martes, 9 de julio de 2013

La muerte de la filosofía

   
          Con el dolor de mi alma quiero decirles que la filosofía a mi juicio va a desaparecer del pensamiento humano. Y al parecer, no hay vuelta atrás. Desde el momento que la Verdad dejó de ser el objetivo de la filosofía, y desde el momento que la misma filosofía dejó a otros saberes campos que eran de su propia competencia, firmó lamentablemente su condena.
        Aunque debo decir que existen ciertas trincheras que aún tratan de revivirla, pero  ellas mismas comenten el error de reducir a la propia filosofía a una moral humana. La filosofía no es ni moral ni ciencia política, incluye a ambas y las rebasa porque su objeto de conocimiento es la verdad a secas, sin nombres y apellidos
     Los actuales profesores de filosofía se han dedicado a mirar a la filosofía como quien mira a la historia. Sus cátedras universitarias son meros relatos históricos de algo que ya fue, de algo, valga la redundancia, que surgió en un contexto determinado bajo una civilización igualmente circunspecta a un tipo de entorno.
    Lo que menos hacen los "maestros de filosofía" es pensar y buscar la verdad, total ya la encontraron otros y yo me remito sólo a repetirla. Craso error a mi juicio, lo menos que pueden hacer ellos es anular su propia capacidad reflexiva entorno a la realidad y frente al saber que debe ser investigado y desmenuzado por la inteligencia del hombre.  Sus ponencias históricas de pensadores del pasado se hacen entre cuatro paredes y siempre repitiéndose entre las mismas caras. Nunca salen de eso, repiten lo mismo que dicen en sus pobres y aburridas cátedras universitarias durante treinta o cuarenta años. Y más encima, les encantan que les digan filósofos.
    Yo creo que ellos padecen del complejo del filósofo que se siente apabullado por la ciencia empírica moderna. Las ciencias logran descubrimientos y avances avasalladores que la filosofía tal cual ellos la muestran y viven, no puede contrarrestar. Y como no lo pueden hacer, se remiten a tratar sólo problemas morales que la misma ciencia comete dentro de sus avances.
      ¿Podrá haber un renacer de la filosofía tal cual la conocimos desde sus orígenes? Mientras existan hombres reflexivos que busquen la verdad, la filosofía existirá bajo cierto modo, pero lo hará ya no con los bríos y alcances que los tuvo en el pasado con los Presocráticos, Platón, Aristóteles, San Agustín o el mismo Santo Tomás de Aquino.
        ¿ Y qué pasará con los "filósofos" de las cátedras universitarias? A ellos los dejaría para que leyeran las fábulas de niños o para que contaran historias de la vida de ciertos pensadores del pasado. Y claro, les quitaría el apelativo de filósofos, ya que eso deshonra a quienes ostentaron dicho nombre en la antigüedad y que se lo merecieron con creces.
        Recapitulando con lo expuesto anteriormente y ya concluyendo esta brevísima reflexión debo decirles que me quedo con los pocos hombres que aún se atreven a pensar y reflexionar sobre la verdad, hombres que no están dentro de las universidades, sino que aparecen dentro del cotidiano vivir con una sabiduría muy especial que le da la experiencia de la vivencia de sus propias vidas. Lo cual no quiere decir, que elimine de raíz el pensamiento de notables hombres que dieron su vida a búsqueda de la verdad, de hecho, creo que es muy necesario conocer sus doctrinas.
        En fin, el tema es discutible y más de alguien me planteará una posición diferente. No pretendo hacer del tema un dogma de fe, no quiero blasfemar, pero estoy plenamente convencido que el filósofo propiamente tal, como hombre que ame la verdad y dedique su vida a la búsqueda de ella ya no existe en este mundo moderno.
         Ni pesimismo ni optimismo, sólo realismo sobre algo que veo tan evidente, que no puedo agachar la cabeza al modo de una avestruz y engañar a quienes me rodean de algo que simplemente ya no existe ni existirá y frente a lo cual creí posible en este mundo . Ingenuidad, quién lo sabe, a veces uno se deja engañar o es engañado por no reflexionar lo suficiente tal cual uno debiera hacerlo.
        Y frente a esta realidad tan cruda, gracias a Dios, tengo el consuelo de la fe. Y por medio de  esa revelación misericordiosa del creador mi alma puede descansar en paz sobre la certeza en la verdad. Al contrario del hombre moderno, yo ya no le creo al hombre, pero sí le creo a Dios. Sólo a Él, que es luz para mi inteligencia y mueve a mi alma hacia su propia contemplación. El es el motor y centro de toda nuestra existencia. Él es el modelo a seguir, es el principio y el fin de todo, Él es la sabiduría por antonomasia. Por consiguiente, si se quiere ser seguidor de la verdad tendremos que estar dispuestos a meditar y reflexionar en torno a la revelación. En definitiva, la certeza de la verdad está en la revelación. Esa certeza es inmutable y jamás envejece, nunca evoluciona. Es siempre joven, ilumina a todo aquél que la busca dándole consuelo para su alma.
        La verdad se opone al error. El error no es otra cosa que la corrupción de la verdad. Y la verdad se corrompe por la mentira o el silencio. Por consiguiente, o pregonamos la verdad o la corrompemos con nuestro propio silencio. Aquí simplemente, no operan los términos medios, se defiende o se calla culposamente.
      Todo cercenamiento o mutilación de la verdad no es nada menos que una corrupción de ella. Cuando uno se aleja del fin último hacia lo cual fueron hechas las cosas, se cae en la corrupción del ser. Debemos fundar nuestra vida sobre certezas inmutables que no son compatibles con los relativismos frente a los cuales nuestra sociedad se inclina y les rinde culto.
   Apelemos siempre a la honestidad intelectual, nos convenga o no . Rechacemos todo tipo de ambigüedad, desmenucemos la realidad con lo mejor de nuestra inteligencia y busquemos siempre al ser y no le creamos nunca  a las meras apariencias. Y por favor, no le llamemos filósofos a los repetidores y relatores de pensadores del pasado. La universidad alejó del fin del cual fue creada.  La universidad actual ha doblado las rodillas ante el mercado y se ha arrodillado frente a los poderes fácticos de este mundo. La universidad sólo sirve para aprender un oficio y poder ganarse la vida.
  
     

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