miércoles, 23 de octubre de 2013

Tesoros perdidos en Chile. El mejor tesoro es tener fe y salud.

Los más de 400 millones de dólares que ocultan los tesoros perdidos en Chile

Actualmente, cinco grupos de investigadores trabajan en diferentes partes del país. El "Oriflama" es el más cuantioso.
por C. Pérez / P. Lazcano

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Después de revisar más de siete mil expedientes coloniales en Santiago, Lima, México y los Archivos de Indias en Sevilla, el historiador naval Mario Guisande concluyó que el barco "Nuestra Señora del Buen Consejo y San Leopoldo" (conocido como "Oriflama") encalló en 1743 en la playa La Trinchera, al sur del río Mataquito (VII Región). En su interior hay 250 toneladas de hierro, 64 cañones, artículos ópticos, vestuario, calzado, armas, telas, ropa hecha con hilo de oro y plata, herramientas, instrumentos musicales, de navegación, médicos, cristalerías, cubiertos y monedas de oro. ¿Valor? El buzo expedicionario y uno de los principales expertos en el país, José Léniz, está seguro de que su tasación incluso supera a la de "Atocha", galeón encontrado en 1985 en EE.UU. con más de 400 millones de dólares en oro.
El "Oriflama" es el más cuantioso. Pero no el único. Si bien han habido rescates de galeones y de onzas de oro, por primera vez los investigadores se acercan a realizar algunos de los hallazgos más importantes de la historia. Actualmente hay cinco grupo de científicos trabajando en esa tarea.
Oriflama S.A.
Guisande pasó mucho tiempo en Curepto precisando la ubicación del "Oriflama". Confirmada su localización, formó un equipo multinacional, la sociedad Oriflama S.A., compuesta por un geólogo, un biólogo marino, una exploradora, un empresario y un historiador estadounidense, para rescatar su patrimonio. Luego, pidió la autorización de extracción al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), organismo que congeló el permiso a la espera de que el proyecto garantice la conservación de la nave y su cargamento. "Es un escenario único en el mundo en términos arqueológicos, pero como el Estado no tiene capacidad para hacerse cargo de su conservación, estamos conversando con Oriflama S.A. sobre este punto", explica Emilio De la Cerda, secretario ejecutivo de Monumentos Nacionales.
Oriflama S.A. -que ha desembolsado 170 millones en la búsqueda del barco- ya ha encontrado algunas monedas de oro y diseñó un sistema de encofrado metálico que preservaría lo extraído, que costaría entre 12 y 19 millones de dólares. La sociedad sólo espera la venia estatal para comenzar a cavar.
El Real Situado en Coliumo
En 1805 naufragó frente a las costas de la Octava Región el galeón español "Santa Ana". La nave, que venía desde El Collao transportando el Real Situado, con el que financiarían las tropas españolas en Concepción, zozobró en el sector de Quebrada Ola. ¿El botín? Entre 80 mil y 100 mil pesos en oro de la época.
Hoy, un equipo comandado por Léniz, el geólogo de la U. de Concepción Guillermo Alfaro, y algunos colaboradores, como Juan Francisco Lecaros, Peter Bruhn, Juan Carlos Latorre y Hernán Ovalle, aseguran haberlo encontrado en la playa de Coliumo en la bahía de Dichato. "En 2009 hicimos las pruebas que lo confirmaron", dice Léniz. El equipo reanudará su búsqueda en septiembre, para luego hacer la solicitud de extracción al CMN.
"Manuela" y su oro
Francisco Ayarza ha dedicado gran parte de su vida a rastrear pecios. Su gran hallazgo fue el "HMS Dresden", un barco alemán que huyó de la revolución mexicana en 1915 con parte de las riquezas que habían amasado algunos colonos alemanes. En medio de la Primera Guerra Mundial, el barco escapó por todo el Atlántico y el Pacífico del asedio inglés, hasta que el 14 de marzo de 1915, fondeado en la isla Juan Fernández, fue cercado por tres buques ingleses, por lo que su capitán decidió hundirlo. Ayarza lo localizó en febrero de 1960, aunque sin su supuesto tesoro.
Con el mismo ahínco, Ayarza se ha dedicado en los últimos años a buscar el galeón español "Manuela", que se hundió en 1600 en el estrecho de Magallanes con un rico cargamento. "Transportaba muchas barras de oro. Se hundió en el extremo occidental del estrecho, frente a la isla Desolación, un infierno marítimo, pero no hay mayor información ni menos coordenadas de dónde se hundió. Le he seguido la pista en varias ocasiones, pero caigo en un problema: la legislación vigente, que me impide tocarlo y menos extraerlo", se queja, en alusión a la Ley de Monumentos Nacionales que prohíbe extraer estos tesoros.
Ayarza, dueño de una empresa naviera en Punta Arenas, también ha buscado el "Santiago", un vapor inglés que se hundió en el estrecho en 1869 con una carga de cobre, plata y estaño, una tarea compleja, reconoce. "El barco está en Cabo Pilar, a 200 millas náuticas de la costa, donde las condiciones climáticas son malas el 80% del año. Y se necesita al menos un par de semanas en el lugar. Eso es caro", dice. "En una de las expediciones fui con un equipo de la televisión francesa (Thalassa TV) y poco después con la organización canadiense Sea Hunter. Pero no he podido dar con él".
Los 80 barriles de oro
Cuando Bernard Keiser llegó por primera vez a Juan Fernández en 1994, varios pensaron que se trataba de un astronauta de la Nasa. Como poseía un negocio textil en Estados Unidos, alguien averiguó que vendía trajes a la agencia. Pero el mismo aclaró que sólo era un alcance de nombre. Lo suyo son los 800 barriles con monedas de oro y joyas que habrían sido enterrados en 1715 por el navegante español Juan Esteban Ubilla y Echeverría y luego desenterrado y vuelto a enterrar por el marino inglés Cornelius Webb.
Lleva 17 años en ese afán, 13 explorando la isla, a donde viaja todos los años en primavera y verano. Ha contratado más de 100 isleños, miles de paleadas de tierra removida, polémicas descargas de explosivos, tres solicitudes de prospección al CMN (1998, 99 y 2002) y 13 permisos de Conaf . Ya habría invertido más de dos millones de dólares.
En abril pasado, la Comisión de Evaluación de Impacto Ambiental de la Quinta Región lo autorizó a efectuar 50 sondajes en dos mil metros cuadrados en el sector de la cueva de Alejandro Selkirk (donde ha focalizado la búsqueda). Los trabajos durarán dos años, demandarán 200 mil dólares.
Un siglo tras el botín
Casi un siglo lleva la familia Grlica en Coquimbo buscando el tesoro de Guayacán, supuestamente enterrado en la zona por Francis Drake.
El tesoro habría sido reunido por un gobierno clandestino conocido como la "Hermandad de la bandera negra" y guardaría las riquezas recogidas durante las correrías piratas, historia recreada en una novela de Ricardo Latchman.
La historia partió cuando el inmigrante croata Esteban Grlica encontró en 1930, 1.300 onzas de oro en La Pampilla de Coquimbo. El oro venía acompañado con imágenes de la Virgen de Monserrat y mapas en cuero de nutria que invitaban a buscar el resto del botín en un sector de La Herradura. Grlica siguió la pista del tesoro hasta su muerte, en 1969, obsesión que continuó su hijo Nediljko Grlica Pergolessi. Este lo rastreó hasta 2004, poco antes de morir en 2006. Hoy su hijo, Nediljko Grlica Vercovich busca un socio para continuar la tradición familiar. "Necesitó a alguien que aporte con recursos para invertir en maquinarias, excavaciones y explosivos", explica, quien dice haber invertido más de 150 millones de pesos tras el tesoro de Guayacán.

Entre el mito y la realidad

Otra serie de tesoros, reseñados por la literatura y fortalecidos por la mitología urbana, permanecerían escondidos en Chile. En 1868, el buque inglés "Cape Horn", naufragó frente a Pichidangui con 17 toneladas de oro y plata. Hace seis años, José Léniz y Mario Guisande buscaron la nave, pero Léniz dice que rescatarla costaría un par de millones de dólares.
La isla Santa María, frente a Coronel, también cobijaría un tesoro. En 1600, el galeón español "Buen Jesús" transportaba oro maya e inca cuando, ante la amenaza del pirata holandés Oliverio van Noort, su capitán arrojó al mar los 52 cajones de oro que portaba.
El Dresden también alberga una historia no comprobada de un tesoro. En 1915 llegó al fiordo de Quintupeu, en el golfo de Ancud, ocultándose de barcos ingleses. Previendo un desastre, el capitán habría escondido una gran caja con lo más valioso de su cargamento, antes de partir a Juan Fernández. Daniel Malfanti, buzo arqueológico que hizo una exploración al barco en 2010, cree que sólo es un mito.
En Arica, el autor local Hermann Mondaca en su libro"Grandes tesoros ocultos" hace referencia al tesoro de Copataya -20 discos de oro y 20 barras de plata- enterrado por la gente ante la amenaza pirata.

La ley que regula los tesoros

Chile fue por décadas tierra llana para los buscatesoros. "Se pactaba un porcentaje con el Estado, que normalmente se quedaba con el 60%", dice Francisco Ayarza, descubridor del Dresden. Pero en 1990 se modificó la ley que norma la extracción de esta clase de objetos, estipulando que las prospecciones y excavaciones arqueológicas, antropológicas y paleontológicas, en cualquier punto del territorio, sólo pueden realizarse con autorización del Consejo de Monumentos.
En cuanto a los botines, la ley estipula que las expediciones compuestas íntegramente por chilenos deberán donar el 100% de lo encontrado al Estado, mientras que las expediciones que cuenten con al menos un miembro extranjero y el patrocinio de una universidad o sociedad científica foranea, podrán quedarse con el 25%, entregando el restante 75% al Estado. "El espíritu de la ley es fomentar la investigación científica", dice De la Cerda. Un ejemplo de este sistema es el de "Oriflama", que cuenta con el historiador norteamericano Cecyl Eysler y el apoyo de la Universidad de North of Texas (EE.UU.).

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