma suerte . En teoría debieran estar los mejores en la enseñanza de los alumnos. Desde el momento que no están los mejores en la transmisión del conocimiento, la sociedad tarde o temprano va acusar las deficiencias del sistema educativo. La ecuación es muy fácil de plantear:                       Malos profesores = malos alumnos.  No se puede construir un gran edificio sobre bases débiles. ¿Cómo pueden aprender los alumnos a reflexionar bien si su propio profesor no es reflexivo?, ¿ Qué clase de enseñanza se desea impartir cuando el profesor no tiene un conocimiento versado de las materias?.
     Todo proceso educativo pasa por la calidad de las personas, por mucho que se impongan políticas gubernamentales contrarias al bien común y al conocimiento de la verad. Sin embargo, el buen maestro siempre pondrá todas las barreras que sean necesarias a fin de evitar de hacerles daños a sus propios alumnos.
   La utilización mercantil de la educación es un recurso muy habitual de las sociedades modernas. El negocio es capaz de sacrificar la enseñanza de la verdad y del bien. Una educación basada en el negocio jamás va a permitir que sus alumnos sean reflexivos. Crear oponentes al sistema, como lo serían gente pensante es algo intolerable para quienes sostienen la educación actual.
  La crisis del sistema educativo que lleva a la abolición del hombre, obedece a una planificación de ciertos poderes fácticos que se enriquecen grandemente con la neutralización del pensamiento reflexivo de los individuos. El objetivo central de la nueva " educación" es formar a hombres masas que tengan los mínimos conocimientos a fin de que sean manipulados de un  extremo al otro en cuanto a las ideas, sin que este prototipo abyecto de hombre lo perciba.
   Animales de manipulación será el prototipo de hombre que vislumbra Lewis. Al hombre del siglo XXI sólo le interesa saciar su apetito voraz de obtener bienes de consumo sin que nadie lo detenga. Para ayudar a tales ciudadanos, el sistema de crédito por tarjetas bancarias y casas comerciales es el instrumento que le permite saciar sus gustos.
    ¿ Quien podrá salvar al hombre de su propio suicidio educativo? Sólo lo podría salvar Dios. Pero este hombre moderno no quiere saber nada de su Creador. Su visión filosófica de la vida es agnóstica. No le interesa adquirir una serie de reglas que limiten su propio individualismo. ¿ Para qué Dios si por culpa de Él se produjeron muchísimas guerras en el pasado? Este hombre quiere la paz, pero la paz para demoler todos los obstáculos que puedan existir en la sociedad para mermar su libertad omnipotente. Libertad para todo, menos para el bien y el culto a Dios.
    Si Lewis viviera se daría cuenta que su crítica estaba basada sobre la punta del iceberg de una demolición filosófica del hombre trascendente, para luego construir a un hombre fundado sobre su inmanencia. En tal proceso no cabe la ingenuidad, sino más bien el dolo de los que manipulan esto subrepticiamente. ¿ Hacia adónde va finalmente el hombre? La respuesta es clara: hacia su propio endiosamento, a la construcción nuevamente de la Torre de Babel, donde el ser humano construirá la felicidad en este mundo fundado en la diosa libertad. ¿ Y cuál será la consecuencia de todo este proceso revolucionario de la educación? Lamentablemente todo terminará en la gran confusión al igual como ocurrió en el tiempo de la Torre de Babel. No se entenderá nada de lo que sucede, reinará el caos y gobernarán los malos.
   ¿ Cómo se puede luchar entoces frente a este maremoto de oscuridad? En particular creo que la lucha se debe dar de manera intelectual o si se quiere, se debe partir combatiendo el error de las ideas liberales. La  base para recontruir la civilización decadente es la afirmación contra viento y marea que la Verdad es una. Dicha Verdad es permanete e inmutable. Se debe afirmar que la Verdad nunca puede cambiar.  La verdad es excluyente, es discriminatoria, apunta al error como un mal, y al bien como el objeto hacia el cual deben ordenarse todas nuestras apetencias.
  La crisis mundial del sistema educativo es la prueba palpable que existe una demolición planificada de la educación por los que gobiernan en el silencio de nuestras sociedades. No es casualidad que en todos los países del orbe civilizado se formen a los individuos sobre la base de la mordasa intelectual como es la exacerbación de lo emocional.
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