domingo, 8 de septiembre de 2013

¿Y a dónde está tu Dios?.

            Ayer en la tarde, al ir a comprar a un negocio muy cerca de mi casa me encuentro con un antiguo amigo de infancia. Este antiguo amigo que no veía hace bastante tiempo, me pregunta cómo me ha ido en la vida. Por mi antigua amistad le cuento algunas cosas personales que me habían pasado últimamente y que no habían sido muy agradables.
           Frente a las cosas malas que me habían pasado recientemente, este amigo, me pregunta seriamente: ¿ Y a dónde está tu Dios? haciendo referencia en primer lugar a mi fe católica. Y en segundo lugar, la Providencia que cuida a los que quieren vivir según ese orden divino. Lo que en el fondo quiso decir mi amigo es ¿dónde aparece Dios en medio del dolor de los suyos?.
       ¿Cómo es posible que un creyente sea víctima o padezca los infortunios de la vida humana?. Conociendo muy bien a mi interlocutor, en especial, su ateísmo materialista, no puede entender cómo es posible que personas que dicen tener fe en un ser trascendente que identifican con Dios, padezcan los mismos infortunios que los demás infelices que ni si quiera se plantean la preguntan por el ser divino.
      Lamentablemente, mi amigo no tiene la fe. Al no tener la fe, no cree en una vida eterna. No entiende  que después de esta vida existe otra que será el premio para los que guardan fidelidad con su creador y, será un castigo, para quiénes no lo aceptan como tal. Mientras tanto, todos los seres humanos estaremos expuestos a las vicisitudes de la vida, a los infortunios que se encuentran previstos por la Divina Providencia.
      El infortunio y la desdicha son parte de la vida, son parte de los medios que Dios establece para que podamos alcanzar el cielo. Aprender en el dolor, aprender en la derrota puede ser un gran medio para poder conocer mejor a Dios. La humildad, de la humidad de saber que no somos nada ni nadie Dios nos habla para que aprendamos a conocerlo y aceptarlo. El pecado sólo es una perdida de tiempo, de tiempo para poder alcanzar el cielo. Y Satanás es el padre de los zánganos, de los que no trabajan para el cielo.
      Mi religión, lo único que me mantiene con esperanzas en el más allá es el mejor tesoro que tengo en mi alma. No me interesa la burla ni el escarnio de los demás. En mi debilidad aflora la fortaleza de Dios. Mi derrota es su victoria. La risa y la burla de los demás es mi mejor manera de aprender a vivir mi fe con humildad. No soy nadie para juzgar. Y si fuera por mi, los perdono, los perdono porque tengo un creador que me perdona todos los días. Me perdona mis ingratitudes y rabietas, mis melancolías y desesperanzas, me perdona tal cual miserable soy.
    Nunca entenderé ni me entenderé en la vida. Cada persona agota su especie. Las personas son tal cual las conocemos como son. Y bueno, al final, espero que valga la pena el haber vivido.

5 comentarios:

  1. Estimado Fraile:
    Su ensayo me ha movido a renovar la correspondencia interrumpida por razones de fuerza mayor con un aporte que puede echar algo de luz en el misterio del mal, misterio que aparece entrelíneas en su escrito y, hasta cierto punto, puede develarse con la razón, bien que iluminada por la Fe, sobre todo en cuanto a los males de esta vida..
    En el "Tratado de Dios uno en esencia", al respecto, dice Santo Tomás:
    "Hay que distinguir entre el que tiene a su cuidado algo particular y el provisor universal. El provisor de lo particular evita, en cuanto puede, los defectos en las cosas puestas a su cuidado, y, en cambio, el universal permite que en algunos particulares haya ciertas deficiencias, para que no se impida el bien de la colectividad. Y si bien los defectos y corrupciones de los seres naturales son opuestos a tal naturaleza particular, entran sin embargo, en el plan de la naturaleza universal, por cuanto la privación en uno cede en bien de otro, e incluso de todo el universo, ya que la generación o producción de un ser supone la destrucción o corrupción de otro, cosas ambas necesarias para la conservación de las especies. Pues como quiera que Dios es provisor universal de todas las cosas, incumbe a su providencia permitir que haya ciertos defectos en algunos seres particulares para que no sufra detrimento el bien perfecto del universo, ya que, si se impidiesen todos los males, se echarían de menos muchos bienes en el mundo; no viviría el león si no pereciese otros animales, ni existiría la paciencia de los mártires si no moviesen persecuciones los tiranos (ST I, q.22, a.2, ad 2).
    En otras palabras, "hay en las cosas muchos bienes que, si no hubiese males, no tendrían lugar; como no existiría la paciencia de los justos si no existiese la malicia de los que los persiguen; no habría lugar para la justicia vindicativa si no hubiese delitos; asimismo, en las cosas naturales, no habría la generación de uno si no hubiese la corrupción de otro. Luego, si el mal fuese excluído totalmente de la totalidad de las cosas por la providencia divina, sería preciso que también disminuyesen los bienes de la multitud; lo cual no debe ser, porque más fuerte es el bien en la bondad que el mal en la maldad"; de otro lado, "el bien del todo supera al bien de la parte. Por lo tanto es propio del gobernador prudente tolerar algún defecto de bondad en la parte, para que aumente la bondad del todo; como el artífice esconde los cimientos bajo tierra, para que toda la casa tenga firmeza. Pero si se quitase el mal de algunas partes del universo, perdería mucho la perfección de todo éste, cuya hermosura resulta de la reunión ordenada de los bienes y los males, mientras que los males provienen de bienes deficientes, y sin embargo de ellos se siguen algunos bienes por providencia del que gobierna, al modo como la interposición del silencio hace que la melodía sea suave. Por lo tanto no debió la divina providencia excluir el mal de las cosas" (SCGen, libro III, cap.71).
    Lo saluda quien usted seguramente ha de saber.

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    1. Estimado Amigo:
      Le respondí a través de un post. Si quiere le voy respondiendo por ese medio.
      Un abrazo.

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  2. Estimado Fraile:
    El comentario anterior puede seguir, y ahora sí terminar, con los siguientes textos del Doctor Angélico
    En igual sentido: "Lo óptimo en cualquier gobierno es que se provea a las cosas gobernadas según su modo; pues en esto consiste la justicia del régimen. Por lo tanto ... sería contra la razón del régimen divino el que no dejara a las cosas creadas obrar según el modo de su propia naturaleza. Y de que las cosas obran así, se sigue en las cosas la corrupción y el mal; ya que, a causa de la contrariedad y repugnancia que hay en las cosas, una cosa es corruptiva de otra. No es pues propio de la divina providencia el excluir completamente el mal de las cosas gobernadas. Además, es imposible que el agente obre algún mal, a no ser porque pretende algún bien ... Mas prohibir totalmente a las cosas creadas la intención de cualquier bien, no es propio de la providencia de Aquél que es causa de todo bien; pues así muchos bienes serían quitados de la totalidad de las cosas; como si se quita al fuego la intención de engendrar lo semejante a sí, a la cual se sigue este mal que es la corrupción de las cosas combustibles, se suprimiría ese bien que es la generación del fuego y su conservación según su especie" (idem).
    Asimismo: "un artista sabio, al disponer de las partes, no considera sólo el bien de esta parte o de aquélla, sino con mayor importancia el bien del todo ... Así también Dios, según su sabiduría, no creó todas las cosas iguales, pues así existiría un universo imperfecto, en el cual faltarían muchos grados de entes. Por ello, buscar en la operación de Dios por qué razón ha hecho a una criatura más perfecta que otra es semejante a buscar por qué razón un artífice en su oficio ha establecido una diversidad de partes" (De anima, a.7, c).
    Y: "no repugna a la bondad divina permitir el mal en las cosas sometidas a su gobierno. En primer lugar, porque no conviene a la Providencia destruir la naturaleza de las cosas que gobierna, sino conservarlas. La perfección de todo exige que haya ciertas cosas en las que no pueda darse el mal y otras que puedan sufrir los defectos del mal según su naturaleza. Luego, si las cosas estuvieran totalmente apartadas del mal, no estarían gobernadas por la Providencia divina según su naturaleza, porque el defecto que de ello resultaría sería mayor que los defectos particulares que se evitasen. En segundo lugar, porque el bien de una cosa no puede verificarse sin el mal de otra, a la manera que la generación de una cosa no se verifica sin la corrupción de otra ... Luego, si el mal estuviera totalmente excluido de las cosas, se seguiría que muchos bienes desaparecerían igualmente. Por tanto, no conviene que la Providencia divina excluya enteramente el mal de las cosas humanas, sino que es necesario que los males que acontecen estén ordenados a algún bien. En tercer lugar porque los bienes son más apetecibles si se comparan con los males particulares, a la manera que el esplendor del color blanco destaca más sobre la oscuridad del color negro. Cuando la bondad divina permite el mal en el mundo, se hace más visible esta bondad en las cosas buenas, y sobresale más su sabiduría en la coordinación de los bienes con los males" (Comp.Th., libro 1º, cap.142, n.283).
    Aquél cuya identidad debe usted haber adivinado lo saluda una vez mas.

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  3. Les copio este testimonio que tal vez les pueda servir.

    http://elblogdelbuenamor.blogspot.mx/2013_08_09_archive.html


    viernes, 9 de agosto de 2013¿DÓNDE ESTABA SU DIOS, MAMI?
    Recibí este hermoso testimonio de alguien que me escribió desde EWTN a propósito de la serie televisiva El Demonio de la Acedia


    Queridos hijos:
    Recordando la conversación que tuve con David por teléfono hace apenas unas semanas, durante la cual, hablando de Dios, él me dijo que él quería ser muy sincero y honesto conmigo y me dijo que lo perdonara por lo que el me iba a decir. Me dijo: " Mami yo siempre la vi a usted luchando por sobrevivir, siempre vivía llena de necesidades económicas ¿dónde estaba ese Dios en el que usted cree?


    Yo, hijos míos, soy lo que soy gracias a la escuela que Dios permitió que viviera, no soy rica ni siquiera acomodada. Vivo humildemente y soy feliz, ¿que me falta mucho por cambiar? ¡claro que sí!
    Porque no somos perfectos. Esa es mi lucha diaria querer ser mejor.
    Yo le dije a David que era cierto que yo vivía así, con estrecheces, pero que también tenía que decir que era feliz y vivía en paz. Yo no me sentía angustiada por no tener de todo porque siempre tuve salud y trabajo. A pesar de que hubo un tiempo en el que no tomé vacaciones en seis años, porque yo prefería trabajar las vacaciones para que me las pagaran el doble. Siempre traté de darles lo que yo podía. No vivimos con lujos pero vivimos con lo necesario.


    Y yo te pregunto, David:
    ¿Cuándo se enfermó alguno de ustedes? ¡Nunca!
    ¿Cuándo fueron al dentista? ¡Nunca!
    ¿Cuándo tuvieron que ser operados o cuándo tuvieron una emergencia? ¡Nunca!
    Cuando iban a jugar, ¿se quebraron algún hueso? ¡Nunca!
    ¿Tuvimos algún accidente? ¡Nunca!
    ¿Cuándo se acostaron sin comer? ¡Nunca!
    Nosotros no teníamos cómo pagar un seguro de auto. O comíamos o se pagaba el seguro. ¿Cuándo
    me detuvo la policía para pedirme seguro? ¡Nunca!
    En todos esos momentos ¡allí estuvo Dios!


    Yo aprendí a ver la mano de Dios en todos esos instantes, en todos esos hechos.
    SIEMPRE estuvo a nuestro lado.


    Yo le agradezco mucho a Dios que Él me pasó a través de muchos momentos difíciles
    Y me seguirá guiando siempre. Lo poco que tengo se lo debo a Él, porque cuando Él te guía jamás te abandona.


    Hay que saber ser agradecidos, no hay peor cosa que ser un desagradecido. Nosotros la mayoría de los hispanos tomamos cuidado de nuestros Padres hasta el final de sus vidas y les hablo de gente sencilla y pobre, de gente que si un pancito tienen lo reparten con los demás, aun cuando ellos se queden sin pan.


    De esa cultura vengo yo. Las cosas se dan con amor, porque si las das por obligación las cosas se hacen pesadas. Cuando hacemos algo por alguien tiene que primar el amor.
    Tengo que agradecerle mucho a Dios por los hijos que me dio porque siempre han estado
    allí para darme esa mano. Son hijos buenos, con buenos sentimientos.


    ¿No es acaso esto también una bendición de Dios? ¿Somos sanos? ¿Tenemos valores? ¿Mente limpia y noble corazon? ¿Han conocido la fe? ¿Iban a la santa misa? ¿Estuvieron en retiros? ¿Iban a pastoral juvenil? ¿Qué más podemos pedir?


    Simplemente que tenemos que cuidar nuestra fe, porque si nos descuidamos perdemos de vista a Dios y nos hundimos, tenemos que estar alerta. Empezamos a faltar un domingo a la misa, luego sale otro compromiso y vamos alejándonos de Dios. El corazón comienza a ponerse duro y comenzamos a creer que no necesitamos de Dios; que todo lo hemos hecho nosotros;s y vámonos creyendo que somos dioses.


    Cuidado con eso porque Dios te llama una y otra vez. Pero llega el momento en que te da donde más te duele. No esperemos a que eso suceda,
    Dios se vale de gente sencilla sin doctorados ni Universidad para humillar a los sabios y a los ricos. Una pregunta ¿Qué es ser rico? Rico no es el que tiene mucho dinero sino el que sabe vivir con lo que tiene.


    Bueno espero haber podido explicar a grandes rasgos este dilema de la vida, se los envío a todos mis hijos por si alguno se había hecho la misma pregunta.
    Con todo mi amor, su mami,
    Nancy

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  4. Muchas gracias por este testimonio de amor.
    Un abrazo.

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