En los últimos tiempos la Iglesia va a quedar prácticamente como sumergida por el mundo. Todo el brillo y esplendor del pasado prácticamente habrá desaparecido. Antes que Cristo vuelva ,¿ Acaso habrá fe sobre la tierra?. Sin lugar a dudas pareciera ser nuestra época aquella donde la Iglesia fue sometida a una gran prueba. Los grandes santos, los grandes apologistas católicos ya no existen en el mundo. El apostolado católico quedó anulado desde Roma por principios contrarios a la fe como es el ecumenismo y la libertad religiosa.
La evangelización ya fue, ya ni siquiera hace falta hacerla ya que todos se salvan por un acto de buena voluntad de tratar de ser consecuentes con su religión. Como la autoridad se autocensuró, cada curita permanece como dueño y señor de sus actos y de su función. Ya nadie le exige la ortodoxia y el celo sacerdotal. Cual caballero feudal, autónomo en sus decisiones, el curita permanece en estado de letargo sacerdotal muy cómodo con su estipendio, que en muchos casos resulta ser bastate abultado. Los grandes paladines de la fe permanecen solo en los libros. Los grandes confesores como el Santo Cura de Ars quedan sólo en el plano de la literatura eclesiástica. Herido el pastor, se dispersan las ovejas. Pobres ovejas, ya no saben hacia dónde ir, ya no hay nadie quien las guíe. El resultado final de todo esto es que miles y miles de católicos han terminado por perder la fe. Las Iglesias permanecen vacías. Lo mismo ocurre en el altar: ahora vemos una mesa con varias sillas que nos recuerda más la pascua judía, que el altar del sacrificio de Cristo.
La caridad se enfrió entre los mismos fieles, en su reemplazo opera la solidaridad con fines de trueque. Yo te ayudo, pero recibo a cambio donaciones o aplausos. Las instituciones de caridad son empresas solidarias " sin fines de lucro". Los gerentes de dichas "empresas solidarias" ganan unas sumas de dinero bastante onerosas. Cristo ha sido reemplazado por el becerro de oro. ¿ Quién se salvará entonces en medio de esta debacle espiritual? Si nos ponemos estrictos, al parecer casi nadie. Si Dios fuera kantiano, nadie se salvaría. Es imposible conocer el juicio de Dios, pero Dios es justo y a la vez misericordioso, así que quien se mete en las patas del caballo ya sea por acción o omisión, lo más probable es que termine debajo del caballo lleno de patadas. Dios es celoso de su debido culto. Él no tolera el culto a dioses extraños, eso desata su justa ira. ¿ Cuántos dioses antepone el hombre delante de Dios? Dinero, materialismo, sexualidad, avaricia, etcétera, etcétera. Si los pastores se quieren condenar, allá ellos, al menos nosotros tratemos de salvar nuestras almas. Recurramos para ello a la Iglesia del pasado, ahí están las grandes exhortaciones y los grandes consejos para salvarnos. San Pablo aún está vivo con sus predicaciones. Busquemos en los textos sagrados todo lo que nos sirva de provecho para la vida eterna.
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