El cardenal Angelo Sodano despide al Papa Benedicto XVI
La versión oficial de la renuncia del Papa Benedicto XVI es que éste carece de fuerzas físicas y espirituales. La pregunta es ¿las fuerzas para qué? Desde luego no le faltan fuerzas para escribir otro libro, o para declarar un nuevo dogma, o canonizar a más santos o realizar otros viajes. Le faltan fuerzas para poder dar un manotazo firme que ponga fin a la guerra encarnizada y desgastante que hay en la curia romana. Con su renuncia, el Papa ha dado un golpe magistral que pone fin al enfrentamiento encarnizado entre el Decano de los Cardenales, Angelo Sodano, y el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Al retirarse, el Papa no solo desmonta esa enconada lucha, sino que además se asegura el poder manejar la sucesión papal, lo cual debe haber provocado en Sodano no poco enojo y resentimiento.
En este sentido, resulta significativa la declaración del portavoz Vaticano, padre Federico Lombardi, al día siguiente de que el Papa anunciara su retiro, cuando un periodista le preguntó en la Sala de Prensa si el Papa se retiraba por un deterioro de su salud. El padre Lombardi respondió que el pontífice renunciaba no por su salud, sino por "razones personales". ¿Cuáles son esas razones personales que no es la edad avanzada que el Papa adujo en su discurso el día anterior? ¿Por qué Lombardi no parafraseó simplemente el motivo de la avanzada edad?Las rivalidad entre esos dos poderosos cardenales fue evidente y pública desde los mismos inicios de la gestión de Bertone, cuando tuvo que declarar al periódico L´Osservatore Romano que "ya desde el inicio de la Iglesia existían las controversias".
Después vino el descontrol de los escándalos surgidos en el gobierno de la Iglesia, sobre todo los surgidos por la filtración de documentos confidenciales conocida como "Vatileaks" que, como reconoció el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, "terminó por desgastar al Pontífice".
La animosidad nació desde 2006, cuando el Papa optó por nombrar Secretario de Estado a Tarcisio Bertone, un religioso tímido y adusto sin la menor preparación y experiencia en el manejo de la curia vaticana. Sodano y la vieja guardia nunca aceptó que un salesiano sin formación diplomática destronara a su candidato más fuerte para ese puesto, el cardenal Giovanni Battista Re. Además, Sodano nunca pudo superar que el cardenal Shönborn, cercano a Bertone, lo acusara públicamente de haber sido "el gran encubridor del Padre Marcial Maciel".
Sin embargo, fueron dos escándalos posteriores que llevaron la lucha de los dos grupos vaticanos al extremo: la filtración de documentos reservados en el caso Vatileaks y el destape de manejos turbios en el Banco Vaticano, ello como una respuesta evidente, por parte de los sodanistas, a la inclusión de los cardenales Bertello y Versaldi a puestos controlados por Bertone, lo que fue interpretado como un intento de adquirir más influencia en la elección del futuro Papa.
A los pocos días de que encarcelaran al mayordomo Paolo Gabriele acusándolo de la filtración de los documentos, apareció en los medios un personaje anónimo que a sí mismo se denominaba con el pseudónimo de "El Cuervo", y que se daba a conocer como el verdadero autor intelectual de las filtraciones, señalando que el mayordomo no era más que un chivo expiatorio.
Para demostrar sus afirmaciones, "El Cuervo" publicó en el diario "La Repubblica" otros tres documentos reservados que hasta ese momento no se conocían, demostrando así que él estaba verdaderamente detrás de las filtraciones, ya que Gabriele estaba preso. Los vaticanólogos italianos siempre supusieron que "El Cuervo" era en realidad el cardenal Angelo Sodano, poderoso ex secretario de Estado y actualmente Decano del Colegio cardenalicio.
En la carta con que acompañaba esos documentos confidenciales, "El Cuervo" exigía al Papa renunciar a su secretario de Estado Bertone, al secretario particular, padre George Gaenswein, y a todo el equipo de la Secretaría de Estado amenazando que, de no hacerlo, publicaría otros documentos todavía más comprometedores y delicados.
El escándalo llevó al Papa Benedicto XVI a conformar un grupo de tres cardenales que se encargara de investigar quién era el autor intelectual de la sustracción de los documentos confidenciales en la Secretaría de Estado y de su filtración a la prensa. Según la revista italiana Panorama, de fecha 14 de febrero, dichos cardenales le entregaron los resultados de la investigación el día 17 de diciembre de 2012, y afirma que fue precisamente el contenido de ese informe lo que hizo decidir al Papa comenzar a planear su renuncia. "El Papa le confió a su hermano Georg haber descubierto un rostro de la Iglesia que jamás había podido imaginar", revela la revista.
Con la renuncia de Benedicto XVI, el Papa ató las manos a "El Cuervo" y puso fin de forma magistral a las luchas internas. Con su renuncia "por motivos personales", el Papa pudo liquidar la lucha de poder que había en El Vaticano, desactivando las demostraciones de fuerza que había entre Bertone y Sodano.
Si el Papa hubiese muerto, se habría desatado una pugna infernal de influencias y maniobras turbias en la curia, pero al haberse retirado, el pontífice ha neutralizado los antagonismos internos y es el que tiene ahora las riendas de la transición. El más beneficiado de la maniobra ha sido Bertone, su secretario de Estado, dejando a Sodano desarmado y "sorprendido".
Benedicto XVI, ya desgastado por este golpeteo y sin fuerzas para detener a los rivales, ha adquirido una posición de poderío e influjo sobre la sucesión pontificia como nunca se ha dado en la historia de la Iglesia, convirtiéndose en un personaje moral y espiritualmente preeminente con el solo hecho de estar en vida.
No vaya a suceder con Benedicto XVI como aconteció cuando la renuncia del Papa San Celestino V, quien a pesar de haberse liberado de la curia corrupta y mundana de su tiempo, y de haberse retirado a orar a una ermita sola y apartada, siguió siendo considerado por el pueblo de Dios como el verdadero Papa, mientras que la cristiandad nunca quiso aceptar a su sucesor.
Estimados Amigos:
ResponderEliminarConcuerdo en parte con este comentario respecto a las luchas de poder que se producen en el Vaticano. Pero creo que las razones de la renuncia del Papa se deben más bien a su liberalismo post conciliar. Él quiso con este gesto apoyar la idea que también los papas al igual que los obispos tienen una edad para jubilar.
Respecto al debilitamiento de sus fuerzas espirituales, creo que se deben más bien a una perdida significativa de su fe. Ya francamente no se cree el cuento, o tal vez nunca lo creyó desde el punto de vista de una lógica tradicionalista.
Eso de que ya no podía gobernar porque nadie le obedecía más me huele a chiva que a una realidad concreta. De hecho cuando era cardenal prefecto para la doctrina de la fe, siempre impuso sus criterios en materia dogmática. Si se imponía siendo cardenal, con mayor razón lo hizo siendo Papa.
No doy crédito a que hubieron fuerzas ajenas en su renuncia. De hecho, desde el punto de vista doctrinal él tiene un pensamiento muy homogéneo con la gran mayoría de los cardenales y obispos. De hecho, cuando asumió dijo que iba a profundizar los cambios del Vaticano II.
Veamos que sigue ahora en la Iglesia, esperemos pacientemente quién será el Papa elegido y cual va a ser su postura frente al motu propio y las relaciones del Vaticano con la Fraternidad San Pío X. Dios dirá que nos espera para el futuro.
Creo que se equivoca estimado fraile: lejos de sufrir de falta de fe como usted sugiere, Benedicto XVI, al sentirse incapaz de enfrentar con eficacia las divisiones y luchas de poder dentro de la curia, ha decidido dar un paso al costado en la certeza que Cristo jamás abandonará a Su Iglesia. Lleno de la humildad que lo caracteriza - a pesar de su innegable capacidad intelectual- ha decidido retirarse y, desde la soledad de la oración, continuar colaborando en silencio con el plan de Dios. Nada más ajeno a Benedicto que la soberbia de pensar que aferrado al poder de la Sede de Pedro podrá resolver los problemas que remecen a la Iglesia. Desgraciadamente, la dimisión del Pontífice ha originado apoyo y rechazo. Como señala Cristóbal Orrego Sánchez en carta a El Mercurio,* "No siempre hay una única forma superior o correcta de aplicar [los] preceptos y virtudes." Esto, señala, hace posible la pluralidad católica dentro de la Iglesia, sin alejarse de los preceptos centrales invariables. De aquí las dos posturas -diametralmente opuestas pero no por ello menos válidas- de Juan Pablo II y Benedicto XVI al momento de enfrentar la carga del papado en la vejez.
ResponderEliminarCreo que la decisión del Papa actual constituye una gran lección para todos nosotros. Cuántas veces caemos en el error de pensar que solos podremos con nuestros problemas, que por sentirnos moralmente superiores podemos corregir los errores que vemos a nuestro alrededor. Jesús nunca juzgó al pecador, ni recriminó al que padecía por su propia culpa: debemos acercarnos al hermano desde el amor, otorgando apoyo y empatía ante sus falencias, y la confianza que -dada la oportunidad - podrá mostrar lo mejor de sí, y desarrollar sus talentos, por ocultos que éstos parezcan estar.
Personalmente, ésta es una taréa titánica. Nada más fácil para mi que la crítica y el pelambre. No he desarrollado la capacidad de demostrar caridad sino talvez con mi prójimo más próximo. Prefiero dejar todo en manos de Dios en la oración.
Benedicto XVI se entregó por entero a su ministerio, pero se vió sobrepasado en su misión de renovar la iglesia aunando las diversas corrientes de opinión a su interior. Humildemente decidió dejar el camino libre a Dios para elegir un nuevo pastor para Su Iglesia. Oremos por el nuevo Papa.
Saludos,
Übersetzer
http://www.mer.cl/Pages/NewsDetail.aspx?dt=18-02-2013%200:00:00&dtB=18-02-2013%200:00:00&BodyID=1&PaginaId=2
Estimada Amiga:
EliminarNo pretendo tener la última palabra. Puede que esté rotundamente equivocado, pero en lo particular a mi no me cuadra bien su renuncia por motivos de salud.
En fin, sólo Dios sabe la verdad. No se olvide de escribir algo para este modesto blog, si quiere algo sobre Lewis que a ambos nos encanta.
Un abrazo.