viernes, 10 de mayo de 2013

Ser pobre a causa de Cristo



                   Hace como dos años murió en Chile uno de los hombres más ricos del país. Ese hombre era un connotado abogado, católico practicante, casado sin hijos. Este empresario una de las primeras cosas que se planteó en su vida era si el podía ser rico y seguir siendo católico. La respuesta fue afirmativa, así que vivió una vida entre ricos con gustos de rico.
                No pretendo hacer un juicio valórico sobre esta persona, no soy juez, ni nadie ha delegado en mi autoridad moral alguna para juzgar. Sin embargo, puedo opinar ciertas cosas que a mi juicio son importantes de recalcar con respecto a la riqueza y al ser católico rico.
         En primer lugar, debo decir que no concuerdo para nada con la respuesta de este hombre rico. Yo creo que no se puede ser rico siendo católico. Si bien, la riqueza como la pobreza en nada atentan directamente contra el alma, empero dadas las características como se produce en la economía la riqueza, puedo afirmar que quien la cultiva atenta directamente contra una serie de mandamientos de la ley de Dios.
         Mucha gente acrecienta su fortuna con operaciones financieras que se encuentran al borde de la ley o que derechamente están fuera de la ley. El sistema económico es corrupto, está hecho para corruptos, y de hecho para conseguir muchas cosas se pagan coimas a determinados funcionarios públicos para que aprueben tal o cual proyecto. Para ser el más rico, hay que vivir como rico, hay que actuar como rico y hay que negociar como rico.
        El manejo financiero no está hecho para los católicos, está hecho para inmoralizar a los católicos, de tal manera que estos tengan que elegir entre el dinero y Dios. El mundo funciona en una dirección opuesta a como  Dios quiere que se hagan las cosas. Por eso, a mi juicio, no se puede ser empresario rico y a la vez seguir siendo católicos. Piensen ustedes con lo que ocurre solamente con el trabajo del día domingo. Muchos empresarios católicos hacen trabajar en ese día a sus empleados por gusto, no se trata aquí que algunos trabajen por cubrir necesidades básicas, sino se trabaja para producir en ese día sólo dinero. Allí ya hay una oposición expresa respecto a los mandatos de Dios y de la Iglesia. Otro tanto ocurre con los réclames publicitarios inmorales, con los testigos falsos presentados en los juicios por abogados católicos y así suma y sigue con la de pecados y faltas por tratar de ser católico sin dejar de ser del mundo.
     El que quiera vivir como verdadero católico tendrá que hacerlo pobremente, rechazando todo lo que vaya en contra de su Señor. El católico verdadero tendrá que aprender a decir más no que sí, porque como se maneja el mundo según la marca de la bestia obliga a tomar decisiones incómodas y a la vez audaces por tratar de salvar el alma. Cuando ustedes vean a un verdadero católico que deambule por el mundo, lo podrán diferenciar del resto por su modestia del vestir y del actuar. No existe la compatibilidad entre el exitismo profesional y la vida católica, contrariamente como lo plantean actualmente ciertos grupos o movimientos de Iglesia.
       Cuando la Iglesia vivió pobremente es cuando más creció en fieles y mártires. Cuando alcanzó las riquezas vino inmediatamente la decadencia. Amigos, el dinero no es buen amigo de la catolicidad. En cualquier trabajo moderno la bestia hace que se ponga en entre dicho el católico al situarlo entre ganar dinero de espaldas a Dios o dejar de ganarlo de espaldas al mundo y a la marca de la bestia.
     No nos engañemos, la riqueza trae la decadencia. Por eso, son  muy pocas almas fieles a su Señor. Para ser fiel Él hay que estar dispuesto a abandonarlo todo. Ojo, hablo de pobreza o frugalidad y no de miseria. Hay que tener todo lo necesario para alimentarse y vestirse, lo mismo que para educarse. Para otra cosa es vivir una vida en medio de lujos y vanidades superfluas. Llámese joyas, autos lujosos, personal de servicios y cuanto más se les pueda ocurrir a ustedes.
    No se puede amar a dos señores, o se ama a una en desmedro del otro o se desprecia al otro en beneficio de uno. Cristo nuestro Señor tenía un oficio y seguramente recibía beneficios por su trabajo, ese es el mejor modelo de vida que podemos practicar. Ganarse el pan con el sudor de la frente y no acumular cosas inútiles por el sudor de otros.
    En la vida deben primar los equilibrios, empero, la vida católica debe reinar el desequilibrio entre los bienes del espíritu y los bienes de este mundo. Hay que preferir los del espíritu por sobre los de este mundo. Primero Dios y el resto se dará por añadidura. No justifiquemos la tibieza del alma de aquellos que creen que el catolicismo es un modelo de vida que se ve externamente a través del exitismo económico.
      No faltará quien me hable de la riqueza de los Patriarcas del Antiguo Testamento que era vista como una señal de bendición del cielo. Obviamente, que el contexto por el cual esos patriarcas poseían la riqueza es muy distinta que la situación actual como se desarrolla la economía. Los patriarcas necesitaban esa riqueza para mantener a su clan de tal manera que con su clan se transmitiera la fe. La riqueza estaba en función de la fe. En cambio ahora, la riqueza deambula en torno al hombre y la satisfacción de sus sentidos.
      ¿ Qué significa ser pobre a causa de Cristo? Ustedes ya saben la respuesta; se trata de llevar una vida cargada de renuncias y sacrificios por amor a Dios. Y sin duda, si se vive así, no se puede ser rico en este mundo materialista y perverso. Para ser rico, hay que pagar el peaje, hay que renunciar en parte a nuestros principios, a nuestras leyes católicas para abrazar a las del mundo.
      El que quiera ser el primero, anonádese a sí mismo y sígame dice el Señor. El negocio es simple, usted quiere la vida eterna, entonces, renuncie a los lujos de la vida pasajera y tome todas las cruces que Dios le ponga.
    

10 comentarios:

  1. Estimado Fraile:
    Veo que está de vuelta y me alegra. La riqueza en sí no es mala, lo malo está en:
    -La manera inmoral en cómo nos hacemos ricos
    _El uso que le damos a la riqueza, y
    _La divinización que de ella se hace.
    Creo que uno puede hacer mucho bien teniendo un poco más de recursos que el resto. Se puede practicar la caridad y ayudar, por ejemplo, al enriquecimiento de la liturgia. Yo me lamento muchas veces porque me gustaría hacer un montón de cosas que podrían ser de gran caridad para los demás - no me refiero en mi caso a caridad material, sino espiritual - y no tengo los medios.
    Por eso le pido a nuestro Señor que me dé los medios para hacerlo, y que me dé además los recursos para vivir dignamente, sin grandes lujos, ni como burguesa, pero sí para poder para formar a mis hijos cristianamente. Por otro lado,el apego a los bienes de manera avara es un pecado capital.
    Un abrazo,
    Beatrice

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    1. Estimada Amiga:
      Muchas gracias por su comentario. Me robó las palabras de la boca. Concuerdo con usted. Lo que sí quiero hacer énfasis que para ser rico en este mundo moderno hay que ser inmoral. No pretendo dictar cátedra ni dogmatizar el tema, pero en lo económico parece que todo está hecho para que el cristiano apostate.
      Esa es mi opinión, en lo demás concuerdo que el dinero puede ser un gran instrumento para poder practicar la caridad, pero el problema está que en este mundo es muy difícil obtener grandes riquezas de manera honesta ya que el sistema está corrompido. Se puede ganar poco y medianamente siendo honrado, pero para ser rico hay que pagar la patente, hay que tranzar.

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  2. Amigo :has dado un monton de definiciones muy claras que me encantaron y con las que coincido totalmente.Una vez lei algo que no olvido y que dice asi:

    Si en la renuncia total,
    del todo se llega al TODO,
    niegate en todo de modo
    que haya un vacio integral.

    Hay grupos dentro de la Iglesia, por todos conocidos,que en definitiva ,a pesar de su supuesta ortodoxia,son catolicos liberales.
    Que buena doctrina tienen los chilenos que he conocido ultimamente ¡¡¡

    abrazo

    criollo y andaluz

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  3. http://es.catholic.net/empresarioscatolicos/484/1049/articulo.php?id=44464
    le dejo este ejemplo
    Enrique Shaw empresario argentino

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  4. Claro que Enrique Shaw era preconciliar, el tenía sana doctrina, no como dice el artículo exageradamente que lo que el escribió luego lo dijeron también en el vaticano segundo; cuando no estos modernistas llevando agua a sus molinos.

    Fue un gran ejemplo pero me parece exagerado llevarlo a los altares. Muchas de las canonizaciones o beatificaciones son una verdadera exageración que termina dañando el canon, como que ahora no es Dios quién elige a sus santos, sino el hombre que pertende decidir quién es santo. Pero bueno ese ya es otro tema distinto del post.

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  5. Muy lindo todo lo que dice, en un himno de la liturgia de las horas se habla de los pobres de si mismos.
    A lo que usted comenta lo resumiría con la palabra austeridad.

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  6. Estimados Amigos:
    Recuerden la parábola del joven rico, allí queda establecido para siempre cuál debe ser el parámetro que nos debe guiar para poder alcanzar el cielo. Ese joven era un empresario, al igual que muchos ahora que dicen ser católicos y Cristo Nuestro Señor le pidió una sola cosa, eso mismo que le pidió a él le pediría a todos que son como el en todos los tiempos y en todos los lugares.
    Un abrazo.

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  7. Otro comentario:
    ¿ Doy lo que me sobra o lo que me falta?¿dónde hay verdadero mérito?

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  8. Mejor dar cuando se de la situación, no buscar dar, mas bien estar atentos, el voluntarismo en esto nos juega una mala pasada, bueno siempre el voluntarismo es malo.

    Por eso atentos para saber cuando y como quiere Dios que demos.

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  9. Dios siempre nos llama a darnos a ÉL un poco mas, cada uno en su medida. Por ejemplo a ese joven de la parábola, ya que había cumplido los mandamientos de niño, le pidió un poco mas y el joven no tuvo buena disposición para darselo.
    Además pensemos que hay llamados especiales.
    Dios va entresacando personas de la multitud, va eligiendo, seguramente en función de la buena disposición; para ir santificando.

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