viernes, 6 de octubre de 2017

‘Apocalíptico’: Organizador de la Corrección Filial advierte de un cisma, si los errores no son corregidos

raducido de LifeSiteNews

‘Apocalíptico’: Organizador de la Corrección Filial advierte de un cisma, si los errores no son corregidos

Por Diane Montagna
29 de septiembre del 2017

SANTIAGO DE CHILE, 29 de septiembre del 2017 (LifeSiteNews)- La reciente “corrección filial” acusando al Papa Francisco de permitir la propagación de siete herejías, al menos por omisión, ha provocado admiración y consternación entre los católicos y llamado considerable atención de los medios seculares de comunicación. Pero, ¿qué condujo a los que redactaron o contribuyeron a la corrección, a dar tan extraño y serio paso?
Viajamos a Santiago de Chile, donde tuvimos la oportunidad de tener una entrevista a fondo con el Profesor Claudio Pierantoni, que es uno de los intelectuales laicos que colaboró a dar forma a la “corrección filial”. El Profesor Pierantoni es actualmente profesor de filosofía medieval en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile. Tiene dos doctorados, en Historia de la Cristiandad y en Filosofía.
En esta extensa entrevista, analizamos la causa inmediata de la corrección, es decir, el caos que siguió a la publicación de la exhortación apostólica Amoris Lætitia, las raíces filosóficas de la crisis y por qué el Prof. Pierantoni describe la presente situación como “apocalíptica”.

Profesor Pierantoni, en lo personal, ¿qué le llevó a ser parte de la iniciativa de la Corrección Filial?
Comencé pensando en esto tan pronto salió el documento Amoris Lætitia. De inmediato atrajo mi atención, cuando leí el artículo del Profesor de Mattei (“Prime impressioni su un document catastrofico,” Corrispondenza Romana), y la primera carta abierta al Papa, por Mons. Schneider, que fueron de las primeras y más fuertes reacciones que aparecieron. Seguí investigando y leyendo muchos artículos que eran publicados, de manera que he pensado sin cesar, en este asunto, desde entonces. Por supuesto, a estas alturas, yo estaba acostumbrado a pensar que este no es un asunto propio de laicos, dado que hay obispos y cardenales. Pero, cuando empecé a ver que los obispos y los cardenales no estaban haciendo mucho, aparte de Mons. Schneider, o posteriormente, los Cardenales Burke, Caffarra, Brandmüller y Meisner, sentí que había que hacer algo.
En septiembre, escribí mi primer artículo al respecto, trazando un paralelo entre la situación actual y la controversia arriana, un paralelo que ya había sido sugerido por Mons. Schneider. Desde entonces, estos pensamientos nunca me han abandonado. En abril de este año, fui invitado a participar en la conferencia internacional, en Roma, que reunió a expositores laicos de los cinco continentes y que pedían claridad sobre Amoris Lætitia. Allí hablé del necesario vínculo entre Magisterium y Tradición y del caso de la herejía de los Papas Liberio y Honorio. Esto era importante, para que la gente entendiera correctamente la doctrina de la infalibilidad papal, a la luz de la historia de la Iglesia.
Sentía con fuerza de esta contribución era algo importante, que había que hacer, porque uno de los principales problemas en esta controversia, ha sido la tendencia de muchos católicos a interpretar las ideas personales o declaraciones accidentales como si necesariamente fuesen parte del Magisterium de la Iglesia.
Algunos decían: ¿qué va a conseguir con la “corrección filial”? Pero siempre pensé que, diciendo la verdad, planteada cuidadosamente y con argumentos bien fundados, se pueden conseguir muchas cosas- solo porque estás diciendo la verdad. Realmente, no es una cuestión de poder humano. Por cierto, la verdad debe ser dicha en términos respetuosos, el Papa debe ser respetado en cuanto tal. Y pienso que sería claro que le consideráramos como el Papa, porque algunos pueden confundir esto, sospechando que se trata de una posiciónsedevacantista. Que debemos ser muy claros, que consideramos que Francisco es el Papa. Es precisamente por esto que insistimos en que condene estos errores
¿Por qué se ha adoptado esta medida si los cardenales, que son los consejeros del Papa, van a formular una corrección formal?
La corrección formal, como recordará, ya fue prometida en enero. Pero, en abril, cuando tuvimos la conferencia en Roma, aún no había indicios de que el Cardenal Burke fuese a formular una corrección. De manera que, en un pequeño grupo, comenzamos a pensar en una corrección laica. Luego, en julio, cuando nuestra corrección estaba en las etapas finales de su redacción y había logrado un cierto número de firmas, escuchamos con gran beneplácito que el Cardenal Burke pensaba nuevamente en una corrección de su parte. También pensaba que, aunque el impacto de una corrección formal, de los cardenales, por supuesto que tendría un impacto mucho mayor, porque su misión específica es aconsejar al Papa, no necesariamente hay una diferencia jurídica. Somos inferiores al Papa, pero los cardenales también lo son. Algunos opositores a la “corrección filial” sostienen que este no es un acto jurídico, que carece de valor jurídico. Y creo que tienen la razón: hablando en propiedad, no tiene valor jurídico. El Papa está por sobre toda forma jurídica de corrección, por parte de un superior (como lo declaramos en nuestra carta), porque no tiene superior en la tierra. Pero, en ambos casos, los de los cardenales y de los intelectuales, una corrección tiene un enorme peso moral, de manera que el valor moral es compartido.
Tiene la razón al decir que el trabajo de los cardenales es aconsejar al Papa, pero el deber de una corrección pertenece a cualquiera que tenga los conocimientos para hacerla.
Y pienso que así es, en este caso, los cardenales necesitan el apoyo de los intelectuales porque, en primer lugar, son muy pocos. Si hubiese 60 cardenales, que también fuesen intelectuales, por supuesto que sería inútil. Pero, dado que ahora son solo dos, pienso que necesitan del apoyo de laicos e intelectuales.

Talvez la gente que está fuera de la Iglesia piensa que esta es un materia política. Pero es una materia teológica, filosófica e histórica, que demanda mucho esfuerzo intelectual y mucho conocimiento. La clase de problemas que acarrea esto es de un amplio espectro. Se necesitan filósofos, historiadores y teólogos.
¿Sería muy fácil para el papa Francisco responder a sus preocupaciones y aclarar los temas? ¿o no?
Sí, por supuesto, en términos de acción práctica. Pero sería contradecir su principal línea de pensamiento, de muchos años- creo que no solamente en sus años como Papa, sino en los años anteriores también. Sería contrario a toda una forma de pensar, en lugar de solo un error en una parte de su trayectoria por la vida. Pienso que es por esto que la referencia al modernismo, en nuestra carta, era especialmente importante, porque esta corriente de pensamiento tiene una larga tradición, a lo largo del siglo XX y ha producido una escuela muy influyente y una forma de pensar.
¿Piensa que el modernismo es la raíz de las siete proposiciones heréticas, que han incluido en la Correctio?
Sí, pienso que el modernismo es la raíz fundamental, incluso más que el luteranismo. Por que modernismo es un sistema filosóficamente más coherente, con presuposiciones definidas, mientras que el luteranismo tiene elementos diferentes que no siempre son coherentes entre sí. Por ejemplo, la presuposición  básica del modernismo que, en definitiva, es una derivación del idealismo germano es que todo ser es historia, de manera que la verdad no puede ser inmutable, sino que debe evolucionar. La presuposición básica es que realmente no hay un Dios inmutable (un error condenado por el Concilio Vaticano I) y que, en consecuencia, no hay una sustancia inmutable de la verdad, sino que, de algún modo, Dios se identifica con la creación (otro error condenado en el mismo concilio) y evoluciona con la historia. En este sentido, algo puede ser verdadero en el siglo IV y ser falso en el siglo XXI. Según esta visión, elmagisterium de hoy no necesita ser lógicamente coherente con el magisterium previo: basta con declarar que la misma “Substancia” universal- Dios , la Realidad o la Vida- habla hoy según se pronuncia el presente magisterium, sin importar que se contradiga con el magisteriumanterior. Este es el fundamento filosófico de máximas tales como “La Realidad es superior a las ideas” (véase Evangelii Gaudium, 233). Pero, al final, está claro que esto conduce al abandono del principio de no contradicción: es por ello que hoy se oye, en declaraciones de Roma, como la ahora infame del Padre Spadaro: “dos más dos son cinco”. Ahora pienso que esta contradicción no solo lleva a la herejía, sino que todavía más a la enfermedad mental. No es una exageración que el Cardenal Sarah declarara, durante uno de los sínodos vaticanos de 2014 y 2015, que “el divorcio entre la doctrina y la práctica es una peligrosa patología esquizofrénica”.
¿Podría decir a nuestros lectores, algo más sobre lo que es el modernismo?
Pienso que en el modernismo hay un profundo problema filosófico, acerca de la idea de Dios mismo. En el modernismo, Dios se concibe como mutable. De alguna manera Dios es inmanente en el mundo, de un modo tal que no se puede distinguir metafísicamente el ser deldevenir, el ser del cambio. Si Dios cambia con la realidad, entonces se tiene un problema con la noción misma de Dios y hoy esta es una muy influyente escuela de pensamiento, hegeliana en su origen. Creo que es mucho más vieja como doctrina (se la puede rastrear hasta el viejo agnosticismo), pero Hegel es su más representativo exponente moderno. Y está muy firme en las modernas facultades de teología, así que es un problema muy serio.
Pienso que la intención inmediata del papa y de sus consejeros fue dar una respuesta a la cuestión de la Comunión para los católicos divorciados y vueltos a casar por lo civil. Pero entonces, para dar una justificación teológica y filosófica, debieron formular explícitamente sus propias presuposiciones, que están erradas de un modo mucho más profundo. De manera que la visión general que se tiene es muy aterradora y apocalíptica. El modernismo, como dijo el Papa Pío X no es solo “una herejía”, sino la raíz y el compendio de todas las herejías.
Si la corrección no hubiese sido formulada, ¿qué teme que pudiera suceder?
Pienso que si un error no es corregido de alguna manera, entonces, hablando humanamente, el error seguirá propagándose. Al menos con una corrección, mucha gente podrá percatarse de que hay un problema. Pienso que declarar claramente que lo que aquí hay es una herejía material y que es directamente contraria a la fe, desafía a cualquiera y obliga a que la gente piense.
Usted es un historiador de la Iglesia. ¿En qué se diferencia el ejemplo de 1333 (la corrección al Papa Juan XXII), del caso de hoy?
Pienso que la principal diferencia es el tremendo “volumen” de la herejía. Se puede cometer un error en un punto, pero pienso que es una característica importante de la declaración que hemos firmado, explicando cómo esta clase de pensamiento se refiere al modernismo y al luteranismo. De manera que se puede ver que no solo se ha cometido error en un punto, sino que es toda una escuela de pensamiento, de la que surgen las proposiciones heréticas. Hoy, la situación es mucho más compleja y mucho más grave.
En la conferencia celebrada en Roma, usted calificó la actual situación de “apocalíptica”...
Sí y sigo creyendo que es apocalíptica, porque no se tiene la impresión de que el Papa esté cometiendo solo un error. Por ejemplo, en el pontificado de Juan Pablo II, estaba la cuestión de la “guerra justa”. Dijo, durante la primera guerra en Irak, que toda guerra era injusta. Un amigo mío, el Padre Robert Dodaro, OSA, que después fue director del Augustinianum, publicó un artículo diciendo que la tradición dice que puede haber una guerra justa. San Agustín lo enseña; Santo Tomás de Aquino lo enseña, sobre la base de las Escrituras, por cierto. Así, esto no parece ortodoxo. Pero nadie pensó que Juan Pablo II fuera hereje. Cometió un error y uno pudo corregirle. Pero es muy diferente cuando se tiene toda una visión del mundo completamente distinta que, teológica y filosóficamente, arriesga hacerse opuesta a la visión católica, que se tiene una visión modernista y dice que la doctrina es esencialmente mutable, de manera que lo que en las Escrituras significa una cosa, en el siglo I, significa otra en el siglo XI y una nueva cosa en el XXI. Se podría preguntar, entonces, ¿de qué servirá usar la Biblia o tener la tradición (las dos fuentes de la Revelación)?
La Corrección ha sido presentada a los medios de comunicación y en otras instancias, en términos de lo que Amoris Lætitia dijo sobre la Comunión para los divorciados y vueltos a casar, pero de lo que entiendo que ustedes dicen, han surgido han aparecido problemas más amplios y profundos...
Y pienso que es providencial, porque los errores proceden de sus preposiciones teológicas y filosóficas. Porque de otro modo, se podría decir sencillamente: “Háganlo. Denle la Comunión, sin justificación”, como muchos sacerdotes lo han hecho antes. Pero si se trata de justificar- racional, teológicamente- el problema crece, porque quedan demostradas lo que son las proposiciones. De este modo, esta revelación crea mayores problemas en un sentido, pero es providencial también, porque se puede ver dónde radica realmente el error, lo que es el error básico que conduce a una cierta conclusión. Los papas conservadores, como Benedicto y Juan Pablo II trataron de detenerlo pero esto, de alguna manera obligó a los teólogos “progresistas” a ocultar su línea de pensamiento y esperar en secreto. Pero ahora gozan de libertad para expresarse y, así, su línea de pensamiento es mucho más clara. Se puede saber lo que piensan, de modo que es más fácil entender lo grave de la situación.
¿Hay alguna preocupación entre los firmantes-clérigos o seglares- de que puedan sufrir represalias?
Sí, hubo esa preocupación. He oído de mucha gente, en las instituciones católicas (aquí, en Santiago y en otros lugares), que han sido amenazados directamente con esto y, en consecuencia, no firmaron. Por ejemplo, he escuchado de alguna gente que firmó el documento de los 45, a la que se le dijo que si firmaran otra cosa más, perderían sus cargos. Ciertamente, el mayor o menor riesgo depende del tipo de institución. He sabido de gente amenazada, no directamente por Roma, sino por la institución local, que trata de ser “más papista que el Papa”.
“En lo personal, ¿está preocupado?
En mi caso, trabajo para una universidad estatal, donde no les preocupa. También trabajo para una institución católica, pero ellos por lo general comparten la posición ortodoxa, de modo que no persiguen a la gente que sostenga posturas ortodoxas. Por supuesto, siempre se necesita un cierto grado de prudencia en estas cosas, tratando de no provocar escándalo en las personas que no están preparadas.
¿Es el grupo de firmantes que han reunido, representativo de un conjunto mucho mayor, entonces?
Sí, definitivamente. La envié [la corrección] a diez personas, por ejemplo y siete de los diez me dijeron que no querían firmar, por temor a las represalias. Unos pocos no pensaban estar preparados para hacer un corrección directa al Papa, aunque concordaban con el contenido. Le puedo decir que mucha, mucha gente concuerda básicamente con el contenido, muchos más que los que firmaron. De este modo, pienso que es un error declarar, como algunos lo han hecho en los medios de comunicación, que es una iniciativa “marginal” o “tradicionalista”. “Tradicionalista significa, en sentido estricto, alguien que solo va a la Misa en la forma extraordinaria (o sea, la Misa Latina Tradicional), o que tiene fuertes objeciones al Vaticano II. Pero las posiciones contempladas en el documento son ampliamente compartidas. De hecho, algunos comentaristas dijeron: "han sido muy buenos en mencionar solo siete herejías, porque hay muchas más” y estos comentaristas no eran tradicionalistas.
Por cierto, una de las razones por las cuales la llaman “ultra tradicionalista”, ¿es por la presencia de la firma de Monseñor Fellay?

Sí, bien, es verdad que hay algunas personas que tiene un pensamiento tradicionalista, pero ello no significa que la posición misma sea tradicionalista. No es una posición tradicionalista el señalar estos errores. Pienso que muchos católicos normales, cuando empiezan a pensar, entienden que hay errores graves.
Se podría definir la corrección como “conservadora”, dado que lo que se entiende por “conservador”, en la Iglesia, no es lo mismo que “conservador” en el parlamento inglés. El conservantismo político puede ser definido, porque trata de la ley humana, no la verdad absoluta. Pero en la Iglesia, conservador significa lo que ha sido transmitido desde el propio Cristo, por medio de la Tradición Apostólica. En este sentido, es esencial que un católico sea conservador.
Se ha sugerido que la corrección podría demoler al papado, que el diablo lo estaría usando como una treta.
Al contrario, pienso que en este emprendimiento que el Papa y sus consejeros han asumido con Amoris Lætitia, yace la treta destinada a demoler el papado. Este quedó tremendamente desacreditado después de Amoris Lætitia. No dudo en decir que es, por lejos, el peor documento que alguna vez haya llevado la firma de un Papa, en toda la historia de la Iglesia. Esto explicaría por qué mucha gente ha comenzado a dudar en serio si Francisco es realmente el Papa. Muchos, que piensan correctamente que el Papa debe ser el defensor de la tradición, piensan: Bueno, este no puede ser el Papa. También ha llevado a algunos a dudar de la infalibilidad o del significado del papado. Mi amigo, el Profesor Josef Seifert también fue acusado, por el arzobispo de Granada, de desacreditar al papado, señalando algunos de los problemas más graves de AL. Pero, ¿quién está realmente desacreditando al papado? Primero, debemos decidir si el problema que señaló era real y serio.
Finalmente, pienso que es muy evidente que el Papa está depositando toda su confianza en un solo grupo de personas, todas las cuales pertenecen a la misma escuela, teológica y políticamente y eso no es bueno para un Papa. Debería intentar escuchar a otras personas, distintas. En Italia, por ejemplo, pero también en América y en muchos otros lugares, se le ve, cada día más, como alguien que quiere formar un partido (ver el libro “El Papa Político”). Eso es lo que causa el descrédito del papado.
¿Qué piensa usted que León XIII quiso decir cuando escribió, en la oración de exorcismo, que redactó después de su supuesta visión de San Miguel: “En el Lugar Santo mismo, donde se ha levantado la Sede del Santísimo Pedro y la Cátedra de la Verdad, para luz del mundo, han levantado el trono de su abominable impiedad, con el inicuo designio de que cuando el Pastor ha sido golpeado, se puede dispersar las ovejas? ¿Está familiarizado con este episodio?
Sí, lo descubrí justamente de que saliera Amoris Lætitia y me sorprendió mucho, porque, aterrador como era, parecía ser un cuadro perfecto de la situación. Pienso que ningún escritor de ficción pudo haber imaginado esto y es una verdadera profecía de lo que ahora sucede. Nadie pudo haber imaginado que esta profecía realmente se materializaría (en algún momento, ese párrafo se creyó tan increíble, que incluso fue borrado de la oración a San Miguel, en los textos oficiales), pero yo creo que lo que León XIII estaba describiendo se está haciendo realidad.
Es importante añadir que este no es un juicio moral al Papa. Creo que el Papa y sus consejeros- por ejemplo, el P. Spadaro, a quien llegué a conocer cuando yo era un joven estudiante, en Roma- son, de hecho, buena gente. Creo que todos son bien intencionados. El Papa Francisco es carismático y tiene muchas virtudes humanas y cristianas, de manera que, por supuesto, mucha gente tiende a creer en él. Pero es precisamente lo que crea más confusión y así, detrás de todo esto, hay una treta realmente diabólica.
¿Qué cree que sucederá ahora, cuando se ha divulgado la corrección?
Creo que ahora el Cardenal Burke debe proceder a formular su corrección prometida. Si yo fuese él, la llamaría una “corrección fraternal” (es mejor que “formal”). De hecho, nos ha dado indicios de que aprueba nuestra corrección “filial” y se siente apoyado por ella y así, tengo la seguridad de que ahora sabe que el tiempo de actuar está muy cercano. Talvez dos o tres cardenales o una media docena de obispos se le unan. Talvez más, quizás menos. Pero incluso si fuese el único, pienso que pronto debe formular una corrección.
¿Estamos, en consecuencia, en un tiempo similar al de la herejía arriana y San Atanasio?
Sí, muy similar, porque tenemos dos escuelas de pensamiento que son difíciles de reconciliar y hay un consenso suficientemente amplio, entre teólogos educados, en instituciones académicas muy influyentes (sobre todo en Alemania) de que lo que consideramos ser la escuela herética es, de hecho, ortodoxa. Así, pienso que, también en este caso, tal como en los viejos obispos educados de la escuela de Orígenes, hay un complejo de superioridad, entre los pensadores heréticos (o semi heréticos): tienden a ver a los demás como inferiores, o atrapados en el pasado, como sucedió durante la controversia arriana, con la actitud hacia los obispos de Occidente. A veces, una más modesta formación académica puede ser un mejor aliado de la ortodoxia, porque siempre los inteligentes, que han sido educados en una escuela famosa o de prestigio, pueden ser más fácilmente extraviados, pues frecuentemente juzgan la teología con criterios académicos humanos y tienden a seguir las tendencias de su época y de su escuela (por ejemplo, la escuela de Karl Rahner, que ha tenido una enorme influencia), más que la Tradición y la Biblia.
Si se hiciese una corrección fraternal, ¿cuál cree usted que podría ser el paso siguiente?
Es muy difícil decirlo, pero creo que no la han hecho, por temor a un cisma. Pero pienso que lo opuesto es la verdad: si no la hacen, habrá un cisma. No hablar de la verdadera doctrina, no corregir los errores, por temor a un cisma, es un error. Solo la verdad puede unir. Si el error se propaga, causará una división, entre las parroquias, entre los obispos, entre uno y otro país. Sería un cisma práctico, el que, de hecho, ya existe, pero si la corrección no se hace, será todo mucho peor.
Aunque los defensores del Papa se mofen de la iniciativa, y dicen que los signatarios son escasos y ultra conservadores o tradicionalistas, al final lo importante no es quién lo dice, sino si lo que se dice es verdad, sin importar si lo dice alguien famoso o un desconocido, si se trata de Mons. Fellay o del presidente del IOR. Las noticias del día pasan, pero la verdad queda.
No creo que el número sea importante. En sus tiempos, San Atanasio estuvo solo. Hubo algunos que le apoyaron, pero eran muy pocos. Pero lo que se defendía como ortodoxia, permaneció.
¿Qué pueden hacer los laicos?
Creo que los laicos tiene un papel muy importante, porque son más libres. Creo que este documento puede ayudar a algunos a reflexionar más comprehensivamente. Pero creo que hay mucho por hacer. Los laicos necesitan más formación. Muchos no pueden reaccionar ante estas cosas, porque carecen de formación básica. Los intelectuales deberían intentar aprovechar la ocasión para enseñar lo que talvez suponemos que la gente sabe, pero no lo sabe: acerca de la naturaleza de la Iglesia, del rol del Papa, de la infalibilidad, de la doctrina moral.
El Cardenal Müller ha sugerido que haya una disputa teológica. ¿Qué piensa de esta propuesta?
Encuentro excelente la idea del Cardenal Müller y una maravillosa oportunidad para el diálogo y para la genuina búsqueda de la verdad, dentro de la Iglesia. Es vital, para nosotros, como católicos y seres racionales, que nos concentremos en la verdad intrínseca de las doctrinas fundamentales, que están en juego en esta controversia y que no caigamos en la tentación de enfocarnos en argumentos marginales, el rango, el prestigio o el número de los opositores. Rango, fama o número son realidades contingentes que se disipan: pero la verdad es lo que ES (ver Éxodo 3:14). La verdad es el propio Dios.
NOTA: Para aquellos lectores que quieran entender el significado y los peligros del modernismo, con más detalles, LifeSiteNews recomienda la encíclica de Pío X sobre los modernistas, Pascendi Diminici Gregis, disponible en el sitio web del Vaticano.


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