viernes, 11 de mayo de 2012

El Rito



   La historia que acontinuación les relataré me ocurrió alrededor de un año atrás. Despúes de leer numerosos libros de teología, creí haber conocido bastante al respecto. Pero la vida me enseñó que una cosa es la teoría de algo y otra es la práctica.
   Por esas casualidades de la vida me encontré con un vecino que al verme me detuvo inmediatamente. Le pregunté cómo estaba, me dijo que no estaba bien, que le estaba pasando algo realmente malo, que su familia estaba sufriendo y que necesitaba confiar en alguien para contarle algo muy particular. Me dijo: me acordé de ti Fraile, se que tú eres un hombre religioso, y quiero confiarte un problema que tú, por tus conocimientos teológicos tal vez me puedas ayudar. Te escucho amigo - le dije -, si en algo que te puedo ayudar, lo haré.
   Pues bien, así comenzó su relato: Espero que no me interrumpas y me creas lo que te voy a decir. - Adelante hombre le dije, no me dejes más en la incertidumbre-.
   " Llevo más de un año sufriendo una serie de hechos que al principio consideré fortuitos, pero que ahora ya no los considero así. Desde que me mudé al campo  al lado tuyo, donde murió tu antiguo vecino de un ataque al corazón, me empezaron a ocurrir una serie de desastres en mi casa y en las personas que me rodean. Se metieron a robar a mi oficina cercana  a la casa; después se me echó a perder el transformador de la luz; se dieron vuelta en mi camioneta mis trabajadores. Luego me enfermé, mi señora se enfermó; y nos empezamos a sentir muy mal, con una sensación de cansancio muy fuerte. Me sugerieron que trajera a un Medium, lo hice, y éste me dijo que la persona que había fallecido murió de una mala manera. El Medium sintió una carga negativa muy fuerte, creo que rezó un par de oraciones y luego se retiró.
    Las cosas se siguieron agravando. En nuestro dormitorio matrimonial donde había fallecido el dueño anterior, mi hijo menor de dos años no resistía dormir allí con nosotros. La pieza lo perturbaba. Lo mismo le empezó a ocurrir a mi señora, a tal extremo llegó el asunto, que ella comenzó a sufrir fuertes dolores de estómago, ningún calmante le hacía efecto. Un día el estómago se le infló a  tal extremo, que sintió como si se le fuese a reventar. El estómago otras veces se le comprimía como si le estuviesen poniendo un gran peso.
     De la casa, empezó a salir un olor nauseabundo, ya no sabíamos qué hacer. El piso del baño, se rompió, lo arreglamos, y nuevamente le ocurrió lo mismo. La sensación de casancio hacía que apenas me levantara, ya no podíamos más. Allí terminó su relato".
-¿ Te puedo pedir un favor?
_ Dime vecino.
_ ¿Puedes ir a rezar a nuestra habitación y ayudarnos a que salgan los espíritus o lo que sea que nos moleste?. Necesito tu ayuda. Entonces le dije: Pídele a los sacerdotes de la parroquia que te ayuden. La respuesta no se hizo esperar: ¿quieres que se rían de mi? Si les digo que son demonios que me atormentan, me van a mandar al psiquiatra. Ellos practicamente no creen en el demonio.
   Pensé y pensé lo que me dijo mi vecino. La verdad es que no sabía qué hacer. Si yo no soy sacerdote, si yo no soy  nada, apenas un simple fiel pecador que trata de hacer algo por Dios, pero con mis miserias humanas. No puedo hacer nada, pero mi vecino estaba demasiado angustiado. Llegué a mi casa, muy intranquilo por todo lo que se me había contado. Me pregunté ¿ Qué debe hacer un católico cuando alguien le pide ayuda? Debe practicar la caridad. Entonces resolví ir a esa casa, resolví entrar a esa habitación, sin pensar mayormente que había allí. Me dije: voy a ir únicamente por caridad,  por amor a Dios.
    Empecé a preparar mi visita. Busqué una botella de agua bendita exorcisada y tomé unas ramas de mis árboles de olivo. Eché en mi bolsillo un crucifijo, y tomé la determinación de rezar el exorcismo menor de León XIII. (Exorcismo que por lo demás puede rezar cualquier fiel). Me marché cual caballero cruzado a la batalla. No puedo negar que tenía miedo a lo desconocido, no sabía cómo podría ser mi enemigo, pero me envalentonaba pensando que si Dios había permitido que yo tuviera un conocimiento teológico más profundo que los demás, eso debería ser por algo. A medida  que me acercaba a la casa, mis latidos cardíacos aumentaban, sentía una sensación de frío y espasmos musculares. Toqué finalmente la puerta y entré. Me hicieron pasar al living, conversamos un par de cosas triviales, y yo que estaba muy apresurado en terminar mi encomienda para salir del paso lo antes posible, terminé la conversación, y les dije, vamos al grano.
    Ingresamos a la habitación. El matrimonio me pidió sacar a su hijo de dos años y medio a fuera, pero yo les persuadí que no, les dije las palabras de San Pablo: si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Nadie. Luego le agregué las palabras de San Agustín, el demonio es como un perro encadenado, si tú te acercas, te muerde.
   Les pedí que se pusieran de rodillas, luego abrí mi botella con agua bendita, y empecé por si las moscas, a tirar el agua por todos lados, les arrojé a los dueños de casa agua casi sin consultarles, le tiré a la cama y a las paredes y cuanto me parecía que había que tirarle.
    Me arrodillé y empezamos a rezar un Pater y un Ave María, luego a San Miguel Arcángel. Terminadas estas oraciones, empezé a rezar el exorcismo menor de León XIII:
    Salmo 67: Levántate Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.  Como se disipa el humo se disipen ellos, como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.
     Salmo34. Señor pelea contra los que me atacan; combate contra los que me hacen la guerra.
       Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
      Vuelvan la espalda llena de confusión los que traman mi daño.
      
      Luego de otras muchas oraciones, y estando todo normal, llegué a esta oración de exorcismo:
    "Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión,concentración y secta diabólica, en nombre y en virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas......"   En ese momento de la oración, o tal vez un poco antes, no lo recuerdo bien, penetró en mi alma una fuerte presencia del mal, mi lengua se travó, casi no me salía la voz, y esta  "energía" ( la voy a llamar así para que que el lector entienda lo que digo), me instaba que lo adorara. La sención de cansancio, de miedo, de fatiga , me invadió por todo el cuerpo, mi lengua no me respondía.  Me acordé que todo poder viene de Dios, y que yo sólo repetía una oración de la Iglesia. Me dije a mi mismo: Señor no soy nada, sólo actúa tú. Debo confesar que por poco me sentí derrotado, derribado y aniquilado en mi voluntad. Todo esto pasó internamente, sin que los que me escuchaban se dieran cuenta.
   Una vez superado el impasse, y con una confianza total en Dios, pude terminar mis oraciones. Me levanté de la habitación, con mis vecinos, y nos dirijimos a echar agua bendita a las otras habitaciones de la casa. Terminado todo, me retiré raudamente a mi casa, con una sensación de cansancio como si hubiera corrido una maratón de 42 kilómetros. Ese día, contrariamente a mi costumbre, me acosté muy temprano, no quería saber de nadie ni de nada. Solamente me puse a dormir, como un angelito hasta el otro día. La sensación de asquiamiento y desagrado me duró por un par de semanas.
  Las  veces siguientes que me volví a encontrar con mi vecino me señaló que las molestias disminuyeron, pero yo le aconsejé traer un padre amigo mío tradicionalista para que le bendijera la casa. Le recalqué, que yo no era sacerdote, sólo recé unas oraciones de la Iglesia, oraciones que no eran un exorcismo mayor. Finalmente, el cura vino en las semanas siguientes, bendijeron  la casa, y confesó a los dueños de ésta. Ellos no asistían a la Santa Misa por más de veinte años, además aprovechó de confesarlos y advertirles, que si abandonaban la nueva vida de piedad que se comprometieron asumir, esto podría volver a repetirse en sus vidas.
   Analizando todo lo ocurrido, llegué a la conclusión que eso que les pasó a mis vecinos fue un fuerte llamado de Dios para que se convirtieran. Luego, me volví a preguntar, si lo volvería a hacer, y a decir verdad, no tengo una respuesta tan clara al respecto. Tal vez fui imprudente, eso sólo lo sabe Dios.
  
  

2 comentarios:

  1. Estimado Fray Agrícola:
    ¿Puede usted explicar un poco más la sensación de haber sido penetrada su alma por el mal, y concretamente si, aparte de la trabazón de la lengua y la pérdida de buena parte de la voz, percibió algo más que lo llevó a calificar esa energía de maligna y que lo instaba a adorarla?
    Saludos. Garra de Jaguar.

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  2. Estimado Amigo:
    Es una percepción muy fuerte del mal que envuelve el alma. En esas creaturas no hay amor alguno, el odio es el motor de su operación. Se odian a sí mismos y nos odian a nosotros, de hecho, desean ardientemente que nos condenemos. No hubo, y ni puede haber una materilización del espíritu.
    No es fácil describir la experiencia.

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