sábado, 4 de noviembre de 2017

¿Por qué a los políticos les gusta hablar y no escuchar?.

                                              Mucha gente se preguntará por qué a los políticos, les gusta hablar, y no escuchar. Analicemos el estado de la cuestión. ¿Qué es más fácil? hablar o escuchar. Indudablemente, es más fácil hablar que escuchar, ya que escuchar exige mayor concentración intelectual y requiere de algunas virtudes particulares, que hoy la mayoría de las personas carece. Partamos por la paciencia, como lo indica ésta virtud, el que posee el don de la paciencia, aprende a padecer, es decir, a recibir algo, a estar dispuesto a guardar la calma cuando los momentos importantes así lo exigen.
                                               El paciente, sabe escuchar el dolor del otro, sabe que existen momentos para hablar y otros para callar. Por eso la paciencia, va unida a la prudencia y ésta última lleva implícita   la caridad. El que guarda la paciencia, tiene la prudencia, de saber elegir los momentos en los cuales, se debe hablar y cuando se debe escuchar. La caridad o amor al prójimo por amor a Dios, ayuda a temperar los ánimos y permite el diálogo entre el que sufre y el que escucha para saber cómo aliviar el dolor del otro.
                                         Por consiguiente, el saber escuchar es un acto de amor, un acto de caridad, mediante el cual, detenemos todos nuestros intereses particulares legítimos, por amor hacia el cual nos quiere transmitir algo. ¿Qué ocurre cuando no prima el amor al prójimo?, allí opera el amor así mismo, aquí nos encontramos en el corazón neurálgico de las causas que buscamos para tratar de entender, por qué los políticos no les gusta escuchar. No les gusta escuchar, por que , precisamente, carecen de ese amor hacia el cual les quiere comunicar algo.
                                        La búsqueda del bien común, en el ámbito de la política, es un acto de amor, hacia la sociedad y los ciudadanos que la componen. No escuchar, la realidad social de quienes habitan una misma comunidad, es no amar, a la sociedad y sus habitantes. Por consiguiente, para ser buen político, se debe saber escuchar, por vista al bien común, el cual, naturalmente, presupone a la caridad, virtud que se funda en el amor, vale decir, la caridad, en oposición, al egoísmo del interés particular.
                                          ¿Se pueden encontrar políticos virtuosos?, la respuesta, deben dársela, ustedes mismos, teniendo siempre presente, que aquel que antepone sus intereses particulares por sobre los intereses del bien común, carece absolutamente de ésta virtud. Es muy sabio, el refrán que dice: " el poder corrompe", incluso, a los hombres más virtuosos. Tal vez, sea, una de las razones, por las cuales, el virtuoso, no ingresa a la política.
                                           

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