lunes, 23 de septiembre de 2013

Extractos de Pussilux Grex.


Soy Felipe Benavente…el hermano de Macarena, la ex de tu hermano.

 

_ ¡Dios mío por supuesto! Discúlpame Felipe. No te reconocí. Ha pasado tanto tiempo y he visto tanta gente que me confundo. Además soy mal fisonomista y siempre paso vergüenza por no acordarme de las caras de las personas… ¡Qué bueno verte en el refugio! ¿Cómo es que estás acá?

 

_ Es una larga historia Ian...padre Mansfield. Pero por ahora me interesa contarte otra historia…la de mi hermana. – Felipe le indicó a Ian que la joven que le acompañaba era Macarena, la ex polola de Matthew H. Ian no lo podía creer y por un buen momento estuvo a punto de marearse por el impacto que le causó la coincidencia del encuentro. Se sentaron en una banca que había a mitad del laberinto. La muchacha seguía abrazada a su hermano, como si quisiera que no la vieran, agazapada sin emitir ningún ruido. Ian intentó saludarla, pero lo único que consiguió fue que ella se escondiera detrás de su hermano.

 

Felipe le relató la penosa historia de lo sucedido con su hermana menor después de que Matthew Hugh terminó con ella. Desolada y despechada se largó a buscar a un hombre que pudiera reemplazar a su novio y que en lo posible fuera tan caballero y tan querible como  Matthew Hugh lo había sido con ella. Amplió su círculo de amistades intentado buscar al pololo ideal y rápidamente fue dejándose seducir por falsos amigos que deshicieron todo el camino espiritual que Matthew Hugh le había enseñado. Se arrojó a los placeres sensuales, a las fiestas desenfrenadas, a las drogas duras y a ser parte de los rituales más avanzados de la nueva religión. El resultado de todas estas andanzas la llevaron a perder el juicio y un día su hermano, que venía llegando de su trabajo, la encontró tirada en la vereda de su casa, borracha y drogada y con claros signos de haber sido abusada sexualmente.

 

Ian sintió una tremenda pena al escuchar la historia, especialmente al acordarse del amor que su hermano tuvo hasta el final por esta muchacha. Quería tomarle la mano y acariciarle la espalda para consolarla, pero ella seguía rehuyendo cualquier contacto físico con Ian.

 

Felipe, dolido al ver a su hermana tirada en la calle en semejante estado, la tomó en brazos, la introdujo en la casa. La desnudó, la bañó, la vistió y la acostó en su cama y  permaneció sentado junto a ella hasta que se quedó profundamente dormida. Al día siguiente algo más repuesta ella le contó, en medio de la confusión interna y del hachazo por las drogas y el alcohol de la noche anterior, que todo había ocurrido en una de las acostumbradas fiestas a las que iba. Le dijo que lo único que quería en ese momento era morir y con esa idea consumió un coctel de drogas y licores que la enajenaron de tal manera que se desinhibió de todo pudor y desnudándose en medio de la sala donde estaban celebrando, ofreció su cuerpo para el que quisiera tomar de él, y al menos diez hombres la habían violado aprovechándose vilmente de la debilidad de la pobre mujer... La historia era repulsiva, y para Ian fue especialmente chocante cuando pensaba en la pureza del amor que su hermano Matthew sentía por ella y cuánto había suspirado imaginando formar una familia con ella. Pero no le correspondía entrar a juzgarla ni menos si por el abandono de Matthew Hugh ella se había vuelto loca.

 

El hermano de Macarena era piloto comercial de una línea área y en sus frecuentes viajes había tomado contacto con los palomos a quienes transportaba en sus aviones vestidos de incognito, haciéndose pasar por hombres de negocios o por deportistas. Poco a poco se había interiorizado de la doctrina de los viejos católicos y poco a poco también fue dejándose seducir por el bálsamo de la verdadera  fe hasta sufrir un quiebre que le había llevado a militar en la primera línea de los últimos fieles, piloteando el furtivo avión del cardenal Bright o de cualquier miembro de la verdadera Iglesia católica que requiera de sus servicios. Ya militaba en los palomos como miembro auxiliar cuando encontró a su hermana y decidió hacerse cargo de ella, buscando el apoyo necesario para rehabilitarla en la medida de lo posible.

 

Se encontraba pues, precisamente en el refugio de Atacama porque llevaba en su avión a los frailes Elías y Enoc. Debía partir al día siguiente a Israel y no iba a poder llevar a su hermana como en ocasiones anteriores y estaba muy angustiado por no saber con quién dejarla.

_ Nos enteramos que ustedes llegaron y no lo podía creer. Tu hermana Annie y fray Paolo nos contaron la historia hace un rato en el hall central.  No estoy seguro si ella escuchó lo que le ocurrió a Matthew Hugh, y quería pedirte un gran favor, un enorme favor, como la última voluntad de un hombre que sabe que va a la muerte. Mi viaje no tiene retorno asegurado y es probable que no pueda volver a Chile y necesito que alguien cuide de Macarena. Estamos los dos solos en el mundo. Mis padres nos echaron de la casa, con vergüenza por pertenecer a la verdadera Iglesia. Mis otros hermanos me juraron la muerte si volvíamos y ella solamente me tiene a mí. En su estado actual no puedo encargársela a alguien desconocido. Ella está traumatizada, no habla, apenas come, no se quiere bañar ni cambiarse la ropa. Está como un animalito huraño…

 

_ Espera Felipe – le interrumpió Ian con una enorme sonrisa en sus labios y apretando suavemente el hombro de Felipe  le pidió que lo dejara hablar con Macarena- Maca…Maca… ¿te acuerdas de mí? Mírame niñita, mírame, soy Ian Henry Mansfield Battaglia… ¿te suena mi nombre? Vamos chiquilla mira a este pobre cura…- La muchacha levantó un poco la vista y sus ojos tristes se veían a través del pañuelo inmundo que ocultaba su rostro. – Soy uno de los hermanos de Matthew Hugh...de tu Matthew. ¿Te acuerdas que yo venía después de él? ¿Te acuerdas cuando salíamos los tres al cine? – La muchacha se llevó las manos a la cara y se largó a llorar desconsolada al escuchar el nombre de su ex en boca de Ian. Estaba avergonzada y se sentía sucia y abominable. Ian aprovechó el lapsus y acercó a la muchacha a su pecho, donde ella apoyó su cabeza y donde el llanto se hizo más dramático todavía.

 

_ Llora hijita, llora mi niña, no estás sola. Nosotros con mis hermanas vamos a cuidar de ti mientras Felipe anda de viaje. Serás parte de nuestra familia tal como lo quiso siempre Hugh. ¿Sabes mi niña? Matthew murió en mis brazos como un mártir y ahora está en el cielo y le ha pedido al Buen Dios que yo te cuide… ¿ves como no te ha abandonado? Matthew siempre te amó y murió diciéndomelo. Sus últimas palabras fueron para ti, para que te dijera que te amaba. Me dijo que te buscara en alguna de las comunidades. Me suplicó que si te encontraba te dijera que él siempre te va a amar y te va a cuidar y mira como no ha dejado de cumplir su palabra. Matthew sufrió mucho al dejarte. Proyectaba su vida formando una familia contigo, pero no se pudo dar. Me hablaba siempre de ti y rezaba con fervor todos los días por tu salvación eterna. Quisiera poder expresarte lo que me decía, pero sus tiernas y fogosas palabras no suenan tan bien en mis labios.  No te culpes por nada de lo ocurrido en el pasado, eso ya forma parte de la historia. Somos pecadores, todos somos pecadores y lo importante es que ahora hayas enmendado tu vida y te entregues a la misericordia de Dios. Mira – Ian sacó de su pecho un pequeño trozo de género, manchado con sangre que ya estaba café, y que ocupaba como escapulario – este trocito de género es del roquete que estaba usando Matthew Hugh al momento que estando en el armonio, fue martirizado. Yo corté varios pedacitos de la ropa de todos mis familiares y amigos que fallecieron ese día para tenerlos como reliquias y los que ando trayendo siempre en el cuello es el de Matthew, el de mi mamá y los de mis hermanos Dominic y Christian. Éste tiene su sangre, su bendita sangre y ahora es tuyo. Por favor, déjame que te lo coloque en el cuello. Una parte suya te acompañará de ahora en adelante.

 

La muchacha le arrebató de las manos el trocito de género a Ian y lo puso sobre sus labios. Lo besó una y otra vez con sus ojos cerrados. Luego se lo pasó por sus mejillas, acariciándolo como si fueran las manos de Matthew H. Volvió a besarlo y mirando a Ian ella misma se lo colocó en su cuello.  Abrió su manchada y sucia blusa y metiendo su mano en el sostén  sacó algo y se lo entregó a Ian, quien se sorprendió al ver el viejo escapulario del Carmen que su hermano le había regalado a ella el día que se despidió.

 

_ ¡El escapulario de Matthew Hugh! – Ian se mostró sorprendido de que Macarena lo conservara a pesar de todas las desventuras. Ella le tomó las manos a Ian y se las besó. Luego se las llevó a su cara y las apoyó en una de sus mejillas. De repente, le sonrió  y comenzó a hablarle suavemente.

 

_ El escapulario de Matthew me ha salvado la vida.  Yo no he podido superar su pérdida y me volví loca cuando se fue…Ahora lo he perdido para siempre…pero yo le siento conmigo espiritualmente. Le percibo tan presente que cualquier cosa que me saque de su presencia me atormenta. Hace unos meses estaba sola en mi pieza y de pronto algo me conmovió y me puse a llorar acostada en mi cama sin saber por qué lo estaba haciendo, no tenía ninguna razón para ponerme triste de improviso y después de llorar amargamente me quedé dormida. Al cabo de una hora me desperté sobresaltada y al sentarme en la cama sentí una alegría, una sensación de bienestar tan grande como nunca la he sentido y creo que no volveré a sentir. Hace un rato escuché a tu hermana Annie y ella señaló la fecha y la hora en que mi Matthew había fallecido, fue el mismo día en que yo experimenté lo que te acabo de contar. Su agonía duró una hora, una hora que yo viví  el sufrimiento más grande que te puedas imaginar, desconociendo el motivo, y luego, cuando partió al cielo, mi corazón sintió que estaba en paz y que llegaba con  su presencia a consolar  mi alma. Esto fue después de mi tragedia y cuando ya estaba viviendo en casa de Felipe. Gracias por querer cuidarme, yo no estoy bien. Padre Ian…que alegría me da verte, eres un pedacito terrenal de Matthew Hugh,  tienes su mirada, pero estás tan flaquito…tus manos están huesudas y tu rostro, padrecito está enjuto y quemado por el sol. Tienes que comer.

 

Annie se había transformado en esos meses en una verdadera madre para todos los pequeños y para sus propias hermanas; y para Ian en un consuelo a su soledad. Su precoz madurez intelectual y moral la había convertido en una mujer fuerte como su mamá y no le fue difícil prácticamente adoptar a la que habría sido su cuñada. La acogieron con cariño y la recibieron como parte de la familia en los aposentos que les fueron designados.

 

Tal como Pio XIII les hubo dicho, al día siguiente partió a consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María. Fray Enoc y Elías partieron con Felipe a Jerusalén, donde les tuvieron por locos y les mataron. Para espanto de los pertinaces y contumaces judíos presentes en su ejecución, dos días después estaban vivos, resucitados,  mientras que el mundo se sumía en un caos y en las tinieblas. Tres días pasaron en que el mundo se oscureció. Las estrellas parecían caer, el mar se enloqueció. La gente corría despavorida por las lujosas ciudades asiáticas y norteamericanas cayendo muertas de golpe en medio de sus abominables pecados carnales. La noche era total y en el refugio atacameño se velaba día y noche al Santísimo. Todos velaban, nadie quería dejar de hacerlo y ninguno salía a la superficie como se les había ordenado. No tenían comunicación con el exterior.  Al tercer día Ian oficiaba su misa en la madrugada cuando un gran terremoto abrió la superficie y el sol entró en la capilla subterránea. Ninguno de los presentes resultó herido y ante su asombro y regocijo vieron venir a sus muertos bajando a su encuentro.

Pudieron ver al Cordero venir como Rey  del Universo en una visión que abarco a todo el mundo, y con Él, al Arcángel que terminó a una orden suya con el Anticristo y  con su Pseudoprofeta, arrojándolos al infierno con el Demonio para que este maldito fuera atado.  La familia volvió a reunirse: Matthew, Ángeles y sus hijos mártires se reencontraron con sus hijos que siguieron vivos en esta tierra. El buen Manuel Etcharren no pudo dejar de llorar y reír al contemplar a Isabel y a sus hermosos hijos venir a su encuentro.  Ellos, los mártires de los últimos tiempos resucitaron primero, porque los mártires anteriores se enfrentaron contra hombres perversos y dieron testimonio; los de los últimos siglos enfrentaron al mismo Príncipe de este Mundo y a su Anticristo.

 

5 comentarios:

  1. Estimado Fray Agricola :no me canso de decirlo, la obra de nuestra comun amiga es simplemente memorable.
    Saludos

    criollo y andaluz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Amigo:
      Yo comparto plenamente sus palabras. Espero que esa obra sirva de guía para muchas personas.
      Un abrazo.

      Eliminar
    2. Estimado Criollo:
      ¿Alcanzó Usted a leer Inespectatus Occursus? ¿ Qué tal le pareció?

      Eliminar
    3. Estimado Fray Agricola : no, todavia no lo he leido .Pero no me falta mucho para atacarla Respecto a Pussillus Grex ,trato de hacerle propaganda en Argentina, porque ,a mi entender, transmitir la Recta Doctrina en forma de novela y que encima sea tan atrapante ,es muy meritorio.
      Saludos

      criollo y andaluz

      Eliminar
    4. Estimado Criollo:
      Inespectatus occursus es la primera parte de Pusillus Grex. Todo lo que es el personaje principal en la novela nace de modo muy didáctico y explicativo en Inespectatus.
      La gracia está en cambiar los escenarios pero mantener la peculariedad de cada personajes. Además en cada página de Inespectatus se expresade modo muy didáctico una enseñanza para la vida cotidiana. El trasfondo teológico y por qué no decirlo filosófico queda siempre presente de modo subrepticio.
      Una gran tentación que uno puede tener en la lectura de estos dos libros es analizar su contenido página por página.
      Bueno, no le cuento más hasta que finalmente lo lea y me dé su sabia opinión.
      Un abrazo.

      Eliminar

Solo se publicarán comentarios constructivos y que no contengan groserías y sean mal intencionados.