miércoles, 16 de octubre de 2013

Caridad y Misericordia.

     Dos signos muy fuertes que debe tener todo cristiano que se profese como tal. Sin caridad y sin misericordia no hay verdadero cristianismo. El amor a Dios nos debiera llevar a tener mucha caridad y misericordia con el prójimo.
    Las palabras vacías y los cultos externos llenos de rúbricas no son nada ante Dios si no van de la mano con las dos distinciones características de todo buen cristiano. Seremos juzgados por el amor, y el amor no es otra cosa que el abandono de uno mismo por el verdadero bien del otro. El verdadero amor es trascendente, viene de Dios y retorna finalmente a Él. Muchísimas personas asisten a ritos tradicionales y viven realizando a lo largo de sus vidas un montón  de devociones externas.
    Sin embargo, apenas se alejan de golpear sus pechos y de contorsionar sus cuerpos con diferentes posturas pseudo religiosas, cambian de actitud y se vuelven fríos y duros con el prójimo. Esa es la típica imagen de la beatería barata. De las denominadas viejas beatas( llámese también viejos, en caso que sea hombre), son ellos y sus devociones externas allende de todo acto de piedad verdadera de Dios.
    A este tipo de gente, está como operada de los nerviosos, y es insensible ante el dolor del prójimo. Este esteriotipo de cristianismo lleva a muchísima gente a alejarse de la verdadera religión. Son un pésimo ejemplo para todos aquellos que desean encontrar verdaderamente a Dios. Se escandalizan de los pecados de los demás, ven la paja en el ojo ajeno , sin ver la viga en el propio. No comen ni dejan comer, vale decir, no reciben bien sus  sacramentos dado su hipocresía y no dejan que los demás los reciban cohibiéndolos con sus miradas haciéndolos sentir como lastres de la sociedad.
     Se muestran como santos en vida, tan pulcros, tan incorruptos, llenos de apariencias de santidad, blanqueados externamente, pero podridos desde adentro. Y lo peor de todo, es que se creen salvados siendo que sus actos los arrastran hacia lo contrario. Generalmente pertenecen a cofradías o grupos religiosos por el estilo. O tal vez a congregaciones o institutos religiosos, da lo mismo la modalidad, lo importante de todo es desenmascarar sus apariencias de religiosidad. Hay que advertir a los futuros católicos que ese tipo de personas no representa ni representará jamás a la verdadera religión de Dios.
        Nuestra fe no debe fundarse ni en sacerdotes, ni persona alguna, sólo en Dios, su Iglesia y su doctrina.
   
  

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