sábado, 11 de noviembre de 2017

Política de sobremesa.

                                    A una semana de las elecciones, la política ha pasado ser un tema recurrente en todas las familias. Padres, hijos, amigos y conocidos no paran de hablar de política. La política es el arte de gobernar, así la definía Aristóteles, ¿a qué se debe tal definición ?.
                                    La política es arte, y se asemeja a él, por que es una actividad de carácter práctico y no teórica. Se identifica con el arte, porque requiere seguir un orden racional para producir un efecto práctico en la población en vista del bien común. Los principios de la política son eminentemente prácticos, se ejecutan en el orden social, causando un efecto inmediato en el ciudadano común.
                                  La política no es cualquier ciencia o saber, más bien, es el saber por excelencia ordenado hacia la polis o nación como lo llamaríamos ahora. La sociedad, alcanza su fin y felicidad en comunidad. Para ello, la política debe ordenar los medios para que cada persona alcance en la medida de lo posible su perfección. Torcer el orden político invirtiendo la moral, es hipotecar el futuro de la sociedad ordenada en los estados o naciones.
                                   Lo que se diga, lo que se converse en política o lo que se proponga, tendrá un efecto inmediato en el cotidiano vivir de cada uno de nosotros. Corromper el orden moral, es, en otras palabras,sentenciar el futuro de las generaciones venideras.
                                  Hoy en día, se ha perdido la política de los barrios, las denominadas juntas de vecinos, instituciones vitales dentro del orden social, que los políticos han querido socavar, imponiéndoles una serie de normas insostenibles en el tiempo para su sano funcionamiento.
                                 Para que una sociedad funcione bien, hay que ordenar la recta participación ciudadana.

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