viernes, 27 de octubre de 2017

¿Por qué se producen las guerras?.

                               Ante la pregunta ¿por qué se producen las guerras?, la respuesta obedece a varias causas. Dentro de las causas de las guerras unas son más esenciales y otras más accidentales. Pero todas nacen de una misma raíz, el egoísmo del hombre. El ser humano desvinculado del orden trascendente que viene de Dios, apetece de forma desordenada bienes materiales que estimulan su avaricia y orgullo.
                            A pesar de que está el factor humano de por medio ante la guerra, según nos revela Dios, existen espíritus malignos que inducen a esos seres humanos a causar la guerra. En otras palabras, las guerras las induce el Demonio, salvo, claro está, cuando una guerra es justa.
                            ¿Cuando una guerra es justa?, Santo Tomás de Aquino lo trata muy bien, estableciendo una serie de requisitos para que una guerra sea justa. La primera razón, es la legítima defensa, cuando algún país invade ilegítimamente a otro, y éste se defiende, como quien defiende su vida ante cualquier agresor. La parte pasiva de la guerra apunta a quién es víctima pasiva de la misma.
                            Siempre el que causa la guerra es el que inicia las primeras acciones para que se produzca. El buen español, el que pega primero, es el que inicia la guerra. Existen países más violentos que otros, según el grado de poder que se tenga y las posibilidades de ganar que se observen.
                           Iniciar una guerra sin tener alguna posibilidad de ganar es un suicidio. Lo mismo ocurre cuando la causa no es justa. Ninguna guerra es buena en sí, aunque pueda ser bueno defenderse del elegítimo agresor. En sudamérica existen muchos países que reclaman territorios, esa forma de reclamar puede lamentablemente desembocar en una guerra. Pobreza y guerra no son buenos amigos.
                             La guerra trae pobreza y grandes males para los seres humanos, en especial, los más inocentes como los niños y mujeres. Es deber de todo cristiano trabajar por la paz, muchas almas se van al infierno a causa de la guerra porque durante la misma se desatan una cadena de pecados inherentes a la misma. En la guerra aparece lo peor del hombre, su bestialidad, su parte más baja.
                            Yo hago un llamado a la paz, si todos racionalmente pudiéramos ponernos de acuerdo como trabajar y desarrollarnos civilizadamente sería algo grande. Pongamos a Cristo como medio para la paz, y digámosle a todos aquellos que desean la guerra que peleen solos, que no lleven a millones a pelear por ellos.
                             Cosa curiosa, pero cierta, los que más buscan la guerra, son los que nunca pelean en ella. Son cobardes, que detrás de cuatro paredes, lanzan a combatir a jóvenes ingenuos que luego abandonan una vez terminada la guerra. ¿Quién se hace cargo de los héroes de guerra?, nadie, a parte de darles medallas, quedan abandonados por los estados y sus dirigentes políticos, los cuales usufructan de los botines pero que abandonan a los suyos.
                             En la guerra nadie gana, salvo, los líderes que gobiernan y los que se aferran a ellos para usufructuar del poder sacando riquezas de los nuevos territorios conquistados. ¿Cómo es posible que estemos de brazos cruzados, cual víctimas inocentes, frente a dos líderes que nos lleven a una conflagración mundial, una vez que cualquiera de ellos, apriete el botón primero. Nuestro futuro depende si se aprieta o no aprieta el botón, qué absurdo.
                            Para terminar, haciendo un llamado a todos esos nacionalismos estúpidos que buscan la guerra, una guerra siempre se sabe como comienza, pero, nunca se sabrá como termina. Que no sea que por ir por más, se termine con menos y peor de cómo se comenzó. El el derecho se dice, más vale un mal acuerdo, que un buen juicio, porque en un juicio, nunca se sabe lo que se sucede.
           

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