jueves, 24 de octubre de 2013

Corruptores de la juventud.

                  Los que se dedican a corromper a los jóvenes con depravaciones y los incitan a conducta deshonestas son unos verdaderos asesinos del alma. Tal clase especímenes pérfidos tendrán que dar cuentas a Dios por sus actos. Lamentablemente, a esa edad, los pobres jóvenes quedan anclados a fijaciones de toda clase y tendrán que cargar con ellas toda la vida.
              Estos corruptores, utilizan su poder y cargos de distinta clase, para establecer una campaña persistente en el tiempo en contra todo orden natural establecido por Dios. Tanto las Naciones Unidas como sus filiales y los grupos secretos de la masonería se encargan día a día de promover planes mundiales de ideotización colectiva basada en un estímulo persistente de los instintos sexuales más bajos.
        La idea es que una vez esclavizada la juventud con sus desviaciones sexuales e intelectuales, son presa fácil para gobernar. De este horizonte de gente depravada se pueden sacar una serie de tontos útiles que sirvan a la causa de la aniquilación total del cristianismo.
          Lo más grave de todo, es que los propios cristianos en especial los mejor formados permanecen aglutinados en pequeños ghettos pensando que se encuentran rodeados de murallas inexpugnables. Pero la cosa es alrevés, mientras más omisión y menos confrontación entre la verdad y el error, este último se vuelve más fuerte y más dañino.
       Hay  que desenmascarar públicamente a todos aquellos que maliciosamente favorecen todo tipo de orden contrario al establecido por Dios. No se puede aceptar más que nos intente de imponer públicamente un cúmulo de aberraciones sin que nosotros ni siquiera protestemos.  
         Hay que botar al tarro de la basura sus principios naturalistas. Nosotros no los queremos ni tampoco los aceptamos. Falsos doctores de la ley nos quieren engañar inoculándonos con el veneno del modernismo y liberalismo. Lobos con piel de ovejas, fariseos que se presentan como sepulcros blanquiados y que son presa de las corrupciones más baja que puede experimentar el ser humana.
       Aves de rapiña, que buscan a quien devorar. Cobardes y temerarios, ya que al final el juicio de Dios les llegará tal como le debe llegar a todo hombre en algún momento de su vida. El juego finalmente acabará, y la victoria tendrá un vencedor final. Pues bien, ese vencedor es Cristo, el hijo de Dios, el verbo hecho carne, el cual gobernará a todas las naciones. Habrá un grito y rechinar de dientes para todos aquellos pérfidos que despreciaron a su Dios, los que lo maldijeron y humillaron con son leyes inocuas, adúlteros que se vendieron a los poderes de este mundo perverso.
        Aún es tiempo para arrepentirse, todavía se puede cambiar de vida, la enmienda sigue siendo una opción. Pero como la mayoría de ellos se encuentra delirante delante al frenesí que le causas el mundo, su capacidad de enmienda se hace cada vez más difícil por no decir prácticamente imposible.
        Pero como Cristo vino al mundo por todos, ese Cristo los llama a todos ustedes, sus perseguidores, para que se arrepientan y lo acepten a Él como la única verdad, aquella que vale dar la vida por ella. Su llamado está para todos, en especial, para los más pecadores. A ellos Dios les hace un llamado de arrepentimiento y enmienda de sus obras. Dios les promete ablandarles el corazón, les promete cambiar sus corazones de piedra por corazones de carne. El paso es sencillo, involucra sólo una palabra, y esa palabra es :" Perdón mi Señor, por haber sido tan sciego y haberte perseguido tantas veces pensando que con ese hacía algo bueno para la humanidad.
        La libertad- apunto a la verdadera libertad- es algo totalmente diferente a la  propuesta por todos aquellos que dicen enarbolar la bandera del hombre. La libertad real no viene del hombre si no de Dios. Sin Dios no hay libertad, sin libertad no existe el amor, y sin amor reina el odio y toda clase de corrupción.
 

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