viernes, 29 de mayo de 2015

El mal no puede triunfar.

        Estimados Amigos:
     
           Aunque exista un ambiente de pesimismo y decepción de la Iglesia, de la sociedad y en general sobre el futuro de la humanidad, sin embargo, el mal jamás podrá triunfar. El mal es un parásito que se adhiere al bien para corromperlo. Por consiguiente, antes que exista el mal debe subsistir el bien. Aunque esta distinción parezca algo conceptual, es más bien algo real que nadie puede negar.
          El mal es incapaz de subsistir por sí mismo, por ello, si lo tratamos de combatir siempre se irá reduciendo su efecto nocivo en la sociedad. En el caso de la Iglesia Católica, por ser una institución de carácter divino, para tratar de destruirla el mal intentará desviar el fin para lo cual la Iglesia fue fundada por Cristo. Por consiguiente, el mal de la misma Iglesia corresponderá a posibles desviaciones de sus fines últimos.
           Esa corrupción de la Iglesia se traspasa en a la misma sociedad por medio de una inversión del orden natural. Como toda corrupción consiste en invertir el orden, vale decir, el fin último, el modus operandi del mal siempre será el mismo cambiando sólo la carátula externa del modo como se realiza.
         La mentira se desenmascara siempre con la verdad, por consiguiente, cada vez que recurramos a la verdad lisa y llanamente estamos desenmascarando la mentira. Mientras más apelemos a la verdad la mentira disminuirá. Contrariamente, lo peor que le podemos hacer a la verdad es ocultándola y utilizándola como medio y no como fin para lo cual está hecha por Dios. A la verdad no se la puede presentar por medio de la descalificación o la burla, eso sería hacerle un flaco favor, más bien a la verdad debe presentársela como bien superior al cual se debe recurrir .
        Las verdades a medias no existen, como a su vez, las mentiras a medias tampoco. Sé da la verdad en su totalidad, o, simplemente no se da. ¿Pero qué sucede sobre los matices respecto al conocimiento de la verdad?, en este caso, aquí se apunta  a la inteligencia del hombre en cuanto a su capacidad o incapacidad de conocimiento que obviamente está sujeta a lo limitado de su inteligencia. Pero esto es otra cosa respecto a la verdad a medias, la verdad es absoluta, pero el modo de conocimiento por parte de los intelectos es por partes.
        Amar la verdad, es en definitiva, amar a Dios. Negar la verdad, es negar a Dios. Toda verdad proviene de Dios . La verdad es anterior al hombre , lo que hace el hombre con ella en el orden natural se dedica a descubrirla, y en el orden sobrenatural, a contemplarla tal cual la ha recibido de su creador.
      Justificar lo injustificable de los hombres sacrificando a la verdad es no amar al hombre. El bien del hombre estará siempre en la verdad, independiente si el error lo cubre con un velo, el hombre siempre encontrará en la verdad aquel faro que lo iluminará del velo de las tinieblas. Omitir sobre la verdad, es lo mismo que corromperla, porque se la oculta en el velo de la oscuridad, a sabiendas, que la misma verdad está determinada a iluminar para quitarle el velo de la oscuridad que nos ensombrece con el error y la mentira.
      Respecto al mal, el se ocultará siempre bajo el velo del error y la mentira, pero la luz de la verdad lo descubrirá como tal. No importa quien diga la verdad, lo importante será que se diga.

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