sábado, 30 de septiembre de 2017

El impacto mundial y el significado de la Correctio Filialis

aducido de Corrispondenza Romana

El impacto mundial y el significado de la Correctio Filialis

Por Roberto de Mattei
27 de septiembre del 2017

La “corrección filial” dirigida al Papa Francisco, por más de 60 sacerdotes e intelectuales de la Iglesia ha tenido un impacto extraordinario en el mundo. No faltaron los que han intentado minimizar la iniciativa, declarando que el número de los firmantes “es limitado y marginal”. Pero si la iniciativa es irrelevante, ¿por qué tiene repercusiones tan amplias, en todos los medios de comunicación de los cinco continentes, incluidos países como Rusia y China?
Steve Skojec, en OnePeterFive señala que una búsqueda en Google arrojó más de 5.000 artículos noticiosos, al tanto que hubo 100.000 visitas al sitio www.correctiofilialis.org, en el lapso de 48 horas. La adhesión al sitio sigue estando abierta, incluso si solo algunas firmas se harán visibles. Es esencial reconocer que la razón para este eco de alcance mundial es solo uno: la verdad puede ser ignorada o reprimida, pero cuando es manifestada con claridad, tiene su poder intrínseco y está destinada a propagarse por sí misma. El principal enemigo de la verdad no es el error, sino la ambigüedad. La causa de la difusión de los errores y de las herejías en la Iglesia, no radica en la fuerza de tales errores, sino en el silencio culpable de quienes debieran defender abiertamente la verdad del Evangelio.
La verdad sostenida por la “corrección filial” es que el Papa Francisco, mediante una larga serie de palabras, acciones y omisiones “ha sostenido, por medios directos e indirectos (esté o no consciente de ello, no lo sabemos, tampoco queremos juzgarle)” al menos “siete proposiciones falsas y heréticas, propagadas en la iglesia, por medio de su oficio público, así como mediante actos privados”. Los firmantes insisten respetuosamente en que el Papa “condene públicamente estas proposiciones, cumpliendo así con el mandato de Nuestro Señor Jesucristo, dado a Pedro y, por intermedio de este, a todos sus sucesores, hasta el fin de los tiempos: “He rezado por ti, para que tu fe no desfallezca y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
 No ha llegado aún ninguna respuesta a la corrección, sino solo torpes intentos por descalificar o mencionar a los firmantes, con particular énfasis en algunos de los más conocidos, como el ex Presidente del Banco Vaticano, Ettore Gotti tedeschi. En realidad, como dijo este último, en una entrevista a Marco Tosatti, el 24 de septiembre, los autores de la Correctio han obrado por amor a la Iglesia y al papado. Gotti Tedeschi y otro bien conocido firmante, el escritor alemán Martin Mosebach, fueron aplaudidos en el Angelicum, por un público de más de 400 sacerdotes y laicos, incluidos tres cardenales y varios obispos, con ocasión de la convención para celebrar el décimo aniversario del Motu Proprio Summorum Pontificum.
Otros dos signatarios, los Profesores Claudio Pierantoni y Anna Silva, expresaron lo mismo de la Correctio, en una reunión sobre el tema “Hagamos Claridad”, organizado por la Nuova Bussola Quotidiana, este 23 de abril, apoyada por otros prelados, entre los cuales se contaba al difunto Cardenal Carlo Caffarra. Muchos otros firmantes del documento ocupan o han ocupado cargos prominentes en instituciones eclesiásticas. Otros, además, son distinguidos profesores universitarios. Si los autores de la Correctio fuesen casos aislados en el mundo católico, su documento no hubiese tenido la resonancia que ha alcanzado.
El año 2015, un Filial Llamado al Papa Francisco fue firmado por alrededor de 900.000 personas de todo el mundo y una Declaración de Fidelidad a la enseñanza inmutable sobre el matrimonio, presentada el mismo año por 80 personalidades católicas, reunió 35.000 firmas. Hace un año, cuatro cardenales formularon sus dubia sobre la exhortación apostólica Amoris Lætitia. Entretanto, los escándalos de orden económico y moral, están socavando al pontificado del Papa Francisco. El vaticanista norteamericano John Allen, ciertamente no tradicionalista, reveló en Crux, el 25 de septiembre, lo difícil que se ha tornado su [del Papa Francisco] posición en estos días.
Entre las acusaciones más ridículas que se han hecho sobre los firmantes del documento, está la de ser “lefebvristas”, a causa de la firma de Mons. Bernard Fellay, Superior de la FSSPX. La adhesión de Mons. Fellay a un documento de este tipo es un acto histórico, que aclara, sin sombra de duda, la posición de la Fraternidad en relación con el nuevo pontificado. Sin embargo, “lefebvrista” es una expresión verbal que, para los progresistas, tiene el mismo significado de “fascista”, según lo empleaban los comunistas de la década de 1970: desacreditar al adversario, sin analizar las razones. La presencia de Mons. Fellay es, además, una seguridad para todos los firmantes de la Correctio. ¿Cómo puede el Papa no tener la misma comprensión y benevolencia hacia ellos, que la que ha mostrado en estos dos años hacia la FSSPX?
El Arzobispo de Chieti, Mons. Bruno Forte, antes secretario especial de los sínodos de obispos para la familia, declaró que la Correctio representa “una actitud perjudicialmente cerrada hacia el espíritu del Concilio Vaticano II, que el Papa Francisco encarna tan profundamente” (Avvenire, 26 de septiembre del 2015). El espíritu del Vaticano II, escribe Mons. Lorizio a su vez, en el mismo diario de los obispos italianos, consiste en la primacía de lo pastoral, por sobre la teología, en otras palabras, en la subordinación de la ley natural a la experiencia de vida, ya que, como explica, “lo pastoral comprende e incluye  la teología, no al revés”. Mons. Lorizio enseña teología en la misma Facultad de la Universidad Laterana, en la que el Decano solía ser Mons. Brunero Gherardini, que murió el 22 de septiembre, en la víspera de laCorrectio, que no pudo firmar, dadas su precarias condiciones de salud.
El gran exponente de la Escuela Teológica Romana demostró, en sus obras más recientes, a qué deplorable lugar de desembarco nos ha llevado la primacía de lo pastoral, anunciada en el Vaticano II y propagada por sus ultra progresistas hermeneutas, entre los cuales se incluyen el mismo Forte y el teólogo hechizo Massimo Faggioli, junto con Alberto Melloni, todos los cuales se distinguen por sus torpes ataques a la Correctio.
Mons. Forte, en Avvenire agregó que el documento es una operación que no puede ser compartido por “los que son fieles al sucesor de Pedro, en quien reconocen como el Pastor que Dios ha dado a la Iglesia, como el guía de la comunión universal. La fidelidad siempre debiera ser dirigida al Dios vivo, quien habla a la Iglesia, por medio del Papa.”
Ahora, pues, hemos llegado al punto de definir al Papa Francisco como el “Dios vivo”, olvidando que la Iglesia está fundada por Jesucristo, de quien el Papa es Su representante en la tierra, no el divino propietario. Como atinadamente escribió Antonio Socci, el Papa no es un “segundo Jesús” (Libero, 24 de septiembre del 2017), sino el 266º sucesor de Pedro. Su mandato no es el de cambiar o “mejorar” las palabras de Nuestro Señor, sino guardarlas y transmitirlas del modo más fiel. Si esto no sucede, los católicos tenemos el deber de reprocharle, de modo filial, siguiendo el ejemplo de San Pablo, en relación con el Príncipe de los Apóstoles, Pedro (Gálatas 2:11).
Finalmente, están los sorprendidos  de que los Cardenales Walter Brandmüller y Raymond Leo Burke no firmaran el documento, ignorando, como lo subrayó Rorate Cæli, que la Correctio de los Sesenta es de naturaleza puramente teológica, mientras que la de los cardenales, cuando aparezca, tendrá mucho más autoridad e importancia, también en lo canónico. La corrección de un par, prevista en el Evangelio y en el actual Código de Derecho Canónico, en su artículo 212, párrafo 3, puede adquirir diversas formas. “Este principio de corrección fraternal dentro de la Iglesia- declaró Mons. Athanasius Schneider, en entrevista reciente con Maike Hickson- siempre ha sido válido, incluso respecto de un Papa y también debiera regir para estos tiempos. Desgraciadamente, en estos días quien se atreve a decir la verdad- incluso si se hace con respeto, acerca de los Pastores de la Iglesia- es clasificado como enemigo de la unidad, como le aconteció a San Pablo, cuando declaró: “¿Entonces, me he convertido en vuestro enemigo, porque os he dicho la verdad?” (Gálatas 4:16).


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