jueves, 16 de noviembre de 2017

Kast, la pura verdad.

                                        El slogans de campaña de Kast, la pura verdad, es bastante contradictorio y errático. El sólo hecho de identificarse con la verdad desde una posición política, es algo erróneo y falaz. La verdad trasciende a los individuo y es un atributo inherente sólo a Dios. Si Kast habla de la verdad, entonces, debe hablar de la condenación al protestantismo por parte de la Iglesia Católica.
                                         Defender la verdad, es asemejarse al ser más íntimo de Dios, es convivir de algún modo con Dios. La verdad da cuenta de las cosas tal como son en sí mismas, y no, tal cual las queremos percibir. La política no es amiga de la verdad Ni menos el político, goza de tal categoría. Veamos algunos aspectos que son yuxtapuestos entre verdad y política.
                                     Partamos analizando el protestantismo que tanto defiende Kast. El protestante parte de la base de la libre interpretación, para el protestante la única norma o el único punto de partida nace de su voluntad. Voluntad fundada en la conciencia libre, sin ataduras, sin norma alguna, salvo, la que dicta su propia conciencia. Del protestantismo nace el concepto masónico de libre pensador, en alusión, a que el individuo no se ciñe por dogma alguno, salvo, el de su libertad de conciencia.
                                   La libertad protestante nace de un principio emancipador de alejarse de todo aquello que me fuera impuesto desde afuera. El espíritu protestante se resiste a creer en que Dios intervino en la vida del hombre fundando una iglesia como obra de misericordia suya a fin que los hombres puedan alcanzar el cielo. El protestante se niega a creer que Dios haya depositado su verdad en una sólo institución como es la Santa Iglesia Católica y Romana. El protestante no reconoce a la Iglesia como madre y maestra. El protestante no acata principios y doctrinas objetivas, sino, sigue todo aquello que nace de su emociones.
                                        El espíritu protestante parte de una libertad mal entendida, de una soberbia de no querer aceptar la voluntad de Dios , la cual quiso fundar una iglesia con misterios divinos. El protestante como Lucifer no puede aceptar que Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios. El protestante, no puede aceptar los milagros de Cristo en la Santa Misa, niega su sacrificio, su Presencia Real, la transustanciación, la eficacia sacramental de cada uno de los sacramentos, salvo, el del bautismo. El protestante nace de un espíritu rebelde por excelencia, ajeno a la verdad y ajeno a la revelación. ¿Y con los protestantes quiere gobernar Kast?, su apoyo formal a las candidaturas protestantes, como su propuesta que integren todas las instituciones públicas de la sociedad es algo verdaderamente aberrante para la fe católica.
                                        No se puede ser católico y difundir el protestantismo a la vez. Aquí hay que tomar decisiones, o se es católicos y se acepta toda la verdad que proviene de la Iglesia, o, simplemente se la rechaza. Jugar a dos bandas no es correcto. No se es honesto, haciendo pensar a los protestantes, que ellos transmiten la verdad de Dios, siendo, todo lo contrario.
                                         Mal punto de partida para alguien que quiere ser Presidente de Chile. Hablemos de la verdad, independiente, si nos conviene o no.
                                   

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