domingo, 21 de julio de 2013

El marxismo chino.

  


 La historia que a continuación les relataré fue algo que le pasó a un amigo ingeniero que estuvo en China el año pasado. La empresa para la cual trabajaba mi amigo lo mandó a China por razones comerciales, visita que duró casi un mes.
     El ingeniero llegó a China directamente a probar un modelo de máquinas que su empresa deseaba adquirir para mejorar sus procesos productivos. En su primer día de estadía en China notó que los obreros chinos no trabajaban bajo ningún estándar de seguridad tan característicos de los países occidentales. Vio en su momento a dos trabajadores tratar de arrastrar una carga que oscilaba en peso alrededor de los cuatrocientos kilos. Al momento que los chinos arrastraban esa carga llegó una grúa Horquilla a ayudarlos. En el momento que ingresa el operario de la grúa pasa a llevar por descuido a uno de los operarios golpeándolo en la cabeza. El trabajador golpeado empezó a gritar de dolor sin que nadie lo asistiera. Y peor aún, el gerente de la empresa se indignó con dicha situación y estuvo a punto de explotar si no fuera porque estaba el ingeniero extranjero observándolo todo.
      Ese día nadie ayudó a nadie, el herido se tuvo que ir por los propios medios muy adolorido. Al día siguiente, en la misma empresa otros operarios manipulaban ácido sulfúrico y producto de un descuido lo derraman en el suelo. Mi amigo el ingeniero inmediatamente de retiró hacia atrás varios metros para no respirar dicho elemento tóxico. Sin embargo, los trabajadores chinos, sin mascarillas, ni guantes, ni cascos ni lentes de protección se mantuvieron al lado del derrame como si nada hubiera pasado. Respiraron todo eso sin que nadie les advirtiera del peligro que corrían.
      Pasaron otros días más dentro de la fábrica, mirando todos los procesos. En unos de esos días llega una comitiva de  cinco vehículos llevando a varios agentes del gobierno chino que iban a supervisar la industria. Para el gerente chino esa visita era normal, ya que era permanentemente fiscalizado y controlado por parte del poder central de su país. Pero en ese día para desgracia de mi amigo algo raro ocurrió. El gerente de la empresa junto a los funcionarios de gobierno empezaron a hablar rápidamente en chino y conminaron, sin elección alguna para mi amigo, a subirse a unos de sus autos acompañando a mi amigo un funcionario público a cada lado del auto junto a un chofer.
     La comitiva de gobierno avanzó raudamente en desplazamiento hacia otra ciudad. Por lo que me contó el ingeniero, el viaje fue largo. Mientras se desplazaban el pobre empezó a pensar cualquier cosa, desde el secuestro hasta de ser acusado de espionaje por parte del gobierno chino. Se le pasaron millones de ideas en la cabeza, al final no entendía nada. Pero lo que le llamó profundamente la atención fue que al llegar a cada plaza de peaje en la carretera, estas estaban custodiadas por personal militar y para poder pasar y avanzar había que mostrar una especie de salvo conducto por parte del gobierno. Si no se cumplía dicho requisito lo más probable era que los ocupantes quedaran detenidos por parte del personal del ejército chino.
      En fin, el viaje siguió su curso, mientras que por el camino se veían una serie de ciudades que se construían de la nada siendo estéticamente muy feas. Eran unos bloques de cemento muy toscos y desde el punto de vista urbanísticos bastante deplorables. Varias ciudades se lograron ver en el desplazamiento de la comitiva. Al final del viaje llegan a unos tremendos edificios gubernamentales custodiados por militares. Obligan los funcionarios a bajarse a mi amigo lo acompañan al interior del edificio. Le indican que se suba a un ascensor y él lo hace obedientemente porque no le quedaba otra.
     En un instante el ascensor se detiene, abre sus puertas y todos los funcionarios que acompañaban a mi amigo le indican con la mano que debe ingresar hacia un gran salón. En esos momentos, la tensión nerviosa del pobre ciudadano chileno fue tremenda, no sabía que iba a encontrarse detrás de esa puerta, así que trató de calmar los nervios y entró. La sorpresa fue máxima al ver lo que había en el salón. Vio unas enormes mesas llenas de comida y gente alrededor que le sonreía. Uno de ellos se le acercó y en un pésimo inglés le indicó que lo estaban esperando a un cóctel ya que era su invitado especial.
     Para que les digo la alegría que el pobre ingeniero tuvo al enterarse que toda la parafernalia era en su honor. Los miedos se pasaron y todo quedó en el plano anecdótico. Cuando me comentó todo esto, en una reunión familiar inmediatamente pensé que el marxismo chino es más fuerte que nunca. Pensé además que nuestros países que negocian con ellos nos han ocultado a los ciudadanos comunes la dictadura y la esclavitud que se tiene a los ciudadanos de ese país.
    Lo de ellos me dije a mi mismo, es un marxismo camuflado de capitalismo. Y lo peor de todo, que los países occidentales con tal de ganar dinero con ellos silencian la verdad de lo que ocurre allá. Por otro lado pensé, lo fríos que son entre ellos mismos, sin ningún tipo de caridad hacia el prójimo. Pero claro, después razoné, qué caridad pueden tener si no son cristianos. Y se nota que no lo son.
     Nunca dudé del marxismo chino, sólo que pensaba que se había ablandado por el modelo capitalista que había adoptado. Pero claro, todo era un error. Ellos siguen siendo los mismos pero con la diferencia que han traspasado parte de su capitalismo de estado a un capitalismo privado controlado por el estado.

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