lunes, 7 de marzo de 2022

                                                 LUIS EMILIO MALUENDA, EL ÚLTIMO NACIONALISTA


                                                 Escribir acerca de Luis Emilio Maluenda no es algo fácil, y no lo es, porque representa el último bastión del nacionalismo chileno. Es el testimonio viviente de lo que fue el antiguo Partido Nacional. Una línea política abandonada en Chile desde el año 1973, donde Pablo Rodríguez decide disolver el Partido Nacional. De ahí para adelante, nuestra historia cambió- a mi juicio para peor- ya que el país se volcó hacia lo internacional olvidando nuestras tradiciones y nuestra cultura local. Ese fue el comienzo de la decadencia que hoy vivimos, en la cual Luis Emilio con su discurso patriótico aparece desconectado de la juventud y en general de la sociedad. 

                                                Un país que destruye su historia, que destruye sus tradiciones y ataca a la base fundamental de la sociedad como lo es la familia, está condenado al fracaso y a la destrucción. Sin duda, el discurso patriótico y el combate intelectual que hace en su canal Luis Emilio en contra del contubernio neoliberal, aparece como una rareza que no suma adherentes. Revindicar el carácter patriótico de unas Fuerzas Armadas educadas en la doctrina de Los Derechos Humanos y en las Fuerzas de Paz de la ONU resulta una arenga anacrónica a los tiempos actuales. 

                                                  Combatir la inmigración, la delincuencia y atacar a la Convención Constituyente son caminos que van condenados al fracaso. La sociedad no quiere escuchar discursos de combarte ni de nacionalismos que evoquen un pasado histórico donde hubo héroes y pujanza de un país que por mucho tiempo fue admirado por otras naciones. Luis Emilio parece ser una pequeña voy en medio de un desierto, un extraterrestre que habla n un idioma que nadie entiende, un profeta que anuncia calamidades, un agorero de los últimos tiempo. Este patriota llora a su país, mientras el resto danza y baila en medio de jocosas vacaciones de verano, llena sus estómagos con comida chatarra. 

                                                  A nadie le gusta escuchar ni ver al que anuncia que la fiesta terminó, y que llegó la hora de apagar la luz y la música. Luis Emilio tiene el tupé de venir apagar la luz y la música, en definida, nos viene a decir que la fiesta acabó, que llegó la hora de irse todos para la casa, mostrándonos que nos espera una cruda realidad al llegar a nuestros hogares, y que el canto de sirena de los animadores musicales, su efecto histriónico, va desapareciendo poco a poco. ¿ A quién puede agradar alguien así?, quitador de emociones, enrostrador de realidades, pregonador de calamidades. 

                                                 Vladimir Putin con su guerra en Ucrania, mostró una realidad frente a cual- nuestra  sociedad- no quiere ver ni quiere escuchar. La GUERRA no terminó para la especie humana, sigue tan vigente como antaño. Los nacionalismos no murieron, Putin es uno de esos nacionalistas a ultranzas, que evoca la grandeza de la Nación Rusa, la cual quiere disputarse los destinos del mundo. Lo que sí murió fue el globalismo y esos sueños internacionalistas de agrupar a todas las naciones frente a un único poder político y religioso. El Gobierno Mundial ya no tiene cabida frente a una Rusia empoderada, la ONU se mostró débil frente a una paz que no puede asegurar, y el resto de las naciones debe aprender de Ucrania que la única manera para permanecer como nación es tener ejércitos poderosos y una identidad cultural, que de cohesión al país completo, para que sea defendido por todos, si potencias extranjeras quieren apropiarse sus riquezas. 

                                                Al final, figuras como las de Luis Emilio Maluenda revindican lo más esencial que debe tener un país, el amor a su historia, a su territorio y a sus tradiciones gloriosas que los antepasados rubricaron con su sangre como herencia a todos sus descendientes. Más temprano que tarde, las fuerzas nacionalistas tendrán que renacer en Chile, surgirán como el Ave Fénix, renacerán sobre las cenizas que dejen los últimos nacionalistas. Al final todo volverá al orden, y la historia valorará a todos aquellos patriotas que un día fueron un faro en medio de una gran oscuridad. Mis agradecimientos a don Luis Emilio por defender lo que nadie defiende, CHILE. 

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