Traducido de Fatima Network
Los progresos de la contra Iglesia:
Los obispos divididos sobre el “matrimonio gay”
Por Nelson Hertel
27 de septiembre del 2017
Karol Cardenal Wojtyla (más tarde Papa Juan Pablo II) en ningún caso fue un tradicionalista. Su pontificado estuvo explícitamente dedicado, de hecho, a llevar a la práctica el Concilio Vaticano II. Pero en 1976, dos años antes de su elección al papado, el Arzobispo de Cracovia admitió, en su visita a Filadelfia: “Ahora estamos enfrentando la lucha final entre la iglesia y la contra Iglesia, del Evangelio versus el contra Evangelio”. Cuarenta años después, no podemos negar la existencia de ambas iglesias, o de los dos evangelios. No podemos ignorar o negar la actual batalla a muerte que se libra entre la verdadera Iglesia y la falsa.
También hemos llegado a confirmar las palabras de Nuestra Señora de Akita, Japón, del 13 de octubre de 1973 (en el 56º aniversario del Milagro del Sol): “La obra del demonio se infiltrará hasta en la Iglesia, de un modo tal que veremos a los cardenales enfrentados entre sí, a los obispos en contra de los obispos... La Iglesia estará llena de los que aceptan compromisos... El demonio será especialmente implacable en su lucha contra las almas consagradas a Dios”.
Claramente podemos percibir hoy la división de obispos contra obispos, especialmente en Australia. No podría haber mejor indicación de la existencia de la verdadera Iglesia y de su opositora. Se está desarrollando una encuesta en dicho país (entre el 12 de septiembre y el 27 de octubre del 2017), organizada por el gobierno, para determinar si la definición de matrimonio, contemplada en la Ley de Matrimonio de 1961, puede ser modificada. “Varón y mujer” sería reemplazado por “dos personas cualesquiera” y el Parlamento australiano votaría la moción, para legalizar el “matrimonio” homosexual.
Lamentablemente, los obispos católicos de Australia están divididos sobre esta materia. La mayoría está del lado del Arzobispo Mons. Anthony Fisher, O.P., de Sydney, para contestar ‘no’ a la encuesta y pidiendo a sus fieles que respondan que ‘no’.
Pero hay otros, como el Obispo Vincent Long Van Nguyen, son imparciales, argumentando que no combatirán de manera explícita la moción, ni alentarán a sus fieles para que también la combatan. Mons. Long recomendó a sus fieles que “ejerzan según sus conciencias... No sería una cuestión de simplemente responder sí o no”.
Luego, está el ejemplo del Obispo Bill Wright, de Maitland-Newcastle, que ha argumentado en favor de legalizar el “matrimonio” homosexual, señalando que:
“Entonces me parecía, ahora también, que en una sociedad donde las relaciones del mismo sexo son legales y las parejas homosexuales pueden adoptar y criar hijos, es un poco anómalo que su relación no tenga un status legal claro... La cuestión acerca de cualquier proyecto de ley no es si cuadra con las enseñanzas de la Iglesia o algún ideal moral, sino si es una buena regla práctica para la gente que vive en la sociedad de hoy... Tal argumento de ‘bien común’ puede ser planteado de modo tal que en nuestra sociedad pluralista, se haga más por la paz y la armonía de las parejas homosexuales, para que tengan un lugar en las estructuras reconocidas, en lugar de ser excluidas. Esos fueron mis pensamientos sobre el estado del reconocimiento del matrimonio gay, como materia de ley y los mantengo”.
Pero cualquiera que conozca su Catecismo podría reconocer que no puede haber distinción entre las posturas personales, políticas o profesionales, respecto del matrimonio. Ningún católico (mucho menos un obispo, que tiene la marca indeleble, intrínseca y ontológica de la plenitud del Orden sagrado) puede sostener una adhesión teológica a la doctrina de la Iglesia y después votar a favor del “matrimonio” civil entre dos personas del mismo sexo, argumentando algunas excusas. Lo mismo vale para el aborto y cualquier otro problema moral.
Mientras nos entristece el actual asalto al matrimonio y las débiles o escandalosas posiciones de los obispos, no podemos quedar impactados. Fuimos advertidos hace siglos, cuando Nuestra Señora del Buen Suceso profetizó a Sor Mariana de Jesús, en Quito, el 21 de enero de 1610:
“El Sacramento del Matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con Su Iglesia, será duramente atacado y profanado. La masonería, que entonces reinará, llevará a la práctica leyes inicuas, destinadas a extinguir este sacramento. Harán las cosas fáciles para que todos vivan en el pecado... Vendrán tiempos infelices en los que quienes defiendan valientemente los derechos de la iglesia serán, en cambio, cegados, a pesar de la luz, someterán sus manos a los enemigos de la iglesia y harán lo que estos digan”.
Recemos por la conversión de esos obispos que no defenderán con coraje al verdadero matrimonio y la verdadera doctrina de las Iglesia, incluido el Reinado Social de Cristo Rey. Recemos también para que el Papa, en unión con todos los obispos de mundo, consagre pronto Rusia al Inmaculado Corazón de María- la única solución duradera a las crisis en nuestra Iglesia y en el mundo de hoy.
Gracias por difundir
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